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domingo, 18 de julio de 2010

Verbo decepcionar




Una misma persona te decepciona una vez y otra, una vez y otra, y llegado el punto una parte de tu cerebro la pone en cuarentena como hace el ordenador con el virus que sea. Los grados centígrados de tu termómetro de confianza en ella, bajan hasta los niveles precisos, una vez y otra, una vez y otra como en el cuento sin fin.

Como resultado llega el día en que tu organismo, que es un ser inteligente con vida propia, deja de ponerse verde, o morado ante su incongruencia. Ya no puedes cabrearte, irritarte o sentir que tu corazón va a explotar; tal pareciese que en tu cuerpo no quede sangre, o en tu cerebro capacidad alguna para el asombro; no te lo explicas. Es ahí donde se enciende una luz roja parpadeante: se ha entrado en reserva.






2 comentarios:

  1. Conozco esa sensación, por desgracia.
    En estos casos, hay que aplicár la sabiduria campesina de mi abuelo. Decia : "De un asno, solo se puede esperár un rebúzno". Y yo añado : "Ó una cóz".

    Lo malo es la sensación de habér perdido el tiempo concediendole el crédito de la atención a álguien que no lo merece, aquello de : "Debo ser idiota por haberle hecho caso una véz más".

    No te mortifiques a tí misma, la culpa es de quién engaña, nó del engañado.

    Un saludo.

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  2. Se pasa de la reserva absoluta al lleno total según de qué persona se trate. A todos nos llevan y nos traen los vientos. Es la condición humana imagino.
    Saludos

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