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viernes, 31 de diciembre de 2010

Nochevieja

Para mí la Nochevieja es el día por excelencia. La noche más especial de todas porque trae consigo un año nuevo. Y un año nuevo es algo, que como todo lo nuevo, me llena de ilusión. A veces durante su transcurso descubro que ese año no era tan bueno, por alguien que se me fue. Ese es el único motivo que puede hacer cualquier año un año malo, ese y ninguno más. Lo demás tiene arreglo.

A última hora del día mi casa se llenará de toda la gente que quiero. Aquella a la que pertenezco. El resto llegará a través de mensajes de móvil, y todos estarán aquí. De modo que toca dejar un mensaje para todos aquellos que habéis estado aquí. Los que estáis en la ventana de seguidores y aquellos que pasaréis.

Brindo por vosotros, porque este año que hoy comienza todo sea felicidad.

jueves, 30 de diciembre de 2010

Finaliza el año

Viendo un programa de televisión el otro día me enteré de que los ricos pueden gastarse hasta 50.000 euros en marisco sin que les tiemble una pestaña. Y que ellos aún no se han enterado de la crisis, esto lo decía un pescadero poco menos que en susurros después de que el periodista le tirara muy mucho de la lengua. Alguna víscera me chirrió por dentro con el sonido de un violín desafinado porque mi yo iluso y mi estupidez supina jamás alcanzarían ni a imaginarlo: los ricos ni se han enterado de la crisis ¿que te parece?

Ni los ricos, ni los enchufados, ni los defraudadores de hacienda, ni los buenos negociantes, esos que te venden un articulo a siete veces su valor. Ni los ladrones, ni los estafadores, ni los políticos ( se ve por las decisiones políticas que toman sin despeinarse una ceja), y se me ocurren muchos más que ni se han enterado de la crisis. Eso me lleva a pensar que aunque no lo sabía vivo en un barrio de pobres. Es más, nací en un concejo de pobres, y de un modo insistente me fui quedando a vivir en él, convencida de que no hay lugar mejor. Pero hay lugares donde puedes gastarte 50.000 euros en marisco sin que te tiemble la mano porque tienes más dinero del que te puedas gastar. La realidad es como una bofetada. No puedes ni imaginarte la realidad.


Pues bien, finaliza un año en el que la gente a la que conoces ha ido de mal en peor. Todo comenzó cuando anunciaron que no habría más horas extras y tuvo que apretarse el cinturón, después despidieron a varios compañeros y hubo que trabajar más horas cobrando menos, y llegaron los del sindicato asegurando que lo importante era conservar el trabajo. Todos a callar. Después fueron llegando algunos enchufadillos que no sabían ni papa de su trabajo, por eso se quedaron el puesto mejor. Desde la directiva se llenan la boca repitiendo que están contratando a gente nueva, pero son los viejos los que se ocupan de todo el marrón, y los trabajos malos siempre se los quedan los mismos. Que llevan un año puteados y suma y sigue, si no te gustan las cosas deja sitio porque tenemos obreros a mogollón haciendo cola en el paro.

En la cola del paro siempre está la solución, hay miles de obreros parados que no tienen ni pa chicles, parece que desde arriba se han encargado de tener repuestos a millones para mantener a la gente en sus puestos y sin mover la cabeza. Estamos hablando de quienes no pueden gastarse 50.000 euros ni en una mala vivienda. Ni hacer gastos extras sea la fiesta que sea, ni hacer planes de cambio, ni exigir, ni protestar y mucho menos cambiar de trabajo. Hablamos de la clase obrera, esa que ha entendido tarde que ser artesano no basta para vivir, ahora además de artesano hay que ser poeta.

_ ¡Que lujo de luna tenemos esta noche, Mariano!
_ ¡Que lujo de luna!, ¡hace un frío que pela! ¿por qué no te vas a casa?
_ A casa no puedo irme, me la quitaron ayer, ¿Verdad que hace un lujo de noche?
_ Estamos a dos grados Bertino, ¿dónde duermes hoy?
_ Tengo dos cartones debajo del puente. ¿Verdad que hay un lujo de estrellas?
_ Un lujo de estrellas, sí. ¿ Donde tienes a Mari y los niños?
_ Están en casa de mis suegros, y por mi que ni esperen, que uno aún conserva su dignidad. Ya verás cuando encuentre un nuevo trabajo...¿Verdad que hay un lujo de nubes?
_ Y un lujo de viento Bertino, ¿No te parece que hay un lujo de viento?






miércoles, 29 de diciembre de 2010

Quiero ser feliz siendo yo misma

Estaba pensando en todas las mujeres víctimas de la violencia machista que no comenzarán nuevo año porque la persona a la que más amaban les segó la vida. Al respecto tengo una opinión: que le amaban más allá de sí mismas, de todo lo conocido y lo desconocido, de todo lo conveniente e incluso de lo inconveniente y olvidándose de ellas mismas comenzaron a descender los peldaños a otra estancia que ya no era amor, sino posesión, sin advertirlo siquiera, quizá en espera de ganarse de nuevo ese otro que sí era amor y que vieron en otro tiempo en los ojos de su captor, ese mismo que terminó finalmente siendo su verdugo.

Creo que una mujer es blanco de ese tipo de violencia cuando deja de quererse a sí misma, cuando deja de confiar en ella, cuando deja que su hombre decida por ella, cuando deja que delimite su territorio, un territorio que a posta cada vez le hace más pequeño, cuando sin saberlo cede a un nuevo tipo de trampa, que lleva a otra, y a otra más, y se ve inmersa en esa rueda que gira y gira sobre la oscuridad, que lleva a más oscuridad y a ese túnel donde no se ve el final.

Es así como lo imagino. En ocasiones uno sólo puede imaginar. Cientos de veces imaginé que es imposible no advertir que se está frente a una mujer que sufre hasta esos límites insospechados sin detectarlo. Siempre pienso que me hubiese gustado estar allí y echarle una mano. Raptarla quizá, y convencerla de que al contrario de todo cuanto nos han enseñado hay amores que no valen la pena.

Esta mañana encontré uno de esos textos que haría aprenderse de memoria a cualquier mujer y recitarlo de memoria cada mañana al levantarse y contemplar el día nuevo. Es cierto, tengo tendencia a querer muchas cosas que ya no pueden ser, pero igualmente las querría. Del modo en que hay textos que no sé cómo escribir pero igualmente escribo, este es una muestra.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Una lágrima en el corazón

Sigo desde hace tiempo el blog Escrito en el viento, y en estas semanas he visto reflejadas muchas palabras que yo misma he venido escribiendo aquí. Las que quedan cuando la muerte te pilla muy de cerca y tienes constancia de que has estado a su lado, de que has sentido su aliento en el rostro y te ha calado su frío glacial por cada poro de piel. Es una sensación de morirte también que dura mucho tiempo, de la que no sabrás zafarte, y un vivir tu tiempo de un modo urgente que conlleva una cierta pérdida de pudor tal vez. Ahora sabes que quizá no te lleguen los días para exprimir en palabras lo que no querrías llevarte cuanto tus labios se sellen por última vez.

Si te sucede que no terminas de pertenecer a las palabras habladas, escribirás hasta dejarte los dedos sobre el teclado una y otra vez, y dejarás montones de letras secas que le servirán de pasto a cada rincón de tu casa, hasta que buscando y buscando encuentres el lugar donde dejarlas sin que nadie tenga que cargar con ellas sin estar preparado. Sin que supongan un rompecabezas a quienes te hereden, y donde puedan servir para algo, aunque sigas sin tener idea de para qué, ese lugar puede ser un blog, porque un blog es un lugar donde uno entra buscando algo, y donde suele terminar hallando lo que buscó.

A veces todas las palabras del mundo se quedan rotas y el silencio se hace tan denso que podría ahogar. Un desierto silencioso se te ha engullido y en cuanto salgas, todas las palabras guardadas se escaparán, y correrán veloces a ocupar su sitio sin rubor alguno, pues ya saben lo que pesan, a su pesar.


viernes, 24 de diciembre de 2010

Un deseo

Hace mucho tiempo que encontré este árbol, pero no me gusta adelantar la Navidad, es más aún cuando no ha llegado ya quiero que pase, son fechas llenas de recuerdos hermosos que no quiero olvidar, ni recordar tampoco. Intento que sean como los demás días del año, o que todos los días del año sean Navidad.
En estas fechas los blog se llenan de mensajes preciosos, de adornos entrañables, de eso y mucho más, pero este lugar sigue siendo el mismo de siempre, quien entra lo sabe, sabe que hay cosas que no van a cambiar. Aún me sigue extrañando que se sumen las visitas, me extraña y me acompaña.

Hay algo que quiero dejaros para todos los años de vuestra vida. Lo dejo aquí, para que nunca os falte este árbol... y tampoco a mí.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Se rebajan las penas

Es algo que se acaba de decir en el telediario: se rebajan las penas para los pequeños narcotraficantes. Lo sentí como un puñetazo en la boca del estómago, se me revuelven las tripas, es mi afrenta personal contra todas las sustancias que restan a las personas en vez de sumarlas, que les promete el cielo y les condena al infierno eterno, tan desolador para ellos como para quienes de verdad los quieren.
Este gobierno tiene la virtud de crisparme los nervios cada mañana, de sumirme en la desesperación con esa costumbre tan suya de aprobar todo cuanto le viene en gana. Tengo la impresión de que algunos - entre los que me encuentro- salimos más desfavorecidos que otros con su mandato y que se dedica a repartir los palos entre aquellos a quienes asegura defender.

Me parece incongruente que la ley anti tabaco se asevere de tal forma con la conciencia de que fumar mata. Y no se castigue con más ahínco traficar con drogas. O dedicarse al menudeo, sabiendo a ciencia cierta que tal menudeo pulula para enganchar a los niños inocentes. Está en cada salida de clase, en cada recreo, en cada parque, en cada entrada a la discoteca, en los lugares más insospechados...por todas partes, y tal parece que no quiere advertirse.
Mi cruzada contra las drogas tiene caras, caras de mucho sufrimiento detrás de cada enganchado y caras de felicidad en cada camello que vive a cuerpo de rey a costa de la salud física y moral de cada cliente.

Escribo estas palabras llena de indignación, me molesta profundamente que el mundo se empeñe en funcionar alrevés. En todo caso debería rebajarse las penas de los enganchados, facilitarles terapeutas que les ayuden a salir del pozo en el que se encuentran. O garantizar que no compran cal de pared, ácidos, amoniacos, o demás fórmulas demoníacas a cambio de su dinero. Debería de rebajarse la hipocresía y aumentar las penas de quienes trapichean con la salud de los demás, y no dejarles campar a sus anchas y crecer como el musgo por todas las esquinas. En nombre de todas las familias que he visto sufrir no puedo callarme, en nombre de todos los jóvenes que he visto envejer prematuramente y después morir no puedo conformarme, y a mi modo desde aquí doy rienda suelta a mi decepción de que todo funcione alrevés de como quisiera.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

No existe el adiós

No existe el adiós para la gente que ha sido nuestra. Existe tan solo un sigues aquí al que hemos de enfrentarnos cada segundo de nuestra existencia.
Tal vez por eso escribimos, para darles la vida que aún se merecen, para dejarles latir aunque sea en papel, para hacerlos nuestros de otra manera.

Fumar mata...

Y quedarse al paro sin posibilidad de encontrar un nuevo trabajo
y comenzar a bajar los peldaños del mal vivir
y mirar la cuenta del banco que baja y baja sin remedio
y descubrir que tu despido se abarata cada vez más
y ver que las ayudas del paro aún son más canijas
y ver que los precios de todo suben más y más
y ver que los impuestos se duplican sin medida
y ver que los gasoleos cada vez son más caros,
ver que entre ricos y pobres cada vez hay más brecha
y que son los primeros quienes tienen poder.
Mata saber que las empresas se llenan enchufados,
que no saben hacer su trabajo y se quedan lo bueno,
gente joven a trabajar, pero lo malo es del viejo.
Mata tanto como el tabaco la realidad,
pero claro, de esa ni hablamos, la pasamos por alto,
no se hace estadística, no interesa mirar,
ponemos el foco más grande allí donde interesa,
nos llenamos de ruido, repeticiones, intenciones varias
y seguimos adelante a como de lugar.
Todo lo que importa es seguir estando donde estamos
aunque estemos en el lodo, eso no importa,
siempre podremos disimular, hacer como si nada,
ruido, ruido, ruido, mucho ruido de fondo
para que no se escuche el desastre final.


Nota: esta es una de tantas entradas que podría ahorrarme, pero lo siento, no soy de ahorrar ;)

martes, 21 de diciembre de 2010

Frase

El hombre vale tanto cuanto él se estima.

Rabelais

lunes, 20 de diciembre de 2010

Un grito sordo

Sergio conducía, Ella medio escuchaba su conversación mientras admiraba las tonalidades de la noche recién estrenada y pensaba en montones de cosas a la vez. El pasado, el presente, el mundo real y el ficticio mantenían una enconada conversación al fondo de su mente, formando una algarabía de locos en la que intentaba dilucidar una conclusión final que llevase a alguna parte. Esa charla se calló de pronto, en cuanto alcanzaron la rotonda de entrada a la villa marinera, y un luminoso Feliz Navidad custodiado por dos estrellas fugaces vueltas de espalda arrancó una luz amarilla fluorescente a la noche. Avenida abajo medio kilómetro de figuras enormes colgadas al final de cada farola distrajeron su atención, la decoración más bonita de cualquier Navidad se sucedía sin descanso mientras avanzaban. Solo en el último semáforo pudo respirar, y de calle en calle se repitió lo mismo hasta que aparcaron junto a la estación.
Se bajaron del coche y recorrieron a pie las calles de siempre, bajo los adornos navideños más exquisitos que pudiesen contemplar. Iban hablando de la incongruencia mandataria, de que un ayuntamiento arruinado para obras necesarias despilfarrara en aquello, en vez de en limpiar los márgenes de las carreteras que se volvían ríos intransitables en cuanto se llovían dos gotas y provocaban todo tipo de inconvenientes a la población. Hablaban, pero ya sabían el funcionamiento de aquello, de modo que muy pronto dejaron de hablar, unos villancicos escuchados de pronto sumieron a Ella en una tristeza inesperada, y la hicieron cambiar de rumbo entre lágrimas improvisadas, demasiados recuerdos irrecuperables le asaltaron sin tregua y quiso alejarlos, "por los mejores momentos de tu vida no puedes llorar, debes alegrarte de que alguna vez hayan sido". Eso se dijo, y siguieron caminando hacia la playa felices de estar juntos y sin más objetivo que disfrutar de una noche de mar en calma y luna radiante, aire salobre, frío cortante y café humeante esperando en cualquier lugar. No habían decidido aún donde ir a tomarlo, les daba igual.
San José, María y el niño Jesús bien perfilados alumbraban la entrada a la iglesia, sobre ellos el gran reloj marcaba las nueve y cuarto de una tarde noche estrellada a rabiar. Habían cerrado las puertas de la iglesia, pero Ella prometió que un día entrarían para ver el belén que tenían armado al fondo a la derecha. Y siguieron caminando sin prisa, mataron el frío con un café ardiente y consumieron el tiempo sin prisa alguna entre la gente cotidiana, pasadas unas horas desanduvieron sus huellas y llegaron al coche. Entonces la vieron, aunque en el fondo Ella no se lo quiso creer.
Era una joven morena, vestía tejanos desgastados, botas de tacón gigantesco, abrigo grís, boina grís y bufanda a juego. No aparentaba más de dieciséis años, aunque eso de las edades es a veces engañoso. Llevaba un bolso enorme colgado a un hombro y esperaba entre paciente e impaciente bajo el haz de luz de una farola. Tras ella el ambulatorio, en la calle de enfrente la estación de autobuses, que era a buen seguro de donde había salido. Había una total indefensión al fondo de sus ojos, un claro no encajar en aquel oficio si acaso estrenado. Un algo primerizo se podía advertir y un quizá estar a tiempo de evitarlo que hicieron los pasos de Ella hacia el coche de lo más pesado. Había una limpieza radiante en esa joven que hacía impensable que cualquier desharrapado pudiese ponerle un dedo encima. Algo de sacrilegio en siquiera pensarlo.
Sergio le restó importancia y tuvo que callarse por no encender un enfado. Había cosas que Ella concluía y cargaba a su espalda y nada ni nadie podía librar su carga, cosas que la sublevaban, y aunque tuviera que callarse nunca se callaba. Estaba indignada y era su indignación. Podía no conocer a esa chica de nada, pero no quería que hiciese la calle, no quería ese futuro para ella y contra eso nadie tenía nada que decir. No quería que nadie ni nada la dañase, y los peligros del mundo andaban siempre sueltos. Todos a su alcance con solo ponerse bajo la farola y esperar. Contra eso para Ella no había consuelo y Sergio movió la cabeza al sentarse en el coche, y Ella se calló, reconocía una batalla cuando no era suya, pero le hubiese gustado tener al menos una oportunidad de poder vencerla. Y no podía quitarse de la cabeza aquella expresión, de es sólo para salir de este apuro, y después lo dejo.
Ella colecciona imágenes sin pretenderlo, le persiguen durante años hasta lograr encajarlas en algún lugar. Colecciona veces en que no dijo nada y debió decirlo, veces en que no hizo nada y debió hacerlo, veces en que guardó silencio y quiso gritar.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Lo que la ciencia no cambia

Frank estaba en su habitación, como todo el tiempo, mirando por la ventana, tan aburrido que el día no le terminaba de pasar. Llevaba diez años estancado en su accidente de moto girando una y otra vez sobre la misma tragedia para la que ya no existía remedio alguno.

A esa misma hora José Roberto estaba en una universidad, intentando convencer a los alumnos de veintitantos años de que cuando estuviesen subidos a cualquier medio de locomoción no había prisa alguna. Ellos abucheaban casi todo el tiempo o le llevaban la contraria, pero él no perdía la calma, porque había llegado para cumplir un objetivo, convencerlos uno por uno, sin importarle en qué modo, de que en cualquier desplazamiento por carretera lo importante de veras era llegar intacto a destino. Y que cualquier tiempo perdido en el camino se puede recuperar.

Frank había pasado esos diez años sumido en sí mismo. José Roberto volcado en los demás. Al uno el tiempo se le había hecho eterno, mientras al otro no le daban los días para todo cuanto intentaba lograr. Uno venía de una familia adinerada, el otro de una familia campesina que apenas si ganaba para comer de aquello que cosechaba. Uno tuvo un accidente de moto intentando demostrar a los demás lo bueno que era. El otro un accidente de tractor intentando arar una tierra escarpada y montuna para dar lugar a nuevas siembras y nuevos ingresos. Quería que su hermana pequeña, el talento brillante de la casa accediera a la universidad, y ese sería su único medio.

Frank esperaba con ansia el aparato electrónico que le permitiría volver a caminar, estaba inactivo y anhelante esperando el milagro de verlo entrar en casa de manos del fisioterapeuta. José Roberto esperaba por su hermana pequeña que iría a buscarlo al término de la charla, y empujaría su silla de ruedas de vuelta al hogar. Había encontrado trabajo como costurera, y las novedades la mantenían entusiasmada a rabiar, se pasaba los días completos contándole como su modista se las iba arreglando para lograr de veinte metros de tela lineal, un vestido de novia ceñido, con sus mangas y todo, su pedrería fina y sus botones de nácar. Ponía una voz tan fina para contarlo que no se cansaba de escuchar.

Entre Frank y José Roberto había muchas diferencias, pero entre todas ellas estaba la mayor. Que José Roberto jamás alcanzaría a conseguir lo único que podría hacer realidad su sueño. Un crédito de 50.000 euros. El dinero que a Frank le había costado su robot, ese con el que caminaría de nuevo.

Frase

Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos.

Eduardo Galeano

jueves, 16 de diciembre de 2010

De un blog a otro

Saltando de lugar a lugar por el mundo de los blog uno se va encontrando un remix de aquello que alguna vez ha buscado. Los hay de toda temática y proporción, y en concreto sigo aquellos que me aportan todo eso que durante mucho tiempo busqué en los libros. Y si me detengo a reflexionar me doy cuenta que he buscado en los libros más que nada no sentirme extraña por saberme conjurada de alguna forma en un mundo de abecedarios, sabiéndome culpable de no ser inteligente, y por lo tanto, de saberme inmersa en un mundo que no me pertenece y al que sin poderlo remediar yo pertenezco. Hubo, hay y habrá una lucha perenne por regresar a mi lugar como lectora únicamente, una lucha en la que jamás podré vencer, y que por lo tanto me hará sentir todo el tiempo derrotada. Por todas esas cosas que no se saben explicar, porque explicar no es necesario. Y es que hay fuegos que no se pueden apagar, que han nacido para arder y arder y seguirán ardiendo aunque nada ni nadie avive la llama, tal que así se escriben mis letras...

De un blog a otro me encontré estas palabras largamente buscadas, las dejo aquí:

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Incógnitas

Hace unos minutos escuchaba una noticia que me dejaba en un ay: que se está bajando el salario a los sueldos más bajos. En ese momento iba conduciendo y le di volumen a la radio del coche para enterarme bien, porque todo cuanto quiero recordar tengo que apuntarlo, y claro, con la rapidez con que hablaba el locutor, no hubo forma, terminó de dar los datos antes de que pudiese orillar y tomar lápiz y papel, de modo que memoricé en lo que pude sus palabras.

Si eres mileurista tu sueldo es el que más se ha rebajado, y cuanto más abajo estés en la escala a partir de los 1.000 euros de salario, más se habrá bajado tu sueldo.

En ese momento me llegaron a la mente las palabras de un vecino ayer mismo, cuando en una reunión vecinal se estaba hablando de los robos que se están produciendo a nuestro alrededor en los últimos meses. El hombre decía:

Pues espérate, que ahora que van a quitar la ayuda de los 460 euros a los pobres parados, ya me dirás que van a tener que hacer si quieren comer. ¿Tendrán que salir a robar, no? Porque ya me dirás lo que harías tú si tienes un hijo y no tienes nada con que matarle el hambre. Pues saldrías a robar lo que pudieras digo yo...Y no te digo nada si en vez de uno tuvieras tres o cuatro.

Asentí, porque uno puede ser cualquier cosa, menos hipócrita consigo mismo - al menos de un modo consciente-, en ese caso no habría duda alguna, saldría a robar. Porque pedir a día de hoy casi sería impensable, ya no quedarían semáforos en los que ponerse, están todos copados.

Hay incógnitas que uno no es capaz de resolver. Recuerdo el día en que mi hijo me llamó con urgencia desde el salón.

_ Mamá, ven corriendo, voy a presentarte a Dios.

Y fui corriendo porque sonaba tan convincente que no quise perdérmelo, tal vez por ponerle cara al hombre con el que tantas veces he hablado desde que nací sin poder imaginar del todo su rostro y su estampa. Solo que me encontré ante un disidente cubano que llevaba en huelga de hambre y sed noventa días.

_ Lleva noventa días sin comer ni beber y sigue vivo. Tiene que ser Dios, porque si no ya me contarás...

_ No sé lo que contarte_ le dije sinceramente_ pero ese hombre no es Dios. Haz el favor de
no ofender, y ten un respeto a tu madre, que le estás quitando años de vida.



martes, 14 de diciembre de 2010

¡¡¡¡¡Felicidades!!!!!

Hace meses que la televisión empezó a verse de color verde, a Ella no le preocupó en absoluto, si algo le sobra es la televisión actual, tan chismosa toda ella y tan alejada de la verdad de lo que ocurre en el mundo incluso para los temas más serios, esos que atañen a todos los ciudadanos. Por eso cuando Sergio se lo advertió por primera vez se encogió de hombros y no varió para nada su actitud, si hubiese sido en otros tiempos quizá ella hubiese sido la más afectada, pero no ahora en que andaba mediopreocupada por temas mucho más interesantes que intentaba llevar a cabo sin saber el modo ni la forma.
La televisión de la cocina, más que nada servía para agriarle las comidas con las últimas noticias políticas, totalmente deprimentes y ajenas a su vida, en que todo se iba encareciendo de forma alarmada, lo que dejaba su sueldo mensual cada vez más comprimido para los gastos necesarios, los de ella y los de toda la gente a su alrededor, porque ser obrero siempre deja escasas alegrías incluso en las conversaciones, siempre tan circulares y tan prestas a rodar sobre si mismas.
Hoy en la mañana su hijo llegó a la habitación a despertarla, al oír su voz oyó también el despertador que sonaba junto a su oreja derecha y ni lo había detectado, soñaba con una tragedia nueva, una de tantas, que quizá algún día se concretaría, esperaba que no.
_ Anda, levántate que ya es la hora.

Eso fue lo que oyó de fondo mientras volvía a dormirse y volvía al lugar de ese accidente como en trance y se quedaba allí hasta que el teléfono fijo sonó y sonó y al descolgar no oyó a nadie al otro lado. De repente se imaginó que su hijo había llamado desde su teléfono móvil para despertarla, algo que efectivamente fue tal que así, y la dejó pensando en una llamada gastada para nada.
_ ¿Qué? ¿Qué te pareció?
_ ¿Que eres imbécil, o que quieres que te diga?
_ ¿No me digas que aún no entraste en la cocina?
_ Pues no, no entré, pero me imagino que voy a entrar a toda prisa.

Y al llegar a la cocina lo vio, una tele envuelta en un plástico blanco, y al verla se exasperó porque supo que procedía de un sueldo precario, y que era algo que ella no se merecía. Entonces tuvo la respuesta y era un sí, eso lo supo al leer lo que ponía en rotulador sobre el plástico blanco:

¡¡Mamá!!

Imagina que es 7 de Enero

¡¡¡¡¡Felicidades!!!!!

Por tener un hijo como yo!!


Después destapó la tele, LCD 26 pulgadas y la miró, no estaba segura de querer tener una tele nueva, casi estaba segura de querer ver explotar la tele anterior y no verla sustituida.
Pero de algo estaba segura, de felicitarse por tener un hijo como él. Que le estuvo enseñando todos los canales que ella no vería, y cómo ordenarlos, algo que ella no aprendería. No al menos mientras siguiera existiendo ese tipo de televisión, donde todo, todo es deprimente.
Después de estas indicaciones corrió al garaje para sacar su coche, y volver a ese trabajo donde tardaría mucho tiempo en recuperar el dinero de ese regalo que hizo a su madre, pero antes de irse tuvo que oír.

_ Gracias por tu regalo, pero cuando te cases te lo llevas a tu casa. Que es tuyo.

Una risa sarcástica se oyó de fondo en cuanto oyó nombrar lo del casamiento. Él era el mismo que había sacado sus teorías acerca de Dios, esas teorías que su madre siempre le recriminaba, pero que eran tan suyas como su piel, y que en el fondo le respetaba. Con nadie había debatido tantos temas interesantes a lo largo de su corta vida.

¡¡¡¡¡Felicidades!!!!!

Por tener un hijo como yo!!

Que bonita frase para cualquier madre, quizá la única frase que contiene dentro toda la verdad.

Palabras que cortan o sangran

Si diario me esfuerzo por encontrar la palabra adecuada,

No es tan raro que la sepa encontrar,

Así al vuelo, como si de una pluma de ave se tratara

Que llegada con el viento entrara en casa

Y sacudiera tus cimientos porque sin casi advertirla

Se te hubiese colado por algún resquicio inusitado de tu cuerpo

Y te dejase mudo al contemplar su delicadeza.

Te lo he dicho mil veces, y no lo tienes en cuenta,

Todas, todas las horas de mi vida busco y encuentro

La palabra perfecta, aquella que mejor define lo que siento.

De ese modo si me enfado puedo ser un huracán diestro y certero,

¿Por qué nunca me escuchas cuando hablo?

¿Por qué no me oyes cuando te lo advierto?

Me siento presa de cada sentimiento, incluso si desespero,

Y busco silencio en el mar, en el asfalto, incluso en el cielo

Mientras brotan las palabras que he de vestir

Con los mantos bordados de nieve y hielo,

De fuego, de arena, de campos yermos

Para regresar de nuevo y ser solo yo

y en tus ojos verde campo verme de nuevo.


lunes, 13 de diciembre de 2010

Miedo escénico

Lo primero que el ser humano debe hacer es reconocer ante sí mismo sus propias limitaciones, sean de la índole que sean. Es algo que, si nos detenemos a estudiar a la gente de nuestro alrededor, -vicio de cualquier escritor- nos cuesta mucho, siempre somos los últimos en enterarnos de aquello que nos adolece hasta el centro mismo de nuestro ser. Y por supuesto no me libro.
Recientemente, debido a que todo cuanto trate de la red es un descubrimiento reciente, me di cuenta de algo que me tiene en un ay. Sucedió cuando al leer el comentario de un blog, me hallé una fotografía tan divina que quise agrandarla para contemplarla en toda su magnitud, y ante mi sorpresa no hubo fotografía mayor, sino llegada al perfil de blog de ese hombre, algo que me llenó de alegría porque si la fotografía es espectacular el blog no lo es menos.Y de ahí llegamos a mi miedo escénico porque si yo he podido hacerlo, alguien puede hacerlo, y eso significa que esto puede ser un pasar de lugar a lugar incontrolable, vaya, que esto pasar de una simple charla desde la comodidad de mi dulce - y en ocasiones agrio hogar- a váyase a saber dónde y qué lugar donde pueda provocar a saber qué tipo de reacción, pensamiento, convicción, etc etc.
Y como dentro de mi mente todo se embarulla, enreda, complica, simplifica, resume y concluye, sucede que si comento en otro blog como hasta ahora, aparece la foto de mi perfil, Cabo de peñas en toda su magnitud en la foto que saqué a última hora de un día de verano encapotado junto a tropecientas más. Y de ahí quien quiera puede entrar en mi blog. Claro está que si comento como Anónimo esto no sucede, incluso puedo inventarme una identidad a voleo, y tener ese nombre que siempre quise tener al final de lo que diga, mi miedo escénico me ha llevado en alguna ocasión a ello y me arrepentí al instante, uno porque me gusta hacerme cargo de mis propias palabras, para eso escribo, y dos porque al leerlas después me doy cuenta de que eran preciosas, quizá porque eran mías, y me arropan de forma especial.

Podéis llegar al blog de la fotografía preciosa desde aquí, y arriba a la derecha os encontraréis esta invitación:

RECIBE MI ABRAZO

Todo lo que encuentres en este blog es tuyo, te lo puedes llevar; nada me halagaría más que alguien que me ayude a propagar los ideales y conceptos que, siento, estamos perdiendo como sociedad. Gracias por venir.

Con eso ya sabréis que no es simplemente otro blog, es un blog de lujo.




domingo, 12 de diciembre de 2010

Pregunta al aire

¿Por qué se hace tan difícil poner el punto final, aún cuando es ya tan necesario?

sábado, 11 de diciembre de 2010

Las palabras de un maestro

Me gustan los buenos escritos, aquellos que me aportan algo, los que me aclaran de forma brillante en que consiste el oficio de escritor, los que me sacuden, los que me hacen pensar, los que me emocionan, los que de pronto me afirman que mis sueño es el mejor, y que además de ser un sueño es una forma completamente válida de vivir la vida, aunque desde alguna parte de mi subconsciente me adviertan que no, y ese no suene tan rotundo como el mismo trueno.

Desde su blog ella me ha ido aclarando muchas cosas acerca de la pasión de escribir y de la construcción de una historia. También sobre lo que es un blog, y la templanza que es una con la elegancia, el saber medir la palabra justa y los silencios. Que es justamente lo que jamás aprenderé porque mis tiempos son siempre urgentes.

Desde su última entrada ha dejado un link para leer las palabras de Vargas Llosa, el flamante ganador del Premio Novel de literatura. Son muchas páginas, y en ellas se reconoce a un hombre que ha llegado a la cumbre de su profesión por méritos propios. Reconozco -me gusta reconocer mi inmensa ignorancia porque se advierte al fondo de todo cuanto digo- que es lo primero que leí de este escritor, y también uno de los mejores textos que he disfrutado. En él se unen valor y convicción, claridad mental y expositiva, pasión, destreza, sentimiento, justicia, amor universal, y me estaría así hasta agotar todas las páginas a mi disposición. Para encontrar la única palabra que me iba repitiendo mientras leía: Sublime.

Es una de esas alegrías que uno se encuentra en su blog. Algo que agradezco infinitamente.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Cuando digo tu nombre

Hay canciones que parecen escritas para quienes están y para quienes no están porque se han ido más allá de las nubes. Es una sensación extraña conducir en soledad a primera hora de la mañana, escuchando de fondo esta voz de seda y terciopelo, pese a llevar dos años largos escuchándola ininterrumpidamente. Si en algún momento de mi vida alguien me hubiese dicho que alguien conseguiría cantar todo cuanto yo hubiese querido escribir no habría podido creérmelo, y sin embargo pese a que a estas horas deberían ser discos rayados me siguen sorprendiendo y desatando sin cesar nuevos pensamientos al fondo de mi mente, que parecen rescatados desde un lejano lugar, allá donde ni sabía que los albergaba.

Esta canción como tantas otras me trae recuerdos frescos a la mente, esos recuerdos que intento no desenterrar porque duelen demasiado. Y por muchos años que pasen dolerán. Esta canción me recuerda el silencioso estar de Estrella en su tiempo de enfermedad, su tiempo de tratamientos y hospitales. Con la presencia serena de Ángel siempre a su lado, esperando que al final de todo se curase para seguir adelante en su comienzo de vida, porque lo suyo no era más que un comienzo del que no se habían recuperado aún, estaban deslumbrados de conocerse. Un comienzo que no fue más allá porque a sus recién estrenados veinte años Estrella dejó de respirar, justo al comienzo de siglo. Me imagino que a él se le sigue atragantando la respiración desde que también a sus veinte años la perdió, y me imagino que nunca se ha recuperado de aquel dolor con que tuvo que dejarla en una tarde de intensa lluvia en un cementerio. También imagino que si algún día por casualidad escuchase esta canción sentiría lo que yo, que hay canciones capaces de decir por nosotros aquello que nunca diremos. Y que al saberlas cantadas de algún modo indefinido nos consuelan.





Frase

En la vida de cada hombre, sólo existe una mujer con la cual puede conseguir una unión perfecta, y en la vida de cada mujer sólo hay un hombre con el que ella puede ser completa.

Susana Tamaro

jueves, 9 de diciembre de 2010

A vueltas con el desamor

Nati llamó a media tarde y Paula lo temió, de nuevo más de lo mismo, lanzó una mirada a su marido y él asintió con esa sonrisa enigmática que no dejaba lugar a dudas.

- Sin problema, pero sólo si vamos a la cafetería que está junto a la playa, pago yo.

Nati asintió desde el otro lado de la línea, y Paula se despidió de su marido intentando desoír su queja muda, no le gustaba que lo dejase solo a media tarde de domingo. En general no le gustaba que lo dejase solo, pero sabía que Paula no se podía abstraer de una llamada de urgencia por el motivo que fuese, le gustaba demasiado colaborar en recuperar de nuevo la calma a su alrededor. Se despidieron con un beso hecho risas y se marchó. El viento fresco en las mejillas la reanimó mientras recorría el pueblo de orilla a orilla y cruzaba el parque en que los niños y no tan niños se habían reunido para charlar. Después cruzó por las vías del tren para atajar camino y vio al grupo de siempre consumiendo todo tipo de drogas, solo que cada vez era más, algo se le removía por dentro cuando les contemplaba, ellos la insultaban y la obligaban a darse prisa, como si el hecho de ser testigo de sus trapicheos fuese algo digno de contemplar. Por muchas veces que los viese ni en una ocasión dejaban de parecerle meros esclavos de su adicción.

El mar estaba tan quieto como una piscina y tan gris como el cielo. Nati tan derrumbada como la última vez, no terminaba de encajar que a sus cuarenta y dos años hubiesen vuelto a engañarla, no podía culparla porque esta vez ella misma lo creyó, hubiese jurado a pies juntillas que Alfredo era en verdad el hombre de su vida, solo que a los dos años de conocerlo fue y se esfumó. No respondía al teléfono y se había cambiado de ciudad, a través de un amigo leal terminó sabiendo la verdad, convivía desde hacía meses con otra mujer. Él se había llevado todas sus cosas al nuevo hogar, y a Nati le había dejado todas las preguntas, que se sublevaban una y otra vez en cuanto abría las ventanas para ventilar, en cuanto se metía en la cama con su soledad, o en cuanto preparaba un plato para dos en vez de para uno. Y es que Nati nunca tuvo suerte alguna para el amor. En eso pensaba mientras la escuchaba hablar y hablar dando vueltas sobre lo mismo una y otra vez, porque en realidad la llamaba para tener un oído al otro lado de ese monólogo interior que daba vueltas como el bombo de una lavadora, un bombo donde en lugar de lavar ensuciaba cada recuerdo, cada frase, cada palabra.

- En verdad te quiso, eso no lo puedes dudar.

A cada frase pronunciada se incendiaba todo alrededor, Paula lamentó haber sido traicionada por su deseo de escucharse defender una verdad, Alfredo la había querido de veras, solo que en su forma de amar iba impuesta una cierta libertad que ella no supo concederle. Por eso le terminó asfixiando entre sus muchas peticiones que solo eran miedo, miedo a quedarse sola de nuevo, que fue lo que finalmente consiguió.

- Tú no puedes comprenderme.

Esta aseveración la pilló distraída en un tímido rayo de sol que atravesó las nubes desde lo lejos, y pintó de pronto todo el paisaje a su alrededor, en verdes más verdes y azules más frondosos.

- ¿No puedo comprenderte por qué?
- Porque tú eras una niña cuando empezaste a salir con Rubén y jamás os habéis separado desde entonces, no puedes saber lo que se siente.
-¿Qué es lo que se supone que no puedo entender?
-Lo que se siente cuando te abandonan.

Paula había caído más veces en esa trampa en los últimos meses, por eso mismo negó con la cabeza y siguió escuchando las eternas quejas de Nati mientras miraba disimuladamente el reloj que había al fondo de la cafetería, le quedaba aún una hora de reunión. Dejó dos euros sobre la mesa y propuso ir a dar un paseo hasta el nuevo embarcadero, y desde allí a la iglesia, Nati asintió sin demasiado entusiasmo. El viento fresco en la cara las reanimó.

-¿De verdad te parece que no puedo comprenderte?_ Nati asintió_ pues te aseguro que en treinta años de matrimonio hay también mucho desamor.
- Nunca te escucho quejarte.
- No puedo quejarme, ha sido mi decisión, es la decisión que escojo cada día y hay etapas para todo. Pero no siempre es tan idílico como pueda parecerte. A veces hay que renunciar a muchas cosas por las dos partes por un bien común.
- Nunca te oí decirlo.
- Nunca me escuchas.

La risa de Nati llenó la tarde de alegría repentina, y Paula estuvo dispuesta a exagerar para devolverle de una vez por todas ese entusiasmo que dormitaba escondido en algún rincón.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

El lugar de los sueños

El lugar donde nacen los sueños es un lugar que nadie podría asegurar, ¿quien sabe donde nacen los sueños, o por qué instalan en nosotros por primera vez? Estoy segura que a cada persona le persigue un sueño del que no puede descabalgar ni aunque quisiera. No quedará más remedio que galopar, ir al paso o trotar en pos de él, por grande que nos quede. Nosotros no elegimos el sueño que hemos de perseguir toda la vida, estoy absolutamente segura - por lo mucho que he luchado y sigo luchando contra mi sueño- que es él quien nos sigue a nosotros. Allá donde vayamos estará, susurrará a nuestro oído y nos hará ver, dormidos o despiertos, aquello que nos brotará.

Al menos esto es lo que he encontrado en sus palabras. Maravillosa forma de escribir.

martes, 7 de diciembre de 2010

El respiro quieto

En este libro se recogen las impresiones de Susana Tamaro acerca de su oficio. El precio que ha pagado por ser una de las escritoras más leídas en su país. Su concepción de la escritura, sus recuerdos de infancia y su visión del mundo actual.
Es una gran entrevista en la que responde a preguntas muy concretas sin irse por las ramas. Afrontando un modo muy personal de hacer las cosas y donde sorprende por su sencillez y profundidad en los planteamientos. Reconozco que nunca leí nada suyo, pero conecto con su modo de entender la literatura.

El proceso de escoger un libro dentro de una biblioteca es algo que me fascina, ese buscar un mundo que amplíe el tuyo sin saber donde hallarlo, y esa casualidad que hace que te lleves a casa justo aquello que buscabas. Pues bien, esta temporada a penas puedo leer, pero es que sin saberlo busco algo muy concreto, y solo cuando lo encuentro me quedo a leerlo hasta el final. He necesitado muchos marcapáginas para quedarme con aquellas palabras que he destacado. Ha sido un enorme placer encontrarme con un libro así. Dejo algunas frases de este libro:

No se escribe porque se conozcan "trucos", se escribe porque se tiene una visión del mundo y esa visión tiene algo que decir.
Escribir es muy fatigoso, a veces aburrido, duro, lento, y casi nunca proporciona un reconocimiento social inmediato ni ganancias para permitirse vivir de ello. Yo necesité diez años para encontrar un editor dispuesto a publicar, y en estos diez años ni por un instante pensé que escribir no fuera mi vida.

De su evolución como escritora asegura que ha recorrido un camino hacia la simplicidad porque considera que es el estado más difícil e importante de conseguir. " Todo mi trabajo ha crecido y se ha desarrollado alrededor de una reflexión espiritual, y mi estilo se ha modificado y crecido al compás de esta reflexión".

Me han sorprendido varias cosas en este libro:

Que ha sido perseguida por la visión religiosa que aparece en todos sus libros, desde el enfoque de alguno de sus personajes. De la cual parece que la crítica ha deducido que es un modo de espolear la venta de sus libros, y de la cual se defiende asegurando que hay una firme coherencia entre lo que piensa y su estilo de vida. No entiende el porqué se la ha tratado tan mal desde una parte de la crítica en su país cuando su existencia entera está dedicada a la espiritualidad , y por lo tanto sus libros están fuertemente influenciados por esa visión del mundo. Que es algo que irrita sobremanera - en su opinión- a casi la totalidad de los medios de comunicación.

Afirma que la escritura le ha mejorado únicamente la cuenta bancaria. Por lo demás no considera que haya obtenido beneficio alguno por publicar, más bien lo contrario. Y afirma que no tiene hijos porque no podría dedicarse a escribir y al cuidado de los niños, por lo duro que es un oficio al que hay que dedicarle absolutamente todo.

Este es el modo en que intento resumir el contenido de 94 intensas páginas en que ni una sola línea tiene desperdicio. Me encanta la visión del mundo de esta mujer, que asegura que un hombre escritor suele tenerlo más fácil porque es más fácil que una mujer renuncie a sus ideales por el de la persona que ama, y cuide de todo su entorno, casa y niños mientras él escribe.



domingo, 5 de diciembre de 2010

Dudas

Un itinerario de eternas dudas casi todo el tiempo. Preguntas sobre lo correcto o lo incorrecto. Lo bueno y lo malo, la necesidad o la no necesidad de estar aquí, en este ahora virtual. Un sí pero no, un tal vez acompañado de un quizá y de un no sé.
¿Puede prepararse un plato de comida con todo esto? ¿Y si se puede qué tipo de plato saldría?
¿Un libro?; ¿Qué tipo de libro saldría?, ¿Un silencio? Sería un silencio acompañado lleno de agujeros como un queso holandés.
Sin respuesta válida por el momento...

sábado, 4 de diciembre de 2010

Sí podrás

Podrás sembrar paz donde sólo había guerra
seguridad donde sólo había duda
bienestar donde sólo había inseguridad
calor donde sólo había frío
risa donde sólo había dolor,
palabras donde sólo había silencio.
Lo sé porque lo he intentado y lo he conseguido,
inténtalo y también tú lo conseguirás.
Cuatro ojos siempre ven más que dos,
hay una orilla donde nunca mirarían,
descríbela y la verán por ti.




Frase

Interesarse por un escritor porque nos gusta su libro es como interesarse por los patos porque nos gusta el foie-gras.

Margaret Atwood

viernes, 3 de diciembre de 2010

Llegar a un lugar

A una sola mirada sabrás que has llegado a un lugar que buscabas desde hace mucho tiempo. Lo sabrás del modo en que has intuido tantas cosas en tu vida que ni sabrías explicar. A veces ni sabes explicarte por qué aquello que es tan importante para ti a otros les parecen nimiedades, pero ya ni intentas hacerte comprender, tanto da, cada quien ha elegido hace mucho tiempo su destino. El destino de cada uno implica muy distinto contenido, por eso vivir es una aventura tan apasionante, porque no todos los focos convergen en el mismo punto de mira, eso hace la visión más luminosa.

Esta mañana, como todas las mañanas me encontré algo fabuloso, fabuloso tal vez porque es distinto, y ha tocado alguna fibra en que ha hecho eco.

jueves, 2 de diciembre de 2010

El valor de la palabra

La palabra escrita, la hablada, interpretada, la palabra soñada, la esperada, la adecuada, la palabra exacta, la abstracta, la mejorada. Todas las palabras, las leídas, las escuchadas, las que dijimos, las que permanecieron cuando sus artesanos fallecieron. Todas, todas las palabras resultaron inútiles cuando no pudieron detener una muerte, una batalla, el hambre de un solo niño, el dolor de una enfermedad, una guerra cruenta…

Y todas se me antojan inútiles cuando se habla de comenzar una guerra más… ¿Comenzar una guerra más?

Las oigo y las leo, y me parecen inútiles aún, si no pueden detener más muerte, más batallas, más hambre, más dolor, más enfermedad, más guerras cruentas.

Quien ama la palabra escrita, la dicha, la interpretada, la palabra empeñada en un compromiso serio no entiende nada. Sólo sabe que la mejor batalla de todas es aquella en la que se dicen y se oyen las palabras, porque sabe que las palabras sabias llegan a un buen acuerdo; si el silbido de los disparos no las acallan. Allá donde reine la inteligencia con una palabra basta.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Lo mejor que hoy leeré

Sí, ya sé que apenas comienza la mañana, que he abandonado a su suerte a todos mis personajes y que aunque intente retomarlos no lo consigo, me aburren mortalmente. No es un aburrimiento que venga de ellos, si no del modo incapaz de encajarles en algún lugar que no sea este blog, porque para hacerlo tal y como se merecen deberían pasar por manos de algún corrector, y soy lo suficientemente egoísta para no querer que dejen de ser míos. Y lo bastante incongruente como para no saber si quiero dejarlos en un cajón si la muerte me sobreviene sin avisarme. No sé si quiero que los míos se los encuentren y se pregunten un por qué, hallando quizá la respuesta equivocada. El por qué es intentar comprender desde dentro a todo el mundo, intentar atrapar todas las palabras que sugieren cuando dicen algo, alinear todas las letras del abecedario una y otra vez en una marcha marcial capaz de arropar a todo el mundo, de disparar directo al corazón y hacerlo mayor, más capaz de albergar dentro de sí todas las diferencias de la gente a quien escucha. Ese es el objetivo, y creo que dejaré un manual, esto mismo se me acaba de ocurrir. Un manual donde intentar explicar qué tiene de mágico el mundo este de las palabras. Creo que lo mágico es que nos hace renacer, una y otra vez, nos deja ser otras personas aún siendo las mismas, y es algo que no tiene comparación porque es algo que no resta, suma, al contrario de otras adicciones, porque advierto que esto de formar palabras escritas es una adicción, y el abandono de mis escritos por el momento es un modo de aterrizar mayor tiempo en la realidad, porque no se puede ser quien soy, y andar todo el tiempo por las nubes. No sin arrastrar conmigo a quienes me rodean y hacerles prisioneros de mi libertad.

Escribiendo mucho me siento feliz, más cuanto más escribo, pero no puedo compaginar el escribir mucho y ser eficaz en todas esas tareas que me impongo abordar, y me frustro, y no llego, y me irrito y me siento mal. Y si me siento mal contagio a todo el mundo. Necesito una chacha, siempre lo resumo así, y si un día la consigo daré rienda suelta a todas las horas acumuladas, y a todas las historias que quiero contar. Soy como Don Quijote, siempre a vueltas con sus gigantes. Esos que ni son ni están, pero que lo mantuvieron tan lleno de vida hasta el instante de su muerte.

Y eso, que me asomé un ratito para dejaros lo mejor que hoy leeré. Aquello que ha conseguido que después de dejar esta entrada me convierta en la chacha que necesito, justamente lo que esta mañana - si es que se puede- me alejará de escribir. Tal vez un día dedique un relato corto - creo que son los míos por eso de la precisión que se traduce en rapidez- al modo cuasi increíble en que se desordena una casa, se come todo lo que se ha cocinado, se vacía una nevera, se pule una despensa, se amontona el polvo y se forman huellas en el suelo. Aunque sigo escuchando ese eco adolescente que resuena y que resuena mientras afirma: todo lo que escribes es de suicidio. Así nadie te publicará. Ah, qué poco sabíamos entonces lo que era un blog :)

Pues eso, que lo prometido es deuda, dejo aquí lo mejor que hoy leeré. Y lanzo un desafío a quien lo intente superar. Uno siempre es juez de su propio concurso.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Hoy como ayer

Sigues pisando la calle, y sigues viendo que hay el mismo tipo de gente que había. Quizá han cambiado las costumbres, la forma de vida, el modo de cuidar los jardines, de exhibir los adornos, de exponer las mercancías. Tal vez haya cambiado algo en esencia, pero sigue habiendo los mismos modos de comportamiento, tanto en jóvenes como en no tan jóvenes. Admito que de esta sociedad lo que más me preocupa es el trapicheo en zonas de colegios e institutos, en zonas de discotecas de cuasi niños. El ver grupitos específicos consumiendo aquello que han adquirido, un día y otro, mañana y tarde y ver que nadie hace nada por impedirlo. Creo que ha cambiado la cantidad de esos grupos, que son cada vez mayores año a año, y quizá lo veo porque es algo que me cruje por dentro. He conocido gente enganchada hasta las trancas, y todos han muerto, los que siguen vivos parecen estar en una parte perdida entre este mundo y otro. Y creo -opinión personal posiblemente sin fundamento- que gran parte de los problemas de violencia en nuestra sociedad parten de ese mirar para otro lado donde nadie hace nada, aparentemente, para atajarlo. No tengo remedio para eso, lo cual no impide que me cruja por dentro.



Cada quien tiene su queja, y me he encontrado esta queja interesante que también comparto. Aprovecho para hacerle un hueco aquí.


Nueva propuesta de ley

Pero temo que nunca estaremos a salvo
de los malos de veras,
aquellos capaces de la mayor vileza,
del juego más sucio,
de la más cruenta necedad,
de la estupidez llevada al límite,
de la suprema maldad,
de la locura que arrastra todo a su paso,
de la venganza sin pies ni cabeza,
de la incongruencia y la incompetencia
del espejo que refleja una mentira hecha verdad.
La maldad no tiene sexo y cabe en cualquier lugar:
incluso en el corazón de una madre
se puede albergar.



Cruzo los dedos, y espero que la justicia sea siempre justa.

sábado, 27 de noviembre de 2010

El sonido de un móvil, y tu voz de terciopelo

Alberto llevaba tiempo deprimido porque su pequeña empresa iba de mal en peor y no quería despedir a ningún trabajador. Llevaba toda la mañana dando vueltas con su camión de empresa intentando recaudar una mínima parte del dinero que aún le debían. Eso de ir de casa en casa reclamando aquel dinero que sabía de antemano que no podría cobrar le irritaba sobremanera, pero era todo cuanto podía hacer para poder capear el temporal ese mes funesto y esperar que las cosas comenzasen a cambiar.

Pese a los muchos años que llevaba al mando de Sinop jamás se había sentido peor, estaba realmente desesperado y apurar los pagos que había prometido aceptar como viniesen le revolvía el estómago hasta el punto de sentirlo incrustado en su espalda. Para colmo de males llevaba toda la mañana lloviendo fuertemente y hacía un frío de congelador, con lo que no tardaron en caer los primeros copos de nieve. Se apuró en bajar el puerto antes de que la cosa agravase, y zanjó todos los hogares que quedaban por visitar, no sabía como se las arreglaría, pero algo ingeniaría y mientras conducía sentía el tictac del corazón en el centro de su cabeza, primero débilmente, después más fuerte cada vez. Era el cúmulo de estrés de las últimas semanas que hacía acto de presencia sin avisar, después le atenazaría el cuello y se iría extendiendo por los hombros hasta dejarle la espalda tan rígida como una tabla de planchar. Sin pensarlo dos veces se detuvo en una cafetería para tomarse una tila bien cargada.

Se escuchaba de fondo un cántico extraño que no tardó en descifrar, era el de los niños de San Ildefonso cantando la lotería de navidad.

- ¿Ha salido el gordo?_ preguntó más que nada por intentar distraerse con un poco de conversación.

- Es el único que queda por salir, veremos donde cae este año_ le respondió el camarero antes de perderse un buen rato en la cocina.

Un estrépito capaz de tirar los tabiques abajo anunció que el gordo acababa de salir. El número llenó la pantalla unos instantes y parpadeó dentro de su cabeza, agotada por completo de pensar. Le pagó al camarero y regresó al camión. Apenas había arrancado cuando sonó su teléfono móvil con insistencia, era su mujer, y la verdad que no sabría cómo decirle lo que le debía decir.

- Dime_ le dijo sin entusiasmo.

- ¿Sabes en qué podríamos invertir 30.000 euros?

- Sí, se me ocurrirían unas cuantas cosas, la verdad_ hubo una esperanza lejana que cosquilleó en su pecho- ¿a que viene esa pregunta?

- Es justo el dinero que nos acaba de tocar.

Alberto observó el lugar inhóspito en que se encontraba. Rodeado de bosque, en un mediodía en que comenzaba a oscurecer, los copos de nieve cayendo cada vez con más fuerza, los coches circulando despacio y dejando huellas de neumáticos tras de sí. Puso el manos libres y la voz aterciopelada de su esposa siguió hablando y hablando mientras bajaba el puerto y regresaba a casa. Mientras recuperaba la calma que tanto tiempo le había faltado y pensaba en llegar a casa y encontrarse con ella nuevamente, lejos de los agobios. Nada deseaba más.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Crítica literaria

Estoy leyendo un libro después de mucho tiempo de sequía, y me encuentro con que varios críticos literarios han tenido a bien explicarme la vida de su autor unas páginas antes del primer capítulo, en que se supone el autor lo ha escrito como un exorcismo literario de su pésima vida matrimonial. Es un clásico de todos los tiempos, y admito que un escritor al que nunca había leído. La pésima vida matrimonial del autor es algo que pongo en entredicho al ver el número de hijos que tuvo con su mujer, y no coincido para nada con la lectura del libro tal que hacen los críticos literarios. Así que de nuevo me siento un bicho raro que no entiende nada, y me alegro de que jamás me vayan a publicar porque no quiero que ningún crítico literario explique por mí los motivos por los que escribí tal o cual obra, creo que una obra escapa a todos, incluso a su autor y que se escribe con la intuición y no con la razón. Se escribe para realizar un viaje por los entresijos de todo lo oído, visto, escuchado, imaginado, y aquello que de alguna manera nos ha preocupado, casi siempre llegado de un exterior en el que ni hemos estado, pero ese en el que nos quisimos aventurar. Y la obra de un autor no le pertenece ni a él mismo en cierta medida, aunque estoy de acuerdo en que a veces para entender la obra de un autor tal y como afirman de éste es necesario conocer su vida. Algo que dicho de paso podrían ahorrarme pues como he dicho no me creo lo de su vida matrimonial tan terrible, de haberlo sido es totalmente incongruente tener tal cantidad de hijos con ella y seguir a su lado viendo pasar los años...

Antes de la lectura del primer capítulo dicha crítica me advirtió que ese era un libro que venía a reflejar todas las angustias maritales de su autor, y que era por tanto un libro agónico, al menos eso entendí en su advertencia y pues bien, respiré hondo para adentrarme en un libro que me resultaría difícil de leer, y que quizá abandonaría pasadas unas horas. Y nada más lejos de esa verdad, ya que llegué a la página 88 y me reí todo lo que quise y más, por los razonamientos llevados a cabo por su personaje principal, eso sí, acerca de la mujer y del matrimonio.

Tras lo cual hoy me siento aún más rara que ayer, porque soy capaz de encontrar en un libro lo contrario a lo que otros han encontrado. No dejo título ni autor por respeto, tanto a ese autor como a quienes han estudiado a fondo su escritura, algo que yo haré sin duda a título personal ya que necesito leer, y estoy feliz de poder leer al fin algo que me atrape de pleno. Creo que cada lector lee un libro diferente en el libro que está leyendo porque cada lector tiene un bagaje de vida y unas convicciones de las que es imposible que se apee, incluso para realizar un viaje al que ha sido invitado justamente para eso, para bucear en un submundo que otro ha creado a partir de su pensamiento. Creo que el objetivo de la escritura es ese, te muestro un mundo que he inventado, ven sumérgete e intenta extraer de él tu propia lectura, esa que te sirva a ti, para entender mejor todo lo que te rodea, y que sea para bien.

Quede claro que nunca intento tener la razón, es algo que no me preocupa, sólo me dedico a sacar conclusiones para hoy, esas mismas que mañana pueden variar, tal como el cielo oscuro de esta mañana puede derivar en una tarde de sol repentina.

jueves, 25 de noviembre de 2010

La princesa repite modelo

Hoy es noticia en el telediario matinal, en su visita a Perú la princesa Letizia está repitiendo modelos que ya ha usado para otras ocasiones. No voy a negar que siento una especial simpatía por una mujer que ha roto moldes en un lugar donde el protocolo lo mantiene todo a salvo, y que sin embargo no ha podido con el amor. Me encanta que sea precisamente el amor el que sea capaz de ensanchar horizontes, renovar costumbres e imponerse, no con armas de destrucción masiva, sino con una simple mirada que no necesita de palabras para llegar y arrasar, para establecerse y ganarse su lugar por derecho propio. Sin trampa ni cartón, porque si algo no puede imitarse es la mirada con que sólo saben mirarse los enamorados, que se miran así lo quieran o no, por mucho que se afanen en guardarlo en secreto. Es como la combinación de sol y lluvia que produce irremediablemente un arcoiris, no conozco a nadie que vea un arcoiris y sea capaz de reprimirse a su dulce irradiación.

Pues eso, que la princesa de Asturias repite modelo. En Asturias siempre se repite modelo, no sé porqué deba parecer algo tan especial. Quizá es un modo de hacerle saber al mundo que España necesita reciclar, o que piensa ponerse la ropa que más le gusta las veces que le venga en gana, porque para eso la ha escogido y por eso le encanta, porque sirve para más de una ocasión.

Quizá es un modo de hacerle saber al mundo que no es un calco de otras princesas, que ella es ella nada más, y que si cuenta con la aprobación fidedigna de su marido cuenta con todo, y que jalee el mundo todo lo que quiera, porque se habla mucho de libertad, de respeto, de saber estar...se habla de muchas cosas, pero siempre se habla demasiado en todo caso. Y se repite modelo porque se repite modelo, qué importa el motivo, haberlo hailo y basta con que ella lo sepa, ¿acaso debe importarle a alguien más?

Frase

Escribir tiene un algo de ego, un algo de vergüenza, un mucho de soledad y un todo de generosidad.
Frase de Anónimo

La he extraído de aquí porque es preciosa.




miércoles, 24 de noviembre de 2010

El amor no tiene edad

Hacía un frío invernal y Anaís salió de su casa sin chaqueta desafiando a todos los elementos, su madre la dejó ir esta vez, segura de que sería la última vez en que lo haría. Era una tarde de domingo de esas para quedarse en casa, pero ni aún así hubo un cambio de planes dentro del grupo que iba a dar un paseo, y si acaso tomarse un refresco en alguna terraza de las que miran a la playa. Allí, sobre todo allí se necesitaría una chaqueta le insistió su madre, pero Anaís la dejó olvidada sobre su cama muy a propósito. Y se fue con sus tejanos ceñidos, sus botas altas, la camiseta de su grupo favorito y sobre ella una sudadera azul marino con el interior de la capucha en color blanco, a juego con la enorme margarita alojada en su pecho. Llevaba la melena suelta, y algún que otro mechón acariciaba sus mejillas arreboladas, al fondo de sus ojos podía leerse una honda satisfacción, una aureola blanca la envolvía de pleno y sus labios sonreían todo el tiempo, contrastando con el día pésimo que se iba colando por la ventana.
Todas las advertencias las recogió con un sonoro silencio de eso ya me lo has dicho mil veces y un asentir de cabeza, seguido de muchos síes, a si había cargado su teléfono móvil, a si llevaba dinero, a si irían todas sus amigas, a si sabía a la hora justa y en el justo lugar en que la esperarían. Luego llegó el tiempo de los noes, no se quedaría sola, no se alejaría del grupo, no haría esto ni aquello ni lo de más allá, no, no, no, y todo sin perder el ánimo alegre que la acompañaba.
Durante la tarde llovió y ventó, después se hizo la calma y cuando fueron a recogerla esperaron encontrarla aterecida de frío, pero llegaba con una chaqueta de chico que le quedaba muy grande. Fue difícil saber a quien se veía más feliz, si al chico que llevaba la camiseta de manga corta y se frotaba los brazos para vencer al frío, o a la chica que llevaba puesta una cazadora que no era suya y que no pegaba para nada con su ropa. Se miraron un segundo mientras Anaís recogía su abrigo corto y le tendía su chaqueta diciendo gracias, mientras él se la ponía regocijado en ese calor proveniente de ella y respondía de nada.
Hay una inocencia innata que se escapa de pleno cuando se es lo suficientemente joven para ser inexperto, un creer que todos los secretos se mantienen a salvo. Como si el amor pudiese ocultarse con solo pretenderlo, o como si la caballerosidad hubiese desterrado de este nuestro tiempo. Pero afortunadamente no sucede ni uno ni otro. Nada que sea bello y puro tiene fecha de caducidad. El amor no tiene edad y la caballerosidad cuando existe se traduce en gestos, es espontanea como la misma lluvia, llega sin avisar y lo dice todo, aun cuando guarde silencio por no delatarse.

Nada delata tanto como una verdad envuelta en pureza.

martes, 23 de noviembre de 2010

Lucha de poder

Las cosas se pusieron tan feas que Patricia decidió ponerse a trabajar, y a Berto no le quedó otra que aceptarlo pese a haber estado luchando contra ello toda su vida. La quería en casita y a ser posible en completa soledad, hábilmente la había ido apartando del mundo y la había dejado exclusivamente a su merced, ella había protestado y se había encontrado con tantos problemas y discusiones que finalmente sucumbió, y aceptó el destino que le había sido impuesto porque entendía que se podía renunciar por amor.
La crisis fue una buena oportunidad para recorrer la distancia desde su casa al mundo y en pocas semanas de buscar trabajo lo encontró, un trabajo a su medida, un puesto en una frutería con un horario que ella misma estableció y un transporte público que la llevaría de vuelta a casa antes de que Berto saliese de trabajar. Todo perfecto.
Trabajar le devolvió la vida que recordaba, el sentirse útil todo el tiempo ante ella misma y los demás, llenó sus horas de ajetreo, de charla, de sonrisas, de entretenido trajín y de nuevas aspiraciones que la oxigenaron por dentro.
Berto pudo ver la diferencia desde los primeros días y arrugó el entrecejo, enmudeció de un modo sospechoso y se ocupó en llenar el interior de todos los armarios de la casa de quejas, Patricia las fue doblando y colocando, de modo que apenas lograsen estorbar. Estaba feliz de haber encontrado una ocupación que la llenaba de vida, que le permitía vivir con más holgura y encontrar un espacio para sí, y para todas las cosas que creía imprescindibles, como conversar con muchas gentes diferentes, de las que diariamente aprendía un montón. Sus ojos en el espejo le devolvían una luz que llevaba muchos años apagada, sumida en la soledad de un hogar donde las paredes permanecían todo el tiempo silenciosas, una luz que esperaba en silencio que se apagara, pero que sin embargo brillaba más y refulgía en los ojos de Berto con un aura de sospecha que pasaba a llenar también los armarios, y que ella doblaba con esmero sin saber donde guardar, rebosaba sospecha por todas partes sin que nada lo pudiera remediar.
Dejó de afeitarse y de cambiarse de ropa, sus zapatos dejaron de pisar la casa con sonoridad, comenzó a protestar por la comida a todas las horas, por esto y por aquello, escondiendo que en realidad lo que estaba era celoso, de que todo el mundo a todas horas le hablase de la eficiencia de ella, de lo muy cambiada que estaba y lo feliz que se la veía mientras trabajaba, y los muchos clientes que se sumaban cada día en la tienda. Él comprimía sus labios hasta que las arrugas se le acentuaban, los ojos se le achicaban y el silencio gritaba, entonces llegaba la hora del ahueque y del ya hablaremos. Y de doblar en los armarios toda la indignación, que también iba buscando su espacio, allí donde ya ni había.
Comenzó a quedarse días enteros de baja, aquejado de una enfermedad que nadie sabía diagnosticar. La llamaba cada veinte minutos por teléfono, y cada vez con una excusa distinta: se había terminado el champú, no encontraba su camisa azul, no estaban planchados sus pantalones grises, el gato no tenía pienso, había una mancha de humedad una esquina del cuarto, la pintura de las ventanas se empezaba a desconchar, los espejos tenían huellas de dedos, había pelusillas debajo del sofá. Así estuvo días semanas y meses.
Patricia no pudo más, y decidió despedirse a sí misma del trabajo, regresar de nuevo a casa y renunciar a su sueldo por un poco de paz. Berto volvió a afeitarse, a cambiarse de ropa, a sonreír como un bobo a todas horas, dejó de ver pelusillas, huellas en los espejos, de saber que se había terminado el champú, y sus zapatos comenzaron a chasquear de un lado a otro.
Patricia se quedó sin brillo en los ojos, sin sonrisa en los labios, sin gente diaria a la que recibir, sin sentirse útil, y sin sueldo propio. Ya no quedaban ni rastro de las quejas y sospechas que había dobladas a toneladas dentro del armario, ni hubo más llamadas telefónicas de Berto a ninguna hora, ni protestas por la comida o cosa cualquiera.
Siguió habiendo manchas de humedad, pinturas desconchadas, ropa sin planchar, huellas y pelusillas, toneladas de hastío para doblar y guardar dentro de los armarios, pero Berto ni lo vio, solo veía la vida que quería para sí en el lugar correcto, y Patricia veía algo que nunca vio, algo que nunca quiso reconocerse... pero todas las noches soñaba que Berto era su carcelero.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Era un nómada confeso

Nació miedoso, el más miedoso de todos los que haya visto, y ya desde el principio no se dejó querer. Se escondía bajo el tanque del gasoil de calefacción y no había forma de sacarle de allí, que era su refugio. Cuando estaba de buen humor podía asomar sus bigotes una cuarta y dejarte ver sus ojos negros, desconfiados y ausentes unos segundos, para hacerse invisible otra vez, y sordo a todas las delicias que le hubieses traído con la esperanza de hacerte su amiga por una vez y ganarte su confianza para siempre. Pero era impertérrito en su capacidad de mantenerse a salvo de cualquier ser humano, supongo que era parte de su naturaleza, o de su aprendizaje de vida.

Y es que su madre les tuvo a los tres en una casa abandonada, lejos de los gatos de la casa, quizá para que no viniesen a molestarlos y obtener así un algo de intimidad. Quizá no calculó que en verano pueden venir días de mucha tormenta y viento, escapados el resto de días de calor, porque la naturaleza es siempre imprevisible. Lo cual no evitaba que ella viniese a casa para alimentarse alguna vez, y que iniciaras pesquisas tras ella en busca de sus hijos, y que ella más lista que tú te llevase lo más lejos posible y se mantuviese quieta el tiempo suficiente para desesperarte y desentenderte de ella advirtiéndole que era una madre negligente y que algún día pagaría por ello. Se lo decías y en el fondo sabías que eras una paranoica y ella una madre ejemplar, harta ya de que todos sus hijos terminasen despareciendo bajo las ruedas de un coche. Esta vez creyó hallar la solución, en el refugio improvisado de una casa eternamente en venta y dejada a su suerte por sus muchos herederos. Lo bastante lejos de la carretera quizá para darles a sus hijos una vida no más cómoda pero tal vez más segura.

Eso creyó hasta la noche en que la raposa hizo acto de presencia e incordió, y regresó con sus tres hijos a saber cómo hasta la casa. Y escuchaste maullar débilmente y al volver un barreño semivolcado por el viento los pudiste ver por primera vez, dos marrones rayados a lo tigrés y uno negro de hocicos blancos y blancos calcetines, tan gracioso que no se dejó atrapar y huyó despavorido mientras te llevabas a sus hermanos al interior del sótano y les dabas leche. Después fuiste tras él y conseguiste que se encajara de tal forma tras el saco de big bag repleto de arena que creíste que se ahogaría sin remedio y te rendiste a su mala suerte provocada en parte por ti y tu absurda insistencia. Te pasaste la mañana en un ay, y sin querer asomarte, sin poder concentrarte y sin poder llevar a cabo tus muchas tareas, solo las imprescindibles. Porque sabes que hay cosas que solo te pasan a ti y que no podrás evitarlas a más que quieras. O eso creías porque cuando reuniste el valor de salir a mirar ya no estaba allí, y volviste a tus pesquisas hasta atraparle, no sin un premio de arañazos ensayados para ti. Todos tus tatuajes acaban siendo repentinos temores gatunos que luchan por zafarse de tu empeño de protección, no sé como te arreglas, eso pensabas mientras le llevabas con sus hermanos aún sin creerte que siguiera vivo después de encajarse de aquella forma entre quinientos kilos de arena y la malla del cierre. Era un gato desnutrido, flacucho hasta no poder más y tan pequeño que te sobraban manos para llevarlo al lugar del que no le dejarías escapar hasta que doblase en tamaño y docilidad, aún no tenías ni idea de que hay personitas que no se dejan embaucar y que una de esas personitas se escondía tras sus ojos quietos, tras su mirada de no me convencerás y tras su actitud sellada a cal y canto. Pero deberías saber que convives con demasiadas personas que se dejan todas las puertas abiertas una y otra vez, y que tardarías meses en volver a verlo.
Mientras sus hermanos permanecieron allí atentos a tus cuidados él se fue para no volver, era un nómada confeso.

Y regresó después de mucho tiempo en que hubo un sonoro vendaval, tanta lluvia como tuvo a bien caer, y se quedó en el prado, mirándote a través del ventanal, retándote a que fueras a por él, porque ahora aceptaría de buen grado tus cuidados. Así lo pudiste entender, y se dejó atrapar mansamente, e incluso apoyó su cabecita entre tus brazos, sumiso y obediente como no lo viste jamás, tan delgaducho como nunca y mirándote con sus ojitos de súplica. Parecía suplicarte cuídame, ahora sí que me dejaré cuidar, ahora sí he aprendido la lección y no voy a escaparme más, al final te he comprendido. Pero no fue capaz de beber apenas, no pudo comer y se quedó en su canasto de trapos muy quieto junto a sus hermanos. Se dejó acariciar hasta dormirse, y despertarse después, parecía arrastrar un cansancio de siglos y un hambre de cuidados jamás imaginado. Comenzó a comer despacio, más seguro ya de sí, y a las tantas de la madrugada te fuiste a dormir, esperando un feliz mañana. Pero la mañana tuvo que comenzar sin él, rígido en su lugar, abandonado por sus hermanos que dormitaban sobre la alfombra muy lejos de su frialdad mortal.

...Lo mismo de nuevo otra vez, pero de distinta forma...


domingo, 21 de noviembre de 2010

Frase

No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió


Joaquín Sabina

viernes, 19 de noviembre de 2010

Matemáticamente imposible

Las matemáticas no son lo mío, me hablan de números y solo si la cifra es pequeña la soy capaz de repetir, por eso cuando me encuentro frente a un matemático mi fascinación se hace inmensa. El otro día sucedía por casualidad, una de esas casualidades que te hacen encontrarte con gente interesante, que acapara tu atención de principio a fin porque su tema de conversación te parece lo nunca planteado, y su coherencia la que quisieras para aquellos que gobiernan. El tema que surgió de pronto fue Haití, nadie supo explicarse de donde lo sacó, pero está claro que llevaba meses rondando por su cabeza.

El hombre se hacía una pregunta muy concisa. ¿Donde está el dinero que cada haitiano debería tener en sus bolsillos en este preciso momento?
Arqueé las cejas porque era una pregunta dirigida a mí para la cual yo no tenía contestación, una pregunta que respondieron todos los presentes, que eran muchos y que apuntaron en la misma dirección, algunos con más ingenio que otros. Él siguió adelante con su obsesión, reconoces las obsesiones de los demás en el momento en que eres consciente de las tuyas.

_ Es que con el dinero que se donó a Haití_ nos dijo completamente en serio_ cada haitiano en este momento debería tener ( no recuerdo la cifra porque hubiese necesitado una buena pausa para poder asimilarla, o un lugar donde apuntar, pero sé que era una cifra capaz de resolver cualquier vida) y ya ves como están. Con la que está cayendo vuelven a estar igual sino peor. Yo no veo mejora alguna en sus condiciones de vida, y están muriéndose a centenares a día de hoy por beberse agua contaminada. ¿Es que no les quedó ni para agua embotellada? ¡Necesito que alguien me lo explique!...

Hay momentos en la vida que resultan impagables porque de pronto todo el ruido del mundo se apaga y puedes escuchar aquello que vale la pena escuchar. Por eso mismo cada resquicio de luz se oscurece y te das cuenta que a partir de entonces solo queda oscuridad. Oscuridad y silencio por todo aquello que jamás funcionará. Y aunque decidas callarte, las palabras que son como el viento se te escaparán, para dejar constancia de sí mismas, de que son, y de que están.



jueves, 18 de noviembre de 2010

Fuera de cobertura

En estos días una avería me mantuvo alejada de la red, y al volver me he encontrado muy pocas novedades. No es la primera vez que constato que nadie larga tanto como yo, y que por lo mismo nadie se equivoca tanto. Quizá hay que recuperar el silencio para ser consciente de su sabor, el sabor de ser únicamente tú quien sabe lo que estás pensando. Esta ha sido mi única reflexión en todos estos días con mi impertérrita superconcentración, a penas he abierto la boca, he andado sumida en divagaciones varias que han llegado a una sola conclusión: ando demasiado por la red.

El tiempo real tiene un sabor que casi se me había olvidado, y este presente es demasiado complicado y fascinante para andarme por las nubes. Recopilo información para un lugar que está lejos de los teclados, y está cerca de una certeza que es todo cuanto vengo a dejar hoy: La magia nos espera en cualquier lugar, cualquier día, cualquier minuto, cualquier segundo es el momento ideal, solo hay que dejar de soñar y vivir la realidad del momento. En todas partes hay gentes que vale la pena conocer, y para conocerles hay que caminar sin prisas, sin metas, sin condiciones. A veces desconectado de internet, es eso todo lo que sé, y si me veis en silencio que sepáis que soy de carreras cortas pero intensas, y que todo cuanto pudiera decir lo he dejado dicho ya en alguna página anterior. Aún me asombra haber podido decir todo lo que a veces ni me atreví a decir y que nadie me haya insultado. El único comentario malsonante lo dejó mi hijo un día que protestó y le dije que dejara constancia de su queja porque para eso están los comentarios. Comentó y repliqué su comentario, desde entonces si leyó se abstuvo de decir nada, es seguro que a través de estas páginas llegó a conocerme mejor que nunca. Los humanos somos raros, esa es la verdad, y ninguno tan raro como nos creemos, eso a juzgar por lo visto aquí. Creo que llega un tiempo de silencio y anuncio que lo pienso disfrutar. He decido disfrutar cada instante de mi vida venga como quiera venir, solo tengo esa certeza e incluso esa regalo.