Os hablaré del último libro que compré: Gente tóxica, de Bernardo Stamateas. Lo miré, lo remiré y lo entreleí, ya sabía el motivo por el que me parecía un libro importante de tener a mano a lo largo del trayecto de toda una vida, aunque admito sin embargo que no es tan sencillo como creía el hecho de saber utilizarlo bien.
Creo que la despolítica - palabro que acabo de inventarme para definir la mala política, que puede ser esa en la que los más desfavorecidos socialmente deben mantener los lujos de los más poderosos- hizo en parte que considerase necesario tener en casa, y a mano, el libro Gente tóxica. También fueron un motivo de peso esas conexiones, que parten de ese tipo de relaciones, que aunque uno lo quisiera no puede evadir. Y aunque lleva en casa cierto tiempo y lo leo y lo releo, aún no me lo sé de memoria, de modo que esta mañana tengo una clase intensiva con Bernardo Satamateas, a título póstumo podría decirse, porque el ciclón me ha superado, en cierta parte; porque si algo he aprendido es a distanciarme de estos desastres climáticos que todo lo arrasan y que no provoco yo. Líbreme Dios de las lluvias torrenciales, vientos huracanados, tormentas espeluznantes, truenos ensordecedores y demás climas enfurecidos que de pronto se inventan otros. Allá ellos con sus preferencias, que los disfruten y los doblen de intensidad si tanto los precisan, a mí que me den un sol tibio y nubes en paz. Por eso en cuanto me vi libre de las personas tóxicas que hoy me hacen recomendaros fervientemente este libro, recuperé al cien por cien la tranquilidad, que es un bien que cultivo como el bien más preciado, como el lujo mismo o como el verdadero arte del buen vivir.
Gente tóxica es un libro de amena y fácil lectura, que contiene quince capítulos dedicados a esos levantadores de vientos de distinta estrategia: El meteculpas, el envidioso, el descalificador, el agresivo verbal, el falso, el psicópata, el mediocre, el chismoso, el jefe autoritario, el neurótico, el manipulador, el orgulloso y el quejoso. Para finalizar haciendo hincapié en el poder de las palabras y la necesidad de que en nuestra vida diaria tengamos vínculos sanos. Si os sirve de algo desde este espacio virtual, en el que leo vuestros blogs, porque yo elijo leerlos por todo lo que me aportan; y desde el que leo las noticias, entrevistas...en definitiva todo lo que quiero indagar, de temáticas tan variadas como apasionantes, me encuentro libre de todo ese maremagnun de personas tóxicas. Eso anula por completo todo el efecto caótico que algunos personajes me puedan causar.
Hace tiempo le contaba a una amiga de cuore a cuore lo más terrible que a alguien le pude contar en la vida, aún recuerdo las palabras y me estremezco. Supongo que el nivel de toxicidad me hacía insoportable hasta permanecer dentro de mí misma. Fueron palabras quizá terribles pero sanadoras, porque no se bajo qué clase de poder inconmensurable todo a mí alrededor y a Dios gracias comenzó a mejorar. A veces, se diría, necesitamos hablar con alguien a quien apreciamos de veras, para largarnos muy lejos toda esa toxicidad que alguien nos ha instaurado dentro.
El libro tiene muchas citas a modo de resumen de lo que abordará a continuación, os dejo una de las muchas que contiene, que esta mañana en mi propia cabeza cobra gran significación:
"Los seres más mediocres pueden ser grandes sólo por lo que destruyen".
André Maurois