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jueves, 27 de febrero de 2014

Lo nuevo en entrevistas de trabajo

Acudes a una entrevista de trabajo con cierta esperanza de escuchar algo memorable, pese a que el trabajo en cuestión parezca deprimente. Siempre se te recibe con una amabilidad aprendida, con una sonrisa eficiente yo diría, mientras en el fondo solo se quiere saber el precio que estarías dispuesto a recibir. En ese momento no se te evalúa como persona, sino como número. En el fondo se quiere saber hasta donde se puede bajar la cifra sin que te des media vuelta, sonriendo también, y te vayas enfrascado en un no; que después de dicho no se pueda cambiar.

Durante esa entrevista hay un tiempo de esperanza en que crees que con suerte te hablarán de un salario digno. Después de ir sumándole más, dicha esperanza ya no alcanza ni para la primera sonrisa del saludo. Es la diferencia palpable entre el mitin de Ya salimos de la crisis y la cruda realidad que se pone ante tus ojos.

La entrevista de trabajo puede comenzar como se quiera, caminando sobre un lecho de gladiolos o sobre un empedrado imposible, da lo mismo, siempre termina con una frase locuaz del empresario o empresaria de turno:

- Ya. Pero hay gente que no puede elegir.

-Es cierto, ambos sabemos que hay gente que ya no puede elegir (dirías si esperaras cambiar en algo a ese empresario) y que estás esperando por ellos con toda la calma del mundo porque sabes que alguien llegará de un momento a otro dispuesto a aceptar lo que tengas a bien ofertar. 

Al salir de allí sabes que esa rueda seguirá girando, tú en busca de un salario adecuado al trabajo que se ofrece, ellos a la espera de la víctima que esperan atrapar en su telaraña de buenas maneras. Y el oportunista de turno hablando sobre el atril de todos los indicios de mejoras palpables que solo él ve, no ya porque las vea, sino porque le conviene ir contándolo así.



miércoles, 26 de febrero de 2014

Si tú me preguntaras

Qué es para mí lo más importante de la vida, te respondería sin dudarlo: los sueños que no se dejan morir.




sábado, 22 de febrero de 2014

Aviso: sobre tules de nubes no pongas ningún guijarro

En estos días preparo un relato corto para presentar a un concurso literario. La pregunta es ¿Creo que tengo alguna posibilidad de ganarlo?, el premio solo se lo lleva un ganador; eso limita mucho. En ediciones anteriores se presentaron 400 relatos. Me muero por participar, cómo no, pero los gastos en copias y envíos tal vez me terminen pareciendo del todo innecesarios dada la dificultad de reembolsarlos. La duda está, siempre se hace presente mientras el teclado avanza veloz. A fin de cuentas sigo escribiendo tenga objeto o no, porque parto de esa necesidad vital que no precisa motor, lo es en sí mismo.

Bien, hace tiempo que mi yo escritor (si lo hubiere) y mi yo lector no se distinguen mientras leo. Y lo que yo no pondría en un texto bajo ningún concepto me agrede de alguna forma. Lo explico a riesgo de parecer pedante, a veces lo soy; si tú eres escritor y durante 213 páginas me tienes maravillada con tu prosa elegante, inteligente, suave y delicada, y has conseguido con todo tu arte envolverme en tu libro como si ya no fuese un libro, sino una maravilla de la creación fabulada...¡cuidadito conmigo! No te atrevas sacarme de ese cielo estrellado en que me has metido con una palabra que lo contradiga, por ejemplo: puta.

Eso me sucedió en un libro que leí, y de pronto yo ya no estaba leyendo la historia, sino que "escuché" al autor o autora, que sin saber de dónde salió, se hizo presente ahí. Es una nimiedad, lo sé, pero la rotura de esa magia a veces se paga cara, quizás cerrando el libro y no volviendo a leer. Ahí ya no sé si es mi yo lector o escritor el que actúa. En este caso seguí leyendo porque el libro es muy bueno y el autor o autora alguien que con un virtuosismo atípico despliega ante tu mirada toda la maestría de nuestro lenguaje. En otros libros pudo ser un cagar o un mear donde no debieran tener cabida, puesto que si has conseguido elevar tu narrativa a un nivel excepcional -algo muy complicado de por sí- no puedes permitirte usar las palabras que usaría el mortal más vulgar. Es decir, no puedes llevarme caminando descalza sobre los cielos y dejar un guijarro afilado para destrozarme los pies. Intenta recordarlo la próxima vez. 

Lo dicho, en estos días escribo un relato corto que me entusiasma quizá hasta el punto de terminar convertido en un relato largo. Mientras tanto mi trabajo en la casa se vuelve un caos y soy la persona más inaguantable de la tierra. Lo menos que debería hacer es dejarlo en un relato corto y enviarlo a ese concurso a ver si gano algo, para al menos retribuir en cierta forma a quienes conviviendo conmigo, un día tras otro, me soportan. Pero en verdad, que a estas horas aunque intente verlo claro, no lo sé. Y tampoco sé si importa.


jueves, 20 de febrero de 2014

Desigualdad social


Hace unos días en el informativo de la Televisión del principado de Asturias, daban una noticia de la que no me recuperé a estas horas: a mismo cargo desempeñado y mismas horas de trabajo, la mujer necesita trabajar 84 días más para cobrar el mismo sueldo que el varón. 

Desde que lo escuché no he dejado de preguntarme ¿Y eso por qué? Si voy más lejos lo que me pregunto es, ¿por qué quienes lo regulan lo consienten?

Ayer, a eso de la media tarde me tocó hacer cola en la caja del supermercado, donde dos amigas conversaban sobre su trabajo. Una acababa de dejar el suyo, porque la habían contratado como ayudante de cocina en un restaurante, que además tiene apartamentos en una zona rural muy cercana a una zona de playa. Trabajaba sábados y domingos de chica para todo: mientras había apuro en la cocina, ayudaba a la cocinera; si el trabajo se formaba en el bar, de camarera; hacía camas, limpiaba apartamentos; y si entre el intervalo de las once de la mañana hasta las dos de la madrugada (15 horas después) en que solían cerrar, fallaba el plan principal, no pasaba nada. La dueña del restaurante tenía su casa allí, dentro del complejo hotelero y le tocaba ir a su casa a limpiar, sacudir, planchar...por 50 euros que cobraba al día, que multiplicado por 8 daban un total de 400 al mes. Sin seguros ni nada, porque allí los seguros eran un paripé.

Escuchándolas hablar, os lo digo de verdad, se me cayó el alma a los pies. La desigualdad social se abre paso un día tras otro ante nuestros ojos. Y una cosa es segura, a mayor crisis más rápido va.

miércoles, 19 de febrero de 2014

Mientras unos divagan, otros trabajan

Acabo de llevarme una sorpresa inesperada. Hace meses le vi cambiar de identidad en el blog y pensé que algo había madurado, quizá una idea futura. La publicación de un libro, imaginé, y mientras yo solo divagaba, comenzaba y borraba historias, me atascaba y volvía a empezar, él pudo terminar un libro. Admiro esa frescura que tuve alguna vez de ponerme a escribir y no detenerme, no dudar, desde el principio hasta el final. Algo que ahora vuelvo a retomar, no pensar tanto en quienes leerán la historia sino escribirla tal y como se vaya presentando ante mis ojos. Y dejar que todo comience para que después alcance en libertad su propio final.

El título es inquietante, porque advierte que esconde alguna intriga interior, y la portada, en mi opinión, no podría ser más acertada. Combinar juventud, elegancia, sol y mar es un acierto seguro. Y lo dicho, mientras unos divagamos otros alcanzan a terminar un sueño, que no hace más que empezar. Me propuse no comprar más libros hasta que termine uno de los que tengo empezados, es una especie de castigo particular por tanto divagar. Pero entre nos, estoy deseando leerlo, y no sé lo que ocurrirá.


Os dejo un título Recuerda que yo no existo de Miguel Pascuau Liaño

...Y ahora decidme que no os intriga sumergiros en sus páginas para saber de qué va ;)

martes, 18 de febrero de 2014

Sobre escritura

Hace unos días leía este texto de Jordi Serra I Fabra. Llevo muchos años indagando sobre el proceso de la escritura y a veces cuando más leo, menos sé. Después de haber leído muchas entrevistas a escritores me quedo con algún detalle escaso de unos y otros. Y dos pilares fundamentales: el decálogo del escritor, de César Mallorquí y este texto de Jordi Serra I Fabra.

Encontré su twitter por casualidad, la "casualidad" que da seguir a otra escritora, en mi opinión los buenos te llevan a los buenos. Pero para eso necesitas que sean sinceros y Care lo es. Creo que ser escritor requiere de una soledad que a veces se hace tan espesa que es como ser pez, de cuando en cuando surge la necesidad de subir a la superficie y ensanchar bien los pulmones para oxigenarse. La diferencia entre ser un buen y un mal escritor, para mí, radica en esto: Un buen escritor no se conforma con que su oficio mejore su vida. El bueno de verdad hace todo lo posible por mejorar la vida de los demás. Si hay algo que crea que debe aportarte, lo aportará. El medio será lo de menos, lo encontrará.

Entre todos los métodos de escritura, lo tengo comprobado, a mí solo me funciona uno, el que menos vueltas da. El que enfrenta el papel en blanco y deja caer lo que sabe y lo que ignora de aquello que está escribiendo, sin mapas ni brújulas mentales. Intentar dirigirlo o remodelarlo lo lleva directo a la papelera de reciclaje, donde ya ni es; ni está. Si quiero que algo llegue de principio a fin debo tocarlo lo menos posible, porque llega envuelto en todos los ingredientes que sumados o restados a mi antojo solo conseguirá lo que no persigo, avinagrarlo todo :-s

Este es su método. Os recomiendo leerlo.




sábado, 15 de febrero de 2014

Así era hace un siglo la villa marinera

Siempre que en todo este blog me referí a la villa marinera, era esta. No se me ocurre un entorno mejor en que vivir. Máxime si para mí belleza equivale a riqueza. Creo que es imposible pasear por sus alrededores y que no te nazca desde adentro la ilusión de escribir. Plasmar todo lo que ves, imaginar lo que fue, e incluso soñar con lo que será. Lo digo en serio, si algún día tenéis la oportunidad no dejéis de visitar un lugar solitario en invierno y constante hormigueo durante el verano.

Cada vez que intento reflejar un olor, un color, un paisaje o un sentimiento, lo extraigo de la raíz de este pueblo. No se me ocurre nada tan bonito bajo el sol.

Hoy os regalo esta sensación, pertenece al ayer, el hoy está recogido en las imágenes de Google. Eso ya lo dejo a vuestra elección.

Mi pueblo

viernes, 14 de febrero de 2014

San Valentin sin tu rosa

Cada San Valentin pasaba por la casa de Manuela y la encontraba demasiado atareada para celebrarlo. La esperaban tantas faenas, que cuando su marido llegaba de la huerta con una rosa roja de terciopelo para ofrecérsela con esa mirada, ya más de complicidad que de amor, o eso pensaba ella, le regañaba. Solía decirle que se dejara de tonterías y buscase algo productivo que hacer.

Hasta esa mañana de San Valentin de 2014 que despertó al sol de la mañana y quiso su rosa de cada año...y él ya no estaba para dársela. Entonces lloró rememorando cada rosa aterciopelada que recogió durante sus cuarenta y seis años de matrimonio. En la casa del valle, donde los cerezales custodiaban los cuatro puntos cardinales y la lluvia regaba los campos para volverlos más verdes en cada primavera. LLoró al pensar en el ramo de rosas rojas que a mediodía dejaría sobre la tumba de Francisco, con esa mirada triste, con que esperaría reposar a su lado, para pasar juntos la eternidad entera.

jueves, 13 de febrero de 2014

Un libro que quiero leer

A mí si me suena la palabra linfoma. El por qué es tan triste que no lo diré, escribí alguna vez una novela sobre todo ello. La única que terminé, lo cual quiere decir que no la volví a leer. O que al hacerlo no volví a cambiar ni una coma. Todo lo que está en ella, está. Fue un modo de coser una herida que lleva un gran costurón. De modo que no sé si en realidad la terminé o si nunca estará terminada. Intuyo que lo segundo.

A veces todo lo que llega a nosotros llega relacionado de una forma encadenada. Lo aseguraba Rosa Montero en su hermoso libro La ridícula idea de no volver a verte; y es cierto. Acabo de leer un tuit que me lleva a la pista de un libro que quiero leer un día, no sé en qué momento, pues cada libro tiene su momento. La lectura, como la escritura es algo que no se puede apurar.

Rafael Martínez Simancas es un antiguo colaborador de La radio de Julia. Y son incontables las veces que me hizo reír desde su programa de las tardes. Hace tanto tiempo que incluso me consideraba joven. Desde aquí quiero desearle una pronta recuperación a él; y a vosotros dejaros su entrevista, y su libro.

Cuando la sanidad intenta ser negocio

Quizá no siempre tengamos claro cómo funciona el mundo, pero sabemos distinguir cuando los dulces corderitos que iban a salvarnos se quitan las máscaras y dejan asomar al lobo que llevaban dentro. Lo vemos todos los días, y de tan visto, hemos desarrollado la faceta de descubrirlo primero. Tal vez los embrollos que les cubren hasta el cuello lo pongan de manifiesto, hasta dar la impresión de que cada vez son más los que se ponen a la cabeza de un ministerio y lo van tiñendo con colores que pasan del blanco al negro. Aunque pudiera ser que atravieso una etapa gris y todo a mi paso va perdiendo lustre; que sea solo una impresión llegada de adentro.

En cualquier caso, sigo agradeciendo encontrarme con diversos escritos que me aportan claridad. Porque lo claro, de toda la vida, lo prefiero a lo opaco. Así como la inteligencia la prefiero a lo lerdo. Que me expliquen lo que está próximo a pasar me prepara para tomar partido e intentar remediarlo. En la medida en que una sola persona lo pueda lograr. Y es que tal vez por una persona tras otra se forman los más invencibles ejércitos; esos en los que vale tanto el último como el primero.

Hace días leía esta entrada sobre lo que está pasando en nuestra sanidad. Desde entonces no puedo dejar de pensar en ello. Tal vez porque hace poco leía Mujer en guerra de Maruja Torres, que dice durante todo el libro que lo importante para un pobre es tener salud. Mucha salud. Porque teniendo salud puede trabajar le paguen mucho o poco; y puede ir sobreviviendo.

¿Qué está pasando en la sanidad? Léanlo  Y después extraigan su conclusión.


martes, 11 de febrero de 2014

Nuevas formas de recortar derechos

Cada día al levantarnos, este país se va pareciendo más a otros países que antes criticábamos. Esos en los que la vida unos vale más que la de otros y por supuesto los más desfavorecidos siempre salen perdiendo. Lugares en los que la igualdad es imposible de llevarse a cabo o incluso imaginarse. Cada día lo impensable nos acorrala más, lo no imaginado, lo no querido, lo que nos envuelve más y más en la madeja de la indefensión. Nos dejan sin formas de defendernos, de rebelarnos, de luchar contra todo lo que ni podremos asumir, llegado el caso.

Creo que como madre de familia, si sucede, me dejaré morir. Y creo que esa será la forma en que lucharé contra lo impuesto. O quizá me cambie de país, prepare las maletas y me vaya a otro lugar en que mi vida se valore, como antes se valoraba en España.

Antes, vimos a gente enfermarse, a veces a personas que tenían toda la vida por delante.  Fue duro, demasiado duro y demasiado injusto, pero al menos sabíamos que costara lo que costase su tratamiento se haría y se lucharía hasta el final tuviese la familia pocos o muchos ingresos. A veces se logró la curación, a veces se negó, siendo igual de anhelada en todos los casos. Pero fue algo exterior a la pericia médica lo que lo decidió, unos culparon a los dioses, otros al destino, otros a la fatalidad...cada cual lo fue superando como pudo y algunos tendremos heridas que ya nunca cerrarán, se abrirán de cuando en cuando ante cualquier suceso, recuerdo desatado de origen desconocido o lo que fuere. Hay heridas que nunca curarán porque el cáncer es lo bastante duro para el paciente y el propio entorno, se encuentre o no se encuentre curación, siempre lo preferible es que nunca llegue.

Vaya por delante mi indignación. Mi pensamiento de que si el dinero de todos se hubiese administrado por otras gentes distintas a quienes lo tuvieron, este nuevo recorte no sería necesario y no solo eso, sino que a nadie se le hubiese pasado jamás por la imaginación. La rabia me consume en este momento, para qué negarlo, es una noticia que me duele y me duele demasiado. Me duele por quienes no superaron la enfermedad, por quienes tuvieron que luchar contra ella logrando la victoria, por quienes en este momento están enfermos; por quienes se enfermarán o nos enfermaremos. NO HAY DERECHO A ESTO.

La mala noticia AQUÍ

sábado, 8 de febrero de 2014

Soñar, y lograr un sueño

Hace unos días que se produjo algo bueno en mi entorno cercano. Desde ese momento me mantengo en una continua conversación conmigo misma -que raro-, porque me ha dado pie para creer en esos sueños que se proyectan, sin esperanza, pero que en cuanto se ponen en marcha se cumplen solos. La pregunta conmigo misma es ¿ fue el destino? o ¿fue la valentía? lo que hizo que Ella (llamémosle Ella, ?qué importa su nombre?), cumpliese su sueño.

Un sueño que no solo la beneficiará a ella, sino a toda su familia. Qué bueno :)

jueves, 6 de febrero de 2014

Cantar y alegrar el ánimo

Se dice que la piratería en Internet ha cambiado las situación de los cantantes, que tienen que hacer más giras para poder seguir ingresando dinero y dedicándose a su trabajo. Tal vez por eso sorprenden ciertas cifras, aunque está claro que yo no tengo ni la menor idea del dinero que han dejado de ingresar. Hay quien sostiene que estar las veinticuatro horas disponibles a través de Internet, incluso a algunos les ha favorecido porque antes nadie les conocía y ahora les conocen. A la vista está, a mí el nombre de muchos me sonaba, pero de encontrarlos en alguna parte ni hablar, hasta que un día probé en el mundo que une enlaces en la red y en un segundo no solo te muestra cómo son, sino cómo cantan. Para muestra un botón: el de la foto, claro.

A este lado de la crisis, mucha, cuando siguen quebrando empresas y no se encuentra dónde trabajar, o donde se trabaja lo mismo por la mitad que antes, se mira las cifras que alguien da y pudiera pensarse que no se está en crisis. Aunque solo cada uno de ellos podría decirnos después de restar los gastos, quizá ignorando cuándo volverán a ingresar, después de esto, si las veinticuatro horas en línea compensa o arruina. O si son ciertas esas cifras que se dan...

Cada loco con su tema

La crisis es menos crisis cantando o escuchando música, eso lo tengo claro.

miércoles, 5 de febrero de 2014

Sobre operaciones urgentes y retuiteos

A veces las instituciones ¿más inteligentes? tardan en darse cuenta de lo que ocurre. Puede que para entonces la ciudadanía haya perdido su casa, haya visto cerrar la empresa en la que llevaba trabajando toda su vida -cincuenta años incluso-, y bajando en esa escala que lleva directo a la nada, haya perdido incluso el derecho a comer una vez al día. Los datos hablan de uno cada tres niños, y aunque nadie lo diga, eso incluye a su familia.

Cuando a alguien se le detecta un cáncer, se le pone inmediatamente en tratamiento. Conozco a una mujer a la que le salió un bulto en un pecho y fue al médico. El médico le extendió un volante para que se lo extrajeran inmediatamente, en cuanto llegase en ambulancia al hospital. Y ella no estuvo de acuerdo, pasó a enumerarle al hombre las cosas que tenía pendientes para las siguientes horas: atender a sus cuarenta vacas, hacer la comida, la limpieza de la casa y la colada, porque después de muchos días lloviendo hacía buen día. Consideraba que lavar y secar la ropa sucia era más importante que un simple bulto de nada. Esto sucedió en la consulta de la Seguridad Social. (Esa que ahora quieren quitarnos).

Me contó que el médico llamó desde el teléfono a la ambulancia, firmó el ingreso y le dijo que no existían más opciones, que se olvidara del ganado, de su familia, e incluso de ella misma y que hiciese el favor de acompañarle. Salió de la consulta y esperó junto a ella a que llegase la ambulancia, entregó el volante con las indicaciones a los operarios de la ambulancia y trató de tranquilizarla diciendo que la intervención sería un momento de nada. Ella no tuvo más remedio que acatar las órdenes que le daban y en menos de una hora estaba en el quirófano donde le extrajeron el tumor. La convalecencia no fue sencilla, pero sobrevivió. El tipo de cáncer que tenía confirmó la seriedad última del doctor: o te subes de una vez a esa ambulancia o harás que te suba yo. Será más cómodo, desde luego, que lo hagas por ti misma. Quizá tú no quieras vivir, pero yo sí quiero que vivas y todo lo que tienes que hacer puede esperar. Esto no.

Y bien, una vez dicho todo esto, solo una pregunta: ¿Para cuándo la operación que pueda quitarnos el tumor que está padeciendo el país entero:


 Retwitteado por 
HOY SERÉ UN REPRESALIADO POLÍTICO. La Comisión Europea señala a España como país con más corrupción vía

lunes, 3 de febrero de 2014

La insistencia de un sueño

Creo que la solución me ha llegado tarde. Es una sensación. La de llevar tanto tiempo buscando un lugar en el que publicar, que ahora que existe, lo que no termina de funcionar es lo escrito: la sensación de que no alcanza el nivel que le exiges.

A fin de cuentas es eso lo que me sucede, una especie de ¿bloqueo? No, porque me surgen infinidad de historias al teclado, de personajes, de situaciones que terminan siguiendo el orden establecido. Es más bien una pregunta al fondo de todo ese sueño, ¿Qué necesidad? Quizá hasta ahora no entendía que si encuentro un buen libro que me apasione me llena más leer que escribir. Y ahora me están cayendo en las manos libros que no puedo soltar. Y no tengo tiempo para ambas cosas, leer y escribir, porque ambas precisan de todo el tiempo disponible, tanto si lees como si escribes no puedes hacer otra cosa. Y leo mucho y escribo mucho y la casa y la familia se resienten: no estoy. Y después el resto del tiempo se lo dedico a ellos, en una contrarreloj de locos tan apasionante que los días no pasan, vuelan, como las hojas movidas por los huracanes. No es un reproche, es un simple análisis de mi realidad.

En este momento estoy leyendo La ridícula idea de no volver a verte, de Rosa Montero, y con un libro así entre las manos ¿Quién puede volver a ese archivo apasionante a escribir?, de momento lo que es yo no puedo, y solo voy por la mitad del libro. Conmigo sucede así.

Ahora bien, el sueño recurrente ha encontrado el sitio. Lo del funcionamiento ni idea, lo mismo que cuando no tenía ni idea de cómo funciona un blog -quien entre a leerme se dará cuenta de que aún no lo entendí, de que voy a mi bola. Soy yo, conmigo todo es así. Estoy, luego existo-, y ahora me parece lo más sencillo del mundo. Administrarlo digo, el resto ya no depende de mí. Supongo que con eso de la autopublicación es lo mismo. Cada vez voy teniendo más claro que no tengo ganas de enviar mis escritos -si alguna vez terminase algo escrito- a una editorial tradicional. Por aquello de que autopublicar me daría la oportunidad de manejarlos de una forma directa, de comenzar desde abajo, de tener en todo momento la oportunidad de seguir adelante, tomarme un respiro o abandonar. La sensación de ser libre en todo momento. 

Desde luego que si se quiere, se puede, o si se tiene la valentía necesaria para ello. 

Ya existe el lugar

Ese es un gran consuelo, ahora solo me falta lo que antes sobraba, obra que en mi opinión alcance la calidad. No sé si en verdad avanzo o retrocedo. Y no es lo que importa ahora, al menos no de momento. 

domingo, 2 de febrero de 2014

Olas de nueve metros en el litoral

Esta madrugada la villa marinera se inundaba con agua de mar, caminabas por calles cercanas a tu antigua escuela y el agua te llegaba hasta los tobillos. Los marineros solo pensaban en ir a achicar el agua de su medio de vida: las barcas que se balanceaban en el puerto, pero no podían; las olas de nueve metros sobrepasaban el rompeolas. Y el riesgo de pasar andando, o en coche y terminar siendo arrastrado por ese golpe de mar, los terminó disuadiendo, incluso siendo conscientes de que si la barca se terminaba llenando de agua, se hundiría y su único medio de vida pasaría a engrosar el fondo del mar.

Hubo muchas historias entrecruzadas en ese momento en que las olas trepaban el muro de la iglesia también, llegando hasta sus cimientos de miles de años de antigüedad, todo es dramático mientras esperas que la sobrina del marinero se suba a tu coche para poder llevarla al fin a su casa y ponerla a salvo, de su intento desesperado de ir a achicar el agua ella sola, si nadie va.

En ese momento en que lo consigues, una estrella fugaz rompe la noche hacia donde estás, entonces les gritas a todos que pidan un deseo mientras pides el tuyo; la prisa hace que esta vez pidas un deseo imposible del todo, y no te importa. Esa noche el verdadero milagro es que las barcas saluden a la mañana íntegras, ¿Lo habrán conseguido?

Es todo lo que puedes preguntarte mientras despiertas de una noche larga, que será revivida durante mucho tiempo entre esa belleza, a veces dramática, que conforma lo que ahora eres; lo que serás.