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miércoles, 16 de febrero de 2011

Perder la fe, y recuperarla si acaso

Perdió la fe en que escribir sirviera para algo. Volvió a perderla otra vez, es lo que le ocurre siempre, que el presente la reclama, que sus ocupaciones se suman y no llega, y pensó en abandonar, después dejó de pensar y decidió ir más despacio, pero sin dejar de avanzar. Pensar las cosas seriamente nunca le conduce a nada. Si tuviera que pensarlas detenidamente jamás actuaría, no nació para ser actriz, en realidad nunca supo para qué nació, ni le preocupa. Se nace para vivir, y esa es la única respuesta con que se cuenta durante todo el tiempo de una vida.




miércoles, 9 de febrero de 2011

Frase

El cerebro femenino, por sus dos hemisferios interconectados, funciona como un pulpo, y cada uno de sus tentáculos es una actividad diferente. El masculino, en cambio, cuyos hemisferios están separados, funciona como una cobra: sólo puede hacer una cosa a la vez.

Içami Tiba



martes, 8 de febrero de 2011

Centro multigeneracional

A veces uno piensa en nuevas fórmulas que cambien aquello que podría mejorarse. Fórmulas que incluso suena disparatado que alguna vez, una sociedad inmóvil se aventure a probar, porque para ello será imprescindible trepar sobre los prejuicios de una mayoría casi siempre inamovible.
Admito que nunca fui a visitar a alguien que estuviese internado en una residencia de la tercera edad, ya que en el entorno en el que me muevo, afortunadamente, los mayores son un ejemplo a seguir y se mantienen en sus casas llevando sus vidas con mucho atino y terquedad, hasta que ven que ya no pueden subsistir por sí mismos y se van a casa de algún hijo que se desvive en cuidarle hasta el final. No es en absoluto tarea sencilla convivir con esa morriña del viejo hogar, esos ojos tristes del encierro en un sitio donde el anciano no quiere estar. Hay muchos tiras y afloja, muchas costumbres que chocan, muchos dimes y diretes, mucho esfuerzo y acúmulo de paciencia por ambas partes, y con el paso del tiempo se establece una rutina en la que es posible respirar. Un cuidador es alguien dispuesto a completar una parte de sí mismo con la demanda de alguien más. Alguien capaz de renunciar a su vida establecida por una vida casi a inventar. Y sobre todo un ejemplo en estos nuestros días de prisa y comodidad.

Tengo una amiga que lleva más de veinte años cuidando a niños y ancianos en intervalos de cuatro a cinco años. Desde que el bebé recién nacido comienza al cole y se vale más o menos por sí mismo; y desde que el anciano comienza a necesitar ayuda, hasta que ya no necesita ninguna. Una vez coincidimos en un autobús, estaba agotada a muerte, y me sorprendió verla tan destrozada de moral, porque si algo le sobra a Ramona es mucha vitalidad. Me contó que estaba cuidando a un anciano en su fase final, y arrastraba todos los años de charlas compartidas, y todo el día a día de seis años atrás. Apenas le quedaban fuerzas para hablar, era una mañana de verano y acaba de salir del hospital, se iba a casa a dormir el sueño atrasado de meses.
_ En mi próximo trabajo quiero niños_ me dijo.
_ ¿Son mejores de cuidar?_ pregunté por curiosidad.
_ Son más o menos lo mismo. La diferencia radica en que los niños quieren que los dejes en paz, y los ancianos te absorben, no te dejan ni un minuto para ti. Quieren hablar todo el rato, te cuentan su vida, y dan menos trabajo, pero en estos momentos necesito cambiar de rutina. No puedo más.
_ ¿Ya no vas a cuidar de ese anciano?_ volvió sus ojos hacia mí y me miró un instante como si me odiase por hacerle formular aquella frase.
_ No saldrá del hospital.

Alguna vez he fantaseado con una residencia de ancianos con jóvenes por medio. Un centro multigeneracional donde todas las edades revueltas tuviesen cabida. Un lugar donde todos convivan y aprendan de todos. Pues bien, aquí está:


lunes, 7 de febrero de 2011

Lobo por cordero

La mamá dejó a las tiernas ovejitas al cuidado de un cordero sesudo. Una mamá siempre alberga todas las dudas en su interior, por eso no se fue muy confiada. Al cabo del tiempo volvió, escuchó, miró, se hizo la sueca, fue y regresó. Y supo que el cordero sesudo no era más que un lobo feroz vestido en piel de cordero. Le gustó descubrirlo y no le gustó. En cualquier caso jamás se lo esperó. Cabía la posibilidad pero tan mínima que en las horas creció y creció hasta hacerse de un tamaño normal y luego gigantesco.
La mamá sabe que las tiernas ovejitas deben aprender a cuidarse solas, pero para saber cuidarse adecuadamente antes deberán crecer, porque en el grueso rebaño hay más lobos disfrazados de corderos que ovejitas. Quizá sea este el cuento más viejo del mundo, pero es al tiempo el más actualizado.

viernes, 4 de febrero de 2011

A millones de kilómetros

Tu risa de mi risa
Tu ira de la mía
Mis manos de tus manos
Tu bronca de la mía

La distancia de unas horas
De un siglo se me encaprichan,
El silencio de un minuto
Se hace un lustro de agonía

Es ya tanta la costumbre
De la costumbre vacía
Que en el hueco de los años
Mi aliento ya no respira

No dejas de preguntarte
Y preguntar no es necesario
Me asfixio en cada costumbre
sol, mar, cielo; viento helado

No dejas de acongojarte
Pronosticando un desastre
En vez de reaccionar
Y volver a reinventarte

Me suenas a una canción
Que se repite cual eco
Pero es que mi corazón
No duda: late muy lento

Es firme como una vela
Que hace siglos llegó a puerto
No anda, no tiene pies
Se enreda en sus pensamientos


No dejas de preguntarte
No dejas de darle vueltas
Me gustan tus conclusiones,
Que se ovillan y se enredan

No me moveré del sitio
Quiero escuchar el final
Porque sé que cuando llegues
Lo vamos a celebrar

Entonces habrás aprendido
Que no viene mal pensar,
Aunque sea tan equivocadamente
Que pareciese de más.

El más no se viene a menos,
Eso no ocurre jamás
Y sin moverme del sitio
Te escucho, te escucho hilar

Absorta en la sutileza
Que destilas al hablar
Con esa voz masculina
Que ya sé a quien comparar.












miércoles, 2 de febrero de 2011

Más allá del dolor

"Mi hija Carlota era una mezcla apasionante de compasión y combatividad. Con ella toqué a menudo el cielo y su recuerdo me permitirá transitar el infierno que ahora vivo"

Tony Cantó


Estas palabras pronunciadas por un hombre cuya serenidad apabullaba, las escuché en un programa de televisión matinal con la fotografía de su hija Carlota detrás, una niña hermosa, cuya mirada transmitía un retazo del cielo en que ahora está y dejaba imaginar toda la paz que se hallaba en su interior. Uno se pregunta qué clase de cosa es la vida, que deja que este tipo de desgracias lleguen a pasar, y que pueden pasar a cualquiera. A veces sencillamente uno deja de creer, o se abraza a su credo para poder tirar hacia delante, o vive la cuenta de sus días hacia atrás, o lo hace como puede . Lo único cierto es que hay días que no serán nuevos ya, que hay recuerdos que acuchilla recordar y que es posible llegar a la ancianidad de un momento a otro, una ancianidad inesperada y prematura que no cabe soportar.

Tony Cantó no dejó de recordar en su comunicado de prensa, al hombre que ocasionó el desastre en una madrugada ebria de color, y del que resultó superviviente único. Le deseó una pronta recuperación y fuerza para superar el infierno en que desde ya mismo vivirá. Tuvo también palabras para la familia de este hombre, y para la familia del novio de su hija, fallecido en el mismo accidente mientras viajaban.

En una temporada en la que me quejo de las paranoias que tengo que oír desde el televisor, huecas palabras, necios insultos, maquilladas mentiras, vanas promesas, timos por soluciones, y triquiñuelas varias. Quisiera no haber tenido la oportunidad de haber escuchado la sobria intervención de un hombre sensato, porque algo que no debió suceder hubiese pasado. Un Tony Cantó destrozado y sereno, que hablaba ante la cámara haciendo gala de una excelente calidad humana, y un dolor inmenso. El dolor de quien sabe que nunca se podrá reponer de la injusta pérdida de lo mejor de sí. Y que por tanto jamás volverá a ser el ser completo que se sintió hasta entonces.

Como tantas veces quisiera tener el modo de borrar aquello que no ha debido suceder, del modo en que borro páginas y páginas que ya tengo escritas, y que no debí escribir. Hubiese preferido escuchar las mentiras de unos y de otros, sacadas de sus bajos fondos referentes a lo que fuere, tanto da; a escuchar una terrible verdad que me hace preguntarme de nuevo La vida qué será.