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viernes, 27 de agosto de 2010

Un poco de mentira

Hay una frase de Eugenia Rico que dice más o menos que siempre se escribe con un poco de mentira y un poco de verdad. Me reí al leerla por su verdad desnuda. Porque es imposible escribir sin esa combinación fabulosa, incluso una carta dirigida a tu mejor amiga. Siempre hay realidades que no podrás contar, o sueños más reales que cualquier acontecimiento del presente.

Incluso a veces uno intuye cosas que sabe que sucederán, el porqué se escapa, pero termina por pasar más tarde o más temprano aquello que tanto inquieta. Y entonces te preguntas si acaso lo pudiste remediar, ¿es posible salvar una vida que sabes que se acaba? Esta pregunta me la he hecho a mí misma montones de veces y la respuesta es no, por eso cruzo los dedos y pido fervientemente no volver a intuir en mi vida esa serie de cosas. No quiero pasar en mi vida por eso otra vez, jamás nunca, nunca más. Es terrible saber que va a pasar algo que no puedes evitar.

Un lector de este blog hace mucho tiempo me puso en la pista, al hacer un comentario en el que decía que era una especie de diario. De momento se me quedaron los ojos muy desorbitados y después sonreí, en verdad este espacio no lo escribo para nadie, lo escribo para mí. Es una especie de remix turístico de pensamientos de los que no encajan en ninguna parte. De esas cosas que uno piensa y que las más de las veces no se pueden contar. Algo así como el contenido de las albóndigas de lata, uno las mira con cierto rictus de amargura pensando qué cosa serían antes de su enlatado perfecto.

Y eso, que uno escribe con un poco de mentira y un poco de verdad, sin saber en qué porcentaje ya la mentira es verdad, o la verdad es mentira. Tal vez a uno le gusta escribir precisamente por eso, porque hay respuestas que jamás alcanzará a desentrañar.

jueves, 26 de agosto de 2010

Color de otoño

Pasear junto al mar en una tarde como hoy
bajo la lluvia que moja las aceras
sobre los papeles que vuelan
como aves azoradas de esquina a esquina,

y que ahuecadas de plumas se sacuden
como uno se sacude de encima la melancolía.
Pasear junto al mar en una tarde como hoy
sin apenas turistas, es como regresar

a Octubre sin pasar por Septiembre,
limpia de bochorno los pulmones
mientras se puede soñar esa historia
que hoy apenas se vislumbra.



miércoles, 25 de agosto de 2010

La mecánica del corazón

He aquí un título que me quiero traer a casa. Añoro su prosa cantarina. Me atrapó su portada, y me sorprendió su historia. Que un niño relate en primera persona su propio nacimiento -tan atípico por otra parte- no es nada usual. Tampoco los personajes que lo habitan, ni los inesperados quiebros a que nos somete de principio a fin.

Me topé con este título por casualidad, y me leí el primer capítulo por internet. Fue como probar el bocado de un manjar exquisito, que una vez saboreado pide un atracón. Pero estoy bastante escamada, de modo que no pierdo la cabeza, cuando me encuentro un título que quiero leer visito la biblioteca chuleta en mano y pregunto si lo tienen, resultó lo tenían, y me pusieron en la lista de espera, estuve en ella durante veinte días, me llamaron y acudí pletórica a recogerlo, pero ni aún en ese momento las tuve todas conmigo. Hay libros genialmente escritos que no puedo leer ni como aprendizaje. Sin embargo su lectura me pareció un sueño de principio a fin, porque pueden hacerse historias amables a la vez llenas de crudeza sin que la acritud se apodere del lector como bilis infectada. Eso le agradecí, que no me llenase de pesadillas sino de sueños, el sueño de algún día poder crear algo así, algo tan nuevo partiendo de historias viejas. Porque como alguien recuerda cada cierto tiempo, solo es posible escribir de otro modo lo que ya ha sido escrito, porque ya todo está escrito.

Me gustan las imágenes que de todo el libro se desprenden, se intuye escrito con mucho cariño, con muchas ganas de soñar, de hacer algo que valga la pena. Releo casi ningún libro, me cuesta mucho releer porque ya se todo lo que va a pasar y se me hace insoportable, pero sé que este es un libro que leeré más de una vez. Y que trataré de hacer una imitación suya que no se le parezca en nada, crear algo nuevo de algo viejo y soñar durante muchas páginas un mundo ideal donde todo se retuerce y se hace imposible, sin perder la perspectiva de que aún así el trayecto puede ser maravilloso. Como la propia vida.

martes, 24 de agosto de 2010

Ir de tiendas

No me gusta ir de tiendas, es algo que aborrezco con toda el alma, más cuanto más concurrido sea el lugar, pero en ocasiones no queda otra, cualquier madre de adolescente lo sabe, y también sabe que siempre hay una tía dispuesta a ocupar ese lugar. Y ya se sabe, cuanto más se posterga algo que no gusta, menos gusta después.

Pero esta mañana me he dado el capricho de ir a una tienda que he descubierto no hace mucho, es una tienda donde se venden libros usados, es bastante grande y hay un remix de libros de lo más pintoresco. Así me compré la enciclopedia de mi niñez hace unos meses, esa que nunca me atreví a pedir a mis padres para traérmela a casa y leerla con mis hijos cuando eran pequeños. ¿Porqué no?, pues porque la colección que a mí me costó veinte euros, a mis padres les costó una pasta por aquellos tiempos y se convirtió en mi lectura asidua casi todo el tiempo, esa enciclopedia y otras más que cada vez que entro en esa tienda aspiro a encontrar. Ese es el principal motivo de que de cuando en cuando me de una vuelta por ella.

Esta mañana me he traído seis libros, de diversa temática, de los cuales dos me hacen una gran ilusión, uno es un gran clásico de la literatura infantil de todos los tiempos, una verdadera joya que hará que vuelva a entregar libros de la biblioteca sin leer pese a que me gustan y están muy bien escritos. Y el otro es de un viejo amigo escritor y habla de caballos. Ver su nombre en el perfil del libro hizo que me diese un vuelco el corazón, porque es una garantía de que el libro me gustará y quiero hacerme poco a poco con todos los que ha editado. Opino que de un buen escritor uno lo aprende todo, y que de uno malo tal vez se pegue algo.

Ah, por cierto me he traído un gran clásico antiguo inglés también, que me ha recordado lo mucho que me gusta la película, que es lo hasta ahora sabía de esa historia. Un clásico maravilloso y en toda regla.

Vamos que me he traído ilusiones y retazos de melancolía para soportar el gris invernal, los vientos, los días de lluvia y el frío de la próxima estación que hoy casi se adivina a través del ventanal. Pasan los años y los días y uno nunca deja de ser quien fue una vez, cuando apenas comenzó a leer. No se engañen, no se cambia jamás, tan sólo se cumplen días.

lunes, 23 de agosto de 2010

La canción del verano 2010

Todos los veranos suena una canción que nos gusta más que las demás por las circunstancias que sean. Yo no tenía ni idea de que existía esta canción hasta que alguien se la dedicó a alguien. Siempre digo que en las letras de las canciones que uno escucha hay una impronta de lo que uno es cuando se queda a solas consigo mismo. Creo que no me equivoco si digo que habiendo tantas canciones para dedicar, escoger esta precisamente dice mucho. Y es que a veces una sola canción puede decirlo todo, es la magia del mundo musical, que pone las palabras adecuadas cuando decir algo profundo es tan difícil. Esta canción me suena a primer amor de juventud de principio a fin. Un tierno amor de esos que se afianzan en el tiempo.

Canción: Mi niña bonita, de Chino y Nacho.








Trabajo de documentación

De todos los trabajos de documentación que he llevado a cabo para el relato de Multiplicado por mil, que ha sido extenso, me quedo con el más completo, si cabe, que me he encontrado. Entre estas páginas me encontré al gordo seboso que en mis años de escuela me sacaba a empujones de las puertas aún cerradas del autobús que nos llevaba a casa, lo mismo a la hora de la comida que a las cuatro y media de la tarde. Este sujeto al que más tarde calificaron de bombona, por su parecido a una bombona de gas, me triplicaba en tamaño, pero no en agilidad física ni verbal, de modo que nunca llegó a quitarme la opción de elegir, al ser la primera en subir al bus, el lugar donde me quería sentar. Que era justo donde me apetecía precisamente porque era la más veloz y la más insistente de cuantos viajábamos a diario.

Este sujeto se ha casado hace ya bastantes años y su mujer es un amor de mujer, no puedo mirarla una sola vez sin preguntarme cómo le soporta, ya que con el tiempo es aún más desagradable todo él. Tiene un rictus de perro enfurruñado de continuo que casi espanta. Espero no hacerme nunca famosa para no tener que responder en un plató a la pregunta de su nombre y apellidos ( porque los diría tan ricamente y tengo familia a la que no quisiera someter a la más odiosa de las vergüenzas, creo que eso se sobreentiende, pero por si acaso lo aclaro. Nadie se ría que hoy en día si eres inepto también puedes tener tu minuto de fama, todos los días vemos ejemplos...)

Sucede algo curioso, una vez que encasillas a alguien ya no hay forma de desencasillarle, cada vez lo ves más claro. Quizá un día de estos iré a sentarme al diván de un psicólogo, para que me analice y vea si aún tengo remedio para convertirme en un ser normal.

...O bueno, quizá no, porque la verdad que no tengo tiempo para el psicoanálisis, ni me sobra el dinero para gastarlo en que me escuchen, y a decir verdad, y aunque no lo parezca me divierto un montón siendo como soy. ¿Y si luego no me río tanto conmigo misma que pasaría?, ¿Podría retornar a mi anormalidad tan entretenida? Mientras no me den la respuesta afirmativa creo que paso, no vaya a ser...

Esto no es para tomarlo a risa, lo dejo aquí para quien quiera leerlo porque es cuando menos interesante. Algo que toda mujer debería leer por más que mi hijo insista en que muchas de estas informaciones las hacen con tópicos típicos. Yo por si acaso lo dejo aquí para leerlo de vez en cuando e investigar. Aunque sea a las gentes imaginarias que siempre me rondan.


Bloque temático: Abuso y maltrato




domingo, 22 de agosto de 2010

Encontrar las palabras adecuadas

Las palabras adecuadas tienen mucho de curación médica. A penas voy al médico, soy afortunada, eso me dijo un hombre que perdió su barco en el mar, estuvo tres días a la deriva y se quedó naufragado toda la vida entre miles de frascos de pastillas. Ese mismo día me di cuenta de la mucha suerte que tenía de haber sido una persona sana toda la vida.

Todos mis males se curan con palabras escritas o leídas. Esto es así desde la primera vez que intenté entender el abecedario, cuyos trazos escritos a lo largo y ancho de una pizarra contemplé por vez primera y ahí mismo me enamoré. Supe que había un mensaje para mí ahí expuesto. Mis hermanos me cedieron de buena gana su lugar en aquella escuela de verano. Pero a mí me costó mucha cabezonería el que me apuntasen a mis cuatro años de edad. Fue el verano en que todos mis males comenzaron a curarse para siempre, justamente porque fue el verano en que aprendí a leer. Y también a escribir y a garabatear con casitas y flores los márgenes de todas las hojas.

Ahora leo en todas partes y todo el tiempo, y trato de no escribir, pero eso es imposible. Acabo de encontrar unas palabras hermosas que jamás antes había leído, por eso las dejo aquí, para que quienes tampoco las hayan leído las disfruten. Son hermosas.



Al mal tiempo buena cara

En el pueblo marinero por el que paseo, hay una calle peatonal que lleva hasta el puerto. Y unos pisos bastante nuevos con un ventanal enorme en el salón, en el segundo piso de ventanas granates un sillón junto a la ventana donde un señor muy anciano observa la calle. Suele vestir un pijama azul marino y una bata granate, sujeta entre las manos un periódico y de cuando en cuando mira a la gente que pasa.

A mí me gusta caminar fisgando el interior de las casas, pared amarilla, mueble clásico, cortinas de piolines cabezones, un gran oso blanco sobre el mueble, un cuadro de un barco...me refiero a eso, me encanta la mezcolanza que se es capaz de acumular mientras se camina. Por eso, precisamente un día me topé de frente con la mirada de ese señor apoltronado en su sillón. Nos miramos de frente un segundo y me saludó con la cabeza, algo azorada -lo reconozco- le saludé también. Desde entonces nos miramos y sonreímos sin llegar a saludarnos, yo siento una gran admiración por él y creo que él a su vez me admira también, porque puedo patearme la calle sin problemas, algo que hace tiempo que él no puede hacer.

Eso lo había deducido sin saber muy bien porqué, bueno, porque es un hombre muy anciano. Pero el domingo pasado estaba tomándome una pinta de mosto en un bar y le vi entrar agarrado del brazo de una nieta, eso imagino. Me miró y me saludó, yo le saludé también y de nuevo le admiré. Le calculo unos noventa y dos años, blanco como la leche, muy huesudo, se ve que un hombre estudiado, con un nivel alto de ingresos. Se pidió un mosto también, y repasó con la mirada a todos los presentes, después repasó el mobiliario, como si quisiera conservarlo todo fresco en la memoria hasta la próxima vez que volviese a entrar. Que se sintiese con las fuerzas suficientes para hacerlo.

_ ¿Conoces a ese hombre?_ pregunta mi marido_ te acaba de saludar.
_ Sí, le conozco. Por eso me saluda.
_ ¿Y quién es?
_ Vive en el piso de al lado.

Podría decirse que soy Mari-secretitos, pero hay mil cosas que no se pueden explicar, al menos no a quienes no pueden entenderte. Por eso me gusta relatar, porque en un relato sí cabe de todo. Cabe incluso la elegancia de un hombre muy mayor, vestido de domingo dentro de un restaurante de estilo marinero, con sus redes de pescador adornando las paredes.

El hombre se apoyó en su bastón y en el brazo que su nieta - imagino, por el cariño y orgullo con que lo acompañaba- le tendía y se fue a pasitos pequeños, no sin antes despedirse de todos los presentes. Desde entonces su ventana está vacía, y a mí me da que pensar. Espero volver a verle un día de estos y poder enviarle un saludo que le deje muy claro lo muy importante que es ya para mí saber que está plácidamente sentado en su sillón junto a la ventana. Respirando el yodo de la mar, y recibiendo el calor confortable de un sol de verano.


sábado, 21 de agosto de 2010

Malinterpretación

Hay días en que te levantas con el pie cambiado, o que sencillamente si te hubieras quedado durmiendo sin haberte enterado de que amaneció hubieras salido ganando. Así definiría el día que tuve hoy, y sin quejarme porque todo lo aprovecho para escribir, cuando necesite retratar un día cruzado no necesitaré ni una pizca de imaginación, solo recordar mínimamente el día de hoy, que tampoco es que haya sido tan excepcional, que no, solo que ni me han quedado ganas de salir a galopar para sudarlo un poquíto y deshacerme de su entuerto.

Y es que hay días que uno pagaría por el silencio el precio más desorbitado de los posibles. Hay días en que una isla desierta sería el lugar ideal para olvidarse de que se está en un mundo de locos. Porque uno vive en un mundo de locos cuando alguien afirma lo mucho que le gusta discutir y lo que clama es por una gota de silencio, ¿tan mal me explico? Imagino que sí, que me explico faltal y me disculpo muy malamente cuando me parece que no tengo porqué disculparme.

Hay días tan raros tan raros que a uno no le apetece ni irse a dormir para dejarlos atrás, de modo que decide torearlos frente a frente y sin estoque. Vamos, que estás a punto de acabarte pesadilla y yo voy a seguir aquí, porque sucede que después de un día malo de veras vuelve siempre a amanecer, y mañana saldrá el sol por donde quiera. Que salga por donde salga porque esta batalla aún antes de terminarla ya está ganada. Es lo que a uno le sucede cuando sabe exactamente como quiere que sean el resto de sus días: Tranquilos.

viernes, 20 de agosto de 2010

Acapulco 2005

Para empezar el día con energía de la buena, energía de la de verdad nada mejor que esto. Y es que soy de gustos muy fijos, se siente, pero tal vez alguien por casualidad de la mala aún no le conoce. Por eso dejo la pista, que es a decir verdad una de las pistas suyas que más me gusta. Energía, alegría y entusiasmo radiante por la vida. Eso es lo que yo veo, y elegancia, una elegancia quizá para él mismo irrepetible. No me gusta su look actual, una que no es perfecta.

Alejandro Fernández, concierto Acapulco 2005, Serenata huasteca.

Interesante

Me apunto una película para ver. Por ahora no tengo tiempo para nada, la realidad es demasiado interesante para dejar que se esfume sin haberla exprimido debidamente. No quiero que nada me distraiga, no quiero que ningún tipo de sueño se interponga, ninguna aspiración por mundana que sea. Estoy llevando a cabo una documentación férrea que no requiere de anotaciones, y sí en cambio de muchos ajustes interiores. La vida es lo que sucede mientras uno intenta hacer otra cosa. No me quejo, me siento una persona muy afortunada. Y sé que lo soy.

Espero acordarme cuando lo busque de que lo he dejado impreso aquí. Me parece lo nunca visto, o lo nunca leído. Además me gusta como lo cuentan:



jueves, 19 de agosto de 2010

¿Cómo se deja de ser tu sombra?




Desde que comenzaste a caminar nuestras sombras iban juntas a todos lados, extendiéndose a medida que caminábamos como si fuesen una sola, una minúscula y otra gigantesca en los cálidos veranos, siempre bien visibles. Mi sombra jamás te molestó, pero ya empieza a incomodarte, aunque no tanto como a otros les pueda incomodar, que al teléfono preguntan recelosos ¿está tu madre contigo? Por respuesta un seco sí. Es entonces cuando te miro y sonrío, y desaparezco cerrando la puerta tras de mí y me vuelvo a preguntar ¿cómo se deja definitivamente de ser tu sombra?

martes, 17 de agosto de 2010

Tiempos de ayer y de hoy



Durante el día de ayer podían contarse, eso sí, siendo lo suficientemente paciente miles de personas en la playa y cientos en sus alrededores. Soy Mari-me-agobia-la-multitud, eso ya lo he dicho mil veces, o eso creía sinceramente, pero resulta que solo me agobia un tipo de multitud, la ruidosa en todas sus formas, tanto más cuanta más agresividad desborde.
Esta temporada estoy más susceptible de lo normal por ciertos cambios que no tenía previstos para esta época de mi vida aún, en la parte de la que suceden. Y eso conlleva que intente dirigir a los míos como personajes de mis propios escritos, condenados a hacer de sí lo que yo quiera. Esto es: esta tarde yo te pongo en la terraza, a la sombra del gazebo, si quieres con el ordenador conectado a Internet y te hago de asistente, pero quédate; a sabiendas que si me obedeces no te dejaré moverte de mi lado ni un día más. De este humor estoy, insoportable incluso para mí misma porque mis hijos crecen y se hacen independientes, y piensan y deciden por sí mismos... Por ello - para encajarlo de un modo eficaz para todos- me concedo largos paseos en solitario por los alrededores del mar, que me devuelve las neuronas a su sitio, si las mías como las de todo el mundo alguna vez tuvieron su lugar de un modo exacto.

Ayer volví a recordar esas tardes de mi niñez en que iba a la playa, y volví a echar de menos el detalle más precioso, y me volvió a crujir por dentro lo distinto de esos tiempos y los de ahora, recordando las palabras de khalil Gibran en Tus hijos, que el pasado día de las madres puse en este blog, y que son para mí una guía imprescindible, ya que el pasado nunca vuelve ni se detiene en el ayer.
En un escrito de ciento y tantas páginas que nunca será publicado en editorial alguna,- porque he desistido de publicar, de concursar, y de intentar ser lo que no soy-, reflejo algo que a Carlota le impactó, porque creyó sacado literalmente de mi imaginación y nada más lejos:
Las ancianas que iban con sus nietos a la playa, todas vestidas de luto, con su pañoleta negra bien atada y su labor de punto. Por entonces el dique tenía una base de hormigón de extremo a extremo en forma de banco, y sentadas unas al lado de otras tejían camisitas de bebé que eran verdaderas obras de arte, patucos, gorritos y demás preciosidades que yo me detenía a contemplar. Si tuviese que decir qué parte echo más de menos de todo aquel tiempo de playa y de vida, sería eso. Las mujeres de hoy en día no tienen abuelas capaces de tal maestría digna de contemplar, ni quizá posibilidad de pillarlas un poco distraídas en su labor, para hábilmente someterlas a un interrogatorio exhaustivo de la época en que ellas mismas fueron jóvenes. Cuando estas abuelas estaban distraídas tejiendo bajo un sol espectacular y te pedías tus agujas y tu hilo para imitarlas les dabas tal satisfacción que te hacían un hueco en medio de todas y te respondían a todo. Te hablaban de la siega, y de la siembra, del sayado y el trillado, y años después de su primer amor, que fue el último también y de las trifulcas paternas que se fueron acompasando con el tiempo y derivando en una vida más o menos feliz, con la crianza de muchos hijos que a su vez les dieron nietos. La estampa de la playa de hoy es otra cosa, la verdad, Miami beach en todas sus vertientes, dichosa tele.
Por último apuntar que de mi abuela materna nunca obtuve más que un ceño bien fruncido y un eterno silencio ante mi sarta de preguntas, un silencio sospechoso la verdad, que pagué con idéntica moneda. De este modo se perdió las risas provocadas por mis desventuras del momento, mis reflexiones aventuradas y mi pragmatismo. Para quien no lo sepa aún ahí va mi única certeza, la vida es una balanza que tiende siempre al equilibrio y por ello siempre recibes lo que das. No hay concesiones.

domingo, 15 de agosto de 2010

De nuevo las baldosas





Hace unos días, no recuerdo cuantos, la verdad, me quejaba de unas baldosas que faltaban en una larga acera de tres kilómetros de longitud que comunica una pequeña villa marinera con la aldea. En esta acera un hombre en silla de ruedas permanecía estático en espera de que alguien le socorriera para seguir avanzando los restantes dos kilómetros y medio. Algo totalmente imposible, ya que de todas formas había tramos que impedirían ese avance incluso contando con mucha ayuda y mucho buen talante.
Pues era algo que se me había quedado pendiente, hablar con el alcalde y transmitirle de modo directo la frustración que el hombre de la silla de ruedas y yo sentimos en el momento en que nuestras miradas se cruzaron. A través de la ventanilla del coche en que yo viajaba. Fue una escena que nunca podré olvidar, porque a menudo olvidamos lo difícil que puede ser para otros lo que a nosotros nos resulta tan sencillo.
Y en honor a la verdad he de decir que esta mañana y sin saber cómo fue, todas las baldosas estaban puestas en su lugar pertinente. Todas y cada una de las que faltaban desde hacía ya muchos meses. De modo que ya no tendré que esperar a que las ilustres personas que acompañan siempre al señor alcalde me dejen un hueco para hablarle de tú a tú. Y me alegro por ello porque a menudo me ha costado contenerme. Y arrancarme también, soy dual para todo.
Me alegro de que al fin se haya arreglado, porque me gusta la justicia en todas sus formas, y también la sencillez. Lo más simple puede conseguir hacerme muy feliz, feliz de veras. Por eso tenía que decirlo.

sábado, 14 de agosto de 2010

Recordando





En cuanto dio comienzo la guerra de Irak los telediarios buscaron un dato, el de españoles que estaban en la zona de conflicto. De pronto todo el foco de atención cayó en torno a ellos y su posibilidad de regreso a la zona pacífica del mundo. Muchos eran turistas, y en cuanto pisaron el aeropuerto madrileño tuvieron a su merced docenas de micrófonos para comunicarle al mundo la pesadilla que habían sido sus últimas horas en suelo irakie. Venían exhaustos, desencajados, abatidos, y sobre todo asombrados de que tal horror fuese de veras posible.

No soy de números, ni de letras tan siquiera, las fechas se me escapan, se me confunden los meses y los días porque la vida como ama de casa es monótona, dentro de su vorágine cambiante casi a cada minuto. Por eso no sé el tiempo que ha pasado desde aquellos primeros testimonios, porque ya desde sus cinco primeros segundos supe que era demasiado tiempo para permitir que una vida humana dejase de latir pudiendo evitarlo. Prevenir, lo mío siempre ha sido intentar prevenir, más que andar con tiritas, atajar más que escoger el camino largo que lleva a casa de la abuelita de Caperucita. Tal vez por eso hay cosas que ni entiendo ni me molesto en entender, tal vez por eso sé que hay cosas que solo me sirven del modo en que yo las quiero, y nada más. Y si no son posibles me da igual que pasen dos segundos que una eternidad entera, jamás acabo de aceptar que sean, en espera de que lo que pido sea posible siquiera de casualidad antes de morirme.

Ante aquel telediario que desató la noticia de la guerra de Irak me pregunté porqué los españoles habrían de ser diferentes a los irakies, y me pregunté también quienes se ocuparían de rescatarles a ellos de la misma barbarie. Me sentí molesta, infinitamente molesta porque todas las personas sean del lugar que sean merecen vivir tranquilas y en paz. No me importa lo cerca o lejos que quede un país del mismo centro de mi ombligo, pido para todos la paz, y las mismas oportunidades. Me cruje cada día que pasa en esta situación, porque me digan lo que me digan Irak sigue siendo el mismo infierno de sus primeros días. Aunque se silencie rellenando espacios de telediarios que más que telediarios parecen cabarets, aunque no tenga fechas ni datos. Me sigue doliendo cada día que el sol despunta y la situación sigue igual, y el mundo sigue mirando para otro lado, ebrio de girar y girar sobre un punto descentrado.

viernes, 13 de agosto de 2010

Pide al universo y él te concederá




Cuando leí el libro del secreto, recomendado por una amiga, encontré que mucha de mi filosofía de vida ( si la tuviere) está expuesta en ese libro. Yo lo resumo diciendo que hay una realidad otra entre el punto en que nuestra realidad y nuestros pensamientos se tocan, todo es de alguna forma antes de materializarse, o aunque jamás se materialice, algo por el hecho de existir incluso en pensamiento recurrente ya está siendo. La cosa podría ser así.
De un tiempo a esta parte me maravilla el modo en que el universo se empeña en complacernos. No puedo poner el ejemplo real, pero es para troncharse de la risa, aunque claro, quizá para verle la gracia haya que ser un iluso total, cuando lo cuento no todo el mundo lo interpreta como un intento del universo por ofrecer aquello se le pide con intrépida vehemencia.

Si bien es cierto que una cosa es conseguir algo que se ha estado anhelando durante mucho tiempo y otra muy distinta que el hecho de alcanzarlo no resulte pernicioso. Esperemos que no, porque el fracaso de un hijo es peor que el de uno mismo. Mil veces peor. En cualquier caso os dejo un aviso, cuidado con lo que pedís porque se os podría conceder. Y aquí no hay nada gratuito, pagaremos el precio de todo, incluso de nuestras ilusiones.

jueves, 12 de agosto de 2010

Frase



Sentirás que no es necesario escribir
cuando tu realidad mejore cualquier ficción.
Y solo entonces.

miércoles, 11 de agosto de 2010

La luna quisiera ser





La luna se mira en el mar

para verse reflejada

entre las olas de espuma

que se mecen y acompasan,


se mira y vuelve a mirarse

tan inmensa y tan redonda

tan blanca como la sal

tan tierna y tan esponjosa


la luna se mira en el mar,

se mira y se remira

buscándose algún defecto

en su haz de brillantina.


Más no se lo puede hallar

porque la hicieron perfecta

y de tanta perfección

se ha quedado circunspecta,


la luna quisiera ser

a veces roca o estrella

a veces sol o esteroide

una galaxia o planeta.


La luna no quiere ser luna

quisiera ser otra cosa,

más no sabe lo que ser

mientras contempla las olas.



martes, 10 de agosto de 2010

Frase




Los hijos si los atas con la cuerda corta luchan por huir; si les dejas la cuerda larga siempre saben qué hilo seguir para encontrarte.

Lolita (cantante)

lunes, 9 de agosto de 2010

El valor de la tranquilidad



Hay algo que siempre me impactó, y es la facilidad con que en la tele te apabullan con imágenes de personas muertas. En esto no se salva nadie porque incluye a toda condición social. Aunque en algunos casos la impunidad se extiende hasta límites verdaderamente intolerables para el mero espectador, qué no decir de la familia. Teniendo en cuenta que las imágenes son a veces antiquísimas.

Todos esos programas que se hacen a título de recuerdo tienen un tinte abusivo, porque siempre terminan recordando algún rumor y moviendo de nuevo sus aguas estancadas. Rumor que al ser resucitado rellenará programas y programas de telebasura con personajes de lo más inverosímil, que intentarán colarte por todas partes, y después de agotado meterán en los programas de remix. Algo que solo añade dolor al dolor de quienes han perdido a un ser querido, que ya no puede defenderse. No quiero ni imaginar lo que pueda sentirse por dentro, porque la justicia es mucho más lenta que la injusticia, la injusticia tiene el dudoso don de la inmediatez.

Yo suelo preguntarme qué clase de país es este. Me lo pregunto muchas veces viendo la televisión, que en algunos casos debería de estar prohibida, porque provoca depresión. Sí, el sensacionalismo barato provoca depresión, taquicardias, mala uva, vejez prematura, rabia, impotencia, sensación de irrealidad, y asco. Determinados programas televisivos provocan un asco infinito, y no sirve con cambiar de canal, allá donde busques resultará que hay más de lo mismo.

Luego nos quejamos de la juventud que anda como loca, que aspiran a vivir del cuento y no dar un palo al agua, nos quejamos de los consumos de droga, los suspensos categóricos y los embarazos prematuros. Pero no hay serie nueva de televisión que no contenga dosis exageradas de sexo vacuo, o un saltarse todas las normas establecidas porque soy mega-tope-guay . Se acentúa lo banal, lo cutre, lo violento, lo vacío, lo déspota, lo malsano de una sociedad, se crea una serie de pantomima y después se justifica con la frase vale para todo de: "es lo que el público nos pedía". ¿Público, a qué cosa llaman público?, ¿Lo pedían o se aburren tanto que ni apagan la televisión aún a riesgo de enfermar?

Debería haber más talento a la hora de escribir guiones, a la hora de reflejar la realidad, a la hora de diseñar personajes, tramas o simples historias. Debería mirarse más la realidad y construir con ella algo que nos sirva a todos para reflexionar, porque así vamos juntos al desastre. O no, porque hay mucha juventud que no es como la que intentan colarnos, estudian, hacen deporte, tienen afán de mejorar, y se preparan para tener un oficio desde muy niños. Y cuidan de sus hermanos pequeños o de sus abuelos, y ayudan en las tareas del hogar porque sus madres trabajan. Hay una sociedad que estas series no reflejan, que incluso sometida a tanta estupidez por todas partes consigue pensar. Ojalá algún día se les tome como ejemplo y volvamos a tener una televisión que pueda disfrutarse, aunque lo dudo. Está todo tan gastado y tan manido que será imposible retornar.

Pues eso, que me alegro de que no puedan poner a mis difuntos en la tele cualquier tarde de domingo diciendo lo mismo que dijeron hace diez años por primera vez con una sonrisa confiada. Con su voz, -la que ya ni recuerdo-, con el brillo de sus ojos, -sus ojos vivos en el falso ahora que de verlo se atraganta-, acompasándose de esa mano enérgica -esa mano que jamás volverá a darme golpecitos en la espalda si me pongo tragicómica- que viste a sus palabras de veracidad en ese gesto tan suyo. Afortunadamente ser alguien anónimo te libra de todos los males, y deja a los tuyos descansar, creo que hoy por hoy no existe en el mundo mayor riqueza, porque no nos engañemos, la verdadera riqueza es la tranquilidad.

sábado, 7 de agosto de 2010

Que se cumplan tus sueños



El verano llegó casi sin anunciarse

con muchas horas de lluvia

tan fina que apenas se posaba

sobre tu pelo.


No creí que fueras a crecer tan deprisa

y convertirte en la personita

que no admite consejos

de buen talante.


Me veo a mí misma de nuevo

hace muchos años

con ese saber exacto

de lo entonces quería.


Te miro a los ojos

y en ocasiones me encuentro

a mí misma desde la asombrosa

distancia de esos veintisiete años.


Qué poco nos cuesta entendernos

y cuanto aceptar que seas tan mayor

como nunca pensé que lo serías

teniendo tan solo tu edad.


Y es que olvidaba que lo importante

no son los días de vida

sino el modo de vivirlos

y que desde que naciste


no he dejado de prepararte

para ellos ni un tan solo un segundo.

Te haces mayor mientras te miro

sueñas, mientras deseo


que tus sueños se cumplan

lo mismo que si fuesen míos,

porque me pertenecen también,

en la medida en que siempre serás mía.






viernes, 6 de agosto de 2010

Distinta vara de medir




Soy pésima para los conceptos, para los encasillados, para las distinciones en general. Tal vez por eso me exasperan los telediarios de ahora, no lo sé, pero mi hijo desayuna viendo el telediario matinal antes de irse a trabajar ( ya son ganas) y me ha pasado un comentario que me ha quedado crujiendo como una nota mal afinada que tengo que afinar para que mi silencio sea pacífico.

Alejandro y Fernando están en la barra de un bar tomandose una copa y observan la mesa que hay junto a la ventana, de pronto Verónica y Rocío que llevan unos vestidos imponentes y unos tacones altísimos pasan junto a ellos para ir al baño.
_ ¿Te has fijado en Verónica?, es mucho más elegante que Rocío. ¡Donde va a parar!_ dice Alejandro.
_ Siempre ha tenido más estilo, salta a la vista.

La conversación entre dos hombres suele acompañar unas risitas, tal vez algún otro detalle nacido de la camaradería y demás, y no es raro que se les tache de machistas.

Pero claro, si te cuentan lo mismo en un telediario matinal, la cosa cambia. Entonces es rigor periodístico y no tiene nada que ver. No he sido testigo, y la verdad que no me apeteció hacer la investigación al respecto. A mí me gusta desayunar en silencio, observando las nubes, el cielo, el lento vuelo de los pájaros, la distinta tonalidad de verde en los prados y montes cercanos. Y no quise añadir ruido a la estampa.

Pero él me aseguró que estaban alabando las lindezas de Michelle Obama y afirmaban que tiene mucho más estilo que Carla Bruni. Y es más elegante.

No entiendo porqué estas comparaciones jamás las hacen con los hombres, porque si nos fijamos hay muchas diferencias entre Zapatero, Obama, y Sarcozy. Y si hemos de fijarnos en el exterior de las personas, y solo en el exterior ( que no es lo importante porque entre otras cosas tiende a venirse a menos con el pasar de los años aunque digan que no), el más elegante sería Obama, luce la ropa mejor. ¿Creen que en el telediario de la tarde lo dirán?

jueves, 5 de agosto de 2010

Diferencia de opiniones




Acabo de censurarme un post muy largo. Debo de estar mejorando. Era precioso, pero ni lo copié para quedármelo. Es lo que tiene fiarse del propio instinto, unas veces aciertas y otras no, pero si no sabemos distinguir cuando acertamos y cuando nos estrellamos seguimos en lo mismo. Y seguiremos, eso como que hay sol.


La carta escrita por Pérez Reverte a un joven escritor, ha suscitado tal diversidad de puntos de vista en solo dos blog, que me he quedado poco menos que patitiesa.

Quién sabe la cantidad de reacciones distintas a la que me ha movido a escribir cada post de este blog, que puedo haber originado en los lectores que me han seguido al otro lado de la pantalla. O qué habré querido explicar en carta que he escrito, y qué habrán entendido al otro lado.

Da un poco de vértigo ser consciente de que nunca se aprenderá lo suficiente.










miércoles, 4 de agosto de 2010

Vacas de los prados asturianos




Uno de mis primeros recuerdos en el pueblo es de la gente que detenía su coche para fotografiar vacas. Recuerdo la gracia que me hacía, me parecía algo sacado de todo contexto porque si algo rodeaba los prados de mi niñez eran montones de vacas pastando. Ahí donde hubiese un mínimo de prado había vacas. Por aquel entonces ni imaginaba que una niña de Madrid llegaría a responder que la leche salía de los briks. Su seguridad al decirlo equilibraba en la balanza mi estupor al verla a través de la pantalla de la televisión, y al instante recordé un pequeño detalle.

Hace taitantos años una niña de asturiana viéndonos sacar patatas de la tierra nos preguntó cómo habían llegado las patatas hasta allí. Creímos que bromeaba y nos reímos lo que quisimos, pero no tardamos en comprender que ella nunca lo había visto, no había más que mirar sus ojos llenos de luz. Al explicarle el proceso se quedó maravillada, y se pidió participar. Le pedí que echase todas las patatas que sacara en un caldero vacío y que no lo perdiera de vista, para hacer una tortilla de patatas al terminar. La tortilla era una tortilla de patata como cualquier otra, doy fe, pero ella nos aseguró que era la más rica que comió en su vida, y tuvimos que creerla por lo mucho que insistió.

Aún estaba pasmada porque pudiesen sacarse patatas de verdad de entre la tierra con una fesoria. Sí, han leído bien, aquí a las azadas las llamamos fesorias. La niña por aquel entonces tenía ocho años, y vivía rodeada de tierras de labranza desde que nació, pero sus padres nunca sembraban. Al año siguiente la avisamos para la taja de patatas, tal y como habíamos quedado, después nos ayudó a sembrarlas. A partir de entonces siguió bien de cerca el proceso de todas las hortalizas de nuestra huerta y se hizo asidua en toda clase de recogida. Hasta lo más simple resulta apasionante cuando se le presta atención, verla trenzar cebollas era todo un poema.

Pues eso, cuando era niña y un coche de turistas se detenía a retratar vacas en los alrededores del pueblo en que los niños andábamos compitiendo todo el día para arriba y para abajo hasta saber quien era el más veloz, o el más fuerte, me parecía algo fuera de toda lógica que un coche irrumpiese nuestra actividad para retratar el tranquilo pastar de una vaca. No podía concebirlo, porque entonces no sabía la suerte de acercarme hasta ellas cuando quisiera y contemplarlas hasta el cansancio. Ahora sé exactamente lo que sentían. Mi marido también sabe cómo es la sensación de detener el coche ante la urgencia, casi siempre imprevisible, de que yo pueda retratarlas. Y compartirlas desde aquí, a sabiendas que a día de hoy, muchos ni sueñan con tal lujo.

Recomendación

Acabo de ver una entrevista en vídeo que me aporta mucha luz en el proceso de la escritura. ( Y me colmaría de vergüenza si la tuviera ):

Las palabras de Álvaro Colomer, aportan mucha claridad al deber de un escritor. Dejo el enlace.






martes, 3 de agosto de 2010

A ver, imagínate...




Utilizo esta táctica apasionante cuando alguien no entiende algo. Porque aunque no lo parezca comprender lo que hacen los demás, o lo que dicen cuando se explican mal, o contar lo que pasó, no es tan sencillo. Si nos fijamos bien, la gente de nuestro entorno se pasa la vida en ello. Al menos yo, que me rodeo de realistas las veinticuatro horas del día. Los ilusos carecemos de ese problema, un iluso siempre andará por las nubes persiguiendo a seres imaginarios que son más interesantes porque traen consigo una historia que hay que desentrañar, eso hace que detenerte en pequeños detalles como el repentino: "¿Te fijaste?, me miró mal". Te haga aterrizar de golpe a la realidad para recapitular aquello. "Como que quien, Herminia. Me acaba de saludar con un aire de insolencia que no veas. Pues que se prepare, que no la vuelvo a saludar".

Es tirar piedras contra mi tejado, pero si hay alguien a quien se haya mirado mal es a una mujer, a los hombres no les preocupan cómo les miren. O que ni les miren, si es bueno el escaparate el hombre mirará y si le devuelven una mirada de asesinato en primer grado, lo que es a él tanto le da. "Puede ser por la blusa- pueden explicar de golpe- es que no me secó la azul, y esta roja queda fatal con esta falda". ¿Mujer cómo va a ser por eso? "Uy que no, lo que yo te diga".

Me encuentro bastantes mujeres así, capaces de entender lo más complicado de todo y no ver lo más simple. O ver tan solo una opción cuando pueda haber tantas, entonces pongo en marcha la rueda de posibilidades:

A ver, imagínate que tiene muchas tareas para hoy y va agobiada porque no le queda tiempo, entonces te saluda como de pasada para no darte cancha y no tener que dejarte con la palabra en la boca. Yo lo hago alguna vez, mejor ni hablar que dejar a la gente colgada en medio de una frase. Se saluda y ya. (No, esa no convence).

Pues imagínate que acaba de hacer un pago importante y está recapitulando como va a planificar la economía el resto del mes. Es motivo suficiente para mirar a la gente sin entusiasmo porque en realidad vas centrado en algo importante, ¿no crees? (No tampoco sirve. Dependiendo de la situación puedes ir a la definitiva. Aunque lo apasionante es darle un toque de emoción).

Pues imagínate que haya discutido con su marido y se haya levantado de mal humor. Y esté de tan mal humor que no quiera hablar con nadie. A veces pasa, ¿es que nunca te ha pasado mujer?
_ ¡Uy que si me ha pasado!, ayer mismo, y si te cuento porqué te vas a quedar helada.

Es un hecho, si te anuncian que vas a quedarte helada, te quedas frita.

lunes, 2 de agosto de 2010

Un final feliz




Es raro, lo reconozco, pero la cosa funciona así, el trabajo se acumula y de pronto tener blog pierde sentido. Pasa a ser exactamente lo mismo que tener montones de papeles encuadernados en una caja del desván. La vida real es tan apasionante que escribir pasa a un segundo plano, leer se puede leer muy poquíto en los últimos días, si tu hija está leyendo el mismo libro que tú Verde agua, tú no pasas de la página 16 y ella lleva 60, vamos mal, pero es lo que hay. Todo lo que puedes esperar es que sea un libro adecuado, tal como parece para su edad, sin nada inconveniente. Y si lo encuentra que lo deje, porque peor que la tele de ahora es que ya no hay nada, y el libro es una maravilla, la verdad.

Estuve preparando algunas entradas en estos días, y mira por donde de todo lo que preparo no expongo nada. Soy más rara que un perro verde. En todo encuentro que me "regalo" de un modo absurdo, que quedo demasiado expuesta, algo que como se sabe es del todo innecesario. Y es que tengo este humor, soy lo más imprevisible e insoportable que vi en mi vida. Es lo que me pasa cuando un nuevo tema ha ocupado mi cabeza, y estoy "sin haberlo planeado" escribiendo sobre la tercera edad. Hasta tal punto imbuída que me olvido del aceite que pongo a calentar, de aquello que había decidido tener limpio para esta hora, de pedir cita al dentista, y ando como de prestado escribiendo grandes textos en mi cabeza todo el tiempo, que luego no se plasman en el teclado del modo en que quiero. Vamos que estoy espesa, ¡qué novedad!

Asomo un ratito para anunciar algo que me aplasta. Y es la droga que pulula en las fiestas de pueblo a la que asiste más juventud. Ese olor que sale de la parte trasera de todos los chiringuitos perfectamente alineados, el olor del porrazo que algunos se empeñan en darse, y lo sangrante de que sea además a una edad tan temprana que cuesta asimilar. En eso estuve este fin de semana, detrás de un grupito adolescente pero desde muyy lejos, hay casos en los que a uno solo le queda confiar y mirar al cielo y pedir que Dios nos pille confesados. Porque tenían razón y eso que yo me quejaba y mucho, los niños de trece años están muy adelantados y no pueden pillarnos con el pie cambiado, si lo sabré yo. Me hago anciana a pasos agigantados, y no me quejo, si tus hijos te hacen darte cuenta de lo vieja que eres es que están ahí; cuando conoces a padres que han perdido a los suyos y les ves a menudo sabes que estás de suerte. Puedes verlo escrito en sus ojos cuando te miran, y aunque ni lo digan es el dolor más grande en un solo cuerpo se pueda albergar. No te quejes de nada en su presencia, sé prudente, porque ellos saben que mientras tus hijos estén estás de suerte, dedícate únicamente a disfrutar; solo importa el aquí y el ahora.

Y eso, que estoy un poco aplastada por la mucha droga que anda suelta por el mundo, y por el mucho miedo. Desde que tengo hijos entiendo mucho más a mis padres y entiendo la mucha suerte que tuve ya desde antes de nacer. Desde que tengo hijos sé que mi mejor libro ya está escrito, son páginas que cada día se van escribiendo solas, y las únicas para las que pido un final feliz.