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viernes, 30 de septiembre de 2011

Mi rechazo


Vas a sentir mi rechazo
desde arriba y hasta abajo
de tu cuerpo traicionero
aunque esquives mi mirada
no te servirá de nada
no lo podrás evitar.

Vas a saber que se siente
tener la sangre caliente
y frío el corazón
vas a saber cuanto pesa
quince noches de tristeza
y quince de desilusión.
Y más de lo que te di
le daré a quien lo merece
porque exactamente a ti
es a quien no se parece
vas a sentir mi rechazo
no lo podrás evitar
desde arriba y hasta abajo
luego en el mismo lugar.

Vas a encontrarme en los labios
de quien le niegue a los tuyos
la sinceridad de un beso
y en la sonrisa forzada
de quien comparte tu almohada
también me vas a encontrar
vas a saber qué se siente
tener la sangre caliente
y frío el corazón
vas a saber cuanto pesa
quince noches de tristeza
y quince de desilusión...


Alejandro Fernández (Dos mundos)



Lo mismo cantado suena tal que así:


Personalmente no entiendo cómo las grandes amistades que son los grandes amores pueden terminar así. Supongo que hay cosas que si no has pasado por ellas no puedes entenderlas. Ni aunque te las expliquen mil veces...siempre vuelves a insistir. Insistir en ello siembra mucho dolor a su paso, porque hay cosas que no saben explicarte sin dejarse un trozo de corazón en el intento: un corazón curado que vuelve a abrir. El verbo rechazar existe, y aunque no sepan contarlo, se cuenta así.

jueves, 29 de septiembre de 2011

La ladrona de libros

Este libro de Markus Zusak me ha sorprendido. Está ambientado en la Alemania Nazi y escrito con un estilo fresco y desenfadado, casi amoroso. La protagonista es Liesel, una niña de diez años que acaba de perder a su hermano pequeño y que antes que pueda hacerse a la idea de ello es "abandonada" por su madre, que la deja al cuidado de unos padres adoptivos por razones que ella no acierta a entender. Liesel es una niña huesuda, casi cadavérica, que a veces no entiende nada, y que intenta acostumbrarse a una nueva ciudad y una nueva vida.

Hasta aquí tal vez nada de especial, lo especial es el modo en que está escrito. Se dice que un escritor ha de leer todo lo posible de todos los estilos, sobre todo historias que tengan que ver con su forma de escribir y lo que quiere contarle al mundo, además de clásicos de la literatura y toda la variedad de libros que pueda encajar entre ceja y ceja. A veces es muy difícil encontrar libros al estilo de uno. Pues bien, para bien o para mal en este libro me encuentro con mi estilo de escribir y de hilar, o si no es eso, me encuentro con la clase de libros que me gratifican y que me hacen amena su lectura desde el principio hasta el final. ( Aún lo estoy leyendo, aunque apunto que con este libro conseguiré llegar hasta el final porque está lleno de frases, pensamientos, planteamientos y pistas, que además de sorprenderme me pueden).

La ladrona de libros de Markus Zusak relata una historia infinidad de veces contada: el holocausto nazi, y lo hace con buen gusto, originalidad, sencillez, profundidad y amor, un inmenso amor por la naturaleza de lo cotidiano. Todo el libro es un juego de palabras, un juego de contenidos, un juego de desafíos narrativos; y de sus letras emana la sensación de que escribirlo ha sido un juego también, un juego que Markus Zusak ha disfrutado enormemente, y que por eso al leerlo queda esa sensación de saborearlo como uno de esos platos que nuestras abuelas preparaban con tesón y que nos dejaban tan buen sabor de boca, y tan gratos recuerdos imborrables al tiempo.

Anoto lo que viene en la contraportada de un libro que me quiero comprar, que me compraré ya, un libro que sin duda hará menos dramático que nunca llegue a publicar, porque al tomarlo entre las manos sentiré que el tipo de literatura que me gustaría escribir ya está en el mercado, y que puede leerse y disfrutarse sin necesidad de que llegue a ninguna parte. Cuando leo libros como éste tengo esa sensación, de que al fin como lectora ya puedo disfrutar; son muchos libros los que comienzo y abandono en unas semanas porque aún siendo muy recomendados me aburren de muerte porque cuentan lo mismo página tras página hasta completar 500.

La narradora de esta historia es la muerte, quizá la mejor narradora para poner ante los ojos del lector una etapa cruenta. Este libro me deja una sensación que mil veces antes he tenido: para hablar de una etapa de muerte y destrucción no hace falta acuchillar al lector, salpicarle de sangre en cada párrafo, o desangrar su ánimo línea tras línea. Para hablar de una etapa cruda en la historia también puede usarse la imaginación de recrear escenarios y personajes desde el infinito amor. Esto es lo que logra Markus Zusak, engarzar hermosas sensaciones al ritmo de un teclado poseído de armonía y buen gusto. La originalidad es algo que valoro por encima de todo, y es lo que destacaría de este libro, una palpitante destreza e imaginación.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Retazos...

Cuando se camina por la vida con una máscara es imposible que el otro te conozca y te valore por lo que eres. Por eso mismo no puede quererte por lo que eres, sino por lo que aparentas, es por eso que no puede llegar al fondo de tu corazón. Tú has cerrado la puerta y tienes la llave.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Pablo Alborán

En algún periódico leí que este cantante malagueño comenzó su carrera con unos vídeos que subió a You Tube. Y en estos días ha sido nominado a tres Grammy latinos: mejor artista revelación, mejor albúm vocal pop masculino, y mejor canción del año (solamente tú).

Si dijese que sé mucho más sobre Pablo Alborán mentiría, de modo que he copiado y pegado algo de lo que viene en su página oficial:

"A los 13 o 14 años me di cuenta que quería dedicarme a esto; fue un impulso, una metamorfosis. No me asusté ni me paralicé porque ya cantaba mis primeras canciones. Desencuentro la compuse a los 12 años".

"Hablo de amor y desamor sencillamente, sin ser rebuscado. Me gusta escribir de manera directa para transmitir lo que pienso. Lo bonito es ir enseñando, involucrar a la gente, que haga suyas las canciones, compartir el aprendizaje..."


Me alegra conocer historias como estas, porque enseñan que el arte está ahí y que responde únicamente a una especie de intuición, o devoción. Algo que aunque intente desoírse grita tanto que ha de ser. Historias como estas nos curan de toda la corrupción que hemos oído en los últimos meses, y de todas las noticias que nunca debieron suceder. Y de todos los males de los que aqueja el mundo, porque son las personas como él las que hacen que el mundo sea un lugar que vale la pena, y que aún tiene esperanza de cambiar. Las personas como él son como las pequeñas estrellas que alumbran la noche oscura y dan paso a los días de absoluta claridad.

Andalucía es una tierra de grandes artistas, he aquí la llegada de uno más, alguien que se ha hecho a sí mismo; la mejor manera de llegar.

Verbo reconciliar

Daniel y Clara son pareja desde hace muchos años, pero muchos, muchos. Ambos tienen mucho genio y cero problema en discutir, pero nunca se ponen de acuerdo, él sigue fiel a lo que piensa y ella más de lo mismo, de modo que no hay acuerdo y a la vez los hay todos; porque la base del respeto mutuo reside ahí, tú piensas distinto a mí pero tienes derecho, no me estorbas, no te estorbo y punto final donde empieza el principio. Son una pareja peculiar, eso nadie lo dude, pero se llevan bien y van juntos a todas partes, que al fin y al cabo es de lo que se trata.

A veces discuten y parece que llega el fin del mundo, que todo terminó, que ya no hay más cuerda para sostener lo suyo, que mirándolo bien ya no vale la pena. Se quedan callados durante horas, se esquivan por la casa para no encontrarse ni mirarse a la cara, clandestinamente se odian de tal manera que no pueden soportarse. Ambos son muy distintos, él baja la persiana del salón y se queda viendo documentales durante horas enteras frente al televisor, ella busca algo para coser y cose durante horas enteras en el exterior sin perderse de vista el paisaje. Así ven pasar las horas hasta que de pronto,y sin saber muy bien por qué todo vuelve a la normalidad; vuelven a hablarse como si tal cosa. Pero nunca se dicen lo mucho que se han echado de menos mientras duraba su enfado, que en vez de horas se les antojó de lustros, porque sienten que han nacido para estar juntos y que nada ni nadie les logrará separar. También saben que su corazón canta al reencontrase con su otra parte; y canta de verdad.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Día mundial del Alzheimer

Mi abuela materna padeció esta enfermedad. Todos fuimos testigos de cómo volvía poco a poco a ser niña, una niña de pelo blanco y arrugas difusas, pies vacilantes, sonrisa beatífica y dependencia total. Había algo adorable en ella. Una inmensa paz. La paz de sentirse cuidada y protegida todo el tiempo por su única hija, mi madre, que mientras cuidó de ella me dio las mayores lecciones de vida que puedan darse, y también mi padre. Son esas lecciones que uno nunca olvida porque no están dadas con palabras, sino con sangre y sudor.

Estoy aquí para dejar un recuerdo escrito, allá voy:

Era un domingo por la tarde, mi madre debía ir al hospital a visitar a un enfermo del que también cuidaba. Me quedé en su casa con la abuela, que ya no conocía a nadie, ni tan siquiera a sí misma. Por entonces en la casa había un eco de tragedia por una muerte reciente, una de esas muertes que uno nunca supera. Faltaban apenas unos días para el cumpleaños de mi abuela, y decidí adelantarle el regalo que había comprado para ella. Era un dominó de madera, pintado con animales de muchos colores... gallinas, patos, ovejas, cerdos, caballos y vacas, era un dominó para niños, y tan alegre como ellos lo son. Ella era una niña-anciana a la que había que estimular la imaginación, y todo lo que fuesen puzzles o cosas de niños la entusiasmaba de veras.

_ Tenga abuela -le dije al darle el regalo- es para usted.

Me miró con un gesto de sorpresa que aún recuerdo y me dijo que no, que eso era mío. Pero había un gran entusiasmo en que hubiese venido a casa con un regalo para ella, y el envoltorio con el gran lazo le llamaba demasiado la atención, una risa traviesa se apoderaba de ella y le contagiaba nerviosismo.
Repetimos unas cuantas veces el Tenga abuela es para usted y el No, que eso es tuyo - que era un tú te lo mereces más que yo, que era todo ternura- hasta que lo desenvolví y pudo ver la caja de madera con todos los dibujos de animales por fuera.
En el instante en que pudo contemplarlos de cerca se rindió, le gustaron demasiado para negarse a tenerlos. La ayudé a abrirlo y le puse la mesa plegable ante el sillón, esparcí las piezas una por una y dejé que jugase con ellas. Fue un instante de mucha emoción y de mucha pena también, porque aquella niña que tanto se entusiasmaba era mi abuela. Y existía ahora un abismo insalvable entre las dos. Un abismo de palabras rotas y ayeres dormidos en su mente, tan despiertos en la mía, que necesitaría millones de palabras para ponerles voz.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Las personas que ya no están en este mundo

No necesitan nuestro dolor por su ausencia.
Ni nuestro llanto, ni nuestras lágrimas.
O nuestra continua infelicidad.
No necesitan que las echemos de menos.
Siguen con nosotros de otra manera.
Siempre estuvieron ahí y siempre estarán.
Forman parte de nosotros como nosotros mismos.
No podemos renunciar a ellas como no renunciaríamos a nosotros.
Pero eso no significa que nuestro hondo pesar les sirva.
Ni que deban conformarse con ser la causa de nuestra agonía.
Ellos nunca quisieron vernos así.
No eligieron vernos así.
No quieren vernos así.
Y no se conforman con ello.
No podrían conformarse con ello.

Ellos, lo mismo que cuando estuvieron vivos
Sólo quieren nuestra felicidad.
Quieren que nos sobren fuerzas.
Que nos sobre el valor.
Que seamos justo lo que queramos ser.
Y que luchemos por ello cada día.
Sin perder la sonrisa. Sin perder la fe.
Sin perdernos en continuas lamentaciones.
Porque ellos hoy igual que ayer
Quieren lo mejor para nosotros.
Y lo mejor es sonreírle a la vida
Porque una sonrisa es mejor que mil lágrimas.
Las lágrimas sólo empañan los ojos del alma
Y sin los ojos del alma nada podremos ver.
Nada podremos sentir.
No seremos nada.
Y siendo nada estaremos muertos.
Muertos como ellos.
Y ellos llorarán por nosotros también.
Y todos lloraremos.

martes, 20 de septiembre de 2011

El cuento que hasta ahora nadie contó

Cuando éramos niños alguien nos contó alguna vez un cuento, y se afanó en poner estrellitas en un cielo oscuro de esa noche que nos daba tanto miedo con sus truenos y rayos dibujando formas fantasmagóricas a diestro y siniestro mientas escondíamos la cabeza bajo la almohada para no escuchar tanto estruendo. Alguien adornó la historia de aquel niño que se destartaló por las escaleras de tanto trotarlas sin mirar donde iba, y fue llevado de urgencia al hospital más próximo donde le cosieron la cabeza sin dolor alguno, desde donde regresó a su casa lleno de regalos. Alguien le inventó para nosotros una grata compañía a ese anciano que vivía solo en su casa, y nos daba tantos quebraderos de cabeza al pensar en sus días y sus noches tan aquejadas de vacío. O le restó una de las siete vidas a ese gatito despistado que un coche atropelló, asegurando que aunque no lo vimos andaba por ahí tan pancho porque restada una vida, le quedaban otras seis.

Alguien alguna vez se afanó en llenarnos de esperanza, en decirnos que todo era posible, que podíamos ser todo lo que quisiéramos con solo intentarlo, llenándonos el corazón de reservas de por vida. Quizá fueran muchas personas, muchos cuentos, muchas películas las que necesitamos para llegar a creer, como ahora creemos, que todo es posible si se intenta de verdad.

En todo caso, ahora que es convencimiento propio que va creciendo día tras día, me encuentro el cuento jamás contado y me tengo que reír. Me río porque en estos tiempos que vivimos tan descreídos de todo es un lujo encontrar tanto ingenio. Y porque quizá a mi edad necesito leer más cuentos de estos, porque quién sabe, quizá sean estos cuentos los que cuentan la verdad: que ni fueron felices ni comieron perdices ;)


lunes, 19 de septiembre de 2011

Retazos...

En el amor:

A veces se pierde a alguien justo porque se va en el camino que llevará a otra persona, la definitiva. Es un aprendizaje necesario para saber cuidar de la persona que se quedará para siempre. Y aunque que duela existe una razón.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Allí donde sobra amor

Tiene ochenta y dos años y una pequeña pensión que apenas le da para vivir, pero cada sábado acude a la tienda a comprar sin mirar demasiado los precios, porque el domingo vienen todos sus hijos a comer, y celebran una pequeña fiesta. Es la ilusión de su vida, saber que al menos un día a la semana no faltarán a su cita como desde que eran niños prometieron, quizá necesitó pedirlo muchas veces desde su niñez, pero es algo que no han olvidado y que cumplen pese a los leves desacuerdos que a menudo se producen entre ellos, las pequeñas rivalidades, o trivialidades que trae el convivir en lo más semejante a la armonía siendo familia numerosa y reuniéndose tan a menudo en el pequeño comedor.

A veces sus nietos se pelean entre ellos bajo la mesa, se tiran de los pelos o se hacen moretones de mayor o menor tamaño, y ello provoca que sus padres o sus madres se enzarcen en una guerra ridícula de a ver quienes están mejor educados, o son mejores, cuando lo único que hacen es intentar aprender donde están los límites de lo que puede hacerse y lo que no. Es entonces cuando Antonio monta en cólera y Jesusa le resta importancia, frunciendo las cejas ante su marido, que es su modo de pedirle que le deje tomar el mando de la situación, que para eso se ha encargado toda la vida de sus hijos mientras él trabajaba fuera toda la semana al volante de su camión. De conducir carreteras sabrás más que nadie - le dice todo el tiempo- pero de conducir a tus hijos no tienes ni la más remota idea; es entonces cuando él frunce los labios y los sella, cuando ella se pone en acción y devuelve a los niños a su asiento, y les cuenta alguna anécdota que deja a sus padres en entredicho, y todos la miran con atención. A su modo es una maga que saca palomas de su chistera, y las deja volar por donde quiera trayendo al presente detalles olvidados por todos, de algo que alguna vez sucedió. Quizá por eso ninguno de sus hijos quiere fallar un domingo, ni dejar de depositar unas monedas en la hucha del cerdito puesta en el aparador y al alcance de cualquiera que quiera colaborar en la comida de esa reunión. Podrían sacarse muchas lecciones de las comidas de Jesusa, pero sobre todo esa, que le pese a quien le pese nunca faltará comida allá donde sobre amor.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Comienza un nuevo curso con nuevos propósitos:

Dejar que la vida siga su curso sin resistencia, porque al fin y al cabo lo queramos o no, nunca sabemos si las cosas se estropean porque quisimos arreglarlas, o se arreglan porque quisimos estropearlas. Supongo que quienes no creemos en destinos estamos sujetos a este tipo de contrasentidos cuando no sabemos qué parte de la balanza ha pesado más. En todo caso que comienza un nuevo curso es un hecho, ya llegará hora de hacer balance justo al final, y veremos en qué cosa ha derivado. Ya no caben las excusas, preparados, listos, ya. Y nadie se queje si en verdad no está preparado para el nuevo curso porque tanto da que da lo mismo, comienza ya.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Una alcaldía de pena

El alcalde de la villa marinera ya encontró la solución para esos números que no salen, y al encontrar la solución sumió en un mar de preguntas a los sensatos del municipio, que como siempre, se crispan ante ante este tipo de decisiones ridículas en las que son los ciudadanos de bien quienes salen perjudicados. ¿De verdad era necesario?, era la pregunta que un grupo de trabajadores debatían en la terraza de un bar mientras sus mujeres hablaban entre ellas de nada en general, y se les notaba de lejos.

La cosa es que despidieron a dos serenos que habían contratado durante el verano, con la excusa de ahorrarse gastos. Entre todos decidimos que no debían de cobrar gran cosa, 800 euros por cabeza y ya como mucho. ¿Qué dinero es ese para un ayuntamiento de una zona turística por excelencia, que ha estado de bote en bote todo el verano? y que aún mantiene un flujo de visitantes de aúpa. ¿Acaso en verdad debe ahorrarse en la vigilancia que asegura el bienestar de la ciudadanía y del pueblo a un tiempo?... ¿No terminaría saliendo mucho más barato prevenir que curar? Eran este tipo de preguntas prácticas las que estos trabajadores de toda la vida se hacían, cinco voces a cada cual más escéptica con el grupo gobernante. Uno recordaba a toda la gente de la política nacional que aún debería estar en la cárcel, y que ya andaba tan pancha como libre de cargos; y apuntaba de paso a quienes deberían pasar por el trullo y no salir nunca, y que pese a todo se librarán. Otro apuntaba los millones de euros que se habían robado y se deberían devolver, haciendo un recuento rápido de todos los casos que recordaba que se quedaron en nada. Otro aseguraba que para salir de la crisis había que hacer algo tan sencillo como poner un tope a cobrar a todos los peces gordos, y a partir de ahí recortar a todos desde arriba; que el tope está en 4.000 euros, pues ale, el que cobre más de esa cantidad que aporte el resto para un fondo común. Otro aseguraba que a partir de ya mismo no se podía salir de noche a la calle porque cualquiera estaba en peligro de ser violado en cualquier momento, salías en pijama a tirar la basura, y zas; la imaginación me da para mucho, pero no para tanto como para imaginarlo en pijama, y mucho menos violado ¿?Fue una charla fructífera, y sobre todo sensata, en apenas veinte minutos se aportaron todas las soluciones que desde la política jamás llegarán, a ver quien es el guapo de cara que comienza a recortar los sueldos por lo alto; a quien esté dispuesto a hacer este tipo de política le voto de por vida, quizá para compensar que siempre recorten a los de abajo, enviando a los dos serenos a casita a la voz de ya.

Estos serenos se paseaban las calles durante toda la noche, dando cuenta de los grafiteros que han destrozado todas las fachadas del pueblo una y otra vez, las mismas firmas ridículas de cuatro gamberros pululan a los cuatro vientos, desde los edificios más emblemáticos hasta las casas particulares que son parcheadas una y otra vez. De los maleantes que destrozan el parque donde juegan los más pequeños, y donde los mayores salen al sol, cada vez más sitiados en una sociedad que los mantiene al margen. De quienes quemaron dos coches en una urbanización alejada. De quienes rompieron cristales y papeleras, e incluso arrancaron de cuajo las puertas de los baños en la zona de playa. Y pusieron fin a no pocas peleas entre bandas de adolescentes rivales que salían en días señalados a pegarse con palos y cadenas manteniendo en vilo a las fuerzas del orden. Incluso dieron la voz de alarma el día que intentaron violar a una chica en la playa, después de echarle algo en la bebida, y si no fuese por ellos quien sabe...

Pero es lo de siempre, desde la alcaldía todos mantienen su sueldo flamante, y recortan por abajo, por quienes más lo necesitan y a quienes más se necesita. Es por eso que hace muchos años dejé de creer en la política, y a no ser en charlas tan amenas como la de ayer, por favor, de política ni me hablen.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Mi oído en su corazón

Por esas casualidades que da la vida me encontré un libro de un autor que se ha encontrado los manuscritos de su padre, muerto ya hace once años. En este libro de Hanif Kureishi titulado Mi oído en su corazón se da la paradoja de que su propio editor le entrega el manuscrito de su padre, titulado Una adolescencia india, algo que ha quedado en los archivos que este hombre habría intentado publicar sin conseguirlo. A través de ese manuscrito Hanif Kureishi intenta responder a la pregunta de quien fue su padre, y parece adivinarlo escondido en el personaje principal de esa obra, que más o menos relata lo que pudo ser su infancia.

Apenas comienzo a leerlo, pero creo que responde a la pregunta que más me he formulado en todos estos años. Cómo interpreta un hijo los papeles dispersos que su madre deja al morir. En este caso el enfermo de "escribiosis" -palabra que acabo de inventarme, por cierto- era su padre. Hanif Kureishi cuenta como al tener el manuscrito en sus manos da vueltas por la habitación excitado, porque siente que a través de sus palabras su padre vuelve a hablar con él y no sólo dentro de su cabeza. Y se formula dos preguntas, si después de terminar de leerlo se habrá convertido en otro. Y lo que es más vertiginoso aún, si después de terminar de leerlo su padre será otro muy distinto al que recuerda.

Creo que es una muy buena pregunta, y un mundo fascinante a descubrir. Una lectura interesante en la que se hace un remix de afueras a adentros, en lo que todo remite a la lectura y la escritura, y todos los posibles mundos que ambas albergan.

martes, 6 de septiembre de 2011

Lobo malo o lobo bueno

La mamá de Caperucita roja temía al lobo feroz, miraba sus negros ojos intentando encontrar un indicio de ese mal que le sospechaba, entre sus demostraciones de alegría y ternura hacia esa Caperucita recién salida de casa a la frondosidad del mundo. En verdad, que el lobo fuese bueno o malo sigue siendo la eterna duda de esa madre que no puede resolver su cuento precisamente por eso, porque después de tanto ir y venir sigue teniendo la misma duda aunque ya ni importe, ha de contentarse con saber que Caperucita roja sí es una niña de cuento, que va y viene a todas horas desde la casa de su abuelita muy feliz, porque el lobo no quiere acercarse ya, no vaya a volver a encontrarse con su mirar de trueno.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Melendi, desde la Asturias profunda

No diré que todas sus canciones me gustan, pero sí que es un artista que sabe dibujar los altibajos del alma humana, y fusionar diferentes tipos de música hasta lograr cierto aire genuino. En mi opinión es un poeta, atípico quizá, siempre que lo afirmo alguien me apunta con el ceño fruncido como si estuviese loca, pero es que siento predilección por la gente diferente a los demás. La que lleva el peso de sí misma y que no tiene reparos en mostrarse tal cual es, guste o no guste, porque entiende que no podemos gustar a todo el mundo, y que cada quien hace su elección en un juicio a puerta cerrada y con candado.

Melendi es un cantante que durante años ha dedicado muchos temas al mundo de las drogas. Quien me siga de hace tiempo sabe que es un mundo que me hiere profundamente porque lo considero un mundo tan inadecuado como peligroso, que ha destrozado la vida de mucha gente disfrazando el infierno de paraíso, la esclavitud de libertad, y las pesadillas de sueños. Que de entre todos los males lleva uno adherido a su piel: ver sufrir a quien más se quiere. Creo que todos hemos presenciado alguna vez escenas que jamás olvidaremos, la mía fue la de un joven sangrando a chorro vivo por un brazo y lavando una jeringuilla en la fuente de un parque mientras yo esperaba el autobús; tan horrorizada como si tuviese un fantasma ante mí, y es que en verdad lo tenía, un muerto vivo que reclama piedad. Esa escena por muchos años que viva jamás la olvidaré, ni la mirada de ese joven que intentaba calmarme los miedos desatados ya sin paliativos para el resto de mi vida. Un joven que tal vez pedía compasión, o que al contrario, no pudo soportar mi compasión, eso no sabría concretarlo, pero pocas veces he compadecido tanto a alguien como le compadecí en ese momento de hace veinticinco años que aún recuerdo como hoy. Fue tanto lo que le compadecí que aún hoy le compadezco, porque es probable que ya no esté; que una fría lápida de mármol lleve esculpidas las letras de su nombre.

Melendi ha dedicado muchas canciones al mundo de las drogas, que no son las que más me gustan y que me traen imágenes de ese parque y de esa parada de autobús. Canciones que contienen ritmos y sentimientos capaces de reflejar todo el mundo que solemos encontrarnos alrededor, pues a su manera es un artista de la calle, o a mí eso me parece, que su arte está ligado al aquí y al ahora en que los segundos se convierten en minutos y van pasando sin más. Es un cantante al que recurro de cuando en cuando, y que nunca me deja indiferente, por esa capacidad tan suya de ser profundo y camaleónico en un mismo cuadro. Mucha gente le ha criticado este nuevo giro más romántico que yo le agradezco infinitamente, un nuevo registro más pausado donde da todo de sí, donde incluso se permite ser el triste violinista que está en tu tejado.