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jueves, 31 de enero de 2013

La sospecha de Remigia

A Remigia la tildan de loca, esta mañana ha estado viendo el primer telediario y ha vuelto a tener la misma sensación: que todo es un complot para despojar a unos de lo que han conseguido a lo largo de años de duro trabajo, en beneficio de otros, que han saqueado a diestro y siniestro por todos lados; y que escondido en su cajón echarán mano, más tarde que temprano, de todo ese dinero con que comprarán lo que a ella misma, recientemente le han embargado.

A ella como a tantos.

miércoles, 30 de enero de 2013

Sobre lectura

Comencé el año leyendo De mis pasos en la tierra, de Francisco Ayala, que es una lectura que estoy disfrutando muchísimo. La estructura de los capítulos bien podría ser la de un blog cualquiera, un título y unas pocas páginas sobre esos recuerdos. Su escritura es sencilla y la vez elaborada, su visión del mundo inteligente y al leerle uno se encuentra ante una persona culta, porque de todas sus reflexiones se extrae que es alguien que ha vivido y ha filtrado muy bien todas sus vivencias. Lo recomiendo porque es un libro con el que se disfruta y se aprende a partes equitativas.

Sin embargo diré que como lectora leo con igual pasión a un escritor mayor e inteligente, que a una chica muy joven que habla de la tristeza del primer amor-desamor, que muchas veces llegan de la mano. Disfruto igual de la lectura de un clásico que de una entrada de blog tan impulsiva que después desaparece de un borrón; porque en la escritura subyace la vida. Siempre la vida y las impresiones acerca de ella.

Es por eso que celebro lo mismo un libro de alguien con renombre encontrado en una biblioteca que una entrada de blog de alguien de quien solo sé lo que escribe cuando decide darle al botón publicar de su blog. Nunca y casi en ninguna circunstancia le hago un feo a la palabra escrita cuando es educada o consecuente, porque todo escrito nace del corazón, más deslumbrante cuanto mejor sea.

Renovarse o morir

Últimamente estaba buscando la forma de no necesitar tanto aparecerme por este lugar para poder dedicarme de lleno a preparar un escrito que de verdad necesitara publicar dada su perfección a mi ver. Estoy en ello porque creo que lo que me hacía falta era estar dispuesta no a corregirlo, sino a completarlo y darle a guardar los cambios. Algo en lo que siempre me detenía.

Pues bien, estoy en ello, y ese quedarme con los cambios me obliga a seguir más allá y ese explorar arenas movedizas hace que esté creando una historia mejor. Una que se asemeja más a la que encuentro en los libros que leo o se aleja más de los que escribo; por lo tanto mejor.

Pues bien, soy sincera si digo que buscaba la forma de despegarme un poco de este blog para apostar no por lo que quiero escribir aquí, sino lo que intento publicar en una plataforma que me obligue a avanzar en otra dirección, menos complaciente que esta digamos. Y esta mañana me tentó el demonio y me puse a mirar plantillas y sin querer le di a guardar, con lo cual me es imposible recuperar la que tenía. La parte que no me gusta del resultado de momento no la sé cambiar -ole yo, siempre metiéndome en líos-, de modo que tendré que ir probando poco a poco a ver si un día lo consigo, mientras tanto es lo que hay. Quizá esto me anime a finalizar esos escritos que no me atrevía demasiado a abordar por no llegar a este punto, uno desde el que no consiga retornar.


lunes, 28 de enero de 2013

Un nacimiento

Creo que algo bueno podría partir de aquí, un padre que escribe una historia y una hija que la dibuja. Una gran diferencia de edad desde donde mirar la vida y verla distinta. Desde donde crear y retratar una realidad, cada quien con sus preferencias, con su experiencia, con el sabor de lo vivido. Creo que toda escritura parte de nuestras preocupaciones, que actúan como una rueda que da vueltas hasta que encuentra su fin. Hasta que nace una frase que pueda calmarlas o dejarlas a parte al menos por el momento, poner en palabras lo que se piensa hace que alguna vez para nosotros tenga un sentido, y nos da un nuevo margen para comenzar desde ahí.

Para mí atreverse de un modo definitivo a dejar que tu historia recorra el mundo ya es una muestra de mucho valor, porque soy una miedosa compulsiva aunque no lo parezca. Y aún me sigue dando un poco de miedo eso de poner algo mío en una editorial porque a partir de ahí te cambia la vida, tu sueño verdadero echa a andar y ya deja de ser algo tuyo para pasar a ser de los demás. Supongo que hay algo de egoísmo en aferrarte a él y no dejarlo marchar, o temor de que otros te lo pisoteen, o quedarte sin tu mayor impulso vital al ver que eso que para ti era tanto no encuentra hueco y lo mismo que lo inflaste se desinfla y queda muerto. Aunque en definitiva me pasó lo mismo con este blog, nació de la nada, para muchos es nada y para mí lo sigue siendo todo, porque todo lo que quiero es escribir, sin saber por qué, solo sé que debo hacerlo y que al hacerlo me doy sentido a mí misma; siempre tan sin sentido.

A lo que iba, unos sueñan y otros cumplen los sueños. Espero que esto sea solo el principio y que a partir de esta colaboración -como madre no se me ocurre otra mejor- nazcan nuevas historias, escritas entre los dos tal vez, dibujadas entre los dos también. Porque si publicar un libro es un sueño, hacerlo en colaboración de un padre, o de un hijo, es ya un sueño de entre los sueños; unir la experiencia en la vida y la innovación. Es trazar una línea fehaciente entre el ayer y el hoy. Es dar paso a una nueva forma de mirarlo todo, porque los niños de hoy ya no ven las cosas como las vimos ayer, la vida ha evolucionado y necesitamos que le den expresión, que conformen sus propios mundos en nuestra colaboración. De momento es la historia de Mián Ros, dibujada por Eva. Quizá dentro de un tiempo nazca la historia de Eva, dibujada por Mián Ros. Como digo es algo que particularmente y sin que me venga a cuento, me emociona, porque creo en las nuevas generaciones a las que estamos dejando un mundo de pena. Ellos tienen que tener el talento de crear el mundo a su medida, y también el valor.

domingo, 27 de enero de 2013

Sobre balanzas y rehacer escritos

Estoy bloqueada, mis errores me bloquean y no salgo de ellos, siempre quiero volver a ese justo momento en que metí la pata por no saber callarme. En que convencida aconsejé sobre la vida de los demás. Error. Gran error. Nunca des un consejo a quien te lo pida. Hay una balanza dispuesta a sopesar cada lado, pero en definitiva tú no puedes saber qué lado pesa más, sí el que abulta más, pero no es lo mismo.

Hay una materia prima puesta en la balanza, se está intentando sopesar cuando alguien te pide opinar. No opines. Es mejor que lo dejes estar, porque al final, solo al final de un largo proceso se verá con claridad. Y puede que lo que veas no te guste. Solo puede, pero da igual, esa balanza será un peso tan grande que a diario no te dejará avanzar, has entrado en un largo dilema contigo mismo.

A esa hora sigues encerrado en esa cuestión, los demás han avanzado y ya no están en ese momento odioso, pero tú sigues ahí, estancado en ese momento en que no debiste opinar y en que tu opinión dispara contra ti mismo.

Estoy bloqueada. Me volví veleta porque nada de lo que escribo halla un final. Nada de lo que corrijo se asienta en su versión final. Concluir una novela o un relato corto se torna demencial a medio camino. La razón es que la balanza sigue en el medio, medio bien y medio mal, alegría y pesar; acierto y error pesan lo mismo. O quizá no, es más, seguro que no, la persona aconsejada te dice que dejes de pensar en eso, que estaba claro que tenías razón de sobra y te lo dice con un convencimiento claro. Pero ahí estás tú con esa manía de hacer y rehacer historias estancada en esa, que se hace y se deshace en tu cabeza una y otra vez. Estás enferma. Debes curarte sin saber cómo. Mientras tanto estás gestando tantas historias en tu cabeza que un día estallará y llenará de manchas todo el universo.

Ella consiguió lo que tú no fuiste capaz ni por asomo. Y lo cuenta en una entrada tan breve y tan concisa que hace que parezca sencillo, pero no lo es, es una tarea titánica, esa de volver sobre marañas de escritos otra vez para hacer y rehacer... Pienso que quizá también algún día lo conseguiré.

Os dejo su entrada `y mi admiración.

sábado, 26 de enero de 2013

Solo estaba preñada

En estos días saltó la noticia, la osa Tola había parido un osezno que sus cuidadores encontraron aplastado. La cosa no sería tan deprimente si Paca y Tola no hubiesen sido encerradas en un espacio de belleza incomparable, para precisamente, parir. El oso pardo está en serio peligro de extinción, por eso se trasladó a un oso llamado Furaco desde el parque natural de Cabárceno con el propósito de fecundarlas y lograr nuevas crías.

Durante todas las estaciones del año el lugar donde se encuentran ahora los tres osos recibe cientos de visitantes, dando vida a una zona que sin ese turismo quizá no habría. El lugar es un paraje natural que a simple vista impresiona y este mismo verano estuvimos allí. El día era de sol aplastante y a los osos les habían puesto una piscina, el rumor circundante versaba sobre si alguna de las osas preñaría. Por lo tanto la noticia de un nuevo osezno sería algo muy bien recibido y otra excusa para no perder de vista ese lugar durante mucho tiempo.

Y bien, resulta que según sus cuidadores Tola andaba muy lenta, se comportaba de una forma extraña y  pusieron una etiqueta a esos síntomas diciendo que la osa estaba senil, a ello contribuyó su edad, según ellos muy avanzada. Pero resulta que no estaba senil, sino preñada y ante el infortunio de ese osezno tan esperado y hallado muerto, la tienen en observación porque estas osas suelen parir entre un oso y tres.

Os dejo un breve resumen de su historia

viernes, 25 de enero de 2013

Cometió un solo error

Ser demasiado joven para entender que una chica solo se queda junto a quien la hace sentir todo el tiempo única. 

Ahora canta todo el tiempo esta canción

jueves, 24 de enero de 2013

Película Persuasión

No leí a Jane Austen, lo sé, soy un caso perdido pero aún no conseguí que me atrapara porque no le dediqué demasiado tiempo. A veces nuestra cabeza no anda donde debe estar y terminamos abandonando la lectura, con ella me sucedió así. No recuerdo que libro fue y el tiempo que hace de ello, pero de momento no repetí.

Y sin embargo, un día revolviendo en la estantería de películas dentro de una biblioteca di con el DVD de uno de sus libros Persuasión, y decidí conocer la historia de una vez, aunque no fuese capaz de leerla. De modo que la traje a casa y le dediqué una tarde. Pues bien, voy a deciros lo que vi. Vi el pueblo en que me muevo, en que los chismes van y vienen, generando tantos malentendidos que líbrenos el señor. Me di cuenta que también yo en algún tiempo fui muy dada a persuadir y que de nada me arrepiento tanto. Cuando no se trata de nuestras vidas es mejor dar tiempo al tiempo, porque solo él tiene la solución verdadera a cualquier disyuntiva que se plantee. Una lección que me costó tiempo aprender y que aprendí porque gato escaldado del agua fría huye.

La película me encantó y retrata perfectamente el mundo en que me muevo, por aquí es más lo que la gente se inventa que lo que pasa en realidad y es muy dada a recortar en lo posible la libertad de los demás. No quiero generalizar, porque no todo el mundo es así, pero existe ese sentido del honor absurdo que ata de pies y manos a una mujer, mientras le ofrece todo tipo de derechos al hombre. Retratando un tipo de vida que lo quieran o no lo quieran, ya se ha quedado atrás.

Persuasión está protagonizada por Sally Hawkings y Rupert Penry-Jones, y es una película que habla de una segunda oportunidad que no siempre la vida da. De ahí que persuadir sea siempre un arma de doble filo.

miércoles, 23 de enero de 2013

Alto y claro

No se puede permitir que un país se pase por el forro los derechos de sus ciudadanos, ni en tiempos de crisis ni en tiempos de prosperidad.

Os recomiendo leer esta entrada.

Entre montones de líneas



 Me llevó tiempo entenderlo, soy lenta como la estación nevada que tarda en deshelarse y llenar el río. Sé lo que quiero pero no sé si vale la pena intentarlo y aun así sé que lo haré, aunque tema saber el resultado, aunque tema a los virus y a la gente de malas intenciones conectada a la red. Es por eso que en todos estos meses, algo me chocaba dentro al intentar corregir viejos escritos, fue ayer cuando al fin lo entendí, sigo creyendo en ellos porque son tan ciertos como pueda serlo yo misma, pero ellos se han estancado en sus sueños livianos y yo no. Es esa al fin la diferencia que no sabía ubicar.

Es lo malo de envejecer, que de pronto aquellas convicciones que tenías ya no están. El mundo desde el cual escribías se desvaneció, algunos pilares fundamentales de tu escritura se derrumbaron bajo su propio halo de ingenuidad. Eso hace que hagas y rehagas escritos una y otra vez, y que sea un error, aquella que escribía ya no está.

Ya no crees en la justicia de la forma en que antes creías. Ya no crees en la gente que desde su atril intenta convencerte de que está en lo cierto y la equivocada eres tú. Ya no crees que los años de estudio hagan a la gente más eficaz. Ya no crees que tu país sea el mejor de los posibles del mundo mundial. Ya no crees que el amor verdadero sortee como por arte de magia todas las dificultades. Ya no crees que cada joven pueda forjarse su vida tal y como quiera, sino tal como le dejan en un país que parece empeñado en cerrarle las puertas y dejarle como única posibilidad de hallar trabajo, emigrar. Tu mundo se ha dado la vuelta no sabes cuándo, y ahora vuelve a ser tiempo de comenzar. Pasar la página de tus archivos hasta que alcances la serenidad de solo corregirlos en ese espacio en que fueron paridos, puesto que pertenecen a una gestación pasada que por lo tanto no está. Ahora eres otra que no puede escribir como escribía, ni soñar como soñaba, ni creer como creía. Eres alguien que ya no está entre ese montón de líneas.

martes, 22 de enero de 2013

Hacer balance

De cuando en cuando conviene detenerse a ver el camino recorrido para saber por donde tirar en adelante. A diario uno está tan inmerso en lo que lo tiene pendiente que no siempre se da cuenta del camino hecho, y es bueno detenerse a observar, sobre todo si esa observación les sirve a otros, y es el caso.

Creo que el mundo editorial ha efectuado en un corto espacio de tiempo muchos cambios. Y hay algunas alternativas que quizá algunos nunca habíamos barajado. No digo más, no es necesario, pero sí os dejo un balance interesante, al menos para mí.

En esta entrada

lunes, 21 de enero de 2013

Cambio de hábitos

Es necesario abordar el trabajo
a primera hora de la mañana
si que quepan las excusas

Volver a leer lo leído
corregir lo corregido
una y otra vez

hasta que la fuerza 
esté de tu parte,
hasta conseguirlo.

Es necesario apostar
cada mañana temprano
a un sueño perseguido

y salir del mundo virtual
a explorar ese submundo
que no te deja en paz.

Ordenar, borrar, reescribir 
finalizar y volver a empezar
hasta lograr concluir.

sábado, 19 de enero de 2013

Cuando el talento se hereda

Creo que para cualquier padre es un orgullo saber que ha inculcado en sus hijos su mayor pasión. Porque significa haber sido capaz de hacerles saber de alguna forma que aquello en que ocupa su tiempo tiene sentido además de validez. También que es un modo de expresión y un reto, exponer un universo privado que está dispuesto a dejarse contemplar al salir de su letargo y ofrecerse al mundo.

Si además uno es capaz de conseguir que se herede el afán de perfección, la satisfacción es doble. El talento de Mián Ros para el dibujo me impresionó desde las portadas de algunos libros de Blanca Miosi, antes de saber quién había sido su autor. Además su escritura transmite, cobra voz. Lleva tiempo callado pero hoy se asomó para dar una noticia y dejar una muestra de los dibujos de su hija, de ahí el título de esta entrada, cuando el talento se hereda y se comparten las pasiones, el maestro y el alumno disfrutan y aprenden juntos; no existe nada mejor.

Os dejo su entrada

viernes, 18 de enero de 2013

Muchos panes bajo el brazo

Un día, quizá dentro de algunos años, cuando tenga conciencia de quien es, alguien le contará que desde antes de llegar al mundo ya pudo ayudar a muchos niños a mantener la vida y la salud. Abrirá mucho los ojos y alguien le contará que sus padres, felices de verle crecer dentro de la tripa, se sintieron tan especiales que incluso llegaron a pensar en todos esos niños que no tendrían tanta suerte como él.

Entonces quizá tenga conciencia de quienes son globalmente Shakira y Piqué, pese a que para él serán parte de su normalidad diaria, entre los paseos por la calle y su estancia en casa. Entonces quizá se vaya dando cuenta de que pese a su lugar privilegiado en la sociedad, ya se le dijo desde el principio que es uno más y que debe aprender a compartir lo que tiene con los demás; con aquellos que no tuvieron tanta suerte.

Desde el periódico en papel, la fotografía de esta pareja me mira, me hace saber que ellos no se quedan indiferentes ante el apuro que viven otros padres, que no tienen los recursos necesarios para salvaguardar la salud de sus hijos. Juntos me hacen saber que yo tampoco debería quedarme indiferente ante esa situación apurada que viven esos otros padres que que aunque quieren no pueden hacer nada para salvar a sus hijos de la enfermedad. Me dicen que no es necesario que haga un gran esfuerzo, que puedo elegir el regalo que más se amolde a mi economía: puedo elegir entre los tres euros y los ochenta y cinco para Mi regalo azul, ese que brinda a otros niños la oportunidad de que vivan con salud y libres de enfermedades. Y me preguntan desde su fotografía casi tan desnuda como su mirada, si acaso mi mayor pesadilla como madre no es la enfermedad que no pueda curar, y respondo que sí, que esa es la pesadilla de cualquier progenitor.

Ellos dicen: La llegada de nuestro primer bebé es un momento único en nuestras vidas, por ello hemos querido invitarlos a nuestro Baby shower, en asociación con UNICEF, a través del cual pueden apoyar a niños de todo el mundo que viven en condiciones de pobreza extrema, con el fin de ofrecerles un comienzo digno en la vida. Y concluye con un Juntos podemos cambiar esto. Sus miradas vuelven a preguntarme si no es eso también lo que yo quiero. Te preguntan si no es acaso también lo que tú quieres y te hacen saber que si estás dispuesto está a tu alcance. ¿Hay algo más que debas saber?

Mira aquí


jueves, 17 de enero de 2013

El amor no se desvanece

Si hay algo que le debo a mi abuelos fue la absoluta seguridad de que la vida podía ser muy larga. Cuando comencé a sentir fascinación por ellos, creo que fue a la edad de cuatro años, cuyos recuerdos no se desvanecieron aún; para entonces muy cerca de mi casa, en un cambio de rasante, era rara la semana en que no había un accidente de tráfico que mataba a gente de todas las edades. Había una frase terrible que se repetía con frecuencia Se clavó el volante en el pecho. Después algunas veces llegaban noticias desde el hospital y se sabía que aquella vez no hubo suerte.

La parte positiva es que treinta y ocho años después, hay una línea continua que salva desde hace más de veinte años a los prudentes. Que es rara la vez que se produce en ese tramo de carretera algún accidente, y que los escasos que se producen no van más allá de los hierros de un vehículo que quizá no vuelva a rodar. Pero quienes perdieron la vida fueron incontables, en todo caso, y siempre queda la tristeza de que esas medidas no las hubiesen puesto en funcionamiento desde el primer día.

Esa seguridad de que la vida de los abuelos puede ser muy larga, te acaba dando la perspectiva de que estarán a tu lado para siempre, y nada más lejos de la realidad. Pero si hay algo claro es que la gente que quieres no se va del todo, permanece a tu lado para siempre aunque sea en memoria; hasta tu mismo final.

Os dejo una entrada

miércoles, 16 de enero de 2013

Entre tu sombra y la mía

Duermen los ayeres
en su mañana azul 
que no entendía de pena,
van y vienen desde su
cuna de recuerdos
una y otra vez.

Es como si supieran
el camino de regreso
a casa. Y no olvidaran
que una vez fueron
absoluta realidad
en un mundo completo.

A veces pasean sombras
repentinas por la casa
y me estremezco
solo de pensar 
que pudieras regresar
desde donde estás

por un momento
para escuchar mis
pensamientos
y para decirte
que sigo sin creer
en la muerte

porque pese
a la lápida fría,
que te ubica
en un cementerio
de cuando en cuando
una sombra cruza la casa
y te siento aquí.

Entonces sabes que te hablo
por si pudieras oírme,
por si pudieras recorrer
toda la distancia
de tantos años callados
y sabes que no te doy

mis penas; sino mis alegrías
de por un momento 
sentirte aquí.
Como si el tiempo
no hubiese podido
arrancarte, pese a todo,

como si un solo pensamiento
sirviera para cruzar
todas las distancias 
de océanos y vientos
en torno a una muerte
imposible al fin.

martes, 15 de enero de 2013

Propósitos para el nuevo año

En mi caso mis propósitos son cortitos, tener el valor de finalizar por fin algo de lo que he escrito, me da igual lo que sea, pero terminarlo de una santa vez y subirlo a Amazon: única editorial dispuesta a publicar lo que quiera, cuando sepa que lo quiero; he ahí la dificultad.

Por lo tanto vencer el miedo la lo desconocido y a lo que tenga bien a depararme, la tarea complicada de mi vida entera, nada nuevo a descubrir. Después de esto los mismos propósitos de siempre, ser feliz con lo que tengo, que lo que tengo no me impida ser feliz.

Os dejo otros propósitos, lo prometo, muy buenos.


lunes, 14 de enero de 2013

Sobre corregir

Bien, esta mañana volví a caer en la tentación, me puse a corregir un cuento de veinte páginas en principio que va por quién sabe cuantas, y soy incapaz de leer una sola frase sin añadir o quitar algunas palabras. El resultado mejora, lo que intento decir se amplía, la escena se hace más nítida y los personajes quizá cambien de edad. Pero lo cierto es que en vez de estar terminando, siempre estoy comenzando, subiendo a la nube y bajando y así, hasta algunas veces creo que jamás voy a finalizar. A veces, mientras conduzco, que es cuando pienso en mi vida con más claridad, me veo muerta de repente y con miles de páginas sueltas que no conseguí amarrar. Entonces pienso en mis descendientes, tan estupendos ellos y en todas esas hojas locas que les enloquecerán, y recupero de nuevo la urgencia de finiquitarlas de veras, pulirlas y darles forma; dejar que descansen en paz. ¿Y si no tener todo listo me hace volver de la muerte, una noche y otra, infinitas, con el deseo absoluto de escribirlas una vez más?

Espero que no. Es más, sé que no. Pero mientras conduzco a veces por las carreteras de siempre, mirando mi vida de lejos sé que esto de hacer y deshacer hojas no lo cambiaría por nada. Quizá termine en un manicomio, es cierto, pero quizá acaso si no escribiera podría acabar igual.

Os dejo una entrada de nota


domingo, 13 de enero de 2013

Retazos...

Solo cuando uno vive estancado en el ayer, hoy no ocurre nada.

viernes, 11 de enero de 2013

Un desgarro en la voz

Una orquesta de verano en un pueblo costero, una cantante con voz desgarradora y sentimiento a flor de piel, entrada en kilos, pero con una sonrisa constante y hermosa de ver. La gente bailando con frenesí. De pronto en la primera fila, una canción que jamás se escuchó provoca que una espectadora abra su bolso, saque su libreta de apuntes y apunte el estribillo de esa canción, que no conoce, pero que espera conocer rebuscando en You Tube. Son nuevos tiempos, y nuevas las fórmulas de encontrar información, pero siempre serán viejas ciertas letras y ciertas canciones, cantadas con el desgarro de un sentimiento que quien sostiene el micrófono conoció; o no. Quizá solo pueda sentirlo e interpretarlo, porque todas las artes están sometidas a algo tan primario como la intuición, con ese ingrediente a veces es más que suficiente.

Esta es la canción



jueves, 10 de enero de 2013

A tu lado, el hambre

Hace tan solo diez días comenzaba el año nuevo y en el círculo cotidiano en que te mueves, las primeras manifestaciones de hambre pura. No es algo alentador, solo cabe la desesperación de esperar que esto mejore, sin confianza alguna. Se les llama recortes, pero bien pudieran llamarse el saqueo a la nevera familiar, la encrucijada de si pagar la vivienda o llenar el estómago, de si ser un buen ciudadano y pagar a tiempo la factura del agua y la luz, o darles la cena a los hijos. No es un cuento de ordenador o una novela que no se termina de corregir, porque así en frío no se le ve utilidad; es la vida real la que sale a al paso, y ante ella no cabe borrar, cambiar la frase o dejar la resolución aún en suspenso. Son los datos de un presente que va mordiendo, pero con dientes de verdad.

Hace meses cerca de la tuya se ponía una casa en venta, hasta entonces allí dentro vivía una familia perfecta, todo era abundancia y distinción, después supiste que el dueño, empresario, pasaba un mal momento, meses después te enteraste de que su casa se embargó ante la imposibilidad de venderla; hace días te enteraste de que el empresario falleció en un extraño accidente. ¿De verdad fue un accidente?, te sigues preguntando cuando pasas por delante de su casa, qué raro, ahora en las noches tiene luz dentro, ¿ cuándo se vendió su casa? En verdad no es eso lo que te importa, unos van y otros vienen, la vida es lo que sucede mientras todo parece detenerse, incluso. En tu cabeza sigue rondando si el accidente del empresario no fue un suicidio disimulado, y aunque otros tengan la respuesta, para ti nunca estará, será otra duda que habitará entre los mares de dudas que ya posees.

Ayer, alguien a quien casi no conoces, apenas si le has visto alguna vez, le contaba a tu marido, aprovechando tu camino a la farmacia, que se había pasado el día pescando, porque la situación está tan mala que en su casa ya no tienen ni qué comer. Dijo que su mujer trabaja en una agencia como abogada y como ahora sale tan caro reclamar, nadie reclama, y el trabajo de ella también está fatal y él ni digamos, lleva meses sin encontrar trabajo por ninguna parte. La cosa va de mal en peor, parece que dijo en un momento dado: si esto sigue así no sé si me quitaré del medio, la verdad. Después contó que a última hora de la tarde, pescó un pez diminuto y que lo cenarían con arroz, que al menos tenía algo para darles a las niñas, de cuatro y seis años de edad. Eso hoy, recalcó, mañana a saber como será. A veces contar las penas las hace más llevaderas.

A solo unos metros de allí, frente a un pequeño comercio, una mujer octogenaria revolvía entre la basura, rescató una lechuga y algunos envases más, los guardó en su bolsa y se introdujo en el portal de su casa; quizá feliz también de haber encontrado algo que cenar.

Tu villa marinera de siempre aguanta las tempestades con esa fuerza de siglos. Las gentes que pisan sus calles llevan en sí la desesperanza de ver como todo cambia y nada augura mejorar. Recortes, llaman recortes lo que viene siendo hambre pura, se maquillan los conceptos, se niega la realidad.

miércoles, 9 de enero de 2013

Las consecuencias de un abuso

Al leer esta entrada debo agradecer que nunca me sucedió, que en mi tiempo de escuela no podía estarme quieta ni parar de hablar y reír, porque yo iba a la escuela no a aprender -mea culpa- sino a relacionarme con los demás, a hacer de ese tiempo un tiempo de conocer historias, situaciones y aprender, no de la vida que se estudia en los libros, sino de la vida que sucede a tiempo real.

Cuando llegaban los suspensos tampoco me sentía víctima, ni de mí misma, porque mi padre, que era el de los sermones, me miraba muy de frente y me decía: intenta que esto cambie porque aunque creas que esto influye sobre mi vida, te equivocas, yo ya hice la mía, así que deberías intentar que la tuya sea mucho mejor. Y no te lo digo por mi bien, sino por el tuyo.

Otros niños no tuvieron tanta suerte

martes, 8 de enero de 2013

Vender tus libros en la calle

Me sorprendió la primera vez que lo leí, contado por el mismo Alejandro Laurenza. Creo que si se necesita alguna cualidad para ser escritor es la tenacidad, pero para editar tus propios libros y ofrecerlos a la gente que te vas encontrando por la calle hace falta algo más, quizá la determinación de no dejarse amilanar. Hace unos años una amiga y su madre se fueron unos días de vacaciones a un lugar tranquilo y de una belleza ejemplar, me contaron que un día fueron a tomar un café y en la cafetería se vendían varios libros de un autor, que a su vez era el camarero que les atendió. Ojearon un libro del expositor y decidieron pagar los 6 euros que costaba, quizá llevadas por la curiosidad, y después de leerlo les encantó. Hace mucho tiempo que me ofrecieron leerlo, pero por entonces estaba leyendo Se lo llevaron de Loung Ung, y no quise soltarlo, es más, no pude soltarlo hasta que lo terminé y muchos años después de terminado sé que nunca lo soltaré. Es una de esas historias en las que quedas atrapada para siempre, después de esa leí más de esas historias que nunca sueltas, un día haré una lista con esos libros y os contaré.

Pues bien, siguiendo con el arrojo necesario para dedicar tu tiempo a escribir, a editar tus propios libros y después a salir a venderlos en la calle a las personas que encuentres por allí, supe que Alejandro Laurenza había subido algunos libros a Amazon y que no le fue bien. Él mismo comentó en un blog que no tuvo ningún tipo de repercusión, que sigue vendiendo en la calle, porque al menos en la calle compran sus libros, asegura que es algo que nunca dejará de hacer. Desde aquí mi admiración y el deseo de que todo marche bien. 

Él mismo os lo cuenta en su blog

lunes, 7 de enero de 2013

Una llamada de atención

A todos los que nos gusta leer, desde que el mundo es mundo, hemos sentido que los universos creados por otros nos han aportado diversas formas de mirar la realidad, de conjugarla, vencerla y de aprender desde otra perspectiva que antes no estuvo; ni estaría en otro lugar lejos de esa relación entre la lectura y la letra escrita.

Creo que leer es una de las mejores magias dentro del mundo porque hace que uno encuentre ese lugar exacto que quiere habitar, a su justa medida, entre leer y meditar sobre lo leído. Leer nunca quita, siempre da.

Me asomé para dejaros unas palabras que nunca deberíamos olvidar. Si queremos seguir leyendo a ese escritor que admiramos hay unas reglas que debemos respetar.

Siempre

Otros posibles mundos

Cuando alguien se muere todos se aferran al dolor de ese final imprevisible, a mí me atrapa el dolor, es inevitable, pero también el deseo de que algo que se nos escapa pueda suceder mientras todos se hunden ante lo que creen un fin.

Yo tengo una teoría alocada que repito a las personas que quiero. No voy a exponerla aquí porque algún día crearé algo bonito con ella, algo que tenga validez no solo ante mí, aunque sea en el mundo de la ficción. 

domingo, 6 de enero de 2013

Día de Reyes

Son jóvenes, a falta de trabajo en su país miran con esperanza al extranjero, a donde comienzan a enviar sus curriculos, y quienes conviven con ellos, e incluso quienes les vieron nacer, esperan un último milagro que logre verlos prosperar en su país.

No creen en la suerte.





sábado, 5 de enero de 2013

Un boceto, o un microrrelato

En este momento me encuentro en un bloqueo bastante bobo si lo pienso, releo algunas obras con ánimo de corregir y resulta que no son como las recuerdo. Les encuentro pocos detalles, o demasiados, poco acentuado esto o demasiado aquello, lo leo y siento desde muy adentro que no es eso lo que creí haber dejado ahí; eso seguramente es porque lleva descansando ya tanto tiempo que lo fui rellenando con detalles imaginados que aún no pasaron a escrito. O por haber dilatado demasiado el tiempo entre sus diferentes etapas.

Antes cada vez que me sucedía algo de esto creía ser la única, ahora creo que no, que es algo común a todos los que alguna vez quisieron escribir un relato, corto o largo, y que solo siguiendo el escrito se arregla, dedicándole el tiempo necesario y el suficiente rigor. De modo que ahora cuando no me veo con fuerza suficiente, en vez de bloquearme, escribo un microrrelato. Sé que así no lo arreglo, pero es un modo de sentir que no me estanco, que sigo en producción.


Os dejo un microrrelato de Pilar Alberdi

viernes, 4 de enero de 2013

La bibliotecaria de Auschwitz

Al leer la reseña de este libro, me vino a la cabeza la película La vida es bella, de Roberto Benigni, que narra la historia de un hombre judío, que de buenas a primeras es trasladado a un campo de concentración, junto a su padre y su hijo. Su mujer, que no es judía, no está en esa lista maldita, por eso no se le permite subir en el tren que se ha llevado a su suegro, a su marido y su hijo. Después de pelear un rato con esos oficiales logra que se abra la puerta y se le permita acceder, en ese momento recibe la mirada de burla por parte de los agentes, la casi alegría, de sumar un pasajero más a ese tren. De esa forma tan imprevista llegan al campo de concentración, dejando atrás lo que hasta entonces fueron sus vidas. Para Guido, a partir de entonces, lo más importante es salvaguardar la vida de su hijo, protegerlo de todo aquello, para ello se inventa que aquello es un juego y que quien resulte vencedor se ganará un tanque. El niño abre los ojos entusiasmado, no se lo puede creer, y a partir de entonces Guido usará su entusiasmo infantil por ganarse un tanque, para estimular su deseo de seguir jugando a ese juego deprimente que encuentra ante sí.

Ya dije alguna vez en este blog que La vida es bella, de Roberto Benigni es mi película favorita. Del mismo modo en que Pinocho es mi cuento preferido. En ambos se encuentra un hilo común: un padre que por amor a su hijo logra un hermoso milagro.

Pues bien, al leer la reseña de este libro, La bibliotecaria de Auschwitz, me dije que este libro lo quiero leer.


jueves, 3 de enero de 2013

Hay gente que todo lo vuelve especial

Hay personas que poseen una gratitud tan grande en su interior que consiguen que toda la gente que está a su lado se sienta especial. No conozco muchas personas de éstas, pero sé que son así porque a alguna me la he encontrado por casualidad haciendo la compra y de pronto se ha vuelto, me ha mirado y me ha dado tal recibimiento que básicamente me quedé a escuchar todo lo que me contaba. Quizá ese mismo día me encontré a otra gente conocida que me miró de arriba a abajo, arrugando la expresión por la forma en que iba peinada, o vestida, y al saludarme, o evitar hacerlo, según el caso, me dejó muy claro lo poco que me valoró. Yo nunca miro a la gente por afuera, puedo reconocer un buen peinado o un buen vestido, pero es algo a lo que no le doy valor, para mí lo importante es lo que se dice, lo que se cuenta, la forma de mirar y todo eso que no esconden los abalorios.

Decía, que hay personas que son capaces de iluminar un día gris con una sonrisa. De apartar de tu mente un nubarrón con su amabilidad innata. De hacerte saber que eres muy importante por la forma en que te dedican su tiempo, o el valor que le dan a tus palabras; incluso por el modo en que al verte por casualidad, sonríen al caminar hacia ti, para decirte algo, aunque en la estación esté arrancando el autobús. Me gusta la gente así, porque cuando la encuentro sé que soy la misma de siempre, pero de pronto me veo envuelta en una burbuja de especialidad que quizá perdure a través del tiempo o la fatalidad.

miércoles, 2 de enero de 2013

Os lo explica Enrique Páez

Hay un enlace que debo aprenderme de memoria, acabo de verlo y resume todo aquello que yo llevo repitiendo a los míos desde que me dio por escribir. Yo no escribo porque quiera hacerlo sino porque necesito escribir, no elijo mis historias, las historias me eligen a mí, en verdad creo que ni escribo, creo que pongo en letra las obsesiones que dan vuelta dentro de mi cabeza y exigen imprimirse en letra de molde. Quizá más que escribir deba decirlo de otra manera, me suicido de mí. No me soporto y me voy a otra parte donde librarme pueda por un momento de habitarme.

Hace tanto que dejé de preguntarme que ya ni quiero responderme, no me importa qué es, sé que está y quizá ello deba bastarme. Yo no elegí llegar al mundo y de igual forma, no elegí escribir.

Os lo explica Enrique Páez


Querida familia, aceptarlo de una vez, esto funciona así.





martes, 1 de enero de 2013

No todo el mundo tiene detractores

Decía Julia Otero alguna vez en la radio que si alguien te critica es que vas por el buen camino. Que no hay mejor indicador para saber que estás logrando lo que otra gente ansía para sí y no es capaz de conseguir con su talento. La frase no es literal, es como yo la asimilé cuando la oí hace una friolera de años y fue uno de esos momentos en los que reparé en posibilidades que hasta entonces ni había sospechado.

Es cierto, para tener detractores es necesario que reúnas requisitos que no todo el mundo posee. Es necesario que destaques en algo y que además lo hagas bien. Ese fue mi mayor terror al abrir este blog, comenzar a ganarme la antipatía de alguien que se asomase a decirme lo imbécil que soy, pero después del tiempo he constatado que incluso para ganarse un insulto hay que tener cierto nivel que no todo el mundo posee. Es un hecho. Y no, no me malinterpreten no estoy dando pie a cambiar la tónica habitual de comentarios, me gusta tal como está.

Os dejo un poema con chispa