Para empezar diré que hay algo que me hizo pensarme mucho lo de abrir un blog, y es saber que soy demasiado impulsiva para tenerlo. Por eso jamás escribí un diario, y precisamente por eso me deshice no hace mucho de casi mil folios escritos: demasiado visceral para no ir dejando rastro de lo que sucede, sobre todo si lo que sucede es odioso. Y al final uno aleja a las personas que tiene cerca de todo lo que le disgusta y todo queda en un almacén líquido que en cuanto tiene abertura se escapa como el agua de una piscina agrietada, al principio muy lentamente, y con el tiempo de un modo incontenible. A veces las letras me traicionan y se convierten en un río que fluye caudaloso hasta su desembocadura. Este sería el caso.
Desde que tengo memoria me gustan los gatos, leí una vez que reconocerás a una bruja porque a la puerta de su casa los habrá a montones, pues bien, soy una bruja, en este momento en mi casa había unos diez. Me gustan los gatos porque son independientes, porque solo se fían de quienes los quieren de verdad y porque saben defenderse. No son como los perros que por mucho que les ofendas vuelven a ti con las orejas gachas. Un gato es un animal que tiene su espacio y no puedes invadirlo, en el momento en que se incomode déjalo, él mismo te irá cediendo terreno a medida que vea que eres de fiar; soy un gato, por eso me gustan.
Si tuviera que contar los gatos que tuve podrían pasar de cien, si tuviera que contar los que se me han muerto noventa y uno, y sin excepción cuando hay una camada nueva el primero que muere es tu preferido, el menos miedoso y el más especial de todos. Esta mañana cuando mi marido sacó el coche del garaje aplastó a uno, y corrió a casa a decírmelo hecho un guiñapo, no sé lo que podría querer que le dijera, y le dije que hiciese algo con él porque no quería verlo. Me imagino que lo recogió, hizo un hoyo apurado y lo enterró donde se entierran siempre, y que será cuestión de mucho tiempo acostumbrarme a bajar al garaje y no ver una bolita gris y blanca corriendo hacia mí para que le diga cosas al fondo de sus ojos azul oscuro, que me miran muy quietos como si en verdad me comprendieran. Este gatito tenía el pelaje largo y tupido, era rayado en tonos grises y marrones, y de blanco inmaculado tenía el morro, las patitas, los costados del cuerpo y lo más curioso, una línea muy fina a lo largo de la columna vertebral. Y estaba salpicado de rayas negras a lo tigrés, era alegre y muy despierto, hace apenas un mes que le enseñé a beber en su platito, el otro tardó quince días más en aprender; seguramente esta mañana lo que quiso reclamar fue un poco de leche en su platito, esa era mi estrategia para no aplastarlos, pero no todo el mundo tiene tiempo de planificar su día hasta ese punto, lo mío es un lujo si lo pienso bien.
Su hermano es negro y blanco, muy miedoso, esquivo y desconfiado, pero los blancos del cuerpo los tiene repartidos en los mismos lugares, todo eso lo sé porque mi hija los tiene como fondo de pantalla. Esta noche su madre no se dejó guardar, ella les arrinconaba en una esquina cuando sabía que ibas a sacar un coche, es una madraza de aúpa, pero no siempre se está de suerte.
Estos días se los llevaba hasta una casa que está en venta, la tienen tan abandonada que todos mis gatos están allí, hay demasiada caza para estar parados. Ha llovido tanto este invierno que la hierba le llega a uno hasta la cintura y los tractores están segando los prados de alrededor. Si viene uno de improviso siega el prado en media hora, y no es la primera vez que se lleva un gatito pequeño por delante, porque se quedan tan asustados que no se pueden mover. De eso intentaba salvarles, de eso y de la raposa que sale del monte alguna vez, pero hay días en que no se tiene suerte y no hay nada que se pueda hacer.
Como ya dije al principio soy demasiado visceral para tener blog, pero lo bueno de un blog es que no es un atraco a mano armada como el hotmail, en que si abren tu carta y se encuentran con esto se lo tienen que tragar, aunque se queden sin palabras, patitiesos y no sepan qué responder. Un blog es otra cosa, nadie tiene que responderte nada si no quiere, ni tiene que sentirse mal consigo mismo por no responder, sabes que tu mensaje llega, y saber que mis mensajes llegan es apasionante, soy un gallo de tierra, me gusta dar sermones y anotar todo lo que hago para la posteridad. No creo en horóscopos, pero como ya dije antes tener una explicación a lo irracional que haces es una bendición.
Esta mañana cuando bajé al garaje una bolita de pelo corrió hacia mí, era mi gatito preferido y sentí una alegría tan odiosa que aún estoy en un ay, porque el blanco y negro era un miedoso la mar de tierno. La gata miagó desde la calle y le abrí la puerta, fue directa a la mancha de sangre y lo entendió. Nadie le dijo nada pero lo supo.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Begoña! Pues eso, si nos tenemos que morir el 15 de julio, nos morimos con gusto... Qué ganas, eh! Saludos.
ResponderEliminarYa queda menos :)
ResponderEliminarMi gatito ya no es el mismo, está siempre crispado, asustado, dispuesto a sacar las uñas, el sonido de los motores lo enloquece, el ruido de bajar el portón del garaje. Todo le da miedo. Ya no se parece en nada al que era cuando dormitaba todo el tiempo junto a su hermano, o cuando jugaban a que peleaban una ardua batalla. Su madre aún lo sigue llamando con la esperanza de buscarlo. Cuando alguien me dice que los animales no sienten sin saberlo me insultan, porque hay animales capaces de sentir mucho más que algunas gentes.
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