He aquí mi segunda película favorita. Y mi actor favorito. Historia escrita por uno de mis escritores favoritos también, aunque creo que vi antes la película y después leí el libro, no lo recuerdo; y si el libro me encantó la película me impresionó porque creo que retrata mejor que el propio libro toda la historia. Al menos esos cuadros de la fallecida son mucho mejores en la película de lo que lo fueron en mi imaginación. Creo que llevaba mucho tiempo sin llorar cuando la vi, porque lloré de lo lindo, y estuve una semana de un humor extraño. Cuando le conté a Carlota lo que esta película me removió por dentro se rió muchísimo y me dijo que a ella le encantaban ese tipo de finales que dejan a uno hecho una pena una semana entera.
Para mí esta película tiene un doble significado porque suelo enviar mensajes en botellas, es lo que sucede cuando envías un escrito a una editorial o a un concurso literario. Sabes que no habrá respuesta para ti, pero que aunque no la haya en el amplio infinito no dejarás jamás de intentarlo. Ese significado estuvo ahí, el dolor de todas las oportunidades que no fueron también y el hecho de que el amor te pudiera faltar algún día, también; era inevitable y al tiempo una bomba explosiva. La pena es tener un marido nada cinéfilo y unos hijos que parecen estar vacunados contra todo cuanto me apasiona, y que en cuanto la ponen por la tele me animan a verla, para intentar ser testigos de primera mano. Y es que a los hijos también les gusta sentirse protectores de los seres demasiado inocentes para un mundo tan cruel, eso lo digo para quien no se haya enterado aún, mis hijos a veces me cuidan como si fueran mis padres, sobre todo cuando vemos juntos una película que es demasiado real para mi gusto. O lo suficientemente real para acabar mal. Vamos, que soy de finales pastelosos aunque no los crea.
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