El verano llegó casi sin anunciarse
con muchas horas de lluvia
tan fina que apenas se posaba
sobre tu pelo.
No creí que fueras a crecer tan deprisa
y convertirte en la personita
que no admite consejos
de buen talante.
Me veo a mí misma de nuevo
hace muchos años
con ese saber exacto
de lo entonces quería.
Te miro a los ojos
y en ocasiones me encuentro
a mí misma desde la asombrosa
distancia de esos veintisiete años.
Qué poco nos cuesta entendernos
y cuanto aceptar que seas tan mayor
como nunca pensé que lo serías
teniendo tan solo tu edad.
Y es que olvidaba que lo importante
no son los días de vida
sino el modo de vivirlos
y que desde que naciste
no he dejado de prepararte
para ellos ni un tan solo un segundo.
Te haces mayor mientras te miro
sueñas, mientras deseo
que tus sueños se cumplan
lo mismo que si fuesen míos,
porque me pertenecen también,
en la medida en que siempre serás mía.
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