Ayer escuchaba las palabras del nuevo presidente español. Me sonaron a antiguas. No tengo mucha paciencia con los políticos, de modo que quizá no le presté la debida atención. Y me sonó a que estaba dándome las excusas que le servirán para no dejarme el respiro económico que equivaldría a devolverme la fe en todo el conglomerado establecido en el parlamento. Parlamento viene de parlar, y estos nos tienen acostumbrados a que en cuanto se encuentran a gusto en su nuevo papel, parlan más bien poco, porque en el fondo les gusta imponer. Comienzan con las excusas, y en cuanto creen tenernos convencidos de su argumento nos tienen pillados.
Por lo poco que escuché, creo que si bajan los sueldos no serán los suyos. Si hay que recortar puestos de trabajo, no serán los suyos. Si hay que hacer algunos cambios, no les afectarán de forma directa. Como siempre, se dedicarán a limpiar de puertas para afuera. Y seguirán buscando la solución en los lugares acostumbrados, y volverán a pulir lo pulido, abrillantar lo abrillantado, rayar lo rayado, quemar lo quemado, y el trabajo que tienen pendiente, de no espabilarse ahora, se quedará sin hacer hasta la legislación siguiente, que váyase a saber. Cierto que no entiendo de política y si algo tengo claro es que nunca entenderé.
(Por ayer hablaba del lunes, fallo de edición). El editor de entradas aún está raro :S
ResponderEliminarEl futuro da miedo.
ResponderEliminarDe verdad que en toda mi vida no había visto nada así.
Besos.
Toro, sigue escribiendo sin temer al futuro. Alguien, en alguna parte, tendrá que ir contando la verdad.
ResponderEliminarSaludos
Cuando un gobierno sucede a otro, se dejan un montón de fantasmas en los armarios (casos de corrupciones varias sin enjuiciar ni resolver, que no son enjuiciadas ni resueltas nunca).
ResponderEliminarLos fantasmas pasados se van sustituyendo en el tiempo con nuevos fantasmas. Es por eso que no entiendo que la familia política que comienza no se asegure, muy mucho, de haber tapado todos los agujeros por los que puedan ir colándose nuevos fantasmas presentes.
Fantasmas políticos que desmoronan el conjunto retributivo de toda la sociedad.