Personalmente me gusta la mujer que no vive torturada por su imagen. La que le da una importancia vital al interior, al vocabulario, a los buenos modales, la que lleva por todo adorno una sonrisa, y que se muestra tal es, sin artificio. Esa es la mujer que me gusta, independientemente de que lleve las uñas bien arregladas, los pendientes a juego con el bolso, los zapatos o el vestido, las pestañas postizas o el maquillaje perlado, los tacones imposibles o el peinado más logrado. Me gusta la mujer que no se vanagloria de ser mujer, que lo es y punto. Aquella que no vive exclusivamente para seducir, sino que seduce sin tener consciencia alguna de ello. Sobre todo y por encima de todo esta última.
Es por eso que en ocasiones frunzo el ceño cuando camino tranquilamente por la calle y veo chicas-niña disfrazadas de Barbie Superstar, influidas sin duda por las revistas de adolescentes que ponen especial énfasis en el verbo gustar, y recalcan la idea de que un buen maquillaje es esencial. Creo que este tipo de chica-niña se detecta a un vistazo por su imagen severa de mujer fatal, sus ensayos constantes de caída de ojos, sus tacones imposibles, su escasez de tela y su sobrante de hueso. Su actitud frente a los chicos si la observas es también de manual, va pasando de mano en mano hasta darse cuenta de que en vez de conquistas suma derrotas.
Creo que en el mundo existen muchas clases de mujeres, pero si he de confesaros la verdad, jamás me encontré una capaz de reunir tanta inquietud en un solo cuerpo. Me cuentan que todos los trucos de belleza habidos y por haber se encuentran aquí, y es agotador sólo consultar la cantidad de cosas que inquietan a esta mujer. Entre nos, conozco mujeres que en su vida se han maquillado y que cultivan con esmero su belleza interior. Esas mujeres ahorran tal cantidad de tiempo y dinero con su inteligencia que en cualquier reunión, siendo ellas mismas, destacan sobre las demás, a menudo tan de manual que no dejan de ser un calco unas de otras. ¿En verdad queremos ser copias de copias o apostamos por ser nosotras mismas?
Confieso que en las cajas de supermercado, este tipo de uñas me fascinaban, y me preguntaba cómo se podían conseguir unas uñas así. Y que hasta que vi este vídeo no supe que eran de fábrica :)
ResponderEliminarYo no sé si es por mi estética heavy, mis gustos musicales, o mi forma de ser...
ResponderEliminarMe maquillo casi siempre, pero sólo dos ojeras negras, y sombra de ojos negra, a veces los labios negros también, pero nada más.
El peinado, depende de mi largura de pelo, ahora mismo, solo tengo un poco de flequillo y mis dos rastas en la nuca, todo lo demás lo tengo rapado al 2 (imposible de peinar).
Y mis uñas suelen estar pintadas de negro, pero no siempre perfectas, ahora mismo la mitad sigue existiendo, la otra mitad se me ha caido al fregar (es lo que tenemos las amas de casa), pero no me preocupa.
Mientras haya higiene y limpieza.
Y salgo a la calle, sin importarme mis uñas, soy coqueta, pero tampoco a un extremo.
Vamos que ni siquiera soy barbie gótica.
Lo importante es salir, y que al mirarme al espejo allá una sonrisa.
Sin ella, no podría salir, me quedaría en la cama.
La belleza fisica se esfuma, la interior es la única constante, y si no la tienes estás perdida.
Un saludo!!
Rebeca.
Confieso que por tus escritos me parecías de lo más clásico, así como yo. Apenas me maquillo y si lo hago me gusta ser muy discreta. Que se vea que hay piel y no una máscara de pintura al óleo ;)
ResponderEliminarSaludos
nada cmo ser uno mismo y cultivar lo interior...
ResponderEliminarno soy seguidora de modas, no me gusta seguir por seguir a las masas, el consumismo me parece una vanalidad llevada al extremo en estos tiempos, creo firmemente en la belleza de la individualidad, muy buen post saludos!