Hace unos días una empresa anunciaba a todos sus empleados que a partir de ya mismo comenzarán a cobrar 300 euros menos cada mes por mismo trabajo desempeñado. Preguntaron si alguien tenía algo que objetar, y claro que desde todos los puntos se objetó, sin embargo la sentencia fue la misma: 300 euros menos a cobrar con dos solas condiciones o sí o sí. Y sin más que hablar.
En ese momento callaron las escasas posibilidades de quedarse en paro y encontrar algo mejor, y si no mejor algo más justo. Se callaron los deseos de revelarse, de defenderse, e incluso de prosperar. Por la mente de Roberto se pasaron todos los casos de corrupción escuchados en los últimos tiempos, todos estancados como el agua podrida de un sucio estanque. Y sumó uno más a la lista de esos corruptos que le hacían día tras día la vida tan imposible, tan complicada y tan deprimente. Lo preocupante era la facilidad con que todos ellos se empezaban a sumar. Se le antojaban muy lejanos esos tiempos en los que era tan importante la honestidad. Tal pareciera que quienes no sacaran tajada bajo el cartel de la crisis fueran catalogados de idiotas y todos se apresuraran a bajar salarios en un pacto macabro para el descalabro de la sociedad.
Es una bonita historia. Tengo la sensación de que todos hemos pasado por situaciones similares. Ese deseo de independencia, de ser ya adultos, frente al deseo de los mayores que querrían impedir que sufriésemos.
ResponderEliminarMe gustó mucho, Bego.
Un abrazo.
Pilar, me imagino que tu comentario es para la entrada anterior.
ResponderEliminarY si algo está claro es que crecer, a cualquier edad, es complicado. Pero aún así, se cumpla la edad que se cumpla es siempre maravilloso poder cumplir años.
Un placer encontrarte por aquí;)
Perdón, me equivoqué al poner el comentario. Era para la entrada anterior.
ResponderEliminarPero con respecto a esta, solo puedo decir que da mucha pena lo que está pasando; y molesta el tiempo que se ha tardado en reaccionar para reconocer la crisis y los motivos que la han hecho posible.
Mejor que no se acabe este año el mundo... Porque aquí nadie parece estar listo para encontrar soluciones.
Un abrazo, Bego.
Nada que perdonar. Un comentario es siempre una gota de agua en medio de un desierto.
ResponderEliminarLo cierto es que no entiendo cómo alguien puede presentarse para un cargo que se le queda grande. O cómo alguien que se ha puesto a la medida de un gran cargo, y no sabe llevarlo, no delega en alguien capaz.
No entiendo que alguien se meta a marino sin saber navegar. Nadie sensato lo haría.
Nos están estrangulando.
ResponderEliminarLentamente.
Besos.
De aprovechados está el mundo lleno, y qué mejor momento que el actual para sacar tajada del más débil, o sea, el currito de turno.
ResponderEliminarAudaz narrativa con bifocal directo a la yugular.
Un abrazo,
Mián Ros
Toro, es eso exactamente.
ResponderEliminarMián Ros, a veces según qué noticias me sacan de quicio, quizá escribo para arrancarme de dentro lo que no consigo arreglar... Tengo la impresión de que nos esperan tiempos peores. Esperemos que no.
Saludos