Para tener el pelo de color nieve
los ojos apagados por los sueños
dejados a un recodo del camino,
y pupilas para mirar sin filtros
para no esperar nada de otros
y esperarlo todo de uno mismo
para mirar al cielo consciente
que algo debe de latir en otro sitio
para pisar con pies marchitos
las huellas de los pasos que no fueron
para esperar el final en la paciencia
calmada e infinita del principio
para poner una mano sobre otra
y arroparlas a la luz de algo no dicho
para esperar un nuevo regreso
cuando ni aún te has ido
para tener la fuerza de callar,
la que tanto me asombra si te miro
y te veo tan gastada por la edad
como orgullosa de ser eso que has sido.
Tener la edad para afrontarlo todo
sin mover ni una pestaña,
impertérrita soportando el vendaval
que tenga a bien asomarse a tu ventana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu lees desde la invisibilidad y puedes aportar algo a este lugar, para ello existe