Son tiempos de despidos, de cierres de negocios, de quiebras de pequeñas empresas, de pérdidas de derechos esenciales, tiempos de cristaleras de tiendas, antes funcionando, y ahora cubiertas con papel de periódico para dar cuenta de su propia guerra, la que han terminado perdiendo en el desequilibrado balance entre ganancia y pérdida.
Son tiempos de recortes en los derechos, en la sanidad, en la ayuda a las ONG, en las ayudas del paro, en las ayudas a dependientes y en definitiva, tiempos de dejar a la intemperie a los más necesitados de toda una sociedad. Quizá sea hora de hacer un alto en el camino y planificar mejor para obtener diferentes resultados. Quizá haya que defender mejor al trabajador, para que el empresario lo tenga más fácil a la hora de contratarlo y conservarlo.
Son tiempos complicados para los jóvenes que comienzan a independizarse y buscan mantenerse con su trabajo. Y en todas las ofertas de trabajo se les exigen al menos tres años de experiencia en un sector para el que nunca han trabajado y que curiosamente ya de entrada les cierra el paso. A cero trabajo cero experiencia.
Vivo en la región más azotada por el paro de todo un país que ya cuenta con seis millones de parados y sólo dejo una pregunta...¿hasta donde tenemos que seguir? Sé que suena triste y desamparado, pero es que hasta los que aún trabajamos vemos reducidos esos derechos por los que durante tantos años generaciones enteras han luchado y lo cierto es que esto no puede seguir así. No podemos aceptar malos trabajos poco remunerados sólo porque alguien crea que esto debe ser así.
No, no lo aceptamos.
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