Razones por las que no fui a votar en las últimas elecciones convocadas. Este es un tema que me lleva dando vueltas en la cabeza desde hace mucho tiempo. Arrepentidos quiere Dios, que se dice, pero había una razón de peso: que no importa a qué partido votes, siempre se sacará de la manga algo que no estaba en su programa electoral. Esa fue la razón mayor.
Otra fue el bipartidismo. Estoy en contra de saber de antemano que sólo habrá dos opciones al final. Y no quise formar parte de ninguna.
Sentí que las dos eran infieles a lo que promulgaban desde su púlpito y que se notaba mucho. No quise participar en esa pantomima.
Hay muchas razones muy largas de exponer por las que no quise ir a votar: opción voluntaria. Como sigo dando vueltas a esto sucede que hay algo involuntario: no dejo de escribir lejos de aquí, llevada por todas esas razones muy largas de exponer. Es por ello que el germen de nuevas historias que no tengo tiempo de escribir, no deja de brotar por todas partes. Y tomo notas, hago apuntes, comienzo pequeños relatos que en realidad serán novelas. Que llevará muchos años escribir y que sé que después de escritas no me parecerán bastante buenas. Pero que no podré no sentarme a escribir. Es la historia de mi vida, y he aprendido a encajarla porque es lo que me hace más feliz: sacar personajes de la nada y perseguirlos en sus motivos y realidades. Sé que el mundo está lleno de gente así, gente incomprendida y llena de coherencia, por estar inconforme con ese tiempo que le toca vivir.
Creo que la historia entera de la literatura nació así. Una parte la conocemos y admiramos. Otra parte se quedó en la oscuridad. Perdida en la nada más absoluta, es decir, volvió a integrarse de lleno en la naturaleza sin haber dado muestras de estar. Algo más para reflexionar.
A mi me parece bien lo que hiciste. Besos.
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