Bien, esta mañana volví a caer en la tentación, me puse a corregir un cuento de veinte páginas en principio que va por quién sabe cuantas, y soy incapaz de leer una sola frase sin añadir o quitar algunas palabras. El resultado mejora, lo que intento decir se amplía, la escena se hace más nítida y los personajes quizá cambien de edad. Pero lo cierto es que en vez de estar terminando, siempre estoy comenzando, subiendo a la nube y bajando y así, hasta algunas veces creo que jamás voy a finalizar. A veces, mientras conduzco, que es cuando pienso en mi vida con más claridad, me veo muerta de repente y con miles de páginas sueltas que no conseguí amarrar. Entonces pienso en mis descendientes, tan estupendos ellos y en todas esas hojas locas que les enloquecerán, y recupero de nuevo la urgencia de finiquitarlas de veras, pulirlas y darles forma; dejar que descansen en paz. ¿Y si no tener todo listo me hace volver de la muerte, una noche y otra, infinitas, con el deseo absoluto de escribirlas una vez más?
Espero que no. Es más, sé que no. Pero mientras conduzco a veces por las carreteras de siempre, mirando mi vida de lejos sé que esto de hacer y deshacer hojas no lo cambiaría por nada. Quizá termine en un manicomio, es cierto, pero quizá acaso si no escribiera podría acabar igual.
Os dejo una entrada de nota
Corregir es lo más tedioso. Porque te da la vuelta a tus pensamientos. Lo que creías perfecto deja de estarlo y los ánimos van al suelo!! ;-)
ResponderEliminarPero bueno, lo superaremos. Corregir quiere decir que tienes algo que releer y mirar para descubrir errores!! xD
El manicomio se ha hecho global.
ResponderEliminarEl mundo entero es un manicomio.
No padezcas.
Rebeka, creo que me gusta volver a lo escrito y volver a tomar parte en ello a tiempo presente. Es eso o es ya que no tengo remedio ;)
ResponderEliminarToro, es cierto, el mundo entero parece un manicomio. En cuanto un loco ordena todo a su gusto, se desconjunta todo.
ResponderEliminarSaludos