Por aquellos que dejan bolsas llenas de fajos de billetes hasta arriba un día tras otro en el pasillo de su casa, y después lo olvidan. Por sus esposas, antes felices y luego contrariadas, por sus amantes, antes satisfechas y ahora acongojadas; tan frágiles de memoria como ellos mismos.
Un minuto de silencio por toda la indignación que un día tras otro nos hacen sentir.
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