Esta mañana, por motivos que no vienen al caso, estuve revolviendo entre viejas fotografías para encontrar una en concreto, que al final aún no encontré, pero a través de esas instantáneas guardadas en varias cajas, descolocadas, encontré retazos de mi vida. Y me asomo para intentar recordar, ya en compañía, lo mucho que nos centramos en lo que intentamos conseguir, a costa de olvidar los cimientos de ahora. Estos cimientos hoy solidificados para sostenernos con fuerza, eran no hace tanto un sueño que nos parecía muy difícil de alcanzar, pero ahora es realidad; y siempre se nos olvida agradecerlo. A veces no todo es por casualidad, pero hace falta la suerte en gran medida, y a esa suerte la damos por hecha ya; una mala costumbre que de cuando en cuando hace falta ventilar.
En varias cajas guardo historias que jamás escribiré, pero que sin quererlo iré goteando entre alguna línea que otra. Es lo que se hace cuando se entiende que la vida sucede y que al final todo queda, como ese mar que al encogerse lleva consigo todas las lágrimas depositadas entre su arena; y todas las risas también. Somos una mezcla de muchas cosas y es una gozada mirar atrás sin arrepentirse de lo complicado del camino en muchos tramos, y de lo dulce también de sus muchos frutos.
A veces cuando me da por mirar este blog para buscar algo en concreto veo lo mismo, una parte del camino también está aquí, parte de mis sueños y de esos frutos tienen ese mismo tinte que colorea mi caja de fotografías. El camino no siempre es sencillo, a veces no tienes ni conciencia de que caminas, pero no te detienes y al mirar atrás todo tiene sentido. Hace unos días en una entrevista de trabajo la entrevistadora me preguntó por qué quería ese trabajo. En ese momento respondí: No se si lo quiero. Después la miré sin saber muy bien de dónde salieron esas palabras, pero brotaron de la verdad, y supe que en ese momento justo perdí toda posibilidad de ser elegida. Había cero posibilidad de trabajar en algo que en verdad no me entusiasmaba y más tiempo para vagar entre mis páginas sin escribir, todas esas que algún día espero compartir desde algo parecido a una profesión. (En mayor o menor medida).
En varias cajas guardo historias que jamás escribiré, pero que sin quererlo iré goteando entre alguna línea que otra. Es lo que se hace cuando se entiende que la vida sucede y que al final todo queda, como ese mar que al encogerse lleva consigo todas las lágrimas depositadas entre su arena; y todas las risas también. Somos una mezcla de muchas cosas y es una gozada mirar atrás sin arrepentirse de lo complicado del camino en muchos tramos, y de lo dulce también de sus muchos frutos.
A veces cuando me da por mirar este blog para buscar algo en concreto veo lo mismo, una parte del camino también está aquí, parte de mis sueños y de esos frutos tienen ese mismo tinte que colorea mi caja de fotografías. El camino no siempre es sencillo, a veces no tienes ni conciencia de que caminas, pero no te detienes y al mirar atrás todo tiene sentido. Hace unos días en una entrevista de trabajo la entrevistadora me preguntó por qué quería ese trabajo. En ese momento respondí: No se si lo quiero. Después la miré sin saber muy bien de dónde salieron esas palabras, pero brotaron de la verdad, y supe que en ese momento justo perdí toda posibilidad de ser elegida. Había cero posibilidad de trabajar en algo que en verdad no me entusiasmaba y más tiempo para vagar entre mis páginas sin escribir, todas esas que algún día espero compartir desde algo parecido a una profesión. (En mayor o menor medida).
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