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lunes, 23 de diciembre de 2013

Escapar al destino

Ayer puse la radio y de pronto no había nada que me gustase escuchar, a veces me sucede, por lo que el dial fue cambiando de un sitio a otro hasta que escuché algo que entre todo el ruido producido me dijo algo. Hablaba un hombre con un tono de voz vencido, con una resignación impuesta por las circunstancias en las que se encuentra, alguien que ni aún así piensa en tirar la toalla y sale a buscar entre las ondas, armado únicamente con la sinceridad que exige el momento y la emoción contenida, una mano tendida que sirva de ayuda a un proyecto en marcha que agotó sus recursos. Por el tono de voz y el modo de expresarse se adivinaba juventud. A modo de brevísimo resumen contó que hace unos años abandonó la seguridad que tenía en España para ir a ayudar a Perú. Allí fundó un hogar de recogida para los niños que son explotados en las minas y las niñas que son explotadas en los burdeles, porque ya sobre el terreno pensó que sería su mejor forma de colaboración. No se trata de alejar a los niños de sus hogares, sino de darles una educación que pueda alejarles de ese destino que ya tienen marcado.


El hombre solo quiere poder seguir ofreciendo un hogar a esos niños que libera de las minas y los burdeles. Quiere que puedan seguir teniendo un techo seguro sobre sus cabezas donde puedan dedicarse al estudio y donde labrarse otro tipo de futuro distinto a ese al que van destinados. Los niños en ningún momento son alejados de sus familias de origen, pero sí son custodiados y protegidos por esta fundación, que les procura alimento, estudio y techo, así como cuidados sanitarios.


En este momento están en una situación muy precaria, no tienen nada para comer. Y como mucho, si no llegan ayudas solo podrán mantener el hogar hasta marzo. El hombre con todo el peso sobre su conciencia, contaba que como no tenía tiempo de salir a buscar financiación, por estar ocupado en las tareas diarias que exige el cuidado de los niños, los ingresos habían ido mermando. Y que ante el cierre inminente había acudido a la radio, que hasta ahora fue siempre la solución, porque siempre había alguien escuchando al otro lado que después enviaba esa ayuda que les daba para ir tirando. 


Fue una entrevista de solo unos minutos, quizá porque no había mucho más que decir, toda la impotencia de quien está embarcado en un proyecto que da resultados, pero no tiene dinero, se dejaba oír. Hablaba la voz de hombre cuya única preocupación eran esos niños, porque el sueño de construirles otra vida es ya un hecho, pero siguen faltando medios para subsistir. 


Me hago eco de lo que contaba, el resto de la información está aquí:

http://hogarnazaret.es/como_ayudar.html

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