El problema de sacar tu novela de un cajón es que no sabes lo que vas a encontrarte al otro lado. No sabes si caerá en manos de alguien que respetará lo que tantos años de duda, esfuerzo, ilusión, desesperación...te ha costado, y por lo tanto te respetará como autor. O en manos de alguien que la descargue en un momento y la difunda por ahí, sin respetar la parte de ese contrato no escrito, que viene a decir que tu obra tiene un precio, el que le has puesto y justo ese que tú esperas recibir.
Hay gente que sigue sin entender que la diferencia entre que guardes tu obra en un cajón, lejos de las miradas ajenas, o que decidas publicarla en algún lugar -pongamos por ejemplo Amazon- se encuentra justo ahí, en que puedes ganarte un dinero para afianzar un oficio de por si inseguro y ganarte un respeto con el que conseguir que otros respeten tus horarios o incluso tu necesidad de escribir. Ganarte el respeto de dedicarle tiempo a tus mundos paralelos. Esta es a veces la mayor traba de cualquier escritor, que algunos no entienden que si se le pone empeño puede llegar a ser un oficio, uno de verdad, como ser médico o soldador, administrativo de banca, maquinista de tren, o qué se yo.
No quiero extenderme porque esta entrada es solo una excusa para dejaros un debate extenso e interesante que viene a resumir el origen de mis miedos a publicar aunque sea en un lugar en el que puedo hacerlo gratis. A veces no hay nada tan caro como la gratuidad. Decir que opino lo mismo que Teo Palacios y que entiendo su cabreo, cuando alguien no respeta tu trabajo no te respeta a ti, y tienes derecho a enfadarte mucho, mucho, aunque los demás sigan erre que erre con lo suyo. Quien no respeta las reglas pone piedras en tu camino, uno que ya no es nada llano de por si.
Os dejo su entrada, interesante por todo lo que cuenta y por los comentarios que suscita. Creo que resume un universo encontrado donde solo una verdad reluce, que cada quien se retrata a si mismo y que no todo vale, aunque algunos sigan pensando que sí.
Hay gente que sigue sin entender que la diferencia entre que guardes tu obra en un cajón, lejos de las miradas ajenas, o que decidas publicarla en algún lugar -pongamos por ejemplo Amazon- se encuentra justo ahí, en que puedes ganarte un dinero para afianzar un oficio de por si inseguro y ganarte un respeto con el que conseguir que otros respeten tus horarios o incluso tu necesidad de escribir. Ganarte el respeto de dedicarle tiempo a tus mundos paralelos. Esta es a veces la mayor traba de cualquier escritor, que algunos no entienden que si se le pone empeño puede llegar a ser un oficio, uno de verdad, como ser médico o soldador, administrativo de banca, maquinista de tren, o qué se yo.
No quiero extenderme porque esta entrada es solo una excusa para dejaros un debate extenso e interesante que viene a resumir el origen de mis miedos a publicar aunque sea en un lugar en el que puedo hacerlo gratis. A veces no hay nada tan caro como la gratuidad. Decir que opino lo mismo que Teo Palacios y que entiendo su cabreo, cuando alguien no respeta tu trabajo no te respeta a ti, y tienes derecho a enfadarte mucho, mucho, aunque los demás sigan erre que erre con lo suyo. Quien no respeta las reglas pone piedras en tu camino, uno que ya no es nada llano de por si.
Os dejo su entrada, interesante por todo lo que cuenta y por los comentarios que suscita. Creo que resume un universo encontrado donde solo una verdad reluce, que cada quien se retrata a si mismo y que no todo vale, aunque algunos sigan pensando que sí.
Hola Begoña. Estoy de acuerdo en que muchas veces donde mejor está una obra es en el cajón por lo menos de ese modo, somos dueños de ella por completo.
ResponderEliminarSaludos
Se piratea todo.
ResponderEliminarDa igual dónde y cómo lo publiques.
Esa guerra la tienes perdida.
Y lo que no se piratea es porque no interesa.
Besos.
Mistral, pero dueños tristes por no dejar que nuestros escritos se expresen a voluntad, ellos en cierta forma nacen para recorrer el mundo.
ResponderEliminarSaludos
Toro, por lo que leo en los comentarios de la entrada que dejo, está muy claro y reconozco que es algo que no esperaba. Quizá en el intervalo que va de escribir a publicar y de publicado a leído haya una concentración de suertes tales que nunca se puedan dominar. Quizá sea ese el encanto literario que hace que nunca nos logremos desenganchar de la palabra leída y la escrita.
ResponderEliminarSi solo hay dos opciones elegiría interesar, con todas las consecuencias.
Saludos