Hacía una eternidad que no entraba en esa zona de la ciudad, pero algo no había cambiado, estaban de nuevo en obras, es decir estaban levantando la misma acera por cuarta vez desde que recuerdo. Por eso me tocó caminar por un sitio atestado de gente y de coches, que casi detesto y es que cada vez soy más pueblerina y no lo puedo evitar. Vivo en un lugar rodeado de naturaleza y casi desierto, veo a muy poca gente cada día y para pasear me gusta el mar, por eso fue un contraste tan enorme que casi tuve que pelear con la ansiedad de pasar entre martillos picadores y andamios, camiones apurados y furgonetas de reparto crispadas, pero fui y volví desde la tienda de recambios de automóvil hasta el lugar lejano donde aparqué. Y de repente allí estaba, una librería de viejo que antes no estaba.
Al verla me alegré porque tiene un escaparate grande y muchas estanterías con diferentes libros, el sol relucía sin dejar ver y entonces acerqué la nariz para mirar, y un señor mayor, sentado en un sillón anticuado me enfocó desde sus gafas y casi quiso invitarme a saciar mi curiosidad. Sin embargo llevaba prisa y la cartera vacía, la pieza que había ido a buscar me había dejado pocas monedas y mi hijo lleno de grasa, me había apremiado al marchar: quiero que vuelvas pronto, porque además de esta pieza no sé si habrá otras que cambiar. Fue eso lo que más me privó de entrar, que no estamos en buena época ni para comprar libros viejos casi tirados de precio. ¿Qué me gustaría encontrar?, la verdad, no lo sé, quizá un libro que reúna todas las claves de la vida, como ese que encontré aquella vez cuando todo mi mundo se derrumbaba y hubo uno, que ya ni recuerdo que me sirvió de pilar y apuntaló mi futuro con mano de hierro y desde entonces en adelante ya no se derrumbó más, porque supe que era yo quien me derrumbaba bajo un peso que no había que soportar, solo dejarlo a un lado. Fue así como los libros entraron de lleno en mi vida para nunca más marchar, nunca leo lo suficiente ni aquello que leo me alcanza, siempre voy buscando más.
Sé que un día con mucha más suerte entraré en aquella librería y me llevaré algo de allí, tal vez para mí, quizá para regalar. Porque será mi forma de colaborar en que un oficio tan bonito como el de ese hombre, que apila libros y más libros, cajas y más cajas llenas que aún no tiene donde colocar, no se arruine por mucha crisis que haya ni en mi casa ni en otras casas, porque a veces, incluso en los tiempos complicados se trata de saber que cosa tiene más prioridad. Para mí los libros.
Sé que entre todas sus estanterías guarda un secreto para mí, uno que una vez descubierto iluminará mi mundo, siempre sucede así. Los libros y su magia secreta me guían, me acompañan, me consuelan, me llenan, me hacen feliz, me gritan que la vida sigue valiendo la pena ocurra lo que ocurra en ella. Por eso los celebro todos, incluso los que no leeré.
Por cierto, hay un libro que trata sobre el librero de viejo que estoy deseando leer:
ResponderEliminarhttp://www.culturamas.es/blog/2013/04/07/en-el-club-de-lectura-resenamos-el-aire-que-respiras/
También os recomiendo revisar bien todo lo que hay dentro de culturamas. Siempre interesante ;)
Me gusta esta entrada tuya, Begoña, besos.
ResponderEliminarAmapola, solo escribir es tan mágico como leer ;)
ResponderEliminarUn beso