A estas horas debería estar re escribiendo, porque en eso es en lo que estoy, no corrigiendo, como en principio pretendía, sino escribiendo de nuevo mi ópera prima. Después de pensar en ella durante casi diecisiete años, me perdonarán ustedes que no pueda ser la misma, sino otra versión; como supongo yo misma. Es imposible que hasta yo en este momento sea la misma que escribió por entonces, con todo lo que llovió después.
Luego ¿qué sucede?, que cuando no comienzo a escribir de madrugada me pilla el tren y ha pasado mi hora de escribir, con la tranquilidad que preciso para disfrutar al tiempo que escribo. Único requisito imprescindible para que el resultado sea el que quiero. De modo que sí, he estado perdiendo el tiempo, pero he de decir que no todo lo considero tiempo perdido. A veces pierdo el tiempo pero no es perdido, sino invertido. He aquí lo obtusa que soy, me consta, pero a veces, las musas se confabulan en traerme respuestas que alguna vez pedí.
¿Qué es un escritor?, es una persona. ¿Cuanta vanidad se alberga en un escritor?, la misma que en su persona. ¿Qué puede aprenderse de un escritor?, lo mismo que esa persona haya aprendido. ¿Dónde está lo importante pues?, en hallar a la persona adecuada para aprender lo preciso.
Pues bien, después de perder durante bastante tiempo la mañana doy por cerrado mi tiempo de hoy para escribir. Me compraría cinco horas seguidas de tiempo ahora mismo para mi ópera prima si pudiera, pero no puedo, de modo que otra vez será. E intuyo que habrá durante este año más días de lo mismo, se siente, tal vez nací así o tal vez me he ido estropeando con el tiempo, quién sabe. Os dejo lo que las musas me han dado como premio para compensarme por todo ese tiempo que perdí. No siempre son tan generosas, lo juro.
La sinceridad abierta de Care Santos. Lo dicho, un premio.
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