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martes, 9 de agosto de 2011

Yo no se olvidar

Los coches de choque daban vueltas sin parar cuando María escuchó de fondo la canción que una vez les perteneció a los dos. Al acercarse lo vio girar su cara hacia ella, como si apenas hubiese llegado a un lugar ya pudiese detectarla, su mejor amigo llevaba el coche, él solo intentó conducir sus sentimientos como un mal actor. Según el horóscopo chino era un caballo de fuego, que en ese instante relinchaba, entre el silencio absoluto de su soledad acompañada y los mil remordimientos de haberla perdido por un motivo tan nimio.

María pudo leer en sus ojos mil veces aprendidos, y lo supo al instante, por eso sonrió; supo que aún no había podido olvidarla, a ella que siendo tan solo una niña solo al verla lo eclipsó. Se sintió feliz de que siguiese cumpliendo su promesa de no olvidarla nunca, fue lo último que le dijo, la última frase que le oyó a través del teléfono que trajo su voz entrecortada entre sollozos. Unos ojos ya maduros observaron la escena de lejos y se cerraron por no ver, convencidos de lo mismo de siempre: el amor verdadero puede verse donde esté. Las circunstancias ya son otra cosa, pudiera ser o no ser; en todo caso siempre es más complicado retomar el vuelo que volar sin saber.


2 comentarios:

  1. El amor verdadero desprende tanta magia que no podrá ocultarse nunca.

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  2. Es cierto, pero por verdadero que sea no siempre sabe defenderse a sí mismo, a veces se echa piedras encima por disimular.
    Saludos

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