María, Ismael, Isabel y Javier tienen el mismo problema, falta de imaginativa, y un blog que atender. Nadie les ha pedido que tengan blog, pero quieren tenerlo y mantenerlo a toda costa, de modo que a falta de creatividad deciden salir en busca de bellas palabras allá donde estén. María ha entrado por casualidad en el blog de Jacinto, y ha copiado la mejor de sus entradas tal cual, dando por hecho que sólo estaba copiando el texto de un usuario cualquiera de la blogsfera; cuando estaba copiando sin saberlo frases dejadas al mundo por la Madre Teresa de Calcuta, puestas en forma de texto.
Jacinto copió el texto del blog de Elena, que a su vez lo copió del de Manuel, que a su vez lo copió del de Rosa, que a su vez lo copió de Martín, que a su vez lo copió de Alba, que a su vez lo copió de Sergio…Sin que ninguno de ellos aportara un mínimo de cultura a nadie, puesto que ni sabían en realidad de donde provenían tan sabias palabras, y tan sentidas. Un texto cuya autoría real era de Madre Teresa de Calcuta.
Sin embargo los seguidores de Ezequiel, que lo siguen desde hace años porque les gusta su modo simple de escribir, porque no hay en él vanidad alguna y sí muchas preocupaciones mundanas, conocían al dedillo todas esas frases de Madre Teresa de Calcuta, porque Ezequiel nunca tuvo intención alguna de atribuirse un texto que no le pertenece. Sólo quiso compartir la belleza de la palabra con aquella gente que le sigue, su único lema de siempre es dar lo mejor de sí y lo mejor que se encuentra. Aquello que le apuntala por dentro, aquello que le hace reír, que le causa fastidio o pena, que le obsesiona, que le persigue a veces, que no le deja dormir. Ezequiel encuentra en la escritura todos los remedios, y no encuentra mejor solución a sus problemas reales o ficticios, mejor aventura, mejor acicate, juego y propuesta diaria que eso de escribir. Escribir para él es un reto, el mismo reto que ha sido compartir, indisolubles ambas.
A lo largo y ancho de su blog Ezequiel es el mismo que en la vida diaria, sin artificios, inquieto, analítico e investigador, un lector acérrimo, un eterno investigador de todo aquello que se le pasa un instante por la cabeza, un retratista de interiores, un admirador de exteriores, un ser vivo que respira y deja respirar. Alguien honesto consigo mismo, y por lo tanto honesto con los demás. Nunca copia textos de otros, le sobra creatividad, y quizá de las entradas que lee surjan opiniones propias, ideas propias y sin saberlo esté creando algo nuevo con algo que no lo es; pero en todo caso al pasar por su filtro estanco son ya otra cosa. Y en todas las frases que admira, que le susurran bajito, que le suponen un enigma o una pronta solución, esas que ya son suyas siendo de otros, añade siempre que las copia: porque estas sabe que las copia, el nombre de su autor. Porque siendo serios, que a su modo las haga suyas, no significa que hayan perdido su autoría, que no, la autoría es algo que queda para siempre, y que pertenece solo a su autor. Respetarla es respetarnos a todos. Sin excepción.
Respetar la autoría es tan simple como poner el nombre del autor del texto al lado del mismo.
ResponderEliminarEs muy sencillo.
Saludos.
Y un gesto tan sencillo suele llevarnos a obras de ese mismo autor que desconocíamos. Un gesto tan simple nos enriquece a todos.
ResponderEliminarSaludos
Gran verdad lo que dices, Begoña. Vengo hasta aquí desde otro blog en el que se reclamaba la autoría de un texto que yo conocía, y detrás de mí has comentado confirmando mis palabras.
ResponderEliminar¿Tanto cuesta decir de quién son las palabras que publicamos? En mi caso escribo mucho, sí (algunas cosas con sentido, otras muchas sin él), pero lo que NUNCA he hecho ha sido poner textos sin decir el autor (salvo que no lo conozca, y lo digo igualmente).
Saludos.
Por cierto, he echado un vistazo en tu blog, y me da que me quedo a dar una vuelta más, con tu permiso....
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