Soy doña sí pero no, igual que Irene, la protagonista del libro El síndrome de Mozart, de Gonzalo Moure. Un libro que os recomiendo leer, porque contiene una historia sublime y digna de alabar, además de estar muy bien escrita. Pues eso, que soy doña sí pero no, y me encuentro embarrancada en una objeción a mi posibilidad de publicar en Amazón.
Según lo leído, para publicar en esta plataforma es necesario hacerse autopromoción, tener un twitter, un facebook, un blog, o algo que deje saber quién es su autor; porque al final es el autor quien ha de promover todos sus escritos y conseguirse un público fiel, para lograr el mínimo apoyo, en que consiste el arte de vender sin perecer. Creo que mi única posibilidad de lograr alguna retribución por mis escritos sería eso, publicar en Amazón, pero soy bastante reticente a mezclar mi vida privada con los escritos que quiero echar a volar en esa vida que quisiera comenzar a caminar con cierta independencia de mí.
No digo que no sea cierto que publicar en Amazón requiera una complicación mayor que la que se da cuando es una editorial normal la que publica. Solo digo que me gustaría conseguir lectores que se conformaran con saber de mí aquello que les aporte mi obra, y nada más. Que es como yo me he hecho lectora asidua de infinidad de autores de los que no sé apenas nada, porque nunca concedieron entrevistas, o las que concedieron en su momento son muy medidas y compactas. Aunque después con los años y la base asentada pudieran prodigarse más.
Es un contrasentido y lo sé, por un lado no quitaría una sola entrada de las publicadas en este blog. Todas ellas en su momento estuvieron bien, tuvieron un sentido y un significado importante para mí. Pero pese a ello no quisiera mezclar este blog y mi publicación en Amazón. Para mí son contenidos diferentes, que aún partiendo desde lo mismo tienen finalidades distintas. No es lo mismo escuchar el timbre de la casa a primera hora de la mañana y recibir a quien llega despeinada, en pijama y descalza, porque se trata de tu hermana; que escuchar el timbre de la puerta y correr a ponerte los tejanos y un jersey, amén de las zapatillas, porque quien llama es el cartero.
Si, lo sé, soy un caso perdido. Por algo titulé esta entrada buscando peros : /
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