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jueves, 24 de mayo de 2012

Sabed que para vosotros no escribo...

Os cuento algo que me sucede, en la vida diaria me encuentro con personas que no valen la pena, son escasas, la verdad, pero son gente que yo no quisiera que supieran nada de mí. Y cuando digo nada es más que eso; nada de nada. A veces me ven pasar de soslayo más rápida que el viento y me llaman, puedo hacerme la sorda, es sencillo, puedo apurar el paso, pero al final, lo que tienen de común estas personas es que pagarían todo lo que tienen y lo que no por saber algo de mí, y sea como sea me atrapan. Quizá con una carrera de fondo y una mano en mi hombro, un saludo aparentemente cordial y una frase promedio: ¿Cómo te va? Mi respuesta es Como siempre, y aunque parezca raro en mí es todo cuanto estoy dispuesta a contar. Entonces, como siempre ellas no cuentan nada de su vida, es lo que tienen este tipo de personas. Y tardan cuatro segundos en volver a indagar, no sobre mí, saben que de mí no les contaré nada, sino sobre gente común, vecinos, primos de vecinos, hijos de vecinos, compañeras de escuela, y el círculo más amplio que quepa imaginar. De lo cual me sacan lo mismo, ni una palabra. Pero me llevo información que no me importa nada de nada, que si se separó menganito por esto y aquello. Que si me enteré que esto y lo otro. Que si no se quien le dijo que  no se cuantos lo otro y lo demás. Creo que es imposible que no se me note la cara de vinagre, de modo que insisto en la prisa y a veces de forma muy grosera me marcho sin más. Da lo mismo, este tipo de personas nunca se enfada, parecen harto programadas para rajar y rajar. A diestro y siniestro. A toda hora y lugar.

Mientras estoy hablando con ellas o ellos, que haberlos hailos, me llega un pensamiento recurrente: por una desgracia enorme que no puedo descrifrar, esa persona se entera de que tengo blog. Y ha tenido acceso a leer todo lo que tengo escrito aquí. Aunque no lo parezca un día tras otro me afano en intentar dejar aquí algo que valga la pena. Algo que me resulte hermoso. Puede que no lo parezca, pero intento un día tras otro traer hermosura a este lugar. Vestirlo de colores que valgan la pena. Compartir algo valioso con los demás. Con gente que sea como esa gente que es valiosa para mí. Dejo descartada como si pudiera, a la gente que solo sabe hacer añicos a los demás. Esa gente que critica a todo y a todos. Que en vez de buscar lo que nos une, a todos los seres del planeta, escarba lo que nos confronta. Acentúa lo que nos divide, multiplica lo que nos traiciona. Sé que son ellos el motivo por el que temo tener blog: porque escribo para todo el mundo; menos para ellos. Esos que utilizan las palabras como balas. Que están siempre dispuestos a sangrar a los demás. Esos que mantengo lejos en mi vida diaria. Y lejos de los demás.

2 comentarios:

  1. Y seguirán estando lejos aunque lean tu blog, porque Begoña, ese tipo de personas jamás entenderá tus palabras. Porque para entenderlas hay que leer con el corazón.

    Y hay gente que de tanto criticar y maltmeter, le tiene muy podrido y arrugadito.

    Un abrazo, yo sé que eres más inteligente, que no puedan contigo, ni con tu voz. No les gustan las personas que se salen de lo corriente, en el fondo quisieran ser como tú, tener personalidad, por eso critican.

    Besos, Rebeca.

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  2. Que asco de gente,
    sabes la envidia es muy mala, hay personas que no soportan que seas autosuficiente y que pases de las frivolidades, como te entiendo, yo también huyo de esas personas pero siempre te las acabas encontrando por algún lugar, lo mejor la indiferencia y que revienten ellas antes que tú.

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