Desde el instante en que nació
fue el mejor regalo que pudo hacerle la vida
ahora que ser madre no le pillaba de nuevas
Día tras día intentó verla feliz
y que aprendiese a cuidar de sí misma
a partes iguales sobre la misma balanza
Pero sucedió que no siempre fue así
porque quiso aventurarse en sus propios caminos
y tropezó, se calló y se levantó de nuevo
Y anduvo derecha, y se tambaleó, y se detuvo
de nuevo un momento para mirar el mundo,
y el mundo la miró y se preguntó ahora qué
Sabiendo que ahora solo quedaba recomenzar
recoger amarras, volver a puerto y pensar
en como volver a ser, aquella otra a quien adoraban.
Un viejo refrán hebreo dice : "si caigo siete veces, me levantaré ocho".
ResponderEliminarA veces, solo nos queda cruzar los dedos para que cuando caigan, se levanten siempre.
Saludos
Es sorprendente como pase lo que pase, son nuestros mejores maestros. En toda situación. Y cómo sin pretenderlo terminan reaccionando como les enseñamos a reaccionar. Sin que hubiésemos sabido que les enseñábamos.
ResponderEliminarSiempre cruzaremos los dedos, porque en cualquier momento les volveríamos a dar la vida, a cambio de la nuestra.
Saludos