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martes, 10 de marzo de 2015

Apretando tuercas otra vez

De un tiempo a esta parte tengo la sensación de que jugar con los empleados de cualquier fábrica, o de cualquier empresa, o de cualquier negocio es demasiado fácil. Que la palabra dada no sirve de nada cuando no existe conciencia de debilidad. Que cuando se tienen todas las cartas sobre la mesa es muy sencillo hacer trucos de magia en los que siempre pierda el asalariado.
Porque ¿Quién defiende al trabajador? En teoría muchos grupos, pero en realidad nadie, cada uno está indefenso ante su propia suerte y cuanto más endeudado peor. Así se vuelven más manejables incluso y venden a quien tienen al lado. De todos los trabajadores, para un empresario, este es siempre el mejor, y van a la caza y captura. Digamos que en este punto los bancos y los politicuchos baratos, que se venden mejor que nadie, son quienes aguillotinan. Quienes condenan a los estropicios que a diario suceden dentro de cualquier empresa. Si esta da beneficios se pasan directos a la cuenta del jefe y si los beneficios no son tantos se comienza a recortar el salario de los trabajadores. Si unos aguantan el tirón, se prueba con otros, y si no hay igualdad, tanto da. Con la excusa de los malos tiempos estiran más y más la cuerda hasta llegar a ahorcar. Uno menos no les duele, cuando hay una lista interminable de gente queriendo entrar.
La sensación que tengo es que la palabra dada no sirve. La gratitud no existe. Un empleado nunca se exprime lo suficiente. No sangra lo suficiente. No se rebaja lo suficiente. Y suerte de aquel que se hace valer. Que ya no cree en esa educación que se usa de forma tan subrepticia para extorsionar. Suerte de aquel que conoce a su jefe y hace que este le conozca a su vez. 
Suerte de aquel que con mucho esfuerzo ha ido pagando sus cuotas y sabe cuanto le necesitan y cuanto vale. Suerte de aquel que comprende que el jefe tiene el puesto de trabajo, pero él la mano que obra que los saca adelante. Y que dentro de su empresa, diga lo que diga el jefe, todo depende de él.
De un tiempo a esta parte tengo la sensación de que en pre campaña electoral intentan idiotizarnos con trucos de magia, pero aquí lo que cojea es el trabajo, y sin trabajo no se come. Sin trabajo de un día para otro te quedas tirado en la calle. Nos sobran los ejemplos.
Leo un titular en la prensa: "Incertidumbre en Alcoa tras anunciar la firma que proyecta cierres de fábricas". (En diciembre de 2014 juraron un año entero de tranquilidad. Parece que ahora los años solo duran tres meses, si quienes se creen con todos los derechos del mundo lo quieren): Podríamos cambiar el nombre de Alcoa por tantos como queramos, la cosa está mal, pero parece que no hay que alarmarse, los bancos y los politicuchos están felices. De un tiempo a esta parte parece que vivo en Marte,  o en una pesadilla, da igual, si tuviese la cordura suficiente para pensar, pensaría que me cambié de país por despiste. Siento que la palabra dada no sirve, pero quién soy yo para decirlo, si hace años me comprometí a tener un libro listo en el plazo de un año y no lo cumplí. La realidad me abofetea a cada paso, y lo siento si no puedo meterme de lleno en esos mundos gloriosos que alguna vez imagino y contrastan de tal forma en el presente que incluso lo insultan. Lo siento si regreso al presente para quedarme aquí.

Lo bueno es que al final venceremos...o en su versión peor, tendremos que cambiar de país. 

viernes, 6 de marzo de 2015

Reflexión en voz alta

Escribir significa verter el alma, dejarte un trozo de la misma y compartirla con el mundo. Escribir exige desnudarte ante ojos curiosos y perder el miedo, aunque éste nunca se pierda . Escribir es el acto más profundo de confesión que pueda existir. 


Miguel Ángel Moreno



Comparto esas palabras al cien por cien. Se puede decir más alto pero no más claro. Escribir, para quienes hemos adquirido el vicio es irnos dejando jirones de piel. A veces es extenuante. Agota hasta los límites de uno mismo. Pero no sabríamos vivir sin escribir.

A veces, si se es lo suficientemente bueno y constante se obtiene un premio. Pero para poder llegar a eso lo primero de todo hay que saber concluir. Sin concluir una obra no podría presentarse ante el mundo. No obtendría ni un solo lector. Son los lectores quienes obran la otra parte del milagro necesario para que se conozca la obra de cualquier autor.

Si quieres saber lo que cuenta y como lo cuenta, aquí te dejo una invitación a su Blog


lunes, 2 de marzo de 2015

Mamá, ¿Por qué hablas tanto?

Paso a paso se acerca la primavera
traviesa cual niña que estrena nuevo vestido
o relucientes zapatos de domingo.


Ayer durante el día, la luz tenía ese matiz de los días de primavera que aún estar por venir. 
La tarde alcanzó ese brillo que filtrado desde las ramas de los árboles daba constancia de un cielo claro.
La noche un cielo estrellado en que -de conocerlas- habrías nombrado, una por una, las estrellas.

Y pese a todo la muerte siguió haciendo de las suyas: Los silenciosos cementerios volvieron a sumar. 
Respondiendo al ciclo de la vida, inagotable en su eternidad.

Uno no termina de explicarse de qué va este cuento que nadie sabe contar. De dónde venimos, hacia dónde vamos. Solo podemos saber a que dedicamos nuestro tiempo mientras somos. 
Por eso es preciso llenarlo de aquello que nos hace sentirnos vivos, para muertos ya tenemos ese tiempo que nos espera más allá del silencio. Ese silencio que un día nos sumirá...tal vez es por eso que hablo tanto. Quizá hablo para que no me callen. Para no callar mientras siga a tiempo.

sábado, 28 de febrero de 2015

El abrazo del boxeador, de Francisco Ignacio del valle

Este libro obtuvo el Premio Asturias Joven de Narrativa, 2000. Un libro que había intentado leer otras veces, pero que solo puede comenzar y concluir, leyendo desde una cierta distancia. El tema central versa sobre las drogas y la amistad, va de un grupo de amigos que se reúnen en un bar y viven una serie de peripecias que son contadas por un narrador que va poniendo todo lo que ocurre ante tus ojos -aquí es donde me hizo falta guardar una cierta distancia con lo que contaba, para poder quedarme hasta el final-, hay escenas crudas que cuentan una parte de ese submundo que permanece despierto en cualquier ciudad, mientras su otra mitad, duerme su sueño tranquilo. 

El libro es un libro rico en detalles y matices, que cuenta muchas cosas y todas diferentes, pero que sigue de cerca a Bosco, el amigo en torno al que sin saberlo muy bien, todos se reúnen. Y es así como asisten a su día a día cada paso más cerca de los infiernos y de los cielos también; porque como escritor también tiene sus momentos de gloria.

Debo disculparme porque había conseguido una entrada mejor que la presente y la perdí. A veces los ordenadores fallan y nos pierden cosas, que como podemos intentamos reponer. En un momento del libro le hacen una entrevista a Bosco donde le preguntan si cree que el dinero da la felicidad, él responde que no, pero que la imita demasiado bien. 

En esa afirmación no puedo estar más de acuerdo. Conocemos a mucha gente con problemas que el dinero siempre podría arreglar; nos los encontramos a diario de un tiempo a esta parte: en cada desahucio por ejemplo...

martes, 24 de febrero de 2015

Se estiman olas de 15 metros en el litoral

Esta mañana me acerqué al litoral para ver ese mar, a menudo calmo, que hoy acumulaba olas exageradas. Tomé algunas fotografías, que no reflejaban para nada la belleza de ese momento en que amanece y el gris del cielo es idéntico al de la marea, solo desteñido por el blanco cordón de espuma que deja su cresta atrás.

Hoy la iglesia aguantaba bien esa bajamar, que desde una cierta distancia cavaba la arena de sus orillas, dejando pequeños socavones, desde la distancia, la fuerza de la construcción añeja era tan imponente como siempre. El dique viejo recibía olas tan altas que a momentos desaparecía, entre esos caballos desbocados con sus crines echadas al viento. 

Por el momento nada hay que lamentar, tal parece que las fuerzas naturales se revelan ante lo que está pasando en nuestros juzgados. Si se tuviese la suficiente imaginación nos estarían diciendo que hay que erguirse sobre nosotros mismos para que algunas situaciones desaparezcan de una vez de nuestros horizontes. E indagaríamos en el origen de aquello que con su presencia parecen haber venido a contar.

Eran impresionantes el viento, la lluvia intensa y el mar crispado. Así como el cielo calmo, lleno de nubes, donde un sol tímido lidiaba por filtrar sus rayos; sin conseguirlo. Una estampa de un gris plomizo saludaba al día en que se han calculado olas de 15 metros en el litoral.

jueves, 19 de febrero de 2015

Verbo corregir

Cuando digo que sigo inmersa en la eterna corrección de mis novelas, en realidad estoy intentando lidiar con algunos conceptos que me resultan complicados. O lo que estoy es eliminando, añadiendo o reconduciendo en un intento de formar algo global que tenga un principio y fin sin llevar al sueño profundo de por medio.

Creo que hallé una herramienta valiosa que desde aquí quiero compartir, aunque vaya muy escasa de tiempo. Elegí la página en la que siempre me tropiezo, todos esos conceptos son harto complicados para mí. Ahí os la dejo:

Sin borrones

miércoles, 18 de febrero de 2015

El increíble viaje de Mary Bryant

El otro día comencé a ver esta película y aunque al principio me interesó, en un momento dado me resultó tan cruda que cambié de canal...y nuevamente volví para quedarme hasta el final. Me impactó, mentiría si no dijese que me tocó las fibras. Destacaría ante todo la voluntad férrea de sus protagonistas para sobrevivir pese a todo y el amor; ese capaz de volver a darse todas las oportunidades precisas. Vamos, el verdadero, el que uno se lleva desde esta vida a la otra y quizá incluso allí vuelva a resucitar.

El fallo que le vi fue ya no tanto que la niña en la mayor parte de la película no crezca, sino que un bebé pueda sobrevivir con aparente tranquilidad cuando los mayores desfallecen de tal forma. Un niño más crecido lo haría más creíble, pero incluso a eso le doy un margen de benevolencia por el resultado global.

Parece que la historia real de Mary Bryant difiere en algún detalle, pero eso lo dejo para quién quiera indagar. Como no puede haber opiniones idénticas os aporto alguna más:


http://cronicasenferrocarril.blogspot.com.es/2012/03/el-increible-viaje-de-mary-bryant.html

viernes, 13 de febrero de 2015

Preguntas que me rondan

Hay una duda que de un tiempo a esta parte ronda por mi mente. Veréis, a lo largo de la historia de la escritura, no han sido pocos los autores que han pedido a su albacea literaria que destruya sus escritos tras su muerte. Creo que Kafka fue uno de ellos y que su albacea, en vez de destruirlos, los publicó. La pregunta es ¿que hace Google?, ¿los destruiría o seguirían pululando por ahí? Quien dice Google dice Amazon, etc.

Junto a esta cuestión hay otra que me ronda. Si yo tengo este blog y a partir de un día de estos decidiese publicar una novela con otro seudónimo y comenzar una andadura con mi otra identidad como escritora de novelas ¿Google respetaría mi decisión de comenzar de cero? ¿Me mantendría para siempre desvinculada de este blog? Sé que sobre el papel lo haría, pero ¿llegaría a comportarse -a su manera- como el albacea de Kafka?

No es por nada en particular, o sí; en todo caso es que de cuando en cuando me surgen preguntas acerca de ese monstruo al que nadie le conoce la cara, el monstruo de Google; o San Google, aquel que todo lo sabe. Y aquel al que todos recurren.

lunes, 9 de febrero de 2015

Un sueño nace porque nace, de ahí en adelante vive. Esto es así

Hace días me regalé un portátil viejísimo para usar solo con el word. El chico que me lo vendió se volvió loco para demostrarme que servía para navegar por Internet, y aunque servía de muy poco y muy mal, se quedó de una pieza cuando sin regatear tan siquiera acepté su precio.
De una pieza se quedó la chica de la tienda de informática, cuando llegué con él y le dije que solucionara algunos problemas que tenía y le instalase un word, el que pudiera. Me comentó que esperaba que no hubiese pagado mucho por él porque era más o menos de la era de los dinosaurios. Sonreí con mi sueño entre los labios y el secreto anhelo de que el ordenador estuviese bien dispuesto a cumplir con su parte, porque yo pondría mucho empeño en cumplir con la mía. Cuando la chica de la tienda me lo devolvió dijo que navegaba sin problemas, no la creí, no navegaría ni para atrás, pero no le dije que solo lo quería para el word. O sí, se lo dije y la verdad, tampoco me entendió. Volvió a insistir en que navegaba bien y que sin Internet ningún ordenador servía para nada.¿¿¿...???
Ahora mismo lo iba a arrancar, pero antes debo hacer anotaciones, tengo ante mí un archivo de word de seiscientas y algo páginas a doble espacio. Cargadas de errores gramaticales y demás y sé que alguien tendrá que echarme una mano si en algún momento quiero subirlo a Amazon. Me han mandado tutoriales de cómo hacerlo, pero son demasiado complicados para mí como concepto. Y tampoco es el momento. Por ahora me queda elaborar un croquis en papel. Es decir, resumir la historia ya pasada a word, a papel, y leerla toda de principio a fin sin cambiar una palabra. Sudo de solo pensarlo, pero una escritora extranjera dice que en el momento en el que está mi escrito se debe obrar así; asegura que es inútil corregir palabra por palabra algo que sin duda volverá a cambiar en el proceso.(Parece poca cosa, pero es una exigencia que no sé si podré cumplir. Espero adquirir la disciplina necesaria en el trayecto).
Ya ni quiero contar el momento en que traje mi viejo portátil azul a casa y las risas y desconfianzas que desató. "No sirve para nada" fue lo primero que escuchó, después me tocó a mí "Tu sueño de escribir tampoco sirve para nada". No respondí. No voy a decirles nunca que mi sueño de escribir me salvó la vida hace tanto tiempo. No voy a admitirlo ni ante mí. ¿Cuánto vale este deseo de encaminar mis historias de principio a fin?, más que el concepto que tengo de mí misma, eso seguro. Y más que la realidad absurda que como país nos toca vivir. Por valer, vale más que todas las fortunas que ahora algunos no saben ni explicar de dónde salieron, o cómo crecieron hasta volverse desorbitadas.
Cuánto vale el sueño de encender un portátil viejo tiene una respuesta sencilla, con la casa a quince o dieciocho grados da gusto escribir. Es mejor que hacerlo desde otro ordenador con torre y monitor en el helado desván que en esta época no sube de los tres grados. 
Cuánto vale el sueño personal de cada uno es incalculable, aunque siempre lo pongamos en duda: Un sueño vale más que un tesoro; porque a poco que lo cuides se convierte en un valioso motivo por el cual vivir.

martes, 3 de febrero de 2015

Seguiremos viviendo, de Elisabeth Pedrosa

Se dice que Internet ha cambiado nuestra forma de leer, puede que sí, a mi parecer algunos buscábamos en los libros lo que ahora encontramos de otro modo más directo, sino mejor. Ayer mismo, viendo por casualidad una entrevista en televisión, sin saber absolutamente nada de una mujer a la que entrevistaban, con solo un clic llegué hasta el resto de la cuestión.

 Esa mujer es Elisabet Pedrosa, una madre que escribió un libro titulado Seguiremos viviendo. Un libro que comenzó a escribir dos días después de la muerte de Gina, su hija de 11 años. Si bien es madre de otros dos.

Con este libro quiere contribuir a que los cuidados paliativos pediátricos sean una opción disponible a todo aquel que los pida. Para su familia en esos momentos tan complicados, según cuenta, fueron una bendición.

Como decía, siguiendo al detalle la entrevista, con solo un clic, pude ampliar la información acerca de quién es y qué hace Elisabeth Pedrosa. Esto hace años sería impensable, nos volveríamos locos intentando recabar información. No voy a negar que esto ha cambiado mi forma de leer, me ha hecho mucho más selectiva, y como ser humano -quisiera pensar- mucho mejor. Es imposible que leyendo a personas tan especiales como ella (por el momento a través de su blog) uno no aspire a colaborar en cierta forma a llevar mucho más lejos el eco de su voz.



lunes, 2 de febrero de 2015

Desapego y orden, puzzle vital

Intento desapegarme de objetos viejos que hasta hace muy poco poseían vida. Si nos atenemos a la realidad, no, no la tenían, pero estaba tan conectada a ellos que durante mucho tiempo obré como si en vez de cosas fuesen personitas. Está bien recordar los pasos que dimos para llegar donde estamos, pero igual de importante es soltar lastre. Duele deshacernos de aquello que forma parte de nuestro pasado, pero que solo ocupa espacio y ya no necesitamos. Es un proceso lento que un día se empieza y se hace rutina. 

Hay que simplificar. Es menos costoso y más natural. Solo al restar lo que sobra uno se queda con lo necesario de verdad. A pasito lento de tortuga me voy desprendiendo de lo no tan necesario y voy guardando lo vital. 

Desapego, desapego, desapego. Verbo desapegar. 

Intento también cambiar mi relación con este espacio sin cambiar su significado. He aprendido a pasar días sin añadir una palabra. Al principio me ha costado casi tanto como dejar de respirar. Sin embargo he respirado. 

Intento encajar mis universos para que en vez de restar, se sumen. Para ello ha sido y es necesario desapegarme de todo lo que estorba a mi proyecto -dichoso proyecto-, la última corrección que vuelve pidiendo paso.

Empezar de cero. Siempre empezar de cero. Sabiendo de dónde se viene, pero ignorando dónde se va. Es necesario crear espacios donde vivir y soñar encajen dentro de un puzzle que no moleste, que se pueda conservar. Desapego y orden para no terminar más loco de lo que ya se está.

viernes, 30 de enero de 2015

Día de la Paz

Unicef nos aporta datos para la reflexión: Uno de cada diez niños está en peligro de muerte inminente porque vive en una zona de conflicto armado.

Estas cifras escalofriantes dejan claro que aún estamos muy lejos de haber conseguido toda la Paz que necesitamos. Queremos más.

Sin olvidar aquello de que la paz mundial empieza dentro de nuestras casas. En esto como en todo es necesario sembrar.


lunes, 26 de enero de 2015

Lo difícil es concluir y mantener con vida lo escrito

Lo difícil no es escribir, es hacerlo con mesura. Dominando el tiempo que le puedes dedicar. Conducir la historia en la forma en que quieres ordenarla.

Lo difícil, después de haberla concluido es no volver a empezar. No repasar hasta el infinito en busca de los gazapos o palabras que no cuadran donde están. Lo complicado es sacarla de tu cabeza y dejar espacio para recordar dónde guardaste las cosas, o los recados urgentes que tienes que llevar a cabo en su correspondiente horario. Cumplir los demás horarios y tareas es lo que no te encaja dentro del plan.

Lo casi imposible es que cuando le das espacio a una novela ella tenga la deferencia de dejarte ser tan eficiente en el resto de facetas imprescindibles en tu vida, esas que atañen a los demás. Son a su manera como la hiedra, primero asoman una hoja, y después sin saber cómo, te van enredando en ella y se van estirando sin ton ni son, reclamando el espacio de las rosas, de los geranios, de los gladiolos...hasta que armado y tijera en mano comienza la danza de la poda. Siempre lo complicado es podar.

Si ha ido creciendo demasiado tiempo a su antojo, sangra cuando la recortas. Y tal como la hiedra, en algún momento ramas y hojas van quedando muertas. Odias ese sentimiento de haber matado sin saber ni cómo lo que estaba vivo. 

Lo difícil pues no es escribir, es mantener con vida lo escrito el tiempo suficiente para concluirlo. 


viernes, 23 de enero de 2015

En plena campaña electoral todo revuelo

Huele a elecciones cercanas, todos se preparan para dar el do de pecho allá donde vayan. Les miro de reojo porque mientras ¿millones? de familias iban perdiendo sus derechos, me da la sensación de que callaban.

Y yo no olvido. No soy rencorosa pero no olvido.

Veo como asoman la patita por debajo de mi puerta y no les abro. Quiero un cambio de verdad en esta sociedad en la que vivo. Y si tengo que ser sincera, de momento, de todos los posibles candidatos desconfío. De unos porque ni tienen un programa creíble, ni les creo capaces de llevar a cabo lo que cuentan. De otros porque ya me están tardando en irse. Y de otros porque han estado demasiado tiempo callados viéndolas venir; o así me lo parece. De aquellos porque lo quiera o no, jamás se aproximarán a la meta desde la cual competir.

Huele a elecciones cercanas y todos se estiran satisfechos de sí mismos. Lamento decirles que yo sigo evaluando pruebas y de momento para mí todos tienen un suspenso. Sigo relamiendo heridas. Tiempo al tiempo.


jueves, 15 de enero de 2015

Un camión de ropa y material escolar para Ginea Cronakry


Keita Morique es un habitante de Guinea Cronakry que trabaja en Navia, concretamente en Ence, pero que no se ha olvidado de su gente, por eso ha comprado un camión con el que contribuir a la mejora de su región, que recientemente ha padecido la crudeza del Ebola, y se estima que aún se sigue padeciendo en un 5%.

No es un viaje exento de peligro porque son 6.000 kilómetros atravesando lugares conflictivos, pero Keita asegura que no tiene miedo, aunque un poco de “cosilla” sí.  Le embarga sobre todo la ilusión de contribuir a la mejora de las condiciones de vida de su gente, llevando ropa usada para niños y mayores, y material escolar que le quieran donar (el lugar de recogida será la portería de Ence, Navia, hasta el viernes 23), no es esta la primera vez que hará este viaje de 6.000 kilómetros, ya lo ha hecho una vez anterior. No hace mucho envió 4.000 euros para construir un pozo de agua, tan necesario para facilitar sus vidas y salvaguardar su salud. También construyó una escuela a la que aún le falta el mobiliario.
Keita es un hombre joven lleno de ilusión, que no olvida sus raíces ni la dificultad que los suyos atraviesan. Estoy segura de que de aquí en adelante seguiremos teniendo noticias suyas, porque aquello que un gobierno entero no consigue –a veces porque no lo intenta- logra conseguirlo una sola persona con un mínimo de determinación. Y sacrificio, por supuesto.
Guinea Cronakry, así como Keita, esperan un poco de colaboración.

No os perdáis la forma en que él mismo lo cuenta:


http://www.rtpa.es/sociedad:Campa%C3%B1a-de-recogida-de-ropa-usada-y-material-escolar-en-Navia-_111421264412.html

miércoles, 14 de enero de 2015

Lo que sin ser tan importante como antes, aún lo es

Hace semanas en una entrevista de radio, así sostenida al azar, alguien decía: "Ese tipo de cosas ayer te parecían tan importantes cuando las tuiteabas; y que ahora carecen de importancia. Que te parecen incluso tan estúpidas y te dices, cómo pude tuitear algo así...".

Dormidas dentro del disco duro de un ordenador que ya ni enciendo por no pelearme con su ritmo o su contenido, duermen mis novelas. Esas que una vez tuvieron tanto sentido y latieron con tanta fuerza y se han ido quedando a la espera de que pueda afrontarlas sin poner mi vida tan de cabeza. Tal vez a la espera de que pueda mirarlas sin ser tan consciente de que fui quien las escribiera y mostrarme de algún modo indulgente para extirparlas del disco duro y dejarlas fluir. Volverlas libres de ir por donde quieran. Incluso huir.

Me digo que tal vez un día encuentre la fuerza, o la debilidad necesaria, para sentirlas de nuevo importantes en mi presente. De momento no ocurre así. Siguen durmiendo su duermevela, quizá contentas, de no verme entrar de esa forma obsesiva por allí.

martes, 13 de enero de 2015

Primera lectura del año

Hace semanas desistí de seguir almacenando en mi casa aquellos libros que nunca pude leer. Esos que en diversas ocasiones intenté llevar a término, sin conseguirlo. Esos que más de una vez presté bajo advertencia y que otros tampoco consiguieron deglutir; ese tipo de libros que hacen perder la paciencia de quienes de buena fe intentan pasar un rato agradable o evadirse, y de paso aprender. 
Dentro de mi tarea de guardar solo lo que me sirve y desprenderme de aquello que ocupa un espacio innecesario en la casa, los metí dentro de una caja y semanas después los rescaté. Volví a intentar sumergirme en ellos y los devolví de nuevo a la caja, después los llevé a esa tienda grande que recoge todo aquello que te sobra. Un lugar donde a precio módico puedes encontrar infinidad de libros que leer, libros que para poder leerlos necesitarías cien vidas. Por tener, tienen de todo, vestidos de novia por 5 euros, muebles cayendo a trozos o cuadros que de solo colgarlos en tu pared te harían vivir continuas pesadillas. Pero tienen tal cantidad de libros de toda época o de toda clase, que como aficionada a leer no me resisto a pasarme por allí de cuando en cuando. Muy de cuando en cuando en verdad. Y voy buscando libros muy concretos, que aún no encuentro, por eso volveré una próxima vez. 
Ayer me encontré Flor del desierto de Waris Dirie, un libro tan hermoso que no pude resistir verlo de costado, lo puse encima del resto, para que alguien afortunado lo llevase a casa. Varios libros de Dickens, alguno de Zane Grey, pero sigo sin encontrar mi segunda parte de Guerra y paz, de Tólstoi. Fue una hora abundante la que me llevó decidirme por cuatro nuevos libros: Memorias de África, de Isak Dinesen en una versión antigua ( este lo compré para compartir, puesto que me fascinó hace años cuando lo leí), A educar también se aprende, de Miguel Silveira, ( a ver si me educa algo), Forastera, de Diana Gabaldon, (664 páginas que parecen divertidas y bien escritas) y Las cinco personas que encontrarás en el cielo, de Mitch Albom (me ha regalado 26 páginas gratificantes ayer mismo en cuanto me lo traje a casa, y estoy deseando leer otra vez). Lo siento por los Ebook, a mí me fascina leer en papel, abrir, cerrar, oler, palpar. Traer y llevar sin apagones imprevistos o destellos que me rompan los ojos. 
Soy consciente de que siempre saldré a buscar los mismos libros y nunca los encontraré. O tal vez puede que sí, a saber.
El motivo de esta entrada tan larga que no estaba planificada así, es que a veces parece que el firmamento nos observa de cerca. Ayer me traje a casa estos cuatro libros a un precio irrisorio, tal como si estuviesen expuestos allí para mí. Para aquella que hace unas semanas donó unos treinta libros y otras muchas cosas. 

jueves, 8 de enero de 2015

Viene del anterior

Desde mi última entrada no he podido dejar de darle vueltas a lo dejado en suspenso, ahí va mi valoración: No hay valentía cuando hablas protegido por todo tipo de blindaje. Sin embargo si eres un cobarde, nada te escudará de tu cobardía.
Decir que los españoles ya no temen perder su puesto de trabajo es un insulto a la realidad, nadie desde la última década tuvo mayor temor, al ver la facilidad con la que de un día para otro te dejan tirado en la calle. Con menos prestaciones por desempleo, mayor dificultad de encontrar otro lugar donde trabajar, con la subida de impuestos al alza o la carestía de vida subiendo un peldaño más. Con menos presupuesto para los fines sociales y la sanidad...
Y es también una falta de respeto a quienes se han visto endeudados hasta las orejas por lograr algo tan vital como un plato diario en la mesa, o para quienes sin miramientos y en tropel fueron desahuciados. Se vieron obligados a cerrar sus empresas o han tenido que poner tierra de por medio para buscar una forma de vida, digna, en el extranjero. 
Y así podríamos seguir desgranando gota a gota la realidad: Atravesamos tales turbulencias que con tanto ruido hemos perdido los sueños; se aletargaron hasta que pase el rigor de este invierno frío, donde todo parece imposible, incluso soñar. No pueden brotar ni los sueños en esta tierra yerma donde cada día nace una nueva trola con la que intentar sembrar normalidad. La normalidad, señores, desde luego, es otra cosa.


viernes, 2 de enero de 2015

Menudo titular

"La gente ha perdido el miedo de quedarse sin puesto de trabajo".

Al leerlo he intentado ser buena, sin conseguirlo. Esperaba que el cambio de año me hiciese mejor persona, pero va a ser que no. Releo el titular por enésima vez y constato que algunos no llegarán a caerse nunca del guindo.

Incluso llego a dudar, de si hay que ser muy cobarde o muy valiente, para en el año que arranca, esgrimir tal titular.