La vi y la encontré feliz y sonriente, quince kilos más delgada, mejor vestida, aunque sólo esa sonrisa la hubiese vestido de pies a cabeza como a una reina, pero su ropa era más alegre, tal vez porque reflejaba su momento vital. Más por formular una pregunta hecha que por indagar le pregunté qué tal estaba y me respondió que bien, pero no fue por intentar aparentar algo que en el fondo no sentía, como otras veces, sino por constatar la realidad. Le dije que estaba estupenda y que había adelgazado mucho, ella me respondió que era por tanto amor.
Algo me habían contado algunas cotillas, escandalizadas hasta la médula; sin embargo yo sólo me alegré. Aún no le había perdonado a su marido que la pegara cuando intentó que recapacitara antes de dejar su vida por correr tras otra mujer, y nunca le perdonaré, porque a una mujer no se la pega por causa alguna sobre la faz de la tierra; y menos a una mujer tan buena, buena, buenísima como ella. Me alegré de que al fin dejase de besar el retrato de su marido todas las noches para pedirle que volviera y lo imaginé por fin boca abajo al fondo de cualquier cajón. Quizá sustituido por un nuevo retrato o por un pensamiento feliz al fondo de su cabeza.
Yo sabía que una mujer como Sole volvería a la vida tras aquel abandono tan majadero, y más en la forma en que se dio. Pero no hubiera podido hacerlo sin sus amigas, sin su familia, sin todo ese entorno que la empujó a vivir de nuevo; o sin el apoyo constante de sus hijas. Ese entorno que le exigía a diario quererse más y mejor, salir al mundo sin miedo y mostrarse tal cual era. Ahora es una mujer nueva, nada que ver, lejos quedan sus enormes ojeras y su apariencia de estar muriéndose en vida, incluso al sonreír se advierte la sombra de esa niña plena de ilusiones que vuelve a ser.
Un blog donde la tristeza y el buen humor caminan de la mano. Donde los límites entre fantasía y realidad se entremezclan hasta conformar un solo presente.
miércoles, 22 de mayo de 2013
martes, 21 de mayo de 2013
Mi país inventado
Este libro de Isabel Allende hace un intenso recorrido por su vida y su país, así como por su tiempo de periodista y ese tiempo que le tocó vivir en su Chile natal. Antes de que según ella se instalara para siempre entre sus huesos esa nostalgia de la que ya más nunca se libró. Sólo decir que entre las muchas reflexiones que engarza entre sus páginas encuentro pensamientos que alguna vez tuve, o hechos que de alguna forma viví, quizá por ese hilo común que tiene toda escritura, o por eso de que cada país se asemeja en algo a los otros. Mientras leía llegué a pensar que la mentalidad chilena se parece mucho a la de estos pueblos de aquí, algo que se hace raro viendo tanta distancia en el mapa.
Mi país inventado es un libro de memorias y de documentación sobre la historia chilena. Hace un repaso global sobre su vida y obra, y una disección seca de su país, ambos en una conjugación que según cuenta ha tratado de ordenar, pero que le ha sido imposible por eso de que los recuerdos tan pronto vienen como van. Yo diría que aunque ella no lo sepa lo ha conseguido. No es sencillo conjugar la propia vida con el pulso fidedigno de un país. Relatar al mismo tiempo la vida de una niña que crece más o menos comprimida en las convenciones, que el rumbo que va tomando ese país en el día a día que luego habrá de resumir; algo que hace con sentimiento y con cabeza, logrando que incluso yo, entienda algunos conceptos gubernativos por vez primera.
Este es un libro que compré hace mucho tiempo al precio de un café. Que dejé hace meses a una persona que al devolvérmelo me dijo: no está mal. Qué distintas somos las personas, a mí me encantó. Me llevó bastante tiempo leerlo, de modo que me alegré de no tomarlo prestado de la biblioteca con sus plazos de quince días, que a veces me hacen desistir de llegar con un libro hasta el final. Y es que hay libros que deben leerse a su ritmo, saboreando todas las palabras conjugadas de acierto. Dejándose asombrar. Es un libro que recomiendo.
Un libro que como todo buen libro a medida que pasan las páginas va ganando intensidad, para culminar en ese momento en que en vez de cerrar el libro quisieras leer mucho más.
Mi país inventado es un libro de memorias y de documentación sobre la historia chilena. Hace un repaso global sobre su vida y obra, y una disección seca de su país, ambos en una conjugación que según cuenta ha tratado de ordenar, pero que le ha sido imposible por eso de que los recuerdos tan pronto vienen como van. Yo diría que aunque ella no lo sepa lo ha conseguido. No es sencillo conjugar la propia vida con el pulso fidedigno de un país. Relatar al mismo tiempo la vida de una niña que crece más o menos comprimida en las convenciones, que el rumbo que va tomando ese país en el día a día que luego habrá de resumir; algo que hace con sentimiento y con cabeza, logrando que incluso yo, entienda algunos conceptos gubernativos por vez primera.
Este es un libro que compré hace mucho tiempo al precio de un café. Que dejé hace meses a una persona que al devolvérmelo me dijo: no está mal. Qué distintas somos las personas, a mí me encantó. Me llevó bastante tiempo leerlo, de modo que me alegré de no tomarlo prestado de la biblioteca con sus plazos de quince días, que a veces me hacen desistir de llegar con un libro hasta el final. Y es que hay libros que deben leerse a su ritmo, saboreando todas las palabras conjugadas de acierto. Dejándose asombrar. Es un libro que recomiendo.
Un libro que como todo buen libro a medida que pasan las páginas va ganando intensidad, para culminar en ese momento en que en vez de cerrar el libro quisieras leer mucho más.
viernes, 17 de mayo de 2013
Alto y claro
Vivimos en tiempos de maquillaje de realidad, de evadir responsabilidades, tiempos de despistar, de repetir constantemente términos que significando una cosa representan otra, para difuminar su sentido y que a fuerza de ser dichos pierdan su gravedad.
Como espectadora, la mayoría de las veces sólo escuchadora de telediarios; o lectora de periódicos, a veces siento que no me cuentan toda la verdad, o que intentan contarme otra clase de realidad. A veces me enfado mucho con los contrastes cada vez más evidentes entre los fuertes y los débiles, la impunidad de los unos y la desprotección de los otros.
Es una época en la que comienzo a descreer mucho y por todas partes, en la que comienzo a tener convicciones propias y en la que, de entre todas las voces del mundo selecciono unas pocas. Aquellas que están contando toda la verdad mientras otros distraen. Quizá si en cada telediario no existiese alguien dispuesto a contar la parte de verdad que no puede obviarse, o en cada periódico no hubiese alguien capaz de decir alto y claro lo que sucede, a estas horas me creería loca. A veces uno busca y no encuentra, pero cuando lo hace, constata que el mundo pese a todo sigue en sus cabales y se tranquiliza, porque no es que estemos locos, es que algunos intentan confundirnos, otros en cambio nos ayudan de un modo directo a dilucidar. Estos son los que sirven y debemos estar atentos porque no son tantos, pero cada uno de ellos vale por un millar.
http://www.lne.es/opinion/2013/05/16/violencia-clase/1413142.html?utm_medium=rss
Como espectadora, la mayoría de las veces sólo escuchadora de telediarios; o lectora de periódicos, a veces siento que no me cuentan toda la verdad, o que intentan contarme otra clase de realidad. A veces me enfado mucho con los contrastes cada vez más evidentes entre los fuertes y los débiles, la impunidad de los unos y la desprotección de los otros.
Es una época en la que comienzo a descreer mucho y por todas partes, en la que comienzo a tener convicciones propias y en la que, de entre todas las voces del mundo selecciono unas pocas. Aquellas que están contando toda la verdad mientras otros distraen. Quizá si en cada telediario no existiese alguien dispuesto a contar la parte de verdad que no puede obviarse, o en cada periódico no hubiese alguien capaz de decir alto y claro lo que sucede, a estas horas me creería loca. A veces uno busca y no encuentra, pero cuando lo hace, constata que el mundo pese a todo sigue en sus cabales y se tranquiliza, porque no es que estemos locos, es que algunos intentan confundirnos, otros en cambio nos ayudan de un modo directo a dilucidar. Estos son los que sirven y debemos estar atentos porque no son tantos, pero cada uno de ellos vale por un millar.
http://www.lne.es/opinion/2013/05/16/violencia-clase/1413142.html?utm_medium=rss
jueves, 16 de mayo de 2013
Me alegro de desdecirme, quede claro
La vida me contradice, ayer decía en mi entrada que no son buenos tiempos para comprar libros. A mi lado sobre la mesa una edición hermosa de Guerra y paz, primera parte y a precio de un café. La cosa viene después de haber sacado un libro de la biblioteca, haberlo devuelto después de fecha y haberlo perdido. No se me enfade García Márquez, ese libro lo escribió él, y era para un trabajo de instituto; aún no lo encontré. Sé que lo dejé en una biblioteca y que era de otra, que como ese día anduve muchas estanterías y me llevé dos libros hay distintas opciones: si lo dejé unos instantes sobre una mesa para hojear otro y se me olvidó allí, o si lo posé en alguna estantería de los varios descartes que hubo. O si al devolverlo en la biblioteca que no era, alguien se lo quedó, porque no puede devolverse si no es de allí, o si ese día en que recuerdo al hombre que lo recogió, está sólo en mis sueños. El caso es que debo hacerme con un ejemplar de Crónica de una muerte anunciada para devolverlo a la biblioteca y ayer entré en ese lugar donde recogen los donativos de todo tipo, libros, ropa, calzado, enseres de cocina, muebles, aparatos de gimnasia y demás, para intentar encontrarlo.
Sucede que allí no ordenan los libros, me dijo la dueña, los colocan como llegan y tal como pueden por las estanterías, hay millares de sorpresas a precio de un café. Buscando y rebuscando encontré una edición hermosa de Guerra y paz, de León Tólstoi, pero sólo la primera parte. De modo que me afané en encontrar la segunda parte que debiera andar por allí, aunque no, estaban tres primeras partes y ninguna segunda. Una versión estaba incluso envuelta en su celofán y contenía una leyenda, Gratis, como de haber sido parte de una promoción, me dedidí por aquella aunque ningunos de esos libros fueron siquiera leídos y son muy recientes, eso lo dice el papel. De paso me encontré un libro divino para embarazadas y todo lo que conviene saber durante el embarazo, era una edición tan preciosa que pensé en la persona a quien querría regalarlo, pero de momento no había embarazo, así que lo descarté. Horas más tarde me anunciaban a bombo y platillo la noticia de ese niño con foto de ecografía, maravillas de la tecnología, de modo que en unas horas saldré a por él. La vida es un engarce de prodigios que suceden ante tus ojos y luego se materializan.
Tengo 477 páginas de Guerra y paz, en una edición que es una maravilla a precio de un café, de modo que concluyo, pese al gobierno desastre que tenemos y la crisis que no perdona, si se quiere, siguen siendo buenos tiempos para leer.
Sucede que allí no ordenan los libros, me dijo la dueña, los colocan como llegan y tal como pueden por las estanterías, hay millares de sorpresas a precio de un café. Buscando y rebuscando encontré una edición hermosa de Guerra y paz, de León Tólstoi, pero sólo la primera parte. De modo que me afané en encontrar la segunda parte que debiera andar por allí, aunque no, estaban tres primeras partes y ninguna segunda. Una versión estaba incluso envuelta en su celofán y contenía una leyenda, Gratis, como de haber sido parte de una promoción, me dedidí por aquella aunque ningunos de esos libros fueron siquiera leídos y son muy recientes, eso lo dice el papel. De paso me encontré un libro divino para embarazadas y todo lo que conviene saber durante el embarazo, era una edición tan preciosa que pensé en la persona a quien querría regalarlo, pero de momento no había embarazo, así que lo descarté. Horas más tarde me anunciaban a bombo y platillo la noticia de ese niño con foto de ecografía, maravillas de la tecnología, de modo que en unas horas saldré a por él. La vida es un engarce de prodigios que suceden ante tus ojos y luego se materializan.
Tengo 477 páginas de Guerra y paz, en una edición que es una maravilla a precio de un café, de modo que concluyo, pese al gobierno desastre que tenemos y la crisis que no perdona, si se quiere, siguen siendo buenos tiempos para leer.
miércoles, 15 de mayo de 2013
Verbo seleccionar
Se dice que las bibliotecas ya no recibirán tantos libros por falta de fondos. Es curioso, ayer me paseaba por un hipermercado y los libros ocupaban un espacio enorme, estaban tirados de precio y sólo paseé admirándolos a cierta distancia, porque tampoco es una buena época para comprar libros. Es lo que tiene la situación presente, que ni viven ni dejan vivir. Que las malas decisiones de unos nos encierran a todos y que en definitiva no son buenos tiempos para la literatura, ni para escribir esperando rentabilidad. Aunque confieso que sigo dedicando el mismo tiempo a escribir y corregir lejos de aquí, es un bálsamo del que no puedo prescindir y menos en estos tiempos en que un sueño mantenido a lo largo del tiempo no tiene precio, porque es la riqueza en sí.
En estos días, como sucede en este mundo de la red, me topé con un libro que quisiera tener, -por querer quisiera tenerlos todos-, pero hablo de un libro que me apunté para leer, porque su temática me interesa sobremanera. No son buenos tiempos para que los chicos lean, andan demasiado enfrascados en las historias que les cuentan los amigos de todas partes y en las que ellos les cuentan a su vez, escribiendo en un teclado, eso sí. Diría que escriben más que nunca pero que les cuesta leer, lo digo por la cantidad de libros que amontonan por todas partes y que al final son devueltos sin leer. No creo que sean buenos tiempos para los escritores. Paseando por el pasillo del hipermercado atestado de libros a un mínimo precio y en el que nadie los hojeaba, lo constaté. A día de hoy los pasillos que se llenan son los de comida, como en los abastecimientos masivos a la espera de una guerra, la de las carteras vacías, no hace falta más que ver a la gente que busca y rebusca en la suya antes de pagar la cuenta y ese susto final al advertir lo que queda al fondo, sabiendo lo fácil que se irá.
Pues bien, he aquí un libro que espero leer, en un momento en que corrijo y escribo en todos mis ratos libros y leo muy poco. Un tiempo en que selecciono mucho las lecturas, porque hay mucho libro editado que ni atrapa ni engancha, ni entretiene ni instruye, ni divierte ni enseña. Malos tiempos quizá, pero más selectivos, menos complacientes, más eficaces en cierta forma, por eso de que de todo lo malo algo bueno quedará.
El libro del que os hablo es este. No dejo el enlace directo por la mucha publicidad que lo rodea, se siente:
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/04/26/actualidad/1366997359_478050.html
En estos días, como sucede en este mundo de la red, me topé con un libro que quisiera tener, -por querer quisiera tenerlos todos-, pero hablo de un libro que me apunté para leer, porque su temática me interesa sobremanera. No son buenos tiempos para que los chicos lean, andan demasiado enfrascados en las historias que les cuentan los amigos de todas partes y en las que ellos les cuentan a su vez, escribiendo en un teclado, eso sí. Diría que escriben más que nunca pero que les cuesta leer, lo digo por la cantidad de libros que amontonan por todas partes y que al final son devueltos sin leer. No creo que sean buenos tiempos para los escritores. Paseando por el pasillo del hipermercado atestado de libros a un mínimo precio y en el que nadie los hojeaba, lo constaté. A día de hoy los pasillos que se llenan son los de comida, como en los abastecimientos masivos a la espera de una guerra, la de las carteras vacías, no hace falta más que ver a la gente que busca y rebusca en la suya antes de pagar la cuenta y ese susto final al advertir lo que queda al fondo, sabiendo lo fácil que se irá.
Pues bien, he aquí un libro que espero leer, en un momento en que corrijo y escribo en todos mis ratos libros y leo muy poco. Un tiempo en que selecciono mucho las lecturas, porque hay mucho libro editado que ni atrapa ni engancha, ni entretiene ni instruye, ni divierte ni enseña. Malos tiempos quizá, pero más selectivos, menos complacientes, más eficaces en cierta forma, por eso de que de todo lo malo algo bueno quedará.
El libro del que os hablo es este. No dejo el enlace directo por la mucha publicidad que lo rodea, se siente:
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/04/26/actualidad/1366997359_478050.html
lunes, 13 de mayo de 2013
Caminemos en la misma dirección
Os cuento algo estupendo que me pasó anteayer, mi hijo me dijo una frase simple: Te pasé un vídeo a tu tableta - lector electrónico que pensaba usar sólo para leer-, que quiero que veas cuando tengas tiempo, te gustará. Suelen gustarme mucho sus recomendaciones, de modo que busqué un hueco para verlo...y me encantó.
Ese vídeo pertenecía a un programa que nunca se pierde porque le encanta, y que a mí me gusta, pero que a esas horas ando tan atareada por la casa que casi nunca veo, craso error que a partir de ahora ya sé solucionar; pasándolo a la tableta como él me enseñó a hacer. Y es que los hijos terminan siendo nuestros mejores maestros porque nos conocen como si hubiéramos compartido un mismo cuerpo alguna vez. En ese vídeo, se conjugaban juventud y ancianidad, deseo de aprender y deseo de enseñar, y quizá algo más, quizá se recogía en cierta forma el testigo en valores para generaciones futuras, me gustaría que sí. Ese vídeo reunía a una persona que mi hijo admira muchísimo y otra que admiro yo, a mí la muerte no me aleja de aquello admiré alguna vez; lo que admiro se hace eterno.
En una parte de la grabación el hombre de mayor edad hace una referencia a Internet muy positiva, viene a decir que es un lugar que aún está por construir y que desde aquí se puede dar un salto importante para defender los valores sociales que hoy faltan en las capas del poder. También casi a lo último de esta maravillosa entrevista que todos debiéramos ver se establece el compromiso de volver a charlar dentro de cincuenta años. Los dos están de acuerdo en hacerlo, de modo que yo les propongo que mantengamos viva esta entrevista durante al menos cincuenta años, viéndola de vez en cuando. Es una petición saludable cuando a diario estamos sometidos a tanta manipulación.
Os dejo ese vídeo aquí, disfrutadlo AQUÍ
sábado, 11 de mayo de 2013
Unos mueren, otros se enriquecen
Aprendí a coser y fue algo de lo más apasionante que aprendí nunca, mirar una revista, ver un vestido bonito y confeccionar los patrones, salir a comprar la tela y coser durante noches enteras mientras mi casa dormía, porque eran las horas en que había tranquilidad y el trabajo que aún tenía pendiente no me dejaba dormir.
Hasta que sin saber cómo, un día de pronto la tela comenzó a ser mucho más cara que la ropa ya hecha. Y dejé que coser mi propia ropa como un método de ahorro eficaz.
Ahora sé que hubo millones de muertos de por medio. Os dejo la explicación AQUÍ
Hasta que sin saber cómo, un día de pronto la tela comenzó a ser mucho más cara que la ropa ya hecha. Y dejé que coser mi propia ropa como un método de ahorro eficaz.
Ahora sé que hubo millones de muertos de por medio. Os dejo la explicación AQUÍ
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