A veces uno se encuentra con que hay gente miserable por todas partes, gente que es capaz de comerse la comida de un hambriento, de negarle la curación a un enfermo de enfermedad mortal, o de negarle el futuro a un niño pequeño e indefenso.
Es triste pensar en la gente que ha mandado su granito de ayuda con la esperanza de que sirviese allí donde más se precisaba. Pensar en las pequeñas necesidades que tal vez se hayan negado en esperanza de lograr un bien común, y tan necesario como sentir que somos parte de un universo que cuando camina hacia el mismo lado logra lo imposible. Es triste saber que se siguen poniendo zancadillas al avance de todos junto a todos por aquello en lo que aún creemos: un mundo justo para todos, con las mismas oportunidades y derechos. Pero quizá lo más triste de todo es que tal vez en la próxima catástrofe nos crucemos de brazos por el miedo a que alguien se enriquezca con lo que enviamos. Entonces será cuando de verdad unos pocos nos hayan coaccionado.
Quiero pensar que haya un modo de saber donde se esconde todo ese dinero, y un modo de enviarlo allá donde aún hace tanta falta, el lugar donde tantas almas ya han dejado de latir solamente por no tenerlo a tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu lees desde la invisibilidad y puedes aportar algo a este lugar, para ello existe