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jueves, 4 de noviembre de 2010

Esperando por mí

Tal parece que esperaba por mí, eso se diría por el modo en que estaba dispuesto, tan estirado, tan arrogante, mirándome desde la distancia para llamar mi atención, y claro sólo pude acercarme hasta atrapar su título. Entonces lo reconocí, era el libro ganador del último premio a que me presenté, y quizá me presentaré, estaba claro que tenía que traerlo a casa para compararlo con la historia que envié, el objetivo último es una última corrección de la corrección ( me agota si lo pienso fríamente) para ver si puede rescatarse y volverse a enviar, en busca del milagro aún ni inventado. Ya no creo en los milagros, esa es la parte que me desinfla y me hace darle tiempo al tiempo, quizá una eternidad.

Pues bien, después de -lo siento- abandonar la lectura de Rapsodia Gourmet en sus primeras páginas con lo mucho que me gusta, porque no puedo concentrarme. Me pregunté si podré conseguir leer este nuevo libro hasta el final, y supongo que sí puedo porque me gusta la intriga con que empieza, me gusta cómo cuenta las cosas y me gusta lo que lo hace inusual, intercala un poema de hojas desgastadas y amarillas, no un poema cualquiera, uno escrito en 1954 y que parece encerrar el enigma de un asesinato. Me gustan la propuesta y la novedad, de modo que a mi comparación odiosa he de unir el talento creativo, la morosa elección de las palabras y el placer de ir descubriendo la historia a medida que leo. El libro se titula Mujer mirando al mar, y estaba expuesto en la biblioteca que suelo frecuentar, es curioso, pero el primer viaje de ese libro es a mi casa. Mis hijos se rieron cuando les dije que en vez de ese libro pudiera haberse editado el mío, así por casualidad; y de solo imaginarlo me dio vértigo; me gusta demasiado la tranquilidad y sentirme la dueña absoluta de mi vida. Quién sabe cuantas cosas podrían cambiar. Por otro lado también me gustan demasiado los retos y si lo traje a casa fue para concretar qué cualidades son las que valoran en ese premio, me va quedando más claro ya. Se valora lo novedoso y lo bien hecho, por tanto todo cuanto pueda cambiar cambiará a mejor; más que suficiente para poderme retar.

Solo hay un placer mayor que escribir, y es leer un libro cuando consigue atraparte, embaucarte, impresionarte y espolearte, cuando consigue llevarte a una última corrección de la corrección que lleva por premio una mejor cohesión. Un cesar del mar embravecido de textos propios y una calma ajena en que poder remar, disfrutando bajo un cielo azul e infinito de olas ondulantes que impregnen paz.

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