Me pregunto cuantos pescadores se vieron perjudicados por el vertido de un chapapote que tal vez se pudo evitar. Y quién se hizo cargo de las facturas que ellos no pudieron atender, por la escasez de recursos que el susodicho chapapote trajo consigo.
Me pregunto a quién importa la desgracia de los trabajadores que si no pueden faenar no pueden comer. Que si no reúnen dinero no pueden pagar.
A veces tengo la sensación de que lo que les ocurre a los pequeños no les importa a los grandes. Y que esto es así en todas las facetas de la vida. Llevar por nombre Prestige a veces no significa tener prestigio. O al menos eso parece. Creo que la costa ha perdido una batalla judicial muy importante para que en adelante se la pueda preservar, haciéndolo con todas las consecuencias.
Nadie me culpe si adoro el mar, crecí viendo a los pescadores remendar sus redes para salir en días de intenso oleaje a faenar. Y nunca vi a ninguno enriquecerse, sí les vi dejar sus huesos a veces junto al horizonte, para nunca regresar.
Me pregunto a quién importa la desgracia de los trabajadores que si no pueden faenar no pueden comer. Que si no reúnen dinero no pueden pagar.
A veces tengo la sensación de que lo que les ocurre a los pequeños no les importa a los grandes. Y que esto es así en todas las facetas de la vida. Llevar por nombre Prestige a veces no significa tener prestigio. O al menos eso parece. Creo que la costa ha perdido una batalla judicial muy importante para que en adelante se la pueda preservar, haciéndolo con todas las consecuencias.
Nadie me culpe si adoro el mar, crecí viendo a los pescadores remendar sus redes para salir en días de intenso oleaje a faenar. Y nunca vi a ninguno enriquecerse, sí les vi dejar sus huesos a veces junto al horizonte, para nunca regresar.