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lunes, 27 de mayo de 2013

Método de trabajo

Un día abría este blog sin saber bien el motivo, pero segura de querer indagar por este lugar. Ahora sé algunas cosas:

-Que cuando escribes siempre estás solo y sigues estando solo cuando te leen.

-Que en esto nunca nadie podrá ayudarte lo suficiente porque es tu escritura y es tu camino, un camino que se recorre en soledad.

- Que mientras escribes luchas contra todos tus fantasmas y contra ti mismo.

- Que no importa cuanto anticipes tu historia, ella sólo se escribe del modo en que elige ser escrita, y en el momento en que te pones a ello; antes no.

- Que no sabes a donde vas o adonde llegarás, todo cuanto puedes saber es que vas y que aspiras a llegar sin desfallecer.

- Que si encuentras a alguien que quiera leer tu historia y ayudarte a corregirla sin otro tipo de interés que el de ayudarte a hacer tu propio camino, estás de suerte, y no puedes permitirte fallar en esa oportunidad que quizá sea única.

Como decía, un día abrí este blog sin saber bien el motivo, sólo quise estar aquí para hablar. Hablar se me antoja lo mismo que escribir, con sus diferencias, escribiendo puedes pausar el tiempo y pensarlo más. El motivo no era otro que exponer penas y dudas, convencimientos, errores varios, ilusiones, motivaciones; si se quiere sueños locos. Y entre todo esto encontré mi propio método para escribir. Cada persona tiene el suyo propio, el que mejor funciona, y el resultado no está aquí, está en esa historia que estoy escribiendo ahora mismo y que tal vez, (espero que sí), quiera compartir. Después de tantas historias escritas siento que estoy escribiendo la primera de todas, sin preconcebirla, en esto es igual a las demás. Todo lo que esquematizo lo pierdo, porque escribo para descubrir qué es lo que estoy contando, antes que nadie a mí. Y es mi primera historia después de tantas, porque ahora encontré nuevas herramientas que no tenía, veo lo avanzado a primera vista y la historia se escribe a sí misma hasta la fecha. Quizá sea el principio del principio. Sé que lo es. Al menos para mí.

sábado, 25 de mayo de 2013

La delicadeza

Este libro de David Foenkinos es una delicia escrita. Un libro que no se lee, se disfruta párrafo  a párrafo y que tiene algo en común con todos esos cuentos que leíamos de pequeños porque más que un libro es una sucesión de maravillas extraídas de lo real. A través del filtro de su escritura te lleva de paseo por la vida cotidiana y te muestra una parte de cualquier realidad y le saca brillo ante tus ojos.Es un mago de la sencillez vestida con la excelencia.

Entre las estanterías de la biblioteca saltó hasta mis ojos por alguna reseña que leí en algún blog, no recuerdo cual, y porque la prosa contenida entre sus páginas me atrapó, y no dejó de hacerlo desde el principio hasta el final. Así que lo recomiendo, porque su historia puede ser una historia cualquiera sucedida en la más desangelada realidad, pero la forma en que él la conduce y la muestra es la de, a mi ver, alguien muy capaz, de retratar la vida cotidiana y extraer de ella ese tipo de pureza que invita a soñar.

Alguien dijo alguna vez: Con buenos sentimientos no se hace buena literatura. No es verdad, si el autor tiene materia prima y cuenta una historia, ponga los ingredientes que ponga el resultado brillará. Os dejó una de las críticas que viene al final del libro que creo que define a la perfección, La delicadeza, de David Foenkinos.

"Nos seduce la sutilidad del autor, su grave y ligera gravedad. Y sobre todo su arte de la disgresión, que le hace moverse de una reflexión angustiada sobre la pasión a una receta de risotto de espárragos. Un número acrobático realizado con éxito". 
Le Nouvel Observateur

Sé que tiene más novelas publicadas, de modo que algo está claro, repetiré =)

Se explica mejor AQUÍ

viernes, 24 de mayo de 2013

Darle la vuelta al mundo

A  veces viendo cualquier noticiario uno se pregunta si de verdad sería tan complicado cambiar el mundo. Y sabe que no. Que no sería tan complicado si el mundo lo dirigiese gente diferente. Con otros intereses muy distintos.

Uno sabe que el mundo podría optar por igualarse en vez de por acrecentar el abismo entre los unos y los otros. Sabe que en definitiva podría ser otro lugar muy distinto dentro del cual vivir.

Por ejemplo así 

miércoles, 22 de mayo de 2013

Volver a la vida, renacer

La vi y la encontré feliz y sonriente, quince kilos más delgada, mejor vestida, aunque sólo esa sonrisa la hubiese vestido de pies a cabeza como a una reina, pero su ropa era más alegre, tal vez porque reflejaba su momento vital. Más por formular una pregunta hecha que por indagar le pregunté qué tal estaba y me respondió que bien, pero no fue por intentar aparentar algo que en el fondo no sentía, como otras veces, sino por constatar la realidad. Le dije que estaba estupenda y que había adelgazado mucho, ella me respondió que era por tanto amor.

Algo me habían contado algunas cotillas, escandalizadas hasta la médula; sin embargo yo sólo me alegré. Aún no le había perdonado a su marido que la pegara cuando intentó que recapacitara antes de dejar su vida por correr tras otra mujer, y nunca le perdonaré, porque a una mujer no se la pega por causa alguna sobre la faz de la tierra; y menos a una mujer tan buena, buena, buenísima como ella. Me alegré de que al fin dejase de besar el retrato de su marido todas las noches para pedirle que volviera y lo imaginé por fin boca abajo al fondo de cualquier cajón. Quizá sustituido por un nuevo retrato o por un pensamiento feliz al fondo de su cabeza.

Yo sabía que una mujer como Sole volvería a la vida tras aquel abandono tan majadero, y más en la forma en que se dio. Pero no hubiera podido hacerlo sin sus amigas, sin su familia, sin todo ese entorno que la empujó a vivir de nuevo; o sin el apoyo constante de sus hijas. Ese entorno que le exigía a diario quererse más y mejor, salir al mundo sin miedo y mostrarse tal cual era. Ahora es una mujer nueva, nada que ver, lejos quedan sus enormes ojeras y su apariencia de estar muriéndose en vida, incluso al sonreír se advierte la sombra de esa niña plena de ilusiones que vuelve a ser. 


martes, 21 de mayo de 2013

Mi país inventado

Este libro de Isabel Allende hace un intenso recorrido por su vida y su país, así como por su tiempo de periodista y ese tiempo que le tocó vivir en su Chile natal. Antes de que según ella se instalara para siempre entre sus huesos esa nostalgia de la que ya más nunca se libró. Sólo decir que entre las muchas reflexiones que engarza entre sus páginas encuentro pensamientos que alguna vez tuve, o hechos que de alguna forma viví, quizá por ese hilo común que tiene toda escritura, o por eso de que cada país se asemeja en algo a los otros. Mientras leía llegué a pensar que la mentalidad chilena se parece mucho a la de estos pueblos de aquí, algo que se hace raro viendo tanta distancia en el mapa.

Mi país inventado es un libro de memorias y de documentación sobre la historia chilena. Hace un repaso global sobre su vida y obra, y una disección seca de su país, ambos en una conjugación que según cuenta ha tratado de ordenar, pero que le ha sido imposible por eso de que los recuerdos tan pronto vienen como van. Yo diría que aunque ella no lo sepa lo ha conseguido. No es sencillo conjugar la propia vida con el pulso fidedigno de un país. Relatar al mismo tiempo la vida de una niña que crece más o menos comprimida en las convenciones, que el rumbo que va tomando ese país en el día a día que luego habrá de resumir; algo que hace con sentimiento y con cabeza, logrando que incluso yo, entienda algunos conceptos gubernativos por vez primera.  

Este es un libro que compré hace mucho tiempo al precio de un café. Que dejé hace meses a una persona que al devolvérmelo me dijo: no está mal. Qué distintas somos las personas, a mí me encantó. Me llevó bastante tiempo leerlo, de modo que me alegré de no tomarlo prestado de la biblioteca con sus plazos de quince días, que a veces me hacen desistir de llegar con un libro hasta el final. Y es que hay libros que deben leerse a su ritmo, saboreando todas las palabras conjugadas de acierto. Dejándose asombrar. Es un libro que recomiendo.

Un libro que como todo buen libro a medida que pasan las páginas va ganando intensidad, para culminar en ese momento en que en vez de cerrar el libro quisieras leer mucho más.

viernes, 17 de mayo de 2013

Alto y claro

Vivimos en tiempos de maquillaje de realidad, de evadir responsabilidades, tiempos de despistar, de repetir constantemente términos que significando una cosa representan otra, para difuminar su sentido y que a fuerza de ser dichos pierdan su gravedad.

Como espectadora, la mayoría de las veces sólo escuchadora de telediarios; o lectora de periódicos, a veces siento que no me cuentan toda la verdad, o que intentan contarme otra clase de realidad. A veces me enfado mucho con los contrastes cada vez más evidentes entre los fuertes y los débiles, la impunidad de los unos y la desprotección de los otros.

Es una época en la que comienzo a descreer mucho y por todas partes, en la que comienzo a tener convicciones propias y en la que, de entre todas las voces del mundo selecciono unas pocas. Aquellas que están contando toda la verdad mientras otros distraen. Quizá si en cada telediario no existiese alguien dispuesto a contar la parte de verdad que no puede obviarse, o en cada periódico no hubiese alguien capaz de decir alto y claro lo que sucede, a estas horas me creería loca. A veces uno busca y no encuentra, pero cuando lo hace, constata que el mundo pese a todo sigue en sus cabales y se tranquiliza, porque no es que estemos locos, es que algunos intentan confundirnos, otros en cambio nos ayudan de un modo directo a dilucidar. Estos son los que sirven y debemos estar atentos porque no son tantos, pero cada uno de ellos vale por un millar.

http://www.lne.es/opinion/2013/05/16/violencia-clase/1413142.html?utm_medium=rss

jueves, 16 de mayo de 2013

Me alegro de desdecirme, quede claro

La vida me contradice, ayer decía en mi entrada que no son buenos tiempos para comprar libros. A mi lado sobre la mesa una edición hermosa de Guerra y paz, primera parte y a precio de un café. La cosa viene después de haber sacado un libro de la biblioteca, haberlo devuelto después de fecha y haberlo perdido. No se me enfade García Márquez, ese libro lo escribió él, y era para un trabajo de instituto; aún no lo encontré. Sé que lo dejé en una biblioteca y que era de otra, que como ese día anduve muchas estanterías y me llevé dos libros hay distintas opciones: si lo dejé unos instantes sobre una mesa para hojear otro y se me olvidó allí, o si lo posé en alguna estantería de los varios descartes que hubo. O si al devolverlo en la biblioteca que no era, alguien se lo quedó, porque no puede devolverse si no es de allí, o si ese día en que recuerdo al hombre que lo recogió, está sólo en mis sueños. El caso es que debo hacerme con un ejemplar de Crónica de una muerte anunciada para devolverlo a la biblioteca y ayer entré en ese lugar donde recogen los donativos de todo tipo, libros, ropa, calzado, enseres de cocina, muebles, aparatos de gimnasia y demás, para intentar encontrarlo.

Sucede que allí no ordenan los libros, me dijo la dueña, los colocan como llegan y tal como pueden por las estanterías, hay millares de sorpresas a precio de un café. Buscando y rebuscando encontré una edición hermosa de Guerra y paz, de León Tólstoi, pero sólo la primera parte. De modo que me afané en encontrar la segunda parte que debiera andar por allí, aunque no, estaban tres primeras partes y ninguna segunda. Una versión estaba incluso envuelta en su celofán y contenía una leyenda, Gratis, como de haber sido parte de una promoción, me dedidí por aquella aunque ningunos de esos libros fueron siquiera leídos y son muy recientes, eso lo dice el papel. De paso me encontré un libro divino para embarazadas y todo lo que conviene saber durante el embarazo, era una edición tan preciosa que pensé en la persona a quien querría regalarlo, pero de momento no había embarazo, así que lo descarté. Horas más tarde me anunciaban a bombo y platillo la noticia de ese niño con foto de ecografía, maravillas de la tecnología, de modo que en unas horas saldré a por él. La vida es un engarce de prodigios que suceden ante tus ojos y luego se materializan.

Tengo 477 páginas de Guerra y paz, en una edición que es una maravilla a precio de un café, de modo que concluyo, pese al gobierno desastre que tenemos y la crisis que no perdona, si se quiere, siguen siendo buenos tiempos para leer.