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jueves, 26 de abril de 2012

El cuaderno de Maya

Este nuevo libro de Isabel Allende tiene 443 páginas que en mi opinión toda mujer debería leer. Así de contundente soy. Lo mismo que debería leer La casa de los espíritus, Paula y La suma de los días. Cierto que de esta autora no he leído nada más, y que comencé a leer algunos de sus otros libros y los dejé. Pero con El cuaderno de Maya me atrapó desde la primera hasta la última página, en esa prosa rica que solo Isabel Allende sabe tener. Llegamos aquí hasta una mujer que según algunos "escribe literatura femenina", un término que pone en segunda instancia su tipo de escritura que tal pareciese que fuese una literatura de segunda. Pues no señores, la literatura ni es femenina ni masculina, y quien lo afirma no tiene ni la más remota idea de lo que es una mujer. Porque si algo refleja esta escritora es lo que es ser mujer, incluso en los tiempos que corren.

El cuaderno de Maya trata sobre una chica de 19 años que cae en el mundo de las drogas. Es un libro plagado de personajes, donde cada uno de ellos se sumerge entre las páginas con la habilidad de que cada uno encuentra su sitio de un modo amigable, sin interrumpir el ritmo o el lugar. Es un libro que toca todos los temas en que pudieran verse envueltos los chicos de hoy, y el sufrimiento de su entorno, que no sabe lo que hacer ni cómo ayudar. Entre estas páginas, por todo lo que ha venido contando la autora sobre su vida, se la intuye a ella. En mi opinión es una mujer que necesita contar todo lo que ha aprendido de la vida para que cada lector aprenda a hallar en sus propias preguntas sus propias respuestas, para que cada quien aprenda a interrogarse para darse respuestas que vayan directas a una salida; esa que busca. A título personal estos cuatro libros que cito de Isabel Allende me han aportado mucho, tanto como mujer como acérrima escribiente que no lo consigue dejar.

Anoto un párrafo que viene en la contraportada: "Esta Maya me ha hecho sufrir más que ningún otro de mis personajes. En algunas escenas le habría dado unas cachetadas para hacerla entrar en razón, y en otras la habría envuelto en un apretado abrazo para protegerla del mundo y de su propio corazón atolondrado".

Creo que en todas las familias en las que haya un adicto a las drogas o al alcohol, se da esta misma cualidad que ella cuenta, el enorme sufrimiento que divide en dos, abrazar o abofetear, para hacer reaccionar. Y en todo caso un enorme dolor de todo el entorno que gira alrededor de una persona que no sabe cuidar de si misma y que con su actitud coarta a los demás. En definitiva este es un libro que recomiendo a todo el mundo, porque toca temas fundamentales y los cuenta bien. Porque me parece un libro que cuenta mucho del alma femenina y sus propias trabas. Porque es literatura, de la clase de literatura que es una sola, lo mismo que esté contada por un hombre que por una mujer.

miércoles, 25 de abril de 2012

Si acaso me equivoqué alguien lo remedie

Ayer fui a despedirte a la estación de autobús, tu alegría contrastaba con mi tristeza. Tus ganas de alejarte de mí eran opuestas a mis ganas de dejarte ir, pero si algo entiendo es que no puedo mantenerte atada de por vida. Tu mirabas de frente todos mis temores, a la carretera con una noche de lluvia insistente y un viento fuerte, y yo miraba tus ojos redondos y grandes llenos de alegría; como tantas veces pensé en esa distancia que recorre mi edad y la tuya. Una vida que tiene poco que esperar y una que quiere descubrirlo todo desde su propia retina. Y en un momento dado le vimos a él, que estaba con su nueva novia a tan solo dos metros.

Y entonces volví a pensar hasta que punto pueden romper los mayores los sueños de los niños. Hasta que punto nunca os dejamos crecer, esperando que os mezcleis con mucha gente, que vayais y vengais de muchos sitios diferentes sin que nadie os ate tan pronto. Y qué clase de criterio decide lo que es peor o mejor. En todo eso pensaba mientras con mi paraguas te tapaba mojandome yo la espalda, mientras con su paraguas la tapaba mojandose él a su vez. Y toda esa distancia que ahora no nos permite apenas saludarnos por no acuchillarnos por dentro, por toda la hermosura que hubo una vez. Fue entonces que volví a preguntarme ¿como es capaz de morirse un amor así? ¿Acaso se muere alguna vez? y volví a preguntarme de nuevo ¿hasta que punto yo lo maté?

Son todas esas las preguntas que nunca sabré responder. Solo sé decirte que junto a ella, abrigado bajo un paraguas no dejaba de mirarte una y otra vez. Y no te lo dije, y no te lo diré, pero vine a casa con la sensación que tantas veces tuve, que los hijos nos crecen sin avisarnos y nos pillan con el pie cambiado, y nos cambian los planes que tuvimos sobre su futuro. Como siempre me quedé preguntándome porque me costó tanto verte acompañada como me cuesta ahora verte sola. Por qué me costó tanto verte atada como me cuesta hora verte suelta, y vuelvo a decirme que fue por esa obsesión que él tenía de ser tu guardaespaldas, de planificarte la vida, de reclamarte a su lado a todas horas, de espiarte, de casi no darte libertad de elección. Y vuelvo a preguntarme si acaso no es así todo amor y no tengo respuesta. Solo sé que yo quise que vieras el mundo con tus propios ojos despiertos e ilusionados mirando hacia todos lados, y no solo el punto fijo de esos ojos que se te ponían delante para no dejarte ver. Y no te lo dije, cielo, pero pero mil veces en un día me pregunto si acaso me equivoqué.

martes, 24 de abril de 2012

Corregir hasta perder la esencia

No se si a quienes escribís os ha pasado alguna vez. Intuir una historia que tal pareciera que quiere contarte a ti, esto por todo el empeño que pone en presentarse ante ti para que no tengas más remedio que ponerte a escribirla. Y la escribes tal como se va apareciendo ante tus ojos, y va madurando por si sola como un fruto que crece en el árbol y según va creciendo va cambiando de forma.

Después de crecido el árbol comienza la poda. Después de escrita la historia corriges lo que sobra. Y lo que sobra conforma lo que ha quedado que vas ahuecando en su forma. Y dejas reposar y lees lo escrito. Y al leerlo falta una parte de la historia. Y de pronto descubres que esa es otra historia, no la que quisiste contar. Te embrollas de tal manera que lo dejas y tardas mucho tiempo en volver a contrastar. Es como si no quisieras volver al lugar del crimen hasta que no sepas quien mató a quien en un descalabro de locos.

Pues bien, en esta especie de estancamiento llevaba tantos años que ni pudiera recordar. Y Stephen King en Mientras escribo desveló la fórmula. Escribes tu historia hasta el final y corregir viene a ser eliminar solo un diez por ciento. Solo un diez por ciento y no más. De modo que me pondré a rastrear la historia que intento corregir. Esa que estropee hasta casi ni reconocer como propia - esto último es mera exageración, como escribir es cosa de exagerados, sirva para decir que reconocería mi propia forma de escribir aun con los ojos cerrados-. De modo que queda volver a los primeros archivos de Días de lluvia. Que en verdad es el título de una novela que hace como cinco años medio escribí. Imprimir el primer archivo, y el último y compararlos. Y terminar el capítulo que selle el fin. A día de hoy considero un enorme error no escribir las novelas de principio a fin. Hay que empezarlas y terminarlas sin mezclarlas con otras, o se corre el riesgo de contar dos veces más o menos lo mismo. Cada ciclo de obsesiones así comienza y se cierra. Porque todo escribir nace siempre de una honda preocupación. Algo que intenta encontrar un sentido en nuestra cabeza y que solo cuando lo haya encuentra su fin.

Cielo y mar

Visitar un lugar nuevo cámara en mano. Costa asturiana, 11 de la mañana de un domingo en que quisieras no estar dentro de ti. El hartazgo de todo aquello que no conseguirás cambiar llega hasta el infinito. Los años de lucha, el deseo de conseguir tu sueño verdadero, aquel que te impulsa a escribir, se han filtrado por el suelo, son mayores las ganas de hacer un borrón y cuenta nueva. Darías todo por regresar de nuevo a la línea de salida, aunque eso signifique renunciar. Renunciar al sueño mayor de cualquier sueño. Los hartazgos nublan cualquier viso de posibilidad y lo sabes; sabes que lo tuyo no será nunca renunciar. Que todo tiene un sentido y que aunque todos hayan abandonado tú no abandonarás, no puedes hacer eso, sería hacerlo todo demasiado fácil y demasiado injusto, y aunque no sepas aún de que manera, estarás haciendo el camino hasta el final. Sabes cual es tu sitio y es por eso que no te sale renunciar. Tu mundo no admite renuncias.

Y aunque camines sola por parajes que no has pisado nunca no tienes miedo. En esta mañana en especial todo te daría lo mismo y te expones a ello. Has salido de casa y no te importa no regresar, ni a la tierra ni al mundo. Estás tan enfadada con lo indefinido y contigo misma que vas dispuesta a caminar ocho kilómetros por la senda de tierra sinuosa semiabandonada a esa hora de la mañana, donde solo unos deportistas de cuando en cuando te saludan al pasar, y ancianas cuidadoras de nietos, hombres solitarios, mujeres silenciosas, perros sin amo. Caminas sin dejar de tomar fotos aquí y allá, el paisaje te impresiona hasta lo más hondo, las nubes espesas dibujan grises, gotas de fina lluvia amenazan con no parar, el cielo y el mar se espejean sus reflejos, parecen lo mismo, no se pueden separar. Así como las personas no consiguen despegarse de su igual. Pese a todo y ante todo, inseparables piezas de un puzzle adherido por alguna eternidad. Imanes que no dejan de buscarse y de encontrarse en un cuarto de siglo, que se han aprendido de memoria y no saben ni quieren olvidarse, o dejarse estar.

Mientras camino no puedo dejar de pensar en que somos tan diferentes que de veras me gustaría dejarte atrás. Me has expulsado de mí con tus palabras, me has hecho dudar de quien soy, y aún sin embargo se que nunca detendrás a donde voy. Voy a un lugar de palabras escritas al que solo puedes decidir si seguirme o volverte atrás, eso y nada más, y aunque nunca te lo dije porque quiero ahorrarte sinsabores, lo sabrás, en su debido momento y lugar. Estoy enfadada con el mundo y contigo, pero tengo muy claro que avanzo, que en la vida dejaré de avanzar aunque tú hace tiempo te has estancado y no consigo ni arrancarte de tus pies. Siempre tengo que volver atrás a recogerte y arrastrarte conmigo a donde voy, ponerte en marcha, sacudirte las costumbres, inventarte de nuevo y caminar. Sabes que aunque quisiera no podría dejarte atrás, soy la parte de las fibras que te faltan, tú eres la parte de las fibras que no tengo, y es la nuestra una condena de la que jamás nos conseguiremos librar. Aunque mientras camino por la senda hago que sí, que puedo dejarte atrás sin remordimientos, enfadada de tus palabras hasta lo más hondo, imaginándote sangrando de las mías, tal y como siempre viene sucediendo las pocas veces en que explotamos y salimos de nosotros para volver al mundo. Ese mundo en que no siempre podemos encajar. Los raros terminan con los raros en una sentencia no escrita, e imposible de descifrar. Eres la cifra que quiero borrar mientras camino, dejando mis huellas en el barro que borran las huellas de quienes me preceden por la senda, a toda velocidad. Yo voy tomando fotos de todo, como si en ellas buscase lo que no encuentro, la luz adecuada, el risco perfecto, la ola que rompe en un instante y se acompasa en el agua quieta que se deja caer hasta la orilla para volver atrás. Que vuelve siempre atrás, para recoger las olas rezagadas y llevarlas en su mezcla hasta la orilla a lamer la arena seca que  espera ya. Siempre terminamos explotando por tonterías.

Esta mañana me he escapado de mi vida, arrancando el coche, cámara en mano para pensar. Para detener todos los ruidos del mundo y quedarme sola como tantas veces de frente al mar. He visto barcos buscando puertos, perros buscando amos, niños buscando abuelos, deportistas buscando metas, solos buscando a otros; y me he visto a mí buscando un futuro que no te dibuje. Que por una vez no te dibuje, y aunque no lo dije no lo pude hallar. Me fue imposible no ir contándote todo cuanto veía, porque tú eres yo y yo soy tú, y ambos lo sabemos desde que solo éramos unos críos y nos miramos los ojos por primera vez. ¿Qué cosa sería?, ¿Qué cosa nos trajo al mundo con ese hechizo que nada romperá? Intentaba pensarlo mientras fotografiaba a mi paso sin importarme las horas, sabiendo que ambos necesitábamos el espacio de los minutos lentos para pensar. Escribo todo el tiempo. El problema es que escribo todo el tiempo y no sabes acerca de lo que escribo. Y eso lo tomas como un tipo de infidelidad. Sabes que no hay en el mundo nadie más fiel que yo misma. Como solo son fieles los orgullosos, quienes se quieren demasiado y pese a ello aman a una sola persona más que a ellas mismas, te sobra saber que en la lotería amorosa te tocó el gordo. De la forma en que sabes que sé que en esa misma lotería me tocó lo mismo. Y que lo nuestro quedó sellado hace un cuarto de siglo frente al altar. Que Dios estaba con nosotros y siempre lo estará. Somos un mismo premio repartido en su mitad. Y es eso lo que me hace volver de mis enfados. Y es eso lo te hace volver de tus enfados. Desde la primera vez en que nos miramos hasta la eternidad.

lunes, 23 de abril de 2012

Escrito para un niño que aún no nació

Niños rotos
 
Si tienes a un niño delante no lo rompas
Porque jamás se curará
De todas las roturas 
Que tú le harás.
 
Si tienes a un niño delante sonríele
Para que tu sonrisa le pueda acompañar
En esa vida que solo empieza
Y que quizá le pueda lastimar.
 
Si tienes un niño delante háblale
Para que tus palabras sean suyas
Y siempre sepa cómo empezar
 A contar consigo mismo y con los demás.
 
Si tienes a un niño delante
Dale tu amor para que sepa amarse
Primero a sí mismo, porque si no
No sabrá amar a aunque quiera
 
Y sin amor siempre estará perdido
Quien no se encuentra a si mismo.
No sabrá encontrar a los demás,
Motivo mas que suficiente
 
Para que cuando tengas delante a un niño
Sepas ver lo que necesita
Y es que lo sepas mirar
Como ha de mirarse a un niño:
 
Con la mirada más dulce que 
Dentro de ti puedas encontrar.

Definir a un patán

Es triste que existan chicos de estos. Que se enamoran de una chica y que aunque sientan algo por ella de verdad, la terminen utilizando solo para darle celos. He visto casos así, de chicos que en verdad son muy majos y tienen un mundo interior muy rico, que son gente que vale la pena, pero que al final solo saben vanagloriarse de si mismos en cuanto ven a otra chica cerca. Aunque la que tienen al lado sea superior y la quieran de verdad; y ellos lo sepan.

Chicos que detrás de su estampa solo siembran dolor. Y se quedan con un dolor infinito que no saben cargar. Y buscan inmediatamente una sustituta, aún a sabiendas que nunca la encontrarán. Que acuchillan por igual a la enamorada, que a sus amigas, que a sus madres; quizá sin tener conciencia de que un chico así tan solo puede ser abandonado hasta que de verdad madure y crezca. Chicos que jamás olvidarán a ese amor que supo quererlos de verdad y a quien de verdad quisieron por encima de todo lo demás. Chicos que caminan siempre acompañados de un nuevo amor estancados en aquel que jamás se arrancarán como condena.


http://hastamiultimorespirar.blogspot.com.es/

domingo, 22 de abril de 2012

Un dolar por escuchar

Buscar una luz en medio de la oscuridad. Saber quienes somos y lo que podemos esperar. Saber quienes son quienes viven con nosotros, o aquellos que nos vienen acompañando en la vida; y a veces poco más.


http://tallerdeconstelacionesfamiliares.blogspot.com.es/

Un dolar por escuchar a veces es el mejor pago que nos puedan dar. Gracias Pilar