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viernes, 2 de julio de 2010

Un héroe solitario



Después de la intensa lluvia y el buen tiempo, los campos asturianos se han llenado de hierba espesa. Los prados son un espectáculo que vale la pena contemplar si viajas en coche y tienes la suerte de llevar un buen conductor, uno que vaya sin prisa pese a que tienes hora de llegada a donde vas. Una canción preciosa suena de fondo y todo lo que puedes es pensar, en esa belleza de paisaje que es tu verdadera riqueza, esa que otros con su mucho dinero jamás disfrutarán. Mientras sabes que jamás llegarás a tus metas, pero es que por mucho que te mates no hay meta a que llegar. Tu meta mayor es esa, mirar esos paisajes y disfrutar.

El paisaje mientras viajaba de copiloto era tan hermoso que no tenía ganas de hablar, iba medio escuchando lo que me decían entre esas notas de guitarra, y mi júbilo era total. Hay momentos en que mi vida es perfecta, mi marido es perfecto, mis hijos perfectos, yo misma soy perfecta y mis ausencias de vida se dejan llevar, es decir, a todos los ausentes los llevo conmigo y escuchan el texto que formo en mi cabeza y lo disfrutan.

Justo en ese instante lo vi.

Era un hombre de unos casi ochenta años que llevaba una segadora. Vestía un pantalón marrón, una camisa blanca de manga larga arremangada hasta el codo y una boina. Segaba un prado gigantesco y los maraños de hierba formaban líneas perfectas, ya llevaba la mitad segada y la otra mitad quedaba sin segar, parecía dispuesto a terminarla en el día del ímpetu que llevaba. De tan cansado que estaba iba medio encorvado hacia adelante, y pensé que si en ese instante fuese la única dueña de mi vida iría hasta él, le quitaría la segadora de entre las manos y le ordenaría descansar, porque a alguien como él para que descanse le hay que ordenar, si no no descansa nunca. Iba saltandose a la torera todos los limites de velocidad establecida, pero ya no podía con la vida.

_ ¿Cómo es que a su edad nadie le ayuda?_ pregunté. Mi marido me respondió al instante.

_ Será soltero.

_ Vete a saber_ le respondí_ me extrañaría que no tenga una nuera, o una hija, o una sobrina que le pueda ayudar si es que los hombres trabajan_ a veces parece que me encante desconfiar de la gente_. Es tremendo, ese hombre no está para eso. ¿Viste que tractor más antiguo?, nunca vi uno como ese.

_ Pues no, no lo vi.

_ Parecía de los tiempos de la guerra, pero estaba muy cuidado.

_ Ah_ ese es el ah, de muchas veces no te entiendo, pero da igual. El ah de sé que necesitas silencio y lo voy a respetar. En el fondo amar es algo tan simple como quedarse callado si el otro lo precisa.

Era un tractor hermoso de color granate con cabina cuadrada a lo jeep militar, y el hombre alguien a quien hacía mucho tiempo que no veía por los campos asturianos porque están en peligro de extinción, pero de eso nadie habla. Nadie habla de la necesidad de recuperarlos, o de facilitarles la vida. O de lo mucho que les necesitamos quienes les hemos conocido, o lo mucho que les añoramos por sus lecciones de vida.

En cualquier caso me recordó muchísimo a mi abuelo paterno, al que no veo desde hace una eternidad. El hombre que se pasó conmigo tardes enteras señalándome las letras y sonriendo ante mi cabezonería de querer leer antes de comenzar a la escuela.

Nos alejábamos por la carretera, pero si yo pudiera detener el tiempo de una palmada le ayudaría a segar, pese a que segar con segadora nunca fue lo mío, tal vez por eso, porque sé lo mucho que cuesta me quedó esa sensación casi inhumana de dejarlo allí, luchando consigo mismo por completar un maraño más y después de ese otro, y así hasta terminar.

No en vano era un personaje de muchos libros, alguien que se resiste a dejar su vida atrás, en un tiempo en que se siega y se recoge un prado como ese en un cuarto de hora, tras la máquina ruidosa que imprime diez o doce rulos, y se va.

No tengo carnet de escritora, ni siquiera lo soy, por eso no tengo permiso para recoger las historias que me gustaría recoger. O las que no me lo concedo, no sé. Pero iba pensando en toda la gente que nos cuelan en televisión. Tantas horas de cutredad infinita y nada bueno, honrado o inteligente que decir. De pronto me dolieron tantas palabras sabias que podría decir aquel hombre, o tantos como él y que perderemos para siempre por no detenernos a escuchar mientras la vida sigue impertérrita por el lugar que iba. A veces creo que todos giramos en un bombo de lavadora gira que gira, y que solo quienes se han negado a entrar una vez, viven la vida que merece ser vivida fieles al legado de sus antepasados; aunque su vida sea tan difícil como ni pueda imaginarse con solo verles un instante desde la carretera.

jueves, 1 de julio de 2010

Revisando blog

Me encontré una historia de amor preciosa, esa que ya quisiera para mí porque es amor desde todas las perspectivas que yo anhelo. Nado en una piscina todo el tiempo, del fondo a la superficie, a contracorriente y en medio de un remolino con esto de perfeccionar mi escritura, que es uno de tantos sueños que me quedan grandes y a veces me desanimo, pero siempre vuelvo a comenzar. Me gusta pensar en mi vejez escribiendo en una pantalla de ordenador, creo que eso me hará reconciliarme con mis arrugas, los dolores de articulaciones, mis eternas canas. Con esto de poner enlaces, derechos de autor y demás tengo bastante desconfianza por desconocimiento, pero creo que este blog vale la pena ser leído, al menos yo me lo leeré y os dejo esta historia que como digo es amor en todas sus vertientes. No soy envidiosa, me alegro profundamente porque si una vez sucedió puede repetirse.
Es decir, que mis tres amores me animen a presentar algo a concurso, hijos y marido. O bueno, aunque no me animen a presentarlo al menos que me digan: esto me gusta.
Me gusta pensar en los milagros, eso de algún modo los hace menos imposibles.


Lo siento, no sé esconder enlaces aún, espero que no os importe.

miércoles, 30 de junio de 2010

Promoción

Ayer en televisión presentaban el Tour de mi cantante favorito, y viendo la promoción. Es decir, si tuviese que fiarme sólo de la promoción para decidir si ir a verlo o no: No iría.
En cambio si yo tuviese que promocionarlo todo el concierto Acapulco 2005 me serviría para esa promoción. Diferentes modos de ver. Diferentes estilos aún tratándose de lo mismo.
Es como escribir para un cajón o escribir para un blog, el cajón es silencioso pero el silencio lo hace exquisito, y si sales de él sales con lo mejor de ti. En cambio aquí no dejo de sentir que soy un rollo infinito.

martes, 29 de junio de 2010

¿No os da miedo subir un texto vuestro a internet?



Esta pregunta la hacían en un foro y la respondió una escritora a quien sólo han publicado un libro, la respuesta fue un sí rotundo. Inmediatamente lo tuve claro, la mujer sólo tiene dos ideas y una era el libro que escribió. Es raro, pero es usual. A mi particularmente me gustaría vivir en el silencio más absoluto jamás pensado, que de todo lo que escucho casualmente no se me ocurra una idea que daría para una historia.

Y además respondería que sobran todos los agobios, hay escritos que jamás pondrás en un blog, porque cuando vas a trasladarlos de tu libreta a este medio te gritan que no. O los estás terminando de copiar para publicarlos y de repente sabes que aunque nunca te lo dijeran tienen su lugar, y ese lugar es una editorial. Sí a veces ocurre, ellos te dicen donde irán. Y qué es lo que necesitan. Alguien que les de garantías y que luche por ellos como si fuesen suyos. Ese es el celo editorial, y esa la razón de que publicarlos allí te sea tan importante. En ese momento sabes que eres la escritora al revés: dime que vas a publicarme y te escribo el libro.

_ ¿Qué clase de libro?

_ No lo sé, ya se me ocurrirá. Dame tiempo y lo sabremos.

Esto me lleva a una reflexión sencilla: nadie es tan importante para ser único, o para tener una sola idea que le pertenezca por completo. Y nadie es tan tonto para darlo todo en un solo lugar. No tiene porqué.

Cada texto tiene su propio lugar y él te lo pide. A veces lo reclama aunque tú mismo se lo niegues, aunque quieras matarlo antes de que surja. La escritura es magia y aunque ni entiendas los porqués son magia que funciona. Es necesario escuchar al corazón pero no sólo porque hace tac tac, sino porque su voz es silenciosa.

Cuando aprendas a escucharlo debidamente él te dictará. Despreocúpate del resto, si has de llegar llegarás y si no, no puedes hacer nada. Pero ser un avaricioso de ti mismo sólo te empobrecerá más cada día, porque dar te obliga a recibir: a fin de cuentas lo único que hacemos es dar aquello que nos han dado.

lunes, 28 de junio de 2010

Hoy me visto de silencio

Guardé en un sobre la melancolía

Los grandes sueños

El desaliento, el desánimo

Mis dudas eternas

El dinero que no tengo,

Mis penas que no curan

Aquello que no quiero

Lo que no me corresponde

Lo que a otros no deseo.

Guardé mi alma junto a la tuya

Tu te quiero y mi te quiero

La sonrisa que dibujas

Si digo que ni me entiendo

Y de pronto comprendí

El mayor de los secretos

Lo que me hace ser así

Es precisamente eso

Entonces giré ese sobre

Y todo me lo quedo

Todo eso es lo que soy

Ni lo dudo ni lo niego

Porque siempre brilla el sol

Detrás de cada aguacero

Necesito mi equipaje:

Hoy me visto de silencio.


Begoña

domingo, 27 de junio de 2010

La inseguridad en la red

Hace días lo comunicaba al exterior por primera vez: miedo me da poner en el blog un escrito mío y que tiempo después alguien me demande por plagio. A la vuelta de correo me mandaron un ¡jajaj cómo eres!. Y me reí muchísimo al leerlo porque me tomaron a risa, que es la única forma de tomarme para no indigestarse conmigo.
Pero sigo sin fiarme demasiado de este soporte que aún está en el aire y que llega tan lejos como quiera. Tengo muchas dudas y es raro el día en que no me pregunte qué estoy haciendo. Qué consecuencias tendrá en un futuro y si no sería mejor dedicarme seriamente a la corrección para enviar algo a concurso. Conclusión, todo me parece igual de no útil. Igual de sobrado. Igual de ajeno a lo que planeé para mi futuro, porque escribir es algo que no me planteé jamás, surgió así y llevo luchando contra esta parte no planeada desde que me asaltó pistola en mano y me despojó de mis joyas y mi ropa, y me arrojó a un rincón hasta que escribiendo me despojé de mí misma y ahora soy otra cosa: Un papel que rueda con el viento de ida y vuelta, un eterno ir y volver desde el mundo de mis sueños, esos que son sólo míos y por eso mismo me hacen sentirme tan egoísta mientras escribo y escribo, mientras mi vida y quienes viven conmigo me esperan.
Ya me esperan con la seguridad de que sólo este galope desbocado me cura y me renueva, me devuelve a mí y me hace aceptar vivir conmigo hasta el mismo final, ahora soy liviana, en otros momentos en que no escribía era la carga más pesada. Por eso me dejan escribir, porque cuando escribo no doy la lata.
Pero sigo sin fiarme de la red. Visito otros blog y veo 1730 seguidores, que vértigo más absoluto porque luego se leen seis o siete comentarios. Es lo que le aportan los lectores, como si tuviesen avaricia de sí mismos. Y me digo que yo no soportaría algo así. Y no soy la única. Me encontré blog preciosos abandonados a su suerte con una despedida universal: Que os den a todos. A todos los que estuvisteis leyendo y no os dignasteis a contestar.
Es dramático que después de tanta belleza algo te haga renunciar, darte cuenta de que no era ese camino. Me pregunto cual será en el presente, y casi podría asegurar que un hondo silencio, y me pregunto de nuevo quien da más.
Andaba yo diciendo que mi sueño era publicar en papel y no en la red, y también me equivocaba, mi sueño es demostrar que escribir sirve para algo. Que es un trabajo. Que por escribir se puede cobrar. Muchos escritores dicen algo precioso al recoger sus premios: con este dinero podré seguir escribiendo con tranquilidad durante muchos años. Cuando lo leo sé que se trata de eso, de mirar a los míos por encima del teclado y poder decirles: estoy escribiendo algo muy importante en este momento, dejadme dos horas más. Que se vayan sin protestar y me dejen terminar lo que entreveía. Para hacerlo y deshacerlo diez veces más hasta conseguir lo que pretendía y aún no sabía. Se trata de eso.
Pero para eso hay que demostrar que eres alguien que aún sabiendo que eres nunca alcanzarás, y vivirlo con la misma intensidad de quien sentado en un barco del puerto se siente Capitán de un crucero de lujo.

sábado, 26 de junio de 2010

Transporte público

Durante muchos años viajé en autobús hasta cansarme. Me encanta encontrarme con gente interesante y poder compartir opiniones, para así darme cuenta de que a todos más o menos nos preocupan las mismas cosas y si cambia algo es el modo de enfocarlas. Sucede algo muy curioso y es que después de muchos años me saludan de repente en plena calle, son siempre mujeres eso lo aclaro porque, lo siento, mi yo investigador siente especial debilidad por las mujeres. Por su modo de vida, por sus luchas inquebrantables, por todas las limitaciones a las que a menudo se ve sometida, por su forma de profundizar en lo importante, por tantos motivos que resultarían eternos de exponer.

_ Hace mucho que no te veía.
La cordialidad con que se me asalta de repente desde el otro lado de la acera me detiene,entonces veo a la mujer que avanza hacia mí con la misma alegría como si fuese alguien de mi familia. En ese momento siempre pienso que me han confundido con alguien porque me parece imposible que esa sonrisa de oreja a oreja y esas palabras vayan dirigidas a mí. Tengo conciencia de no haberlas merecido.
_ Perdona, pero es que ahora mismo no sé quien eres.
_ Sí mujer, yo vivo en la parada de la cuesta y tu vives en la fuente. ¡Madre mía la de veces que hablamos esperando el autobús!

_ Eso me lo creo, pero es que hablo con todo el mundo y ahora mismo no me acuerdo_ mi amiga Esther que es cajera de supermercado me da tal pellizco en el brazo que doy un respingo. Y me vuelvo a preguntar porqué tenemos que medir tanto las palabras para hablar. Claro que mi empresa no me hace lavados de cerebro de cuando en cuando y puedo decir en todo momento lo que pienso, aunque a veces ni debiera. Cargo mis propios errores pero que nadie me hable de hipocresía.
Entonces la mujer sin apear su mirada franca y su enorme sonrisa, me cuenta un detalle de alguna de esas conversaciones, y de repente me acuerdo de ella perfectamente, me llega la imagen de ese y otros días, y me digo que tengo tantas cosas en la cabeza que deshecho las importantes. Hablamos otro rato en plena calle con nuestras bolsas de la compra y nos despedimos hasta la próxima. No sin antes advertirle que la próxima vez vuelva a saludarme si no me pispo.

Adoro a las mujeres reales, las que tienen algo que contar, las que comparten sus experiencias, las que te saben consolar, las que encuentras en muy pocos libros, quizá porque un solo libro no las podría contar. Harían falta muchos, muchos, u otro modo de contar. Quizá están en la estantería que nunca revuelves, pero eso qué más da, puedes verlas en vivo y en directo y aunque ya ni las recuerdes ellas te recordarán. La vida tiene esos momentos breves que le dan profundidad.
Ahora haces en media hora los recados que antes te llevaban media mañana, o la mañana entera, según. Ganas tiempo pero pierdes muchas buenas historias, muchos buenos consejos, mucha gente interesante a quien conocer. No hay tanta, es cierto, pero cada una de ellas vale por cien.