Estos días nos sorprendía una noticia inesperada, ya es posible cambiar el color de los ojos con una técnica que no tiene contraindicaciones ni efectos secundarios. Nunca pensé que algo así pudiera suceder, y personalmente, el color de los míos nunca lo cambiaría porque son una herencia poco frecuente en mi familia. Un color que siempre me gustó porque verdes son los campos asturianos.
Ahora bien, de niña conocí a un hombre que tenía un ojo azul y otro marrón. Recuerdo lo que aquello me impactó y lo mucho que a él le incomodó esa insistencia de los niños, de asegurarse que ven lo que están viendo, aunque no pregunten, porque en su familia le han atajado de todas las formas posibles su ánimo preguntón.
Creo que la ciencia nos sorprende cada día con un nuevo avance que siempre pensamos imposible. Que la posibilidad de crear noticias desde un periódico al abrirlo cada vez se asemeja más al sentimiento de leer una buena obra de ciencia ficción. Solo que en este caso es el hecho constatado de algo real.
Ahora bien, de niña conocí a un hombre que tenía un ojo azul y otro marrón. Recuerdo lo que aquello me impactó y lo mucho que a él le incomodó esa insistencia de los niños, de asegurarse que ven lo que están viendo, aunque no pregunten, porque en su familia le han atajado de todas las formas posibles su ánimo preguntón.
Creo que la ciencia nos sorprende cada día con un nuevo avance que siempre pensamos imposible. Que la posibilidad de crear noticias desde un periódico al abrirlo cada vez se asemeja más al sentimiento de leer una buena obra de ciencia ficción. Solo que en este caso es el hecho constatado de algo real.