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viernes, 10 de enero de 2014

Los jóvenes solo quieren trabajar, cobrar es lo de menos

Así, resumido de una manera chusca, voy con prisa, sería el titular que llevo escuchando unos días en televisión. Y lo digo alto y claro, es mentira. Lo digo porque sé de buena tinta que un joven acaba de salir de su casa hace horas a firmar un nuevo contrato, para una nueva avería. El trabajo es tóxico, penoso y peligroso, podría aportar datos muy contundentes, pero me los reservo. La última vez que trabajó para esta empresa y recibió el salario, le chorizaron 500 euros. Tal vez basados en ese titular que repite una y otra vez, que los jóvenes buscan trabajo en lo que sea, que quieren trabajar y que lo que menos les importa es el dinero que les vayan a pagar.

Eso es un cuento chino de quienes quienes quieren que ya no solo los jóvenes, si no los trabajadores en general trabajen como chinos. Y sucede que estamos en España, aunque España se parezca cada vez menos a España. 

Aquellos que aún no tenemos alterada nuestra situación geográfica, sabemos que aunque todo esté distinto, seguimos estando en nuestro país.

Los jóvenes quieren el trabajo que se merecen, ya sea tóxico, penoso y peligroso si no hay otro posible, pero pagado tal y como fue acordado. Tomen nota para cuando tengan que dar un nuevo titular.

martes, 7 de enero de 2014

Los Reyes Magos de Oriente y Olaya

Los Reyes Magos de Oriente llegaron al ayuntamiento vestidos con sus mejores galas. Los pajes reales fueron cargando los juguetes que traían consigo en las carrozas que los pasearían por toda la villa, saludando a grandes y pequeños y repartiendo caramelos a su paso. La pequeña Olaya solo tiene veinticinco días, pero la ilusión de sus padres les lleva a hablar directamente con sus majestades, que prestan atención, buscan sillas donde sentarse y se disponen a posar para la foto.

Se miran unos a otros comparando sus enormes cuerpos con el cuerpecito frágil de la niña. Sin embargo, ninguno se atreve a tomarla entre sus brazos, los padres se impacientan, pensando que quizá no reunirán el valor de dejarles retratar ese momento. Finalmente es Melchor quien pregunta el nombre del bebé ataviado con sus mejores galas, y pregunta el tiempo que tiene. Veinticinco días le parecen la mar de interesantes para sellar ese primer momento en que Olaya puede verles, la niña sonríe al ser alzada entre sus brazos y se acomoda entre la suavidad de la tela real sonriendo a su vez. Un clic deja constancia de que la feliz mamá ha retratado el momento, pero no es suficiente con eso. Llama a un paje real y le pide el favor de fotografiar también a los felices padres, que se sitúan a cada lado de Melchor, quedando entre Gaspar y Baltasar.

Todos dicen: patata; todos menos Olaya, claro está. Y el momento queda inmortalizado para siempre. Olaya recibe su primer regalo de los tres Magos de oriente, junto con palabras dulces, besos y suaves caricias. Los demás regalos llegarán más tarde a su casa, los primeros que los Reyes Magos de Oriente se pasaron a dejar.

Hay otra fotografía de Olaya con sus juguetes.

domingo, 5 de enero de 2014

Verbo retuitear

Las grandes historias a veces se escriben con pocas palabras.


La historia de Marcelo Vieira y su abuelo. No se la pierdan.

sábado, 4 de enero de 2014

Bodas de oro

Cincuenta aniversario de boda
y no estás para celebrarlo
es una fecha triste sin ti
porque la celebrarías por todo lo alto.

Cincuenta aniversario de boda
en que una parte sí recuerda
lo que la otra parte ha olvidado,
triste fecha sin ti

Que no estás para celebrarlo
aquejado de muerte prematura
quién sabe dónde, de qué forma
y envuelto en qué silencio
para recordarlo.

viernes, 3 de enero de 2014

Qué alegría volver a estar juntos de nuevo

Así, como uno no puede controlar su vida, tampoco puede controlar su ficción.

Nuevos cambios no programados, pero mejores; eso sucede cuando intentas dar un nuevo repaso a aquello creado. Es lo que sucede al retomar después de varios años algo que has escrito y no has concluido. Algo en lo que deberías reflexionar.

Entonces piensas que si tú no fueses tú, no te sucedería esto. Hay gente a la que no sucedería algo así. Gente metódica, eficiente, rígida en sus costumbres, que sabe por donde pisa y hacia donde se dirige con esto de la escritura. 

Tú no, tu no sabes de dónde vienes o adónde vas porque quizá aún ni sabes quién eres. Pero cuando vuelves a encontrarte de nuevo con esos personajes creados los reconoces como viejos compañeros de viaje que siguen esperando después de tanto tiempo reencontrarse contigo y contarte lo que ha sucedido en sus vidas durante este intervalo. 

Y todo te parece tan apasionante que fijas tus horarios para volver a encontrarte con ellos a diario. Y recargar de nuevo tus desgastadas pilas.

miércoles, 1 de enero de 2014

Las lágrimas de Shiva, de César Mallorquí


Este es el último libro que leí en 2013. Me tuvo pendiente de cada palabra, de cada página. Me hizo sorprenderme, reír, lo disfruté muchísimo porque lo encontré muy bien escrito y apasionante. Cada página se me hizo una clase de literatura, porque siempre dejaba algo en el aire para cuando tuviese tiempo de volver a leer. Y además entre los temas del libro está el viaje a la luna, y el sutil fantasma de una mujer. Creo que de por sí estos temas enganchan, y si además son presentados de forma verosímil y entretenida, el deseo de leer va siempre a más. 

Mientras leía, un fantasma que tengo en una historia se quedaba en pañales. También tuve esa frustración de tener un fantasma que no domino, como tantas cosas en la escritura, de modo que la admiración por este trabajo que conforma un entretejido perfecto, también anduvo por ahí. Era uno de los libros mejor escritos que me había topado en todas sus formas, uno que no encontraba en mi parte lectora reproches, hasta que en la recta final incluye algo que no me concuerda. Y no podía dejar de repetirme una y otra vez: son primos. El por qué de la incredulidad de este detalle no lo explicaré porque no me gusta explicar los libros, a mí si me los explican me los destripan y no soporto saber lo que voy a encontrarme, de modo que así pienso dejarlo. Está escrito maravillosamente pero tropecé un pedrusco que me afeó la historia. Entonces uno se pregunta ¿por qué si en la suma global suma un diez le das tanta importancia a un solo detalle? No tengo respuesta, soy un caso perdido, odio que me pase esto porque es solo una historia. 

A fin de cuentas es eso: todo era primorosamente real hasta que ese detalle me despertó del ensueño y me hizo caer en la cuenta de que leía ficción. Supongo que no soporto que alguien me despierte de golpe cuando estoy inmersa dentro de un buen sueño.

Las lágrimas de Shiva, de César Mallorquí, el arte de relatar de un maestro. Os lo recomiendo. 




Comienza 2014

Durante todo 2013 quise comenzar muchos relatos que luego no quise escribir. Surgían de la lectura de los periódicos o de la actualidad informativa. Fueron historias que darían para otras historias, o para desgranar minuciosamente, pero después llegué a la conclusión de que todo eso ya estaba recogido en otros libros y que de ninguna forma me gustaría pasarme meses o años enteros escribiendo o corrigiendo sobre aquello, que cazaba al vuelo para escribir. Me dije que por muchas páginas que dedicara a ello ya estaba escrito, aunque fuese en una nota de 4 por 8 o de 9 por 3. El lugar donde me apetecía pasarme horas perdidas durante días sueltos era otro distinto que ya tengo escrito pero esperando a ser revisado de nuevo. Que es eso lo que de momento debo acabar. Esto lo concluí en una frase que no recuerdo bien, pero que decía algo así: Se nos juzga por lo que terminamos, no por lo que comenzamos. Me pareció una de esas frases que separa lo accesorio de lo importante.

La diferencia entre antes y ahora es que cuando escribes a máquina, siempre te queda la hoja acabada, algo que no sucede en el ordenador, terminas de escribir pero la hoja se queda ahí, pendiente de nueva revisión. Y pasado un tiempo vuelves a revisar y rehaces, tomas nuevas decisiones sobre el conjunto y siempre termina quedando algo que no concuerda. Si sucede que pasa tiempo entre una revisión y otra, el relato ha variado, del modo en que ha cambiado tu mundo alrededor o tus sentimientos; siempre hay algo nuevo que querrás añadir y que no estaba previsto porque entonces no estaba en ninguna parte, ni en ti. Es un hecho angustioso en cierta forma, porque mientras escribes el mundo no se detiene para complacerte y pasan las horas, frustra que pasen sin avanzar gran cosa: en parte porque escribes muchas historias en una sola, formando tal embrollo que terminas por dejarlo para después.

Decía que durante este año quise comenzar muchas historias distintas, extraídas de las noticias diarias y todo lo que se entremezclaba en mi vida, pero entendí que hay que dejarle espacio a la prioridad. ¿Cuál era la prioridad?, terminar todo eso que el ordenador se ha tragado y de lo cual solo conservo una vaga memoria. Seis o siete cuentos largos o novelas cortas que con paciencia debo hacer que el ordenador me devuelva transcrito en papel. Sucede que en todo este tiempo ha ocurrido eso, que vagan en la pantalla dificultando el trabajo que nunca se acaba. No puedo decir que lo haya concluido porque falta el último vistazo, y extraerlo para encuadernarlo en la encuadernadora, para poder leerlo con calma. Leerlo por última vez y pasarlo a quien quiera sumergirse en la historia. Es hora de ponerse metas sencillas para cada día, corrigiendo e imprimiendo a diario. Dejando poco a poco constancia de que algo comienza de verdad, algo que no puede controlarse del todo, así como no pueden controlarse los lunares que asoman desde la nada más absoluta hasta nuestra piel. Entenderlo es asumir que somos naturaleza, como el sol que asoma tras una tormenta, como el aguacero que barre el día primaveral, como la primera estrella que rompe la oscuridad de la noche. Impredecibles como el mismo viento, tendente a variar. Una cometa en el centro del universo que se debe atar corto. Comienza 2014 y cada minuto será valioso, en espera de lo que tengo que hacer. La pregunta que se escucha al fondo es si lograré ir de forma organizada para no echarlo al traste, la respuesta, con sinceridad, ni la sé.

Comienza el año y los propósitos se renuevan, eso es bueno porque significa que sigue habiendo vida y esperanza, no hay tiempo para perderse en preocupaciones que al final pasarán de largo. Es hora de fijarse metas y andar con la sorpresa inesperada de nuevos días que nos saldrán al paso, hora de soñar con la parte posible dentro del imposible que seguimos siendo. Siempre es tiempo de esperanza, tiempo de recomenzar.