Powered By Blogger

lunes, 30 de abril de 2012

Más apuntes sobre escritura

Sin saberlo, siempre ando recopilando información sobre escritura, lea lo que quiera que lea, incluso en la red. Me intriga todo lo que tenga que ver con el hecho de contar con palabras, o cómo contar. A menudo echo de menos una persona cercana, de carne y hueso, con la que compartir esta búsqueda, alguien tan inquieto como yo, o un profesor en la materia a quien recurrir cargando con mis manuscritos secretos. Alguien que quiera leer y colaborar en esos escritos que de verdad quisiera exponer a la luz. Es curioso porque mientras esos esperan ver la luz, todo aquello que no quiero escribir está siendo publicado aquí. Algo que me lleva de vez en cuando a volcar mi saco de interrogantes y quedar sumergida en ese mar de dudas que no resolveré, que quizá solo Ágata Christie con su cordura lógica podría resolver. O aquellos que leéis detrás de esta pantalla y que nunca hablaréis, pero que fruncís el ceño y sacudís la cabeza de espanto, como quien no se lo consigue creer, y al final resolvéis con un simple: es que hay gente para todo. Así es. Cada quien lleva sus propios interrogantes cargados, aquellos que quizá nunca conseguirá resolver.

Os dejo un enlace interesante aquí.

domingo, 29 de abril de 2012

Respuestas al cuestionario de Proust

Acabo de leer unas respuestas que me reconcilian con los humanos. Que me resurgen de mucha tristeza y mucha depresión. Y lo comparto desde aquí.

http://sololiteratura.com/bol/bolamisccuestionario.htm

sábado, 28 de abril de 2012

Cuando no pasa nada y estás perdiendo a tu hijo

Ayer una madre primeriza cruzaba el aséptico hospital para llegar hasta la matrona y contarle que estaba muy preocupada. Que había unas manchas de sangre que no le cuadraban con su embarazo. Tras la amplia mesa se encontró una mujer enjuta que la subió a una camilla y le hizo una exploración rápida, muy dolorosa y vacía de humanidad. De la que solo extrajo dos palabras: yo aquí no veo nada. Acto seguido la envió a trabajar como cualquier mañana, le dijo que no le diese importancia alguna y cuando salía por la puerta le espetó un haber si se logra. Que a la madre humillada, angustiada y desorientada por ese trato que no esperó, la dejó preguntándose qué cosa había querido decir. Algo se contradecía en el fondo, si podía acudir a su trabajo con normalidad, significaba que su criatura no corría peligro. Pero si se decía a una futura mamá haber si se logra, algo andaba muy mal, y entonces no debería ir a trabajar, debería ponerse remedio para que una criatura que estaba empezando a estar mal obtuviese una especie de socorro; el que ella había ido a buscar.

Y regresó a su trabajo, y se quiso concentrar. Pero aquello solo empeoraba y estaba en un trabajo que no podía dejar, ni seguirlo adelante. No había mujer que pudiese trabajar con normalidad cuando su hijo daba unas señales de alarma que no se podían obviar. Fue a comentarlo a la encargada, que la envió a su casa rápidamente, le aseguró que ya se arreglarían entre todos y que lo primero era su hijo. De vuelta a casa conduciendo montones de kilómetros pensó en las palabras de aquella mujer, que dijo que volviese el lunes y que a no ser que las pérdidas fuesen muy muy grandes no se alarmase, que era un proceso normal. Como si fuese lo normal para una mañana de viernes...¿Volver el lunes? se preguntaba ¿un proceso normal? Nunca había pasado por aquello y entonces llamó a una mujer de confianza para comentarle aquello. La mujer fue muy sincera y la envió a toda prisa de nuevo al hospital. Le parecerá normal a ella, le dijo, pero a mí no me parece normal. Tienen todas las máquinas del mundo para saber cómo está tu hijo, dales la paliza sin temor alguno, asegúrate de que se encuentra bien y entonces vuelve a casa tranquila. Es para eso para lo que pagas rigurosamente mes tras mes tu seguridad social; para cuando necesitas un médico que revise aquello que consideras anormal.

Se fue con remordimiento de molestarles. Entró por urgencias y contó su caso. El celador movió la cabeza y dijo que a veces los embriones no llegan a buen término, que la enviarían de nuevo a la matrona y que no se preocupase. Allí la mujer le preguntó que qué esperaba, que ya se lo había dicho por la mañana. ¿Decirme qué?, le preguntó ella, me dijiste que no pasaba nada y que me fuese al trabajo. Por respuesta le dijo que las mujeres de hoy en día como estaban a todo, se enteraban de su embarazo en cuanto aparecía y que claro, después pasaban esas cosas y se disgustaban. Las mujeres de antes pasaban infinidad de veces por aquello y ni se enteraban. Fue así como supo que no tendría niño. El primer hijo que tanto la ilusionaba. Que tantos planes le había hecho hacer en aquella semana. Solo tuvo ánimo para replicar que ella no había esperado eso, que como le dijo que todo estaba bien y que se fuese a trabajar, en verdad pensó que no pasaba nada.

El llanto le asaltó de golpe y buscó comprensión. Al otro lado de la mesa había una mujer con cara de perro que no quería ser molestada, que incluso la hizo sentir estúpida y no digna de estar allí. Una mujer cansada e irritable que solo esperaba a que se fuese por la puerta llevándose su enorme disgusto, su sentimiento de haber sido tratada peor que un animal y de haber sido insultada; para así descansar todo el tiempo posible hasta la siguiente que entrase por la puerta trayendo un problema.

La hasta entonces mamá feliz abandonó los pasillos llorando. La persona de confianza que le había aconsejado ir al hospital llegaba sin resuello y se la encontró. Así a primeras no imaginó que estaba perdiendo a su niño. Porque ninguna madre que estuviese perdiendo a su niño tendría esa tranquilidad. Y no era eso, había sido tratada con tanta frialdad y despotismo que no lograba hacerse a la idea de que lo estuviese perdiendo. Fue la persona de confianza quien en verdad tuvo que buscar palabras para explicarle por qué proceso había perdido a ese niño, sin tener ni idea del proceso. Quien tuvo que buscar palabras para consolarla. Para decirle que eso no tenía por qué repetirse de nuevo. Quien tuvo que aparentar calma, dar cobijo, quitarle importancia al asunto, sembrar esperanza. Estar a su lado mientras comunicaba la pérdida a unos y otros. Ver de cerca su llanto, sentir su dolor, decirle que ella hizo todo cuanto estuvo en su mano. Y aguantarse su propio llanto toda la noche y soltarlo poco a poco en la nueva mañana. Frente a una pantalla de ordenador.

Una canción dedicada

Es una canción que vale por toda una vida. Quizá por eso cuando uno tenga que dedicar una canción no está de más que se esmere mucho en que esa canción refleje todo aquello que quiera reflejar. Cuando alguien escoge de entre todas una canción para dedicar a una persona, está diciendo con ella todo lo que esa persona significa. Marca el tiempo de una vida. Porque el tiempo de una vida es un tiempo de marcas. La huella de los pasos que en un tiempo se dio.

Y en el contenido exacto de esa canción siempre queda implícito aquello que la persona en concreto encontró en esa otra a la que su canción dedicó. A veces letra y sonido conforman un mensaje donde cabe el amor. Uno que quedará para siempre impreso en esa letra, aunque haya adiós.

http://www.youtube.com/watch?v=V7zK2qaP4iE&ob=av2n

viernes, 27 de abril de 2012

Contar al amor cantando

Hay canciones que reúnen la esencia de toda una vida. Que cuando se escucharon por primera vez contenían un mensaje cifrado que habría de durar en un para siempre que conformaría todo cuanto ahora es. Que no era otra cosa que el poder de la imagen, el sonido y la letra, en esa otra forma de contar. Intuí de alguna forma imprecisa que esa canción venía del mundo al que pertenecía desde mucho antes de llegar. Fue en ese mismo momento en que yo encontré mi sitio. Supe que desde entonces en adelante inventaría mi propia forma de contar.

Creo que se ha contado de mil formas distintas como llega el amor, pero nunca de una forma tan sublime. Tuve esta cinta en casette hasta que rayada dejó de caminar. Lo tengo en CD ahora mismo perdido por algún lugar de la casa donde guardo tesoros que de tan guardados no consigo encontrar. Y lo tengo en You Tube, donde con tan solo con un clic lo puedo rescatar...y compartir con el mundo. Ahí va... Ese jazmín tumbado al sol, y esos pasos en la hierba salpicados por el calor, y todo ese conjunto armonioso ¿acaso se podrá superar? Y esa voz suave y melodiosa ¿acaso se puede imitar?, ¿O superar incluso? -yo creo que no-.


Fue tal que así, la primera vez que escuché esta canción tuve una impresión que no pude explicar. La conciencia de que de alguna forma yo pertenecía a ese mundo del que provenía algo tan hermoso que ni supe relacionar. Una especie de submundo donde se puede conjugar la realidad que todos conocemos para volverla a conformar. Hubo un quiebro en la forma en que había conocido todo cuanto me rodeaba hasta entonces, y un encontrar mi lugar en un mismo compás. El compás de espera en que nace algo nuevo, aunque no se tenga conciencia de donde está.

http://www.youtube.com/watch?v=qGpxmpUsZyo&feature=related

jueves, 26 de abril de 2012

El cuaderno de Maya

Este nuevo libro de Isabel Allende tiene 443 páginas que en mi opinión toda mujer debería leer. Así de contundente soy. Lo mismo que debería leer La casa de los espíritus, Paula y La suma de los días. Cierto que de esta autora no he leído nada más, y que comencé a leer algunos de sus otros libros y los dejé. Pero con El cuaderno de Maya me atrapó desde la primera hasta la última página, en esa prosa rica que solo Isabel Allende sabe tener. Llegamos aquí hasta una mujer que según algunos "escribe literatura femenina", un término que pone en segunda instancia su tipo de escritura que tal pareciese que fuese una literatura de segunda. Pues no señores, la literatura ni es femenina ni masculina, y quien lo afirma no tiene ni la más remota idea de lo que es una mujer. Porque si algo refleja esta escritora es lo que es ser mujer, incluso en los tiempos que corren.

El cuaderno de Maya trata sobre una chica de 19 años que cae en el mundo de las drogas. Es un libro plagado de personajes, donde cada uno de ellos se sumerge entre las páginas con la habilidad de que cada uno encuentra su sitio de un modo amigable, sin interrumpir el ritmo o el lugar. Es un libro que toca todos los temas en que pudieran verse envueltos los chicos de hoy, y el sufrimiento de su entorno, que no sabe lo que hacer ni cómo ayudar. Entre estas páginas, por todo lo que ha venido contando la autora sobre su vida, se la intuye a ella. En mi opinión es una mujer que necesita contar todo lo que ha aprendido de la vida para que cada lector aprenda a hallar en sus propias preguntas sus propias respuestas, para que cada quien aprenda a interrogarse para darse respuestas que vayan directas a una salida; esa que busca. A título personal estos cuatro libros que cito de Isabel Allende me han aportado mucho, tanto como mujer como acérrima escribiente que no lo consigue dejar.

Anoto un párrafo que viene en la contraportada: "Esta Maya me ha hecho sufrir más que ningún otro de mis personajes. En algunas escenas le habría dado unas cachetadas para hacerla entrar en razón, y en otras la habría envuelto en un apretado abrazo para protegerla del mundo y de su propio corazón atolondrado".

Creo que en todas las familias en las que haya un adicto a las drogas o al alcohol, se da esta misma cualidad que ella cuenta, el enorme sufrimiento que divide en dos, abrazar o abofetear, para hacer reaccionar. Y en todo caso un enorme dolor de todo el entorno que gira alrededor de una persona que no sabe cuidar de si misma y que con su actitud coarta a los demás. En definitiva este es un libro que recomiendo a todo el mundo, porque toca temas fundamentales y los cuenta bien. Porque me parece un libro que cuenta mucho del alma femenina y sus propias trabas. Porque es literatura, de la clase de literatura que es una sola, lo mismo que esté contada por un hombre que por una mujer.

miércoles, 25 de abril de 2012

Si acaso me equivoqué alguien lo remedie

Ayer fui a despedirte a la estación de autobús, tu alegría contrastaba con mi tristeza. Tus ganas de alejarte de mí eran opuestas a mis ganas de dejarte ir, pero si algo entiendo es que no puedo mantenerte atada de por vida. Tu mirabas de frente todos mis temores, a la carretera con una noche de lluvia insistente y un viento fuerte, y yo miraba tus ojos redondos y grandes llenos de alegría; como tantas veces pensé en esa distancia que recorre mi edad y la tuya. Una vida que tiene poco que esperar y una que quiere descubrirlo todo desde su propia retina. Y en un momento dado le vimos a él, que estaba con su nueva novia a tan solo dos metros.

Y entonces volví a pensar hasta que punto pueden romper los mayores los sueños de los niños. Hasta que punto nunca os dejamos crecer, esperando que os mezcleis con mucha gente, que vayais y vengais de muchos sitios diferentes sin que nadie os ate tan pronto. Y qué clase de criterio decide lo que es peor o mejor. En todo eso pensaba mientras con mi paraguas te tapaba mojandome yo la espalda, mientras con su paraguas la tapaba mojandose él a su vez. Y toda esa distancia que ahora no nos permite apenas saludarnos por no acuchillarnos por dentro, por toda la hermosura que hubo una vez. Fue entonces que volví a preguntarme ¿como es capaz de morirse un amor así? ¿Acaso se muere alguna vez? y volví a preguntarme de nuevo ¿hasta que punto yo lo maté?

Son todas esas las preguntas que nunca sabré responder. Solo sé decirte que junto a ella, abrigado bajo un paraguas no dejaba de mirarte una y otra vez. Y no te lo dije, y no te lo diré, pero vine a casa con la sensación que tantas veces tuve, que los hijos nos crecen sin avisarnos y nos pillan con el pie cambiado, y nos cambian los planes que tuvimos sobre su futuro. Como siempre me quedé preguntándome porque me costó tanto verte acompañada como me cuesta ahora verte sola. Por qué me costó tanto verte atada como me cuesta hora verte suelta, y vuelvo a decirme que fue por esa obsesión que él tenía de ser tu guardaespaldas, de planificarte la vida, de reclamarte a su lado a todas horas, de espiarte, de casi no darte libertad de elección. Y vuelvo a preguntarme si acaso no es así todo amor y no tengo respuesta. Solo sé que yo quise que vieras el mundo con tus propios ojos despiertos e ilusionados mirando hacia todos lados, y no solo el punto fijo de esos ojos que se te ponían delante para no dejarte ver. Y no te lo dije, cielo, pero pero mil veces en un día me pregunto si acaso me equivoqué.