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jueves, 25 de agosto de 2011

Retazos...

Cuando algo ha sido importante deja huellas, si las huellas sobreviven al tiempo encontrarán huellas de vuelta. Aunque sea a los pensamientos. En cualquier caso todo lo importante deja huellas.

martes, 23 de agosto de 2011

Una pregunta capciosa

Alfredo es agnóstico, de modo que lleva días sumido en una elocuencia magnánima, afila su lápiz de continuo y anota en la página gris de la cotidianidad mientras mira la pantalla del televisor. Su sonrisa es sarcástica, sus comentarios darían para una novela incalificable quizá, y sin embargo muy fácil de calificar. De continuo hace aseveraciones que pueden hacerte reír o mover la cabeza hacia los lados, porque definitivamente hay cosas bastante complicadas de explicar.

Mientras la tormenta hace dibujos serpenteantes por el cielo abrupto de la tarde, y las nubes acumulan electricidad suficiente para surtirnos de luz durante todo un año, él sigue su monólogo depurado, un monólogo que parece haberle llevado años de honda reflexión: los caminos del señor son inescrutables, se reza desde el púlpito. Pues bien, a pie de calle, mientras su interlocutor escucha los razonamientos imposibles de Alfredo, se le antojan así mismo.

Nada en él está dejado al azar, por eso es imposible convencerle de algo de lo que no está convencido. No es amoldable ni adaptable, es regio como la misma piedra. Después de desternillarse de risa una y otra vez, sin esperar que le respondan tampoco esta vez hace otra pregunta:

- Digo yo, si este hombre es el representante de Dios en la tierra ¿por qué viaja en papamóvil? ¿Por qué tiene tanto miedo a morir si ello fuese la voluntad del Señor? No lo entiendo, es algo que nunca podré entender_ mira de nuevo a su interlocutor como si no fuese necesaria su respuesta, o sabiendo que no le va a responder_. No. No quiero que me respondas_ replica en ese instante como si le hubiese leído el pensamiento_. Es que es muy gracioso, de veras que me parece muy gracioso. Te aseguro que si yo tuviese algo de fe, ese cacharro blindado me la quitaría de golpe.

viernes, 19 de agosto de 2011

La nívea pureza de Neil

Neil es un gatito blanco, de orejas estiradas y redondez prominente, en cuanto intentas dejarlo atrás avanza a saltos tan eficaces como un canguro. Tiene dos meses de edad, nació con una hernia de ombligo y un complejo de narciso bastante fuerte, se queda parado en cualquier lugar para hacer amigos; nadie sabe por qué desde hace tiempo su lugar predilecto es el centro mismo de la carretera. Quizá le gusta ver pasar los coches de cerca porque es un gato curioso, y que se detengan para quitarlo de enmedio y seguir su rumbo. Esto sucede desde que un enorme camionero detuvo a su enorme camión y lo tomó del centro mismo de la carretera para mirarlo de cerca, reprenderlo y devolverlo al prado más cercano, de donde tuvo claro que se escapó. Esa escena marcó un antes y un después en la cabeza pensante de su dueña, que desde ese día lo ofreció a todo el mundo, para salvarlo de su propia intrepidez, para no permitir que nadie lo atropellara y no tener que verlo perecer; nada más injusto.

Neil es el gato perfecto para tener en un piso, con su cestita ahuecada, sus juguetes de gato, su comida servida, su sofá mullido y su admirador bien cerca para acariciarlo, porque Neil es un gato que se hace querer. Con su cabecita redonda, sus ojos azules como el claro cielo, su pelaje tupido, sus patitas cortas y sus bigotes quietos, Neil es el gato más amoroso del mundo, y el más inocente a su vez. Apenas anteayer se lo ofrecí a una chica que lo quitó de nuevo del centro mismo de la carretera, le dije que tengo diez gatos más y que todos saben cuidarse menos él, y que temo que le ocurra lo peor si alguien no se lo lleva pronto a un lugar seguro. La chica dijo que no se lo podía llevar y me lo devolvió, Neil estaba feliz de que alguien se hubiese parado y le hubiese brindado una mirada tan amorosa y unas tiernas caricias, unas palabras amables y una sonrisa de triunfo. Era adicto a ese tipo de cuidados, y apenas unas horas después fue una niña de diez años quien se bajó de su coche para salvarle la vida y dejarlo en el prado. Al verla por casualidad salí para decirle que si quería quedárselo se lo regalaba. La madre de la niña sonrió, pareció encantada con la idea y quiso verlo de cerca. Su primera impresión fue sensacional y seguramente se la ganó al momento con esos ojitos azul pálido de mirada penetrante, pero justo entonces le dio vuelta y al mirarle la tripita le vio el bulto prominente de su hernia y debió pensar que era algo grave; antes de que pudiese abrir la boca la niña lo dejó en el prado sin protestar, el coche arrancó deprisa y se alejó, sin que la niña dejara de mirarlo como algo suyo, pero en el rostro de su madre se leía un no, un no de esos que no cambian; no y no. Horas más tarde fue una chica embarazada quien lo quitó de la carretera y quien rehusó a llevarlo porque ya tenía tres. Desde ese momento volví a hacer lo que tantas veces hacía en un mismo día, lo encerré en el sótano y no le dejé ver la luz. Daba lo mismo, en cuanto alguien abría la puerta se colaba con una agilidad veloz para lo peque que era y se iba donde siempre, a ver a la gente pasar, a conocer gente nueva, a prendar a todos con su candor; y otra vez vuelta a lo mismo, cuando menos lo esperabas alguien se detenía a un palmo de él y lo recogía para salvarle la vida. Era imposible contemplarle y dejarle allí, expuesto a todos los peligros que su mirada inocente ignoraba aún.

Esta mañana Neil no tuvo tanta suerte, alguien no se detuvo a apartarlo, o simplemente no lo vio. Yo tampoco pude verlo porque en ese instante gestionaba unos asuntos. Y al regresar ni tan siquiera vi ese charco de sangre en medio de la carretera, ignoro cómo lo dejaron porque no fui yo quien tuvo que recoger su cuerpecito menudo, sólo recuerdo haberle dado su jarabe en cuanto me levanté y su mirada de gratitud por mimarle tanto. Los otros gatos no dejan de olisquear esa mancha roja y de cuando en cuando les escucho maullar. Ellos tampoco lo han visto y seguramente nadie se lo ha contado pero saben por su instinto animal lo que ha pasado, y andan deambulando de acá para allá con las orejas gachas y el ánimo vencido -porque Neil se hacía querer, y proteger con idéntica urgencia-, eso para que digan que los animales no tienen sentido; lo sienten, y lo sienten mucho, tanto como todos los que lo hemos sentido nuestro lo sentimos.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Respetar la autoría

María, Ismael, Isabel y Javier tienen el mismo problema, falta de imaginativa, y un blog que atender. Nadie les ha pedido que tengan blog, pero quieren tenerlo y mantenerlo a toda costa, de modo que a falta de creatividad deciden salir en busca de bellas palabras allá donde estén. María ha entrado por casualidad en el blog de Jacinto, y ha copiado la mejor de sus entradas tal cual, dando por hecho que sólo estaba copiando el texto de un usuario cualquiera de la blogsfera; cuando estaba copiando sin saberlo frases dejadas al mundo por la Madre Teresa de Calcuta, puestas en forma de texto.

Jacinto copió el texto del blog de Elena, que a su vez lo copió del de Manuel, que a su vez lo copió del de Rosa, que a su vez lo copió de Martín, que a su vez lo copió de Alba, que a su vez lo copió de Sergio…Sin que ninguno de ellos aportara un mínimo de cultura a nadie, puesto que ni sabían en realidad de donde provenían tan sabias palabras, y tan sentidas. Un texto cuya autoría real era de Madre Teresa de Calcuta.

Sin embargo los seguidores de Ezequiel, que lo siguen desde hace años porque les gusta su modo simple de escribir, porque no hay en él vanidad alguna y sí muchas preocupaciones mundanas, conocían al dedillo todas esas frases de Madre Teresa de Calcuta, porque Ezequiel nunca tuvo intención alguna de atribuirse un texto que no le pertenece. Sólo quiso compartir la belleza de la palabra con aquella gente que le sigue, su único lema de siempre es dar lo mejor de sí y lo mejor que se encuentra. Aquello que le apuntala por dentro, aquello que le hace reír, que le causa fastidio o pena, que le obsesiona, que le persigue a veces, que no le deja dormir. Ezequiel encuentra en la escritura todos los remedios, y no encuentra mejor solución a sus problemas reales o ficticios, mejor aventura, mejor acicate, juego y propuesta diaria que eso de escribir. Escribir para él es un reto, el mismo reto que ha sido compartir, indisolubles ambas.

A lo largo y ancho de su blog Ezequiel es el mismo que en la vida diaria, sin artificios, inquieto, analítico e investigador, un lector acérrimo, un eterno investigador de todo aquello que se le pasa un instante por la cabeza, un retratista de interiores, un admirador de exteriores, un ser vivo que respira y deja respirar. Alguien honesto consigo mismo, y por lo tanto honesto con los demás. Nunca copia textos de otros, le sobra creatividad, y quizá de las entradas que lee surjan opiniones propias, ideas propias y sin saberlo esté creando algo nuevo con algo que no lo es; pero en todo caso al pasar por su filtro estanco son ya otra cosa. Y en todas las frases que admira, que le susurran bajito, que le suponen un enigma o una pronta solución, esas que ya son suyas siendo de otros, añade siempre que las copia: porque estas sabe que las copia, el nombre de su autor. Porque siendo serios, que a su modo las haga suyas, no significa que hayan perdido su autoría, que no, la autoría es algo que queda para siempre, y que pertenece solo a su autor. Respetarla es respetarnos a todos. Sin excepción.

martes, 16 de agosto de 2011

Fiessssssssssssssssta

Son las cuatro de la madrugada, se celebra un carnaval de verano que ya es típico en la zona desde hace años. Las calles se llenan de personajes de lo mas variopinto, Mozart mismo anda con un gintonic dando tumbos de acá para allá, colocándose la peluca cada tres pasos, seguido de Cenicienta, Cruella de Vil y un Papa de Roma. Abres los ojos como platos al saber que no estás en la onda, quizá sea por eso que te sientes todo el tiempo fuera de sitio. Es imposible pasar por algunas calles de tan atestadas de gente como están. Sobre la caja de un camión un grupo de mariachis que son desplazados de un lugar a otro vestidos de charro entonan su canción, dejando claro quien es el rey. Justo en ese instante una chica del público tras mucho insistir es alzada por los brazos para tomar el micro y cantar, pero lleva tanto alcohol en el cuerpo que no vocaliza, y se le trastabillan los pies, pese a ello se lleva una gran ovación porque en esa marea de gente no se libra nadie; todo el mundo anda igual. O casi todo el mundo. Siempre queda aquel a quien nadie convencerá de que para pillar ese puntito de fiesta es necesario beber, aunque quizá lo sea, dado que hay un ambiente tan fuerte que así de pronto a cualquier cuerdo entremedias le intranquiliza un tantito.

Varios grupos de turistas maduros casi no se tienen en pie, sin embargo bailan la música ochentera que suena como un trueno desde un atril, chicos de apenas unos trece hacen lo mismo, bailan dando tumbos de la gran cogorza que llevan encima. Ríos y ríos de gente va y viene de todas partes, logrando mezcolanzas imposibles de disfraces: vacas, diablos y diablesas en grupo, vampiros, tigres y tigresas, personajes de todo tipo y condición se han escapado de sus límites reales e imaginarios y pululan por todas partes pasados de alcohol. De pronto en toda la masa existente se abre un creciente hueco; hay una pelea, un grupo de chicos y chicas discuten violentamente hasta llegar a las manos. Un intercambio de palabras por un walkie talkie trae agentes del orden, un pequeño revuelo momentáneo, un barrido selecto y todos a sus puestos, no queda ya espacio ni para una colilla.

Después de varias horas de paseo de un lugar a otro me rindo, centenares y centenares de personas que no he visto en mi vida -y que han desembarcado desde la estación de autobús para regresar de nuevo a ella y recorrer cientos de kilómetros tal vez para volver a sus casas- se quedan en mi retina, soy bastante escéptica con este tipo de fiestas donde sobre todo se viene a beber, basta ver todo el desmadre que queda a mi paso para saberlo. Mañana alguien me hablará de todo lo que ha logrado vender en su bar, de lo buena que ha sido esta fiesta para hacer caja, de lo necesario que es mantenerla vigente año tras años en esta localidad, y yo arrugaré el entrecejo y preguntaré si acaso en voz alta... ¿a cambio de qué? Mi mente catastrófica si se quiere, me traerá al instante todas esas escenas que se quedarán de por vida esperando el preciso instante en que emerger en pequeños relatos, pensamientos dispares, escritos inconexos, reflexiones de loca, pesadillas de turno, consecuencias de nunca entrar en ambiente que dirían algunos. A veces aunque no se quiera el más loco de todos es quien permanece cuerdo, porque cuando se organizan fiesssssssstas así nadie contaba con cuerdos. Triste realidad disfrazada o no.

lunes, 15 de agosto de 2011

La honestidad

Siempre y en cualquier caso empieza con uno mismo.

sábado, 13 de agosto de 2011

Citar la fuente

Cuando se copia un texto en Internet tal cual fue escrito por su autor real me parece cuando menos de justicia poner su nombre al final. No se puede copiar y pegar un texto de otro autor y hacerlo pasar por un texto que es de uno. Al final de esta entrada de la cual dejo el enlace debería aparecer un nombre en grande y en mayúsculas: Madre Teresa de Calcuta, el hecho de que ese nombre sea ocultado da una idea de quien lo ha editado con la etiqueta: mis textos personales.

Este texto completo quien lo haya leído lo sabe, es de Madre Teresa de Calcuta, al César lo que es del César.


http://makeyourlifeadreaam.blogspot.com/2011/08/no-ser-correspondidos.html