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martes, 20 de abril de 2010

Re: Querida Cleta


Ya que estoy aquí le diré que pone la música tan alta que sí, escucho a ese cantante y también me gusta, está de suerte, porque podría interferir en las frecuencias y volverla loca cuando lo intentara escuchar, entre otras cosas tengo muy buen oído. A mí me gusta mucho más su look actual, donde va a parar, un hecho que no deja de ser preocupante teniendo en cuenta que tengo trescientos sesenta años más usted, así que figúrese si es usted antigua. Sigo con lo que iba_ Intentaré contarle el caso así tan lindo como escribe usted cuando se relaja_ y dicho sea de paso no como está escribiendo en su blog aunque es cosa suya en eso no me voy a meter, al menos de momento.

Quiero comunicarle muy seriamente que se ha pasado la vida pidiendo imposibles y es hora de que asuma las consecuencias, ya sabe: cuidado con lo que deseas porque puede hacerse realidad.

Sus escritos recorrerán el mundo, tal y como ha venido pidiendo mil veces, porque es usted pesada como el mismo plomo y conste que lo digo con mucho cariño porque es usted de un ingenuo que es todo un amor. En eso tuve suerte porque ya he tenido otras condenas que fueron un infierno, pero es usted de un tranquilo que me admira, aunque de genio no anda nada mal, pero fíjese que a veces la fuerza se la va por la boca y después na. Un poco más de maldad le vendría a usted bien y un poco menos de quejarse.

Estoy condenada por el mismo delito que usted: exceso de vanidad, yo por hacer abuso de mis embrujos y usted por el último ciclón que ha provocado presentándose a un concurso literario junto a escritores profesionales, algunos llevan cuatrocientos libros publicados ¿Dónde se pensaba que iba usted? Pues eso, yo captaré todo el sufrimiento de la gente y le enviaré los vídeos al ordenador. Sólo en las mañanas que en las tardes le llegan todos a casa y tiene suficiente condena usted. Es que yo soy soltera y no tuve hijos. No sabe lo mucho que lo agradezco viendo a los suyos. Por cierto que mal los ha educado usted, espero que se tenga en cuenta mi sinceridad porque la sinceridad ataja todos los caminos y atajos va usted a necesitar, yo que se lo digo.

Pues su condena consiste en contar al mundo todo lo que vea, en que el mundo se entere de qué sucedió mientras se empeñaba en mirar para otro lado. Y cuidado con lo que cuenta no despierte usted recelos de nadie. Y no sirve con negarse ni con poner excusas, una condena es una condena y por estos lares se debe cumplir, aquí funciona mejor la política ya ve. La quiero a las diez de la mañana de lunes a viernes para recoger el mensaje del día, y esta cita no se puede variar, mire a ver como se arregla. Si pregunta porqué descansa sábado y domingo es por eso, porque no descansa, menuda familia se gasta usted. Yo nunca quise tener familia por eso, tanto ir y venir me agota solo de verlo.

En el momento en que falte a su cometido volará hasta mí; y nos pasaremos la eternidad entera en la misma nube en la que estoy y no hay sitio suficiente para las dos se lo aseguro, si algo soy es grande. No creo que sea necesario añadir que usaré cualquier método para obligarla a escribir puesto que el mensaje ha de estar listo antes de las tres en que lo reciben arriba. Ale, ya puede poner un poco de música verá como se le pasa el susto que a fin de cuentas esto es como todo, es cuestión de acostumbrarse. Seguro que nos acostumbramos mujer no queda otra, lo nuestro es cadena perpetua.

Suba, suba la música y póngase a bailar que lo mismo cuesta reír que llorar, y ya sabe eso que cantaba Celia Cruz, que las penas se van cantando, qué gran verdad. Pero eso sí, haga caso de los niños y no cante que en eso le dicen la verdad tiene usted voz de gallina y no se me ofenda pero las verdades son verdad de aquí a Roma.

Querida Cleta:

Sabe que en mi casa nadie me deja escribir, que todos se enfadan y me dicen que voy a terminar como una cabra, si le soy sincera ni yo misma entiendo porqué esta necesidad de escribir y sabrá los muchos años que he luchado por ahogarla; envíeme un remedio para ello si puede, nada me haría tan feliz se lo aseguro. Mire usted la lista de escritores más leídos y pruebe con ellos, mi tarea es cuidar de la casa y de los míos, y si algo pido cada día es conformarme con leer, supongo que lo sabrá bien, es lo que le pido al mundo en cuanto despierto: quiero dormirme y olvidar de una vez para siempre que he soñado publicar. Esto antes era un sueño y ahora es una pesadilla, quiero que sea un sueño otra vez, un sueño y solo eso. Por eso le ruego que busque ayuda en otra parte, y suerte.

lunes, 19 de abril de 2010

La bruja Cleta

Mírese usted, me he decidido a escribirla porque he leído ahí atrás que lo que no se anota se olvida, vamos que estuve leyendo todo lo que dice con mucha atención. Tengo un acento andaluz de pura cepa que no puedo con él, eso no lo notará porque mi corrector ortográfico es de primera, pero vamos que aquí estoy para servirla a usted.

Yo soy capaz de hacer todos los embrujos del mago poter, vamos, esos y muchos más pero ahora con esto de la crisis llevo un año al paro. Ya. Como de nosotras nadie habla iba a saber ná, un año pero un año completo aquí encima de una nube viéndola a usted escribir venga que a escribir. De solo mirarla me agota, se lo digo yo. Eso de Internet empieza a parecerme a mi ese agujero negro del que tanto hablan: se lleva a la gente, eso se lo digo yo, y luego la deja así medio alelada, como entre dos mundos…bueno, ya veo que a usted no, que la veo andar a trescientos para ponerlo todo en su sitio y es usted muy curiosa, por cierto, cose la mar de bien, esas cortinas que se está usted haciendo para la cocina, esas ya las quisiera yo tener con sus borraditos de cestas con frutas y todo, vamos que tiene usted muy buen gusto se lo digo yo. Y no lo digo por lo bien que ha escogido a su marido, que vamos lo que es tonta usted no es. Pero bueno hija, a lo que iba, que me llegan aquí unas historias que clama el cielo y voy a enviarlas todas a su ordenador. Eso sí con los nombres de la gente que me reclame ayuda, que yo no se escribir mire usted, hace cuatrocientos años uno escribía en una piedra de pizarra a todo lo más y no irá nadie a pedirme que entienda el Internet, nada más faltaría. Pues ea hija, que le sea leve, eso de los días de lluvia no sabría decir, a mi que me den el sol, pero los paisajes mi niña, los paisajes aquí tiene usted razón no hay nada parecido en todo el mundo. Le mando una foto pero no sueñe, no me verá más que en la foto que yo milagros no hago, yo transcribo la realidad que ahora se dice, uy, por moderna será, no se hace una idea de lo moderna que puedo ser.

Qué voy a hacer con mi amor

La voz de Alejandro Fernández me llegó desde algún culebrón de esos que son el mismo hecho mil veces, y tardé meses en dar con su nombre porque siempre me olvidaba de ver el telediario y dejar la tele puesta para atraparlo. En aquel entonces los telediarios eran algo que me gustaban, no estaban como ahora llenos de sangre, cotilleos o medias verdades, o si lo estaban yo era más inocente y hasta me gustaban, puede hacer doce años tranquilamente de esto, no lo se porque el tiempo para mí es algo incalculable nunca tengo conciencia de que pasa hasta que pasa algo muy gordo. Casi puedo decir que mi tiempo lo marcan las ausencias y que mis ausencias no son otras que la muerte de un ser querido porque nunca me desprendo de aquello que quiero.

Yo tenía visualizado a este cantante como un clon de Juan Gabriel, y estaba segura de que era tal cual, pero su voz desde ese culebrón me tenía tan encandilada que esperaba a que comenzasen los nuevos para ver si cantaba también, alguna otra vez sucedió.

Hace dos años que supe que este cantante tiene ciento y tantas canciones grabadas. Que es un tipo elegante y que una vez le dije a una amiga, ya verás este hombre no superará jamás este concierto, era Acapulco 2005. Y eso, a partir de ahí a mi gusto estropeó su elegancia hasta el presente, ya no me parece lo nunca visto, si no uno más de los cantantes de moda. Es una pena porque tenía un estilo propio y a mi ver ya no lo tiene. Vamos que si supiera cantar le cantaría Yo no se olvidar, que es una de mis canciones preferidas. Y le sugeriría que retome su estilo antiguo. Aunque ya se sabe, es cuestión de gustos.

Apunto otras por si alguien quiere investigar, Me dediqué a perderte, No se me hace fácil olvidar, Una lágrima en el corazón, Cuando digo tu nombre, Si alguna vez. Y apunto un vídeo espectacular para ver Alejandro Fernández homenaje a Juan Gabriel, canción Que seas feliz.

domingo, 18 de abril de 2010

Asturias







La verdad es que sudé para encontrar esta imagen, puse Asturias y después de un rato buscando la mejor fotografía todas me parecieron estupendas y ninguna lo suficientemente buena para dejar una verídica impronta de la realidad.Llevo un tatuaje de esta tierra en cada poro de mi piel, me bebo sus vientos, lato entre su tiempo, me siento parte de su paisaje y no puedo sentirme más feliz dentro del mundo desde que tengo conciencia de estar aquí. Tengo todas mis añoranzas de la primera a la última, me cuesta desprenderme de lo que alguna vez fue mío, con las personas que han pasado y pasan por mi vida tengo el síndrome de Diógenes y no me avergüenza el hecho de que sigan siendo aunque ya no estén. No me importa que me juzguen, que me señalen con el dedo o que digan de mí que vivo en las nubes o que no sé nada, esa etapa ya la superé en el colegio y aún ahora sigo diciendo que no era verdad; yo no aprendía gran cosa de lo que intentaban enseñarme pero no me perdí nada de lo que quise aprender: la de las palabras escritas que dicen algo, aquellas que nadie te pide recordar y que significan tanto en la vida de todo el conjunto humano.Creo que si se estudiara la palabra paz, si a fondo se comprendiera el mundo entero empezaría a cambiar. Todo dirigente político antes de serlo debería estar en plena línea de combate de una guerra, tal vez algo tan sencillo cambiaría el mundo, tal vez, no lo sé. Qué cómodo quedarse en el despacho y hablar de efectos colaterales y de la necesidad de una guerra contando a las personas como si fuesen números. Mi ineficacia a las matemáticas parte de ahí, las letras son mucho más precisas en eso, para las letras una persona es una persona; mi amor a la palabra escrita no tiene fin.Asturias está de moda, en eso no hay duda, y los días más coloridos llegan aquí; parecen alinearse frente a mi ventana todos los días para que pueda verlos, y son mi motor mientras aporreo el teclado con frenesí, como llevada por sus vientos.Escribir es como respirar y una vez que comienzas si no escribes te ahogas, sirve para echar fuera todo lo que te produce indigestión, algún telediario manipulado por ejemplo, lo que sea. Nunca sabes lo que te va a sacar de ti y llevar a tu espectro hasta el teclado para sacarlo todo fuera y regresar de vuelta como si la calma jamás te hubiese abandonado ni por un instante.Por cierto, esta entrada tiene música: Asturias, de Melendi; en youtube hay videos impresionantes de la tierra asturiana con ella de fondo. Algunos no tienen desperdicio.Para finalizar solo diré que en Asturias la riqueza la tienes alrededor si sabes verla, por eso mismo al mundo le perdonaría todo; menos dejarme ciega.

sábado, 17 de abril de 2010

Care santos




Supe de Care Santos a través de internet, buscando buenos escritores que es a lo que me dedico desde hace dos años. Debo decir que internet era algo que me daba bastante miedo y que en casa se contrató porque mi hijo lo necesitó para estudiar la teórica del carnet de conducir, el tema me pareció lo bastante serio para correr riesgos. Sí, a veces estas cosas ocurren.Y ocurre que te encuentras con una escritora que ha publicado cuarenta libros y te preguntas a qué se dedica el ministerio de cultura, quién permite que la televisión de este país se llene de caspa día a día y que tú no te enteres de que existen escritores vivos en España capaces de tal hazaña. En todo caso si oíste hablar de algún escritor excepcional español era alguien rancio, que no te decía nada y a quien devolviste a la biblioteca con la sensación de que eras la persona más lela de la tierra porque no le encontrabas sustancia. Y resulta que al fin una escritora solita te cuenta algo que nadie se ha atrevido a contar y lo hace desde la honestidad desnuda, te envuelve en su historia y te muestra aquello que por desgracia podría pasarte; porque estas cosas pasan.Y no sólo eso si no que además es un libro que puede decirle a tu hija aquello que intentaste explicarle y no quiso escuchar. Puede dejar en su conciencia mil advertencias de que nada es lo que parece y que no está de más andarse con pies de plomo.Es un libro que como todos los de esta autora late, que es más de lo que algún premio novel ha podido conseguir. Cuando traje a casa la colección de libros Inseparables para siempre mi hija dejó de pertenecerme. Llegaba del instituto y en cuanto podía se sentaba con el libro en el sofá, y de pronto se le escuchaba reír como por cierto muy pocas veces la había escuchado reír, desde dentro del alma; cuando me asomaba para preguntarle de que se reía me lo leía en voz alta y después me contaba lo que había ido sucediendo y yo no daba crédito a que existiese una autora así, capaz de darle vida a todas las palabras y a cada sentimiento. Pero está y es una suerte que una madre y una hija puedan ponerse de acuerdo en algo: comprar uno a uno todos sus libros. Que por cierto son impagables, pero muy baratos aún en tiempos de crisis.

jueves, 15 de abril de 2010

Las mujeres de hoy en día

Conozco a Gela desde hace media vida, ella tiene ochenta años y yo justo la mitad, en su tiempo nos llevamos muy bien, ahora podría decirse que tan solo regular, es una pena, pero suelo preguntarme si desde que enviudó se enranció como el vino estropeado o si en verdad ella siempre fue así y el hecho de perder a su mitad la dejó siendo la persona que es cuando se queda a solas consigo misma.

Suelo preguntarme cosas así todo el tiempo, y confieso que me pasé media vida creyendo que estaba loca, en cambio ahora me gusta pensar que era mi parte escritora la que emergía así de pronto, en medio de la nada y se apoderaba de mí en cuanto me surgía una historia.

La última vez que estuve con Gela me contó que en el verano iba a estar unos días en el piso de su nieta. Me lo dijo como si fuese un acuerdo en el que ella no había tomado parte, y yo sonreí, me gusta hacerme la loca cuando entiendo demasiado bien lo que hay bajo la superficie. La cosa quedó así.

Yo sí estuve en el piso de su nieta, era grande y luminoso, fui allí porque iba a presentar un relato corto a un concurso y quise que ella lo supervisara. Le encantó. Me dijo que escribo maravillosamente y que la historia era preciosa días después, pero que ella cambiaría algunas cosas. Acepté su reto y semanas después quedamos.

Cuando Carlota vino a mi casa traía un montón de post sobre las páginas, eran veinticinco. Y me expuso lo que ella haría: matar a mi personaje principal.

-No puedo matarlo_ le dije muy seria_ ese niño existió en verdad y escribí esta historia precisamente para encajar que algo tan terrible pudiese pasarle a un niño.

- Pues si quieres ganar el concurso tienes que matarlo_ me dijo convencida. Si en algo confío es en su buen criterio. Nadie sacó tantos sobresalientes en el mundo como ella.

- No me importa ganar un concurso o no. Yo escribo como medio para librarme de todos mis males. Y adoro a ese niño_ ella abrió mucho los ojos al escucharme_ para mí es un niño ya tan real como yo misma y no pienso matarlo. No podría.

Ella le puso tanto entusiasmo a mi afición oculta que se llevó muchos escritos míos a su casa, y los tuvo durante seis meses en los que no pude apenas dormir. Tuve la sensación de que le había dado mis tripas y me había quedado tan desnuda como la nada. Hasta que le eché valor y se los pedí. Vino a traérmelos con mucha prisa porque había quedado para una entrevista de trabajo.

La encontré muy desmejorada y esquiva. Yo pensé que mis tripas le habían dado asco pero no me importó, gusten o no, son mis tripas y no podría vivir sin ellas. Ellas me ayudaron a digerir el paso de los años que se me han llevado a poca gente, pero que me han dejado amputada por el resto de mi vida. Son mi modo de sobrevivir a cualquier cataclismo y no me importa ganar o no ganar, no se trata de eso, es algo más sencillo: cuando puedo exprimir todos mis dolores hasta el final desaparecen.

Cuando Gela me contó ese día que Carlota y su novio se habían dejado y vendían el piso sólo pude pensar en que mi nuevo proyecto me tenía tan pegada a mi propio ombligo que ni me enteré. Y me sentí muy mal, porque el novio de Carlota me pareció alguien encantador, justo a su medida.

_Las mujeres de hoy en día no aguantan nada_ me dijo Gela con rencor.

_Las mujeres de hoy en día tienen su propio sueldo_ le respondí_ y no tienen porqué aguantar a nadie si no quieren.

-Antes teníamos que aguantar palos cuando tocaban y buena hambre. ¡Ay, si volvieran los tiempos de antes!

Me pareció una exposición absurda porque siempre me contó que su marido jamás le ofreció un tortazo. Me lo dijo cientos de veces tan orgullosa que algo no cuadraba pero no insistí. Yo no soy política y no cobro por arreglar el mundo. Soy una ama de casa destinada a competir con el dichoso don limpio, que limpia una sola esquina de suelo y le brilla la casa entera como los chorros del oro; y así no hay quien pueda. Odio a ese calvo apestoso desde el primer momento en que le vi, y más aún desde que mi marido y mis hijos se creyeron a pies juntillas que tener la casa limpia es solo abrir un tapón y fregar una esquina. Cuando interrumpe el silencio y nos viene con esa sarta de sandeces desde el otro lado de la pantalla le maldigo en voz alta y solo consigo que estos tres que conviven conmigo me llamen loca. Estoy loca sí, pero porque alguien se de cuenta de que no puede ponerse un anuncio tan denigrante en televisión y voy lista porque este tiene tanta vida como el mismísimo Satanás.

Pero volvamos a ese momento con Gela y al instante en que le pregunté si acaso preferiría que su nieta fuese alguien sin oficio ni beneficio a quien su novio pudiese darle de palos hasta quedarse a gusto, la miraba tan fijamente que no me respondió porque mi forma de enervarme no pudo menos que sorprenderla, a veces soy la mar de imprevisible incluso para mí misma.

-¡Por Dios, algo hay que aguantar si se quiere vivir con alguien!_ eso fue lo que me contestó.

En ese momento recordé la insistencia de mis padres en respetar a los mayores. Recordé esa perorata de que los mayores siempre tienen la razón, y me recordé de paso que soy un ser incorregible.

-¿Pero porqué se separaron?_ pregunté solo para darle la vuelta a la tortilla y hacerle entender que todo tiene su explicación dentro del amplio infinito.

- No me digas. Carlota no quiso explicarme nada_ estaba dolidacon Carlota por no enviarle un informe detallado de su ruptura, o eso me pareció.

Son precisamente esos los efectos colaterales de ver todos los días esa cutredad de diario de María, Eugenia o la que toque; toneladas de caspa a disposición pura y dura alguien que viva sola y tenga poca cosa interesante que hacer en las largas tardes del invierno. Creo que aquí sobra decir que también maldigo, y nunca lo suficiente a quienes permiten que nuestros mayores se alimenten de telebasura y se avinagren hasta quedarse de color verde bilis salpicándonos de pronto y sin saber muy bien a santo de qué. Así, como si la brisa me hubiese traído de pronto una resolución a de aquel tema, dejé la conversación en ese punto dispuesta a hacer los recados que aún me quedaban pendientes.

-Pues me alegro de que Carlota se haya separado_ le dije_ estoy segura de que si lo hizo fue por algo y malo será que con el tiempo no encuentre algo mejor, es un cielo de niña.

- ¡Niña!_ arremetió de nuevo_ ya tiene veinticuatro años, a su edad tú…

- A su edad_ la corté en seco_ usted no se había casado y le sobró tiempo para tener media docena de hijos, ¿o no?_ le pregunté con bastante ironía.

- Sí, en eso tienes razón.

-Pues eso_ me despedí rápidamente y me fui a otra cosa mariposa.

Pero mientras caminaba esa conversación daba vueltas en mi cabeza hasta marearse, e intenté pensar en alguna mujer de ayer; me llevó un segundo encontrarla: Audrey Hepburn, tan soberbia como siempre en ese desayuno con diamantes. Su mirada limpia, su elegancia, su sencillez desbordante. Su hermosa sonrisa diáfana como la luz del día, su plena actualidad, porque me digan lo que me digan a día de hoy se encuentran jóvenes así caminando por las calles. Alegres y desenfadas, sensuales y atrevidas, de ojos vivos y reluciente ingenuidad. Las mujeres de hoy son igual que las de ayer. Lo que cambia es la forma de vivir dentro del mundo.

Las mujeres llenan las universidades y sacan las mejores notas, se hacen abogadas, médicas, pilotos de avión, ingenieras de minas, cirujanas, soldadoras, limpiadoras, dependientas, taxistas, bomberas, electricistas, albañilas… y son aquello que quieren ser por sí mismas, y precisamente esta lucha cuerpo a cuerpo consigo mismas les da la libertad de elección. Nunca estaré lo bastante satisfecha por este logro que nadie les ha regalado, a fin de cuentas uno es lo que quiere ser; y no conozco mayor justicia que esa.

Lo que no se anota, se olvida



No me gusta el té, por eso no tengo tetera, pero si tuviese una y de ella saliera un genio el día menos pensado al pasar el paño tendría un deseo que pedir. Y es que nada me haría más ilusión que tener bien cubierto mi árbol genealógico porque los nombres se terminan en mis abuelos y paro de contar. Y no porque no haya bombardeado cientos de veces en la niñez con mi máquina de preguntas a los abuelos, si no porque jamás tomé nota y ya no me acuerdo.

Mis abuelos paternos se explayaban hasta el infinito contando sus aventuras, creo que ahí nació mi lado literario si es que lo tengo. Pero mis abuelos maternos me miraban como si solo intentase chinchar y me mandaban a paseo de un modo tan elegante como se me pueda mandar, algo que no siempre es fácil. Debió de ser por eso por lo que puse tanto interés en saber de mis antepasados paternos, porque el abuelo me contaba historias tan hermosas mientras me llevaba de paseo, o mientras se sentaba tranquilamente en su silla para hablarme que de ellos cuatro es a quien más añoro. Y es mi ángel guardián, eso si a mi edad está permitido decirlo, creo que en este espacio literario sí, porque la literatura es muchas cosas y entre ellas recuerdo.

No se donde ir a buscar los datos de mis bisabuelos, de modo que espero tener tantos espíritus como Isabel Allende, y sin encender velas ni convocarlos porque soy una miedosa de cuidado, les dejo una invitación para adentrarse en este espacio si gustan y escribir en mi teclado. Tengo hambre de saber como fueron, que inquietudes tenían y que sucedió en sus vidas mientras vivieron, de modo que dejo aquí estas palabras por si quieren sumarse a este espacio que está tan vacío como puedan estarlo aquellos lugares donde se suman repetidos los abecedarios.