Acabo de leer esta entrada y creo que estamos perdiendo el norte en muchos campos de la vida. Para quien aún no lo sepa, la luna es mía - es broma-, lo sería si tuviésemos en cuenta la cantidad de veces que me quedo a mirarla desde alguna ventana, o todo lo que sólo a ella le conté alguna vez. La luna guarda conmigo silenciosa muchos sinsabores, muchas muertes que no esperaba, muchas dudas y muchos escritos, que escribo bajo su rutilante luz. A veces a esa hora sólo ella me contempla mientras el resto del mundo duerme, ahora mismo incluso.
De modo que no me vengan con cuentos. La luna no puede comprarse, porque la luna es de todos. En este preciso momento tengo la luna aquí, ¿acaso por eso es mía?
Os dejo la entrada aquí.
Un blog donde la tristeza y el buen humor caminan de la mano. Donde los límites entre fantasía y realidad se entremezclan hasta conformar un solo presente.
lunes, 6 de mayo de 2013
miércoles, 1 de mayo de 2013
Día del trabajador
Son tiempos de despidos, de cierres de negocios, de quiebras de pequeñas empresas, de pérdidas de derechos esenciales, tiempos de cristaleras de tiendas, antes funcionando, y ahora cubiertas con papel de periódico para dar cuenta de su propia guerra, la que han terminado perdiendo en el desequilibrado balance entre ganancia y pérdida.
Son tiempos de recortes en los derechos, en la sanidad, en la ayuda a las ONG, en las ayudas del paro, en las ayudas a dependientes y en definitiva, tiempos de dejar a la intemperie a los más necesitados de toda una sociedad. Quizá sea hora de hacer un alto en el camino y planificar mejor para obtener diferentes resultados. Quizá haya que defender mejor al trabajador, para que el empresario lo tenga más fácil a la hora de contratarlo y conservarlo.
Son tiempos complicados para los jóvenes que comienzan a independizarse y buscan mantenerse con su trabajo. Y en todas las ofertas de trabajo se les exigen al menos tres años de experiencia en un sector para el que nunca han trabajado y que curiosamente ya de entrada les cierra el paso. A cero trabajo cero experiencia.
Vivo en la región más azotada por el paro de todo un país que ya cuenta con seis millones de parados y sólo dejo una pregunta...¿hasta donde tenemos que seguir? Sé que suena triste y desamparado, pero es que hasta los que aún trabajamos vemos reducidos esos derechos por los que durante tantos años generaciones enteras han luchado y lo cierto es que esto no puede seguir así. No podemos aceptar malos trabajos poco remunerados sólo porque alguien crea que esto debe ser así.
No, no lo aceptamos.
Son tiempos de recortes en los derechos, en la sanidad, en la ayuda a las ONG, en las ayudas del paro, en las ayudas a dependientes y en definitiva, tiempos de dejar a la intemperie a los más necesitados de toda una sociedad. Quizá sea hora de hacer un alto en el camino y planificar mejor para obtener diferentes resultados. Quizá haya que defender mejor al trabajador, para que el empresario lo tenga más fácil a la hora de contratarlo y conservarlo.
Son tiempos complicados para los jóvenes que comienzan a independizarse y buscan mantenerse con su trabajo. Y en todas las ofertas de trabajo se les exigen al menos tres años de experiencia en un sector para el que nunca han trabajado y que curiosamente ya de entrada les cierra el paso. A cero trabajo cero experiencia.
Vivo en la región más azotada por el paro de todo un país que ya cuenta con seis millones de parados y sólo dejo una pregunta...¿hasta donde tenemos que seguir? Sé que suena triste y desamparado, pero es que hasta los que aún trabajamos vemos reducidos esos derechos por los que durante tantos años generaciones enteras han luchado y lo cierto es que esto no puede seguir así. No podemos aceptar malos trabajos poco remunerados sólo porque alguien crea que esto debe ser así.
No, no lo aceptamos.
lunes, 29 de abril de 2013
Cuando giran el mundo hacia el lado que no es...
Desde el momento en que leí que había un autobús lleno de libros recorriendo el desierto buscando a los niños sedientos de historias, me emocioné con este proyecto del Bubisher porque no hay nada que le gustase más a la niña que fui, que aquello de que le contaran historias. Aún hoy vivo las veinticuatro horas del día a la caza de historias, tristes y alegres, sin las cuales ya no sé vivir, vivo para leer y para escribir historias; escribirlas a veces en mi cabeza por la excusa cobarde de que no sabré escribirlas adecuadamente, con ello lucho a diario, en eso se ha convertido mi más fiera lucha, tener el valor de escribirlas aunque sea mal, porque mal es mejor que nada.
Pues bien, el autobús del Bubisher atraviesa la arena del desierto lleno de libros y de gente que quiere leer a los niños, porque un niño es un hombre-mujer del mañana y hay que alimentar su mente para que aprendan a pensar por sí mismos, y no les guíen como a corderos que han de ir directos al matadero que ya han elegido para ellos. Hay casos flagrantes en la historia para entender que el mundo es mucho más rico y más amplio que lo que delimitan las fronteras que alguien le haya dibujado a un país, separándole del resto. Decir que la selección de libros dentro del Bubisher se elige bien, puesto que no todos los libros caben ni todos son convenientes para esos niños y lo que se les desea mostrar, supongo que además de muchas otras cualidades una muy importante, la capacidad de soñar, aquella que nadie aprisiona cuando uno la aprendió a cultivar. Yo visualizo siempre ese autobús como un sembrador de sueños y me recreo imaginando a esos niños un día convertidos en abuelos contando a sus nietos como una vez subieron al bibliobús y su vida cambió a mejor, porque a partir de entonces pudieron comenzar a modelar su sueño, ese que les gustó más de entre todas aquellas historias que les leyeron.
Recuerdo lo pesada que yo era cuando no sabía leer y perseguía por toda la casa a un lector, uno que quisiera leerme la historia enlatada que se intercalaba entre los muchos dibujos de esos cuentos que en principio solo tienen una línea o dos. Y recuerdo un día en que mi abuelo me leyó uno como leen los abuelos, que comienzan leyendo la historia enlatada y te acaban relatando algún momento de su vida; supongo que por eso querría que me leyesen el cuento de Pinocho una y otra vez, porque entre la historia de sus páginas había muchas más, infinitas historias diferentes que nunca me cansaba de escuchar. Quizá por eso me haga tanta ilusión ese autobús que recorre los desiertos de los niños y llenan su cabeza de historias que un día estarán felices de saber, aunque sólo recuerden hilos sueltos; sin saber que esos hilos les ataron fuertísimo a la vida.
Pues bien, ayer en la mañana leía esta entrada de Gonzalo Moure y pude sentir la misma tristeza que él, su misma indignación, su misma rabia de que el mundo se empeñe en girar al revés una y otra vez, cuando sería tan sencillo hacerlo avanzar siempre a favor.
Os dejo su entrada
Y enlace al blog del Bubisher
Pues bien, el autobús del Bubisher atraviesa la arena del desierto lleno de libros y de gente que quiere leer a los niños, porque un niño es un hombre-mujer del mañana y hay que alimentar su mente para que aprendan a pensar por sí mismos, y no les guíen como a corderos que han de ir directos al matadero que ya han elegido para ellos. Hay casos flagrantes en la historia para entender que el mundo es mucho más rico y más amplio que lo que delimitan las fronteras que alguien le haya dibujado a un país, separándole del resto. Decir que la selección de libros dentro del Bubisher se elige bien, puesto que no todos los libros caben ni todos son convenientes para esos niños y lo que se les desea mostrar, supongo que además de muchas otras cualidades una muy importante, la capacidad de soñar, aquella que nadie aprisiona cuando uno la aprendió a cultivar. Yo visualizo siempre ese autobús como un sembrador de sueños y me recreo imaginando a esos niños un día convertidos en abuelos contando a sus nietos como una vez subieron al bibliobús y su vida cambió a mejor, porque a partir de entonces pudieron comenzar a modelar su sueño, ese que les gustó más de entre todas aquellas historias que les leyeron.
Recuerdo lo pesada que yo era cuando no sabía leer y perseguía por toda la casa a un lector, uno que quisiera leerme la historia enlatada que se intercalaba entre los muchos dibujos de esos cuentos que en principio solo tienen una línea o dos. Y recuerdo un día en que mi abuelo me leyó uno como leen los abuelos, que comienzan leyendo la historia enlatada y te acaban relatando algún momento de su vida; supongo que por eso querría que me leyesen el cuento de Pinocho una y otra vez, porque entre la historia de sus páginas había muchas más, infinitas historias diferentes que nunca me cansaba de escuchar. Quizá por eso me haga tanta ilusión ese autobús que recorre los desiertos de los niños y llenan su cabeza de historias que un día estarán felices de saber, aunque sólo recuerden hilos sueltos; sin saber que esos hilos les ataron fuertísimo a la vida.
Pues bien, ayer en la mañana leía esta entrada de Gonzalo Moure y pude sentir la misma tristeza que él, su misma indignación, su misma rabia de que el mundo se empeñe en girar al revés una y otra vez, cuando sería tan sencillo hacerlo avanzar siempre a favor.
Os dejo su entrada
Y enlace al blog del Bubisher
jueves, 25 de abril de 2013
miércoles, 24 de abril de 2013
Ni brujería ni enfermedad
Después de ver los cuatro vídeos que aporta la entrada, cuyo enlace dejaré al final, me sorprende que en pleno 2013 este tipo de historias puedan suceder en algún lugar. Que se atribuya a un tipo de brujería o enfermedad la homosexualidad, que la gente sea castigada por amar de forma diferente a los demás. Quizá porque nací en una época o en un lugar donde siempre se vio con normalidad. Porque los embrujados o los enfermos en nuestro entorno son quienes no saben amar e intentan coartar la libertad de los demás.
Los cuatro casos reflejan la necesidad de poder ser quienes son sin que eso conlleve un plus de persecución. Son un grito al unísono de que la homosexualidad no es una enfermedad sino una disposición con la que se nace, como el color de la piel o los ojos. Algo tan natural y por ello tan imposible de cambiar aunque te encarcelen de por vida en una celda, que sería la mayor expresión de la crueldad ejercida sobre quienes no han hecho otra cosa que amar. Cuando el amor es lo único que puede salvar al mundo, que contrasentido y que horror, saber que en el año 2013 en alguna parte del mundo existe este tipo de persecución.
A veces las historias cambian porque se dan a conocer, porque de pronto cobran voz y terminan hallando la solución. Porque encuentran el amparo de los demás. Su apoyo, su bendición.
Os dejo la entrada y los vídeos
Los cuatro casos reflejan la necesidad de poder ser quienes son sin que eso conlleve un plus de persecución. Son un grito al unísono de que la homosexualidad no es una enfermedad sino una disposición con la que se nace, como el color de la piel o los ojos. Algo tan natural y por ello tan imposible de cambiar aunque te encarcelen de por vida en una celda, que sería la mayor expresión de la crueldad ejercida sobre quienes no han hecho otra cosa que amar. Cuando el amor es lo único que puede salvar al mundo, que contrasentido y que horror, saber que en el año 2013 en alguna parte del mundo existe este tipo de persecución.
A veces las historias cambian porque se dan a conocer, porque de pronto cobran voz y terminan hallando la solución. Porque encuentran el amparo de los demás. Su apoyo, su bendición.
Os dejo la entrada y los vídeos
martes, 23 de abril de 2013
Hoy, día del libro
Me abruman todos los libros que aunque quiera no podré leer. ¿Alguien se fijó en la cantidad de libros que hay en una biblioteca, o en una librería...o en el catálogo de compra de Amazon?
Lo dicho, me abruman todos los libros que hay a mi alcance disponibles ya para leer.
Y me abruman los archivos de mi ordenador...esos libros que nunca escribiré...y que sin embargo nunca, jamás dejaré de intentar escribir. Me da vértigo pensar que para salir al mundo solo me tienen a mí. Y que si yo no los escribo, esos en concreto, nunca saldrán de su oscuridad reducida a la nada absoluta. Pobrecitos, me digo entonces, y sí, también me digo que pobre de mí, esa incapaz persona que de nuevo ante ellos ha de luchar consigo misma para extraerlos de ahí. Siempre me pregunto quien ganará al final, si la oscuridad o yo.
Pero siempre, día tras día los sigo escribiendo, a veces todos a la vez...
Lo dicho, me abruman todos los libros que hay a mi alcance disponibles ya para leer.
Y me abruman los archivos de mi ordenador...esos libros que nunca escribiré...y que sin embargo nunca, jamás dejaré de intentar escribir. Me da vértigo pensar que para salir al mundo solo me tienen a mí. Y que si yo no los escribo, esos en concreto, nunca saldrán de su oscuridad reducida a la nada absoluta. Pobrecitos, me digo entonces, y sí, también me digo que pobre de mí, esa incapaz persona que de nuevo ante ellos ha de luchar consigo misma para extraerlos de ahí. Siempre me pregunto quien ganará al final, si la oscuridad o yo.
Pero siempre, día tras día los sigo escribiendo, a veces todos a la vez...
sábado, 20 de abril de 2013
Prefiero seguir presente
Si tuviese que decir la cantidad de veces que escucho esta canción, no podría contarlas. Me gusta el mensaje que transmite, la sensibilidad de Manuel Carrasco y su voz tan característica y tan luminosamente nítida. Sucede algo que me retrotrae a este lugar cuando la oigo por casualidad, me suena a cuando alguien intenta hacer algo que ni sabe qué, que ponga una miguita de felicidad en la vida de las personas. O que les enseñe a mirar lo positivo que hay en sus vidas a fuerza de arrinconar lo negativo, que es a lo que a veces se le concede una mayor importancia.
Me parece la canción ideal para el día de hoy.
Prefiero seguir presente, Uau
Me parece la canción ideal para el día de hoy.
Prefiero seguir presente, Uau
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