Para mí atreverse de un modo definitivo a dejar que tu historia recorra el mundo ya es una muestra de mucho valor, porque soy una miedosa compulsiva aunque no lo parezca. Y aún me sigue dando un poco de miedo eso de poner algo mío en una editorial porque a partir de ahí te cambia la vida, tu sueño verdadero echa a andar y ya deja de ser algo tuyo para pasar a ser de los demás. Supongo que hay algo de egoísmo en aferrarte a él y no dejarlo marchar, o temor de que otros te lo pisoteen, o quedarte sin tu mayor impulso vital al ver que eso que para ti era tanto no encuentra hueco y lo mismo que lo inflaste se desinfla y queda muerto. Aunque en definitiva me pasó lo mismo con este blog, nació de la nada, para muchos es nada y para mí lo sigue siendo todo, porque todo lo que quiero es escribir, sin saber por qué, solo sé que debo hacerlo y que al hacerlo me doy sentido a mí misma; siempre tan sin sentido.
A lo que iba, unos sueñan y otros cumplen los sueños. Espero que esto sea solo el principio y que a partir de esta colaboración -como madre no se me ocurre otra mejor- nazcan nuevas historias, escritas entre los dos tal vez, dibujadas entre los dos también. Porque si publicar un libro es un sueño, hacerlo en colaboración de un padre, o de un hijo, es ya un sueño de entre los sueños; unir la experiencia en la vida y la innovación. Es trazar una línea fehaciente entre el ayer y el hoy. Es dar paso a una nueva forma de mirarlo todo, porque los niños de hoy ya no ven las cosas como las vimos ayer, la vida ha evolucionado y necesitamos que le den expresión, que conformen sus propios mundos en nuestra colaboración. De momento es la historia de Mián Ros, dibujada por Eva. Quizá dentro de un tiempo nazca la historia de Eva, dibujada por Mián Ros. Como digo es algo que particularmente y sin que me venga a cuento, me emociona, porque creo en las nuevas generaciones a las que estamos dejando un mundo de pena. Ellos tienen que tener el talento de crear el mundo a su medida, y también el valor.