Mi único deseo para 2012 es que sea tan bueno conmigo como el 2011. Y que aquello que salió mal sirviese de aprendizaje para hacerlo mejor la próxima vez.
Feliz 2012 a todos. Que este año nos sirva para descubrir a esas personas maravillosas que tenemos alrededor, y a extraer lo mejor de cada una. Y que nos sirva para saber bajarnos de nuestro peldaño cuando los demás necesiten nuestra ayuda. Que veamos más y mejor y seamos más justos con la belleza que a diario nos rodea. Que sepamos valorar que estamos vivos para llevar en nosotros el latido de aquel que se marchó porque no tuvo posibilidad de seguir latiendo.
En estos días una joven madre perdió la vida en un accidente de tráfico. En su maletero llevaba regalos para toda la gente que quería. Los bomberos partieron a contrareloj su coche por la mitad, los sanitarios corrieron veloces en la uvi móvil hacia el hospital. Los regalos se esparcieron por el asfalto ofreciendo una imagen inolvidable de por vida. La joven luchó con todas sus fuerzas por seguir siendo la persona que había sido toda su vida. El destino o la fatalidad desatendieron su ferviente deseo. En tan solo un segundo había cruzado la carretera, y sin saberlo, el vehículo que venía del otro lado le supuso la diferencia entre la vida y la muerte.
Por lo que más queráis, durante todo este año mirad mucho, y mirad bien, para que cada regalo llegue sin error alguno a su destinatario, para que le veáis sonreír y sintáis ese cálido abrazo que os hace de pronto seres tan especiales para él, y por contagio puro para vosotros mismos.
Un blog donde la tristeza y el buen humor caminan de la mano. Donde los límites entre fantasía y realidad se entremezclan hasta conformar un solo presente.
domingo, 1 de enero de 2012
jueves, 29 de diciembre de 2011
Pagar lo que marca el convenio, ni más ni menos
Llega un nuevo cliente a su bar, Antonio se acerca sigilosamente a Sergio para contarle que ha pensado en su mujer últimamente, porque está a punto de abrir una casa rural, y Ana le parece la persona adecuada para llevarlo. Sergio, diplomático él, le dice que para eso tiene que hablar con Ana, porque es algo que sólo ella puede decidir.
Sergio llega a casa y le cuenta a su mujer lo que Antonio le dijo. Ana pone cara de bayeta escurrida y sonríe con una sonrisa agria al escuchar la última parte: "No quiere contratar gente de afuera". Con ello intentan decir que no quieren para ese trabajo a mujeres de otros países porque no se fían de ellas, y en cambio sí buscan gente que les conozca y que se fíe de ellos. Ana sabe que su marido confía en el mundo mucho más que ella, y que a su manera es un ser sensible al que no hay que causar disgustos innecesarios. Y que sin embargo es necesario hacerle comprender, es por eso que le responde: Mira, prefiero ser eficiente en la distribución del dinero, y seguir sin trabajar, que ganar más, y venir a casa con mis arranques de mal genio porque alguien me explota y me encuentro atada de pies y manos al firmar algo que nunca debí firmar. Si eres listo sabrás que Antonio no tiene tres cafeterías y un hotel en funcionamiento en los tiempos que corren por lo bien que les paga a sus empleados: les paga una mierda. Y yo por una mierda no estoy dispuesta a trabajar, lo tengo bien claro.
Sergio mira a su mujer y se resiente de su crudeza. Le dice que él solo le cuenta lo que Antonio le contó. Y que ya le advirtió de que la respuesta dependía de ella. Añade que un día de estos se pasará a verla.
Ana tiene a la joven perfecta para ese puesto de trabajo: Soledad. Tiene diecinueve años y está separada, es madre de un niño de cuatro, y su familia lo está pasando realmente mal. Su gran sueño es traerse a su hijo a vivir con ella, pero para eso necesita que su jefe le pague el sueldo que por ley le correspondería cobrar. Lleva trabajando cuatro años de camarera, y trabaja quince horas diarias por un sueldo de cuatro. Firmando nóminas falsas un mes tras otro, y aguantando todas las injusticias que tanto sus jefes como los clientes tienen a bien echarle encima. Es algo que Soledad se vio en la obligación de contarle a Ana, un día que la encontró llorando en el lavabo con el mismo dramatismo que si se hubiese muerto su pariente más cercano. Ana le dijo palabras bonitas acerca de la vida mientras la escuchaba llorar con desespero, se las dijo no por consolarla, sino porque creía en ella, y a esas palabras añadió todos los buenos deseos que Soledad misma con su mirar sereno le despertaba. Era trabajadora y limpia hasta el desmayo, sonriente y buena gente hasta la médula, tan hermosa por dentro como se resplandecía por fuera, y alguien con tan pésima suerte en el pasado que desgarraba el alma solo de pensarlo.
Cuando por fin Antonio llegó a casa de Ana para hablarle del trabajo, Ana le recomendó contratar a Soledad, y le explicó a qué Soledad se refería. Antonio supo de quien le hablaba y arrugó el entrecejo, estuvo de acuerdo en todas las cualidades de la joven, pero puso mucho énfasis en recalcar su gran defecto: era de afuera y él nunca se fiaba de la gente de afuera. Ana no pudo contenerse ante tanta educación postiza, ante tanta manipulación subrepticia, ni ante tanta avaricia solapada, fue por eso que le hizo saber que se encontraba ante un gran problema, porque lo mismo que él no se fiaba de los desconocidos, no había un sólo conocido que se fiara de él. De modo que estaba en lo mismo de siempre, buscar a sus empleados entre aquellos que estuviesen lo bastante apurados para no tener ni la mínima oportunidad de escoger. Antonio se fue espoleado, arrancó su gran mercedes de color negro y se perdió en la lejanía, Ana volvió a su casa concentrada como tantas veces en cómo podría cambiar el mundo. Le pareció tan sencillo cambiarlo, que no se lo creyó.
Sergio llega a casa y le cuenta a su mujer lo que Antonio le dijo. Ana pone cara de bayeta escurrida y sonríe con una sonrisa agria al escuchar la última parte: "No quiere contratar gente de afuera". Con ello intentan decir que no quieren para ese trabajo a mujeres de otros países porque no se fían de ellas, y en cambio sí buscan gente que les conozca y que se fíe de ellos. Ana sabe que su marido confía en el mundo mucho más que ella, y que a su manera es un ser sensible al que no hay que causar disgustos innecesarios. Y que sin embargo es necesario hacerle comprender, es por eso que le responde: Mira, prefiero ser eficiente en la distribución del dinero, y seguir sin trabajar, que ganar más, y venir a casa con mis arranques de mal genio porque alguien me explota y me encuentro atada de pies y manos al firmar algo que nunca debí firmar. Si eres listo sabrás que Antonio no tiene tres cafeterías y un hotel en funcionamiento en los tiempos que corren por lo bien que les paga a sus empleados: les paga una mierda. Y yo por una mierda no estoy dispuesta a trabajar, lo tengo bien claro.
Sergio mira a su mujer y se resiente de su crudeza. Le dice que él solo le cuenta lo que Antonio le contó. Y que ya le advirtió de que la respuesta dependía de ella. Añade que un día de estos se pasará a verla.
Ana tiene a la joven perfecta para ese puesto de trabajo: Soledad. Tiene diecinueve años y está separada, es madre de un niño de cuatro, y su familia lo está pasando realmente mal. Su gran sueño es traerse a su hijo a vivir con ella, pero para eso necesita que su jefe le pague el sueldo que por ley le correspondería cobrar. Lleva trabajando cuatro años de camarera, y trabaja quince horas diarias por un sueldo de cuatro. Firmando nóminas falsas un mes tras otro, y aguantando todas las injusticias que tanto sus jefes como los clientes tienen a bien echarle encima. Es algo que Soledad se vio en la obligación de contarle a Ana, un día que la encontró llorando en el lavabo con el mismo dramatismo que si se hubiese muerto su pariente más cercano. Ana le dijo palabras bonitas acerca de la vida mientras la escuchaba llorar con desespero, se las dijo no por consolarla, sino porque creía en ella, y a esas palabras añadió todos los buenos deseos que Soledad misma con su mirar sereno le despertaba. Era trabajadora y limpia hasta el desmayo, sonriente y buena gente hasta la médula, tan hermosa por dentro como se resplandecía por fuera, y alguien con tan pésima suerte en el pasado que desgarraba el alma solo de pensarlo.
Cuando por fin Antonio llegó a casa de Ana para hablarle del trabajo, Ana le recomendó contratar a Soledad, y le explicó a qué Soledad se refería. Antonio supo de quien le hablaba y arrugó el entrecejo, estuvo de acuerdo en todas las cualidades de la joven, pero puso mucho énfasis en recalcar su gran defecto: era de afuera y él nunca se fiaba de la gente de afuera. Ana no pudo contenerse ante tanta educación postiza, ante tanta manipulación subrepticia, ni ante tanta avaricia solapada, fue por eso que le hizo saber que se encontraba ante un gran problema, porque lo mismo que él no se fiaba de los desconocidos, no había un sólo conocido que se fiara de él. De modo que estaba en lo mismo de siempre, buscar a sus empleados entre aquellos que estuviesen lo bastante apurados para no tener ni la mínima oportunidad de escoger. Antonio se fue espoleado, arrancó su gran mercedes de color negro y se perdió en la lejanía, Ana volvió a su casa concentrada como tantas veces en cómo podría cambiar el mundo. Le pareció tan sencillo cambiarlo, que no se lo creyó.
martes, 27 de diciembre de 2011
Retazos...
Cuando vuelvo a los lugares en los que viví siento que sigo siendo la misma. Que el tiempo no ha pasado. Que voy consiguiendo todo lo que he soñado. Y me gusta ver que esos lugares tampoco han cambiado demasiado y que me gusta que todo sea como es ( si apartamos por un momento a la muerte, que se llevó tanto en ese intervalo de tiempo), porque soy consciente de que mi vida tiene sentido. Y también yo.
Más consejos para la posible publicación
Sigo en mi recopilación de artículos acerca de la publicación. Personalmente es un mundo que cada vez se me antoja más imposible. Vamos, que cuanta más información reúno más incapaz de me veo de escribir algo publicable alguna vez, si bien confío en que a quienes os pasáis a leer alguna vez pueda serviros, es por eso que lo dejo aquí. Creo que es algo que vale la pena leer.
http://lamaniadeleer.com/2011/12/24/como-y-donde-presentar-un-original-para-su-edicion/
http://lamaniadeleer.com/2011/12/24/como-y-donde-presentar-un-original-para-su-edicion/
lunes, 26 de diciembre de 2011
Clase breve sobre escritura
A veces las clases más breves sobre escritura son las que más enseñan. Si algo puede gustarme de veras es la síntesis de algo que encuentro explicado con claridad.
http://dreamers.com/manuscritos/docs/manuales/manual039.htm
http://dreamers.com/manuscritos/docs/manuales/manual039.htm
Toma nota:
Si la escuela no educa a tu hijo en la creatividad y en el espíritu crítico, hazlo tú como padre o madre, pero procura estar preparado para cuando él sea crítico contigo y no te incomodes por ello.
viernes, 23 de diciembre de 2011
La vida responde
Desde que me dio por escribir la escritura me actúa como una especie de magia. Es como un buscar y encontrar. O un escribir lo que sin saberlo en ese instante, después me va a pasar en la vida real. Hay grandes historias guardadas en mi cabeza que no quiero poner en papel, justamente por eso, porque la escritura es una especie de magia que no puedo controlar, y a veces parte de lo que escribo de una u otra forma se hace realidad, y no siempre es bueno, porque tiendo al dramatismo de una forma total.
Pues bien, de esa forma casual en que la vida responde a mis escritos, me encontré a una de las personas para quienes había escrito la entrada anterior. Y no digo con esto que crea que le ha tocado la lotería y que le ha cambiado la vida, porque esta magia extraña no llega hasta ahí. Ojalá pudiese. Solo digo que la vida ha vuelto a responder a uno de mis escritos, y que he llegado hasta el por pura casualidad. Esa casualidad que hace que ame y tema al mismo tiempo a mi propia escritura, como un ser dual.
http://bitacoraruinafamiliar.blogspot.com/2011/11/tengo-trabajo.html
Pues bien, de esa forma casual en que la vida responde a mis escritos, me encontré a una de las personas para quienes había escrito la entrada anterior. Y no digo con esto que crea que le ha tocado la lotería y que le ha cambiado la vida, porque esta magia extraña no llega hasta ahí. Ojalá pudiese. Solo digo que la vida ha vuelto a responder a uno de mis escritos, y que he llegado hasta el por pura casualidad. Esa casualidad que hace que ame y tema al mismo tiempo a mi propia escritura, como un ser dual.
http://bitacoraruinafamiliar.blogspot.com/2011/11/tengo-trabajo.html
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