Si dijese que sé mucho más sobre Pablo Alborán mentiría, de modo que he copiado y pegado algo de lo que viene en su página oficial:
"A los 13 o 14 años me di cuenta que quería dedicarme a esto; fue un impulso, una metamorfosis. No me asusté ni me paralicé porque ya cantaba mis primeras canciones. Desencuentro la compuse a los 12 años".
"Hablo de amor y desamor sencillamente, sin ser rebuscado. Me gusta escribir de manera directa para transmitir lo que pienso. Lo bonito es ir enseñando, involucrar a la gente, que haga suyas las canciones, compartir el aprendizaje..."
Me alegra conocer historias como estas, porque enseñan que el arte está ahí y que responde únicamente a una especie de intuición, o devoción. Algo que aunque intente desoírse grita tanto que ha de ser. Historias como estas nos curan de toda la corrupción que hemos oído en los últimos meses, y de todas las noticias que nunca debieron suceder. Y de todos los males de los que aqueja el mundo, porque son las personas como él las que hacen que el mundo sea un lugar que vale la pena, y que aún tiene esperanza de cambiar. Las personas como él son como las pequeñas estrellas que alumbran la noche oscura y dan paso a los días de absoluta claridad.
Andalucía es una tierra de grandes artistas, he aquí la llegada de uno más, alguien que se ha hecho a sí mismo; la mejor manera de llegar.