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jueves, 22 de septiembre de 2011

Día mundial del Alzheimer

Mi abuela materna padeció esta enfermedad. Todos fuimos testigos de cómo volvía poco a poco a ser niña, una niña de pelo blanco y arrugas difusas, pies vacilantes, sonrisa beatífica y dependencia total. Había algo adorable en ella. Una inmensa paz. La paz de sentirse cuidada y protegida todo el tiempo por su única hija, mi madre, que mientras cuidó de ella me dio las mayores lecciones de vida que puedan darse, y también mi padre. Son esas lecciones que uno nunca olvida porque no están dadas con palabras, sino con sangre y sudor.

Estoy aquí para dejar un recuerdo escrito, allá voy:

Era un domingo por la tarde, mi madre debía ir al hospital a visitar a un enfermo del que también cuidaba. Me quedé en su casa con la abuela, que ya no conocía a nadie, ni tan siquiera a sí misma. Por entonces en la casa había un eco de tragedia por una muerte reciente, una de esas muertes que uno nunca supera. Faltaban apenas unos días para el cumpleaños de mi abuela, y decidí adelantarle el regalo que había comprado para ella. Era un dominó de madera, pintado con animales de muchos colores... gallinas, patos, ovejas, cerdos, caballos y vacas, era un dominó para niños, y tan alegre como ellos lo son. Ella era una niña-anciana a la que había que estimular la imaginación, y todo lo que fuesen puzzles o cosas de niños la entusiasmaba de veras.

_ Tenga abuela -le dije al darle el regalo- es para usted.

Me miró con un gesto de sorpresa que aún recuerdo y me dijo que no, que eso era mío. Pero había un gran entusiasmo en que hubiese venido a casa con un regalo para ella, y el envoltorio con el gran lazo le llamaba demasiado la atención, una risa traviesa se apoderaba de ella y le contagiaba nerviosismo.
Repetimos unas cuantas veces el Tenga abuela es para usted y el No, que eso es tuyo - que era un tú te lo mereces más que yo, que era todo ternura- hasta que lo desenvolví y pudo ver la caja de madera con todos los dibujos de animales por fuera.
En el instante en que pudo contemplarlos de cerca se rindió, le gustaron demasiado para negarse a tenerlos. La ayudé a abrirlo y le puse la mesa plegable ante el sillón, esparcí las piezas una por una y dejé que jugase con ellas. Fue un instante de mucha emoción y de mucha pena también, porque aquella niña que tanto se entusiasmaba era mi abuela. Y existía ahora un abismo insalvable entre las dos. Un abismo de palabras rotas y ayeres dormidos en su mente, tan despiertos en la mía, que necesitaría millones de palabras para ponerles voz.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Las personas que ya no están en este mundo

No necesitan nuestro dolor por su ausencia.
Ni nuestro llanto, ni nuestras lágrimas.
O nuestra continua infelicidad.
No necesitan que las echemos de menos.
Siguen con nosotros de otra manera.
Siempre estuvieron ahí y siempre estarán.
Forman parte de nosotros como nosotros mismos.
No podemos renunciar a ellas como no renunciaríamos a nosotros.
Pero eso no significa que nuestro hondo pesar les sirva.
Ni que deban conformarse con ser la causa de nuestra agonía.
Ellos nunca quisieron vernos así.
No eligieron vernos así.
No quieren vernos así.
Y no se conforman con ello.
No podrían conformarse con ello.

Ellos, lo mismo que cuando estuvieron vivos
Sólo quieren nuestra felicidad.
Quieren que nos sobren fuerzas.
Que nos sobre el valor.
Que seamos justo lo que queramos ser.
Y que luchemos por ello cada día.
Sin perder la sonrisa. Sin perder la fe.
Sin perdernos en continuas lamentaciones.
Porque ellos hoy igual que ayer
Quieren lo mejor para nosotros.
Y lo mejor es sonreírle a la vida
Porque una sonrisa es mejor que mil lágrimas.
Las lágrimas sólo empañan los ojos del alma
Y sin los ojos del alma nada podremos ver.
Nada podremos sentir.
No seremos nada.
Y siendo nada estaremos muertos.
Muertos como ellos.
Y ellos llorarán por nosotros también.
Y todos lloraremos.

martes, 20 de septiembre de 2011

El cuento que hasta ahora nadie contó

Cuando éramos niños alguien nos contó alguna vez un cuento, y se afanó en poner estrellitas en un cielo oscuro de esa noche que nos daba tanto miedo con sus truenos y rayos dibujando formas fantasmagóricas a diestro y siniestro mientas escondíamos la cabeza bajo la almohada para no escuchar tanto estruendo. Alguien adornó la historia de aquel niño que se destartaló por las escaleras de tanto trotarlas sin mirar donde iba, y fue llevado de urgencia al hospital más próximo donde le cosieron la cabeza sin dolor alguno, desde donde regresó a su casa lleno de regalos. Alguien le inventó para nosotros una grata compañía a ese anciano que vivía solo en su casa, y nos daba tantos quebraderos de cabeza al pensar en sus días y sus noches tan aquejadas de vacío. O le restó una de las siete vidas a ese gatito despistado que un coche atropelló, asegurando que aunque no lo vimos andaba por ahí tan pancho porque restada una vida, le quedaban otras seis.

Alguien alguna vez se afanó en llenarnos de esperanza, en decirnos que todo era posible, que podíamos ser todo lo que quisiéramos con solo intentarlo, llenándonos el corazón de reservas de por vida. Quizá fueran muchas personas, muchos cuentos, muchas películas las que necesitamos para llegar a creer, como ahora creemos, que todo es posible si se intenta de verdad.

En todo caso, ahora que es convencimiento propio que va creciendo día tras día, me encuentro el cuento jamás contado y me tengo que reír. Me río porque en estos tiempos que vivimos tan descreídos de todo es un lujo encontrar tanto ingenio. Y porque quizá a mi edad necesito leer más cuentos de estos, porque quién sabe, quizá sean estos cuentos los que cuentan la verdad: que ni fueron felices ni comieron perdices ;)


lunes, 19 de septiembre de 2011

Retazos...

En el amor:

A veces se pierde a alguien justo porque se va en el camino que llevará a otra persona, la definitiva. Es un aprendizaje necesario para saber cuidar de la persona que se quedará para siempre. Y aunque que duela existe una razón.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Allí donde sobra amor

Tiene ochenta y dos años y una pequeña pensión que apenas le da para vivir, pero cada sábado acude a la tienda a comprar sin mirar demasiado los precios, porque el domingo vienen todos sus hijos a comer, y celebran una pequeña fiesta. Es la ilusión de su vida, saber que al menos un día a la semana no faltarán a su cita como desde que eran niños prometieron, quizá necesitó pedirlo muchas veces desde su niñez, pero es algo que no han olvidado y que cumplen pese a los leves desacuerdos que a menudo se producen entre ellos, las pequeñas rivalidades, o trivialidades que trae el convivir en lo más semejante a la armonía siendo familia numerosa y reuniéndose tan a menudo en el pequeño comedor.

A veces sus nietos se pelean entre ellos bajo la mesa, se tiran de los pelos o se hacen moretones de mayor o menor tamaño, y ello provoca que sus padres o sus madres se enzarcen en una guerra ridícula de a ver quienes están mejor educados, o son mejores, cuando lo único que hacen es intentar aprender donde están los límites de lo que puede hacerse y lo que no. Es entonces cuando Antonio monta en cólera y Jesusa le resta importancia, frunciendo las cejas ante su marido, que es su modo de pedirle que le deje tomar el mando de la situación, que para eso se ha encargado toda la vida de sus hijos mientras él trabajaba fuera toda la semana al volante de su camión. De conducir carreteras sabrás más que nadie - le dice todo el tiempo- pero de conducir a tus hijos no tienes ni la más remota idea; es entonces cuando él frunce los labios y los sella, cuando ella se pone en acción y devuelve a los niños a su asiento, y les cuenta alguna anécdota que deja a sus padres en entredicho, y todos la miran con atención. A su modo es una maga que saca palomas de su chistera, y las deja volar por donde quiera trayendo al presente detalles olvidados por todos, de algo que alguna vez sucedió. Quizá por eso ninguno de sus hijos quiere fallar un domingo, ni dejar de depositar unas monedas en la hucha del cerdito puesta en el aparador y al alcance de cualquiera que quiera colaborar en la comida de esa reunión. Podrían sacarse muchas lecciones de las comidas de Jesusa, pero sobre todo esa, que le pese a quien le pese nunca faltará comida allá donde sobre amor.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Comienza un nuevo curso con nuevos propósitos:

Dejar que la vida siga su curso sin resistencia, porque al fin y al cabo lo queramos o no, nunca sabemos si las cosas se estropean porque quisimos arreglarlas, o se arreglan porque quisimos estropearlas. Supongo que quienes no creemos en destinos estamos sujetos a este tipo de contrasentidos cuando no sabemos qué parte de la balanza ha pesado más. En todo caso que comienza un nuevo curso es un hecho, ya llegará hora de hacer balance justo al final, y veremos en qué cosa ha derivado. Ya no caben las excusas, preparados, listos, ya. Y nadie se queje si en verdad no está preparado para el nuevo curso porque tanto da que da lo mismo, comienza ya.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Una alcaldía de pena

El alcalde de la villa marinera ya encontró la solución para esos números que no salen, y al encontrar la solución sumió en un mar de preguntas a los sensatos del municipio, que como siempre, se crispan ante ante este tipo de decisiones ridículas en las que son los ciudadanos de bien quienes salen perjudicados. ¿De verdad era necesario?, era la pregunta que un grupo de trabajadores debatían en la terraza de un bar mientras sus mujeres hablaban entre ellas de nada en general, y se les notaba de lejos.

La cosa es que despidieron a dos serenos que habían contratado durante el verano, con la excusa de ahorrarse gastos. Entre todos decidimos que no debían de cobrar gran cosa, 800 euros por cabeza y ya como mucho. ¿Qué dinero es ese para un ayuntamiento de una zona turística por excelencia, que ha estado de bote en bote todo el verano? y que aún mantiene un flujo de visitantes de aúpa. ¿Acaso en verdad debe ahorrarse en la vigilancia que asegura el bienestar de la ciudadanía y del pueblo a un tiempo?... ¿No terminaría saliendo mucho más barato prevenir que curar? Eran este tipo de preguntas prácticas las que estos trabajadores de toda la vida se hacían, cinco voces a cada cual más escéptica con el grupo gobernante. Uno recordaba a toda la gente de la política nacional que aún debería estar en la cárcel, y que ya andaba tan pancha como libre de cargos; y apuntaba de paso a quienes deberían pasar por el trullo y no salir nunca, y que pese a todo se librarán. Otro apuntaba los millones de euros que se habían robado y se deberían devolver, haciendo un recuento rápido de todos los casos que recordaba que se quedaron en nada. Otro aseguraba que para salir de la crisis había que hacer algo tan sencillo como poner un tope a cobrar a todos los peces gordos, y a partir de ahí recortar a todos desde arriba; que el tope está en 4.000 euros, pues ale, el que cobre más de esa cantidad que aporte el resto para un fondo común. Otro aseguraba que a partir de ya mismo no se podía salir de noche a la calle porque cualquiera estaba en peligro de ser violado en cualquier momento, salías en pijama a tirar la basura, y zas; la imaginación me da para mucho, pero no para tanto como para imaginarlo en pijama, y mucho menos violado ¿?Fue una charla fructífera, y sobre todo sensata, en apenas veinte minutos se aportaron todas las soluciones que desde la política jamás llegarán, a ver quien es el guapo de cara que comienza a recortar los sueldos por lo alto; a quien esté dispuesto a hacer este tipo de política le voto de por vida, quizá para compensar que siempre recorten a los de abajo, enviando a los dos serenos a casita a la voz de ya.

Estos serenos se paseaban las calles durante toda la noche, dando cuenta de los grafiteros que han destrozado todas las fachadas del pueblo una y otra vez, las mismas firmas ridículas de cuatro gamberros pululan a los cuatro vientos, desde los edificios más emblemáticos hasta las casas particulares que son parcheadas una y otra vez. De los maleantes que destrozan el parque donde juegan los más pequeños, y donde los mayores salen al sol, cada vez más sitiados en una sociedad que los mantiene al margen. De quienes quemaron dos coches en una urbanización alejada. De quienes rompieron cristales y papeleras, e incluso arrancaron de cuajo las puertas de los baños en la zona de playa. Y pusieron fin a no pocas peleas entre bandas de adolescentes rivales que salían en días señalados a pegarse con palos y cadenas manteniendo en vilo a las fuerzas del orden. Incluso dieron la voz de alarma el día que intentaron violar a una chica en la playa, después de echarle algo en la bebida, y si no fuese por ellos quien sabe...

Pero es lo de siempre, desde la alcaldía todos mantienen su sueldo flamante, y recortan por abajo, por quienes más lo necesitan y a quienes más se necesita. Es por eso que hace muchos años dejé de creer en la política, y a no ser en charlas tan amenas como la de ayer, por favor, de política ni me hablen.