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lunes, 13 de junio de 2011

La niña del arrozal

Este libro de José Luis Olaizola me reclamó desde la estantería de novedades por la fuerza de su portada. No me gusta encontrarme leyendo un libro y comenzar otro, pero es algo que suelo hacer cuando un libro me reclama con esa insistencia inconfundible de un libro que me reclama ser leído. En ese momento es como si algo muy poderoso me gritara que está ahí para mí, y que sencillamente me esperaba. Es casi una intuición que sé que no debo desoír, y que aunque quisiera desoírla no puedo; las cosas más importantes de mi vida me suceden así y conozco demasiado bien la sensación para intentar oponerme. Es por eso que incluso antes de tenerlo entre las manos y hojearlo sabía que lo traería a casa y lo leería con el máximo interés, sin perderme una sola palabra, que es lo que sucede cuando un libro es para mí: que simplemente me llama y no puedo no responder a su llamada. En el enlace que dejo podrás ver su portada y saber algo más de él y de su autor. Lo que yo puedo contarte es que es otro de esos libros que siempre recordaré, es imposible leerlo y olvidarlo alguna vez.

Está basado en hechos reales. Y es la historia de una niña feliz hasta que todo empieza a complicarse. Wichi tiene una abuela avariciosa cuya misión en la vida es acumular dinero a cualquier precio. En el momento en que la niña se queda huérfana y depende de ella para subsistir intenta venderla para la prostitución de lujo. Es ahí donde la que hasta entonces ha sido la criada de su abuela traza un plan para salvar a la niña de ese futuro. Siri hará todo cuanto esté en sus manos para mantenerla a salvo, y para ello la secuestra y se la lleva a trabajar con ella a un arrozal, donde la apodan cariñosamente La niña del arrozal por su destreza para cualquier clase de labor que se le encomienda. Pese a que la vida de Wichi está siendo una vida feliz y provechosa junto a personas que la quieren, la abuela irrumpe en ella para llevar a cabo su plan, venderla para la prostitución de lujo aunque es tan solo una niña... Su vida de un momento para otro ya no puede ser peor...

José Luis Olaizola es fundador y presidente de la ONG Somos uno, que lucha contra el drama de la prostitución infantil en Tailandia. Lleva publicados más de setenta libros. Y desde hace treinta años se dedica profesionalmente a escribir libros y artículos y a pronunciar conferencias.

Internet es un mundo donde todo es posible. Hace incluso posible que desde tu casa, aunque sea la más humilde de la tierra puedas acceder a información precisa y preciosa con sólo tener la posibilidad de conexión. Tú decides aquello que quieres aprender, y si de verdad quieres hacerlo, puedes. Yo he decidido saber mucho más de este hombre, José Luis Olaizola y de su valiosa labor en Somos uno. Porque alguien así me parece digno de admiración. Son las personas como él las que vale la pena conocer, y libros como La niña del arrozal los que vale la pena leer, porque crean la conciencia de que hay mucho por hacer, entre tú y yo, entre todos nosotros, que a veces tan sólo nos cruzamos de brazos y nos quejamos mientras otros actúan y consiguen un mundo más justo para todos. Desgraciadamente hay en el mundo muchas niñas como Wichi y muchos hombres dispuestos a explotarlas sexualmente. A veces que el recuento de sus vidas sea pura felicidad o pura desgracia es sólo cuestión de actuar. Y eso no podemos olvidarlo. No podemos pasar página sin más.






sábado, 11 de junio de 2011

Palabra de Albert Espinosa

Pocas veces en la vida uno se encuentra la lucidez, la inteligencia y la humildad dentro de un mismo cuerpo, pero muchas veces se encuentra con que todo eso ha sido fruto del sufrimiento bien llevado y bien entendido. De una actitud de quien lejos de amilanarse se estira, de quien lejos de dejarse caer se levanta y sigue, de quien lejos de sumirse en penurias se aferra a su propia e irrenunciable posibilidad de ser feliz, esa que no están dispuestos a negarse pase lo que pase.
Encontrarse con estas personas a quienes les sobra la fe en los demás tanto como en sí mismos, es una de las mayores lecciones que pueden extraerse de la vida. Son inolvidables desde el primer momento, y lo sabemos. En el enlace que dejo a continuación se encuentra una entrevista que le hicieron a Albert Espinosa, una de esas entrevistas que uno debe releer muchas veces. Porque en ella se encuentran muchas respuestas a la vida.
Copio una:

¿Cree usted en Dios?
A.E. Más que en Dios, yo creo en la sensación de la gente buena. Creo que hay gente buena que te marca caminos. Y yo he podido conocer a mucha gente buena. Cuando conozco a alguien bueno y sabio, pienso que he encontrado a un pequeño dios.



viernes, 10 de junio de 2011

Paula

Recuerdo la primera vez que me topé con este libro de Isabel Allende. Al leer la contraportada lo dejé en el mismo lugar en el que estaba con una indignación que a lo largo de los años me sigue transmitiendo la clase de persona que soy, una persona dispuesta a juzgar en segundos; desde entonces intento corregirme, imagino que sin terminar de conseguirlo. Recuerdo que en ese momento me molestó que una escritora usara su fama para hablarnos de su hija, o para colarla en nuestras vidas como si fuese una joven tan distinta a cualquier joven de su edad. En ese momento me invadió una sensación que no puedo olvidar por diferentes razones. Y en este punto dejo varias preguntas: ¿Quién era yo para juzgar? ¿Quién soy yo para juzgar los motivos de otros? ¿Qué puedo saber yo de los motivos que impulsan a los demás? Desde entonces intento no juzgar a nadie, porque las razones de uno sólo uno las sabe, y a veces ni con demasiada claridad.

Esa fue la primera vez que me topé el Libro de Isabel Allende titulado Paula. Muchos años más tarde me encontré otra edición en la biblioteca y la leí mejor. Entonces supe que Paula era la hija que se le había muerto a la escritora tras varios meses en coma, aquejada de una enfermedad que su otro hijo, Nicolás, también podría desarrollar por esas cosas que vienen con los genes. De esa enfermedad jamás oyera hablar hasta entonces: Porfiria. Este libro el resultado de un texto que Isabel comenzó a escribir en el hospital para regalárselo a su hija una vez se hubiese repuesto de su enfermedad. Poco antes de enfermar Paula había hecho una aseveración contundente: "Ando buscando a Dios y no lo encuentro". Y también había tenido un extraño sueño en el que quedaba atrapada dentro de su cuerpo. En el momento de su muerte estaba felizmente casada con su marido Ernesto.

En este libro Isabel Allende hace un repaso de su vida. Me gustan los repasos de su vida que hace esta mujer, en su libro La suma de los días yo diría que hace una continuación en el tiempo de este repaso. Mientras leía Paula yo tenía un gran sueño en la cabeza: publicar. Pensaba que sólo publicando lograría toda la felicidad que ansiaba. A veces uno piensa cosas sin saber por qué. Después de leer este libro sólo quiero una cosa, ser madre de hijos sanos y disfrutarlos sobre todas las cosas. El inmenso dolor y la lucidez de Isabel Allende fue esto lo que me regaló. Es un libro que cuesta leer, no diré que no, un libro que hubiese querido no ser jamás escrito, esto sobra decirlo, pero es uno de esos libros que si lo lees una vez no lo olvidarás jamás. Un libro que merece ser leído por todo lo que aporta.

jueves, 9 de junio de 2011

¿Que mundo les dejamos?

Que mundo les dejamos
lleno de botellas vacías por la mañana
en los alrededores de la playa
donde estuvieron de botellón

Que mundo les dejamos
sin posibilidad de trabajo
pese a sus excelsas notas
y su ánimo batallante de emoción

Que mundo les dejamos
con los precios tan al alza
que comprarse una vivienda
es un sueño sin razón

Que mundo les dejamos
si no apostamos por ellos
si todo lo hacemos nosotros
alargando su niñez sin ton ni son

Que mundo les dejamos
si no les dejamos hueco
si les hacemos a un lado
sin darles un empujón

Que mundo les dejamos
aumentando sus estudios
negando su trabajo
y restando su afición

Que mundo les dejamos
si estando más preparados
les llevamos a la eterna
lista de parados sin solución.

miércoles, 8 de junio de 2011

Excusas para no pensar

Su familia es de lo más rico que existe, sus caprichos son concedidos apenas despiertan, ella es una niña bien con ataques de niña mal, guarda bajo doble fondo un lado oscuro que cada vez va reclamando más espacio mientras su sonrisa se vuelve más y más dulce. Diabólicamente dulce. Esa sonrisa aunque nadie parece advertirlo sale de las revistas que lee, superpop y cuore entre otras. Si alguna vez leyó un libro, no entendió del todo lo que el libro le quiso decir. Y la clase de cine que le gusta es el cine de mucha sangre mezclada con miedo, puro miedo, ese que produce ver como alguien pierde su cabeza de un tajo. Y esa cabeza en un primer plano, que después de un ruido sordo rueda con ímpetu por el suelo hasta estrellarse contra una pared que de puro blanco se vuelve roja. Ese tipo de cine la vuelve loca, algo que no termina de encajar con su corta edad.

Es una adolescente hermosa, de grandes ojos verdes, pelo rizado y largo hasta el infinito, y tiene todas las curvas que en estos tiempos es tan raro ver en alguien de su edad; lejos de agobiarse por ello las pasea casi con voluptuosidad, sabiendo que atrae con sus mini vestidos imposibles todas las miradas de los chicos de su edad, y más mayores aún, cuanto más mayores sean, más relucen sus ojos turquesa en la oscuridad. Hasta hace poco Dana sacaba sobresalientes a destajo, y desde no hace mucho algunos suspensos que muestra a sus amigas con una sonrisa de triunfo desafiante a las leyes severas de mamá. Siempre tan exigente con todo, exigente hasta rabiar. Ella sospecha que este cambio drástico se produjo con su reciente cambio de amigos, pero no lo puede asegurar, por eso no lo asegura, lo que cree es lo que ve, y ve como su antiguo grupo de amigos se mantiene muy lejos de su hija, y no entiende por qué.

Mientras tanto sigue pagando las cuentas de su clase particular, y las de todas las aficiones que secunda, le sigue concediendo cada nuevo capricho en cuanto hace amago de asomar, y le sigue riendo las gracias, incluso las que carecen de toda gracia, como que el vecino del tercero le dijo alguna grosería al cruzarla en la escalera, el vecino del tercero que tiene 34 años y dos hijos pequeños, y que se permite el lujo de presentarse voluntario para cualquier clase de favor, cuando todos saben que sólo le habla de uno, y lo deja tan claro como el sol. Una madre es una madre, es lo que piensa Gertrudis mientras sigue riendo porque su hija a todo el mundo llama la atención, sin pensar que a veces no es bueno atraer la atención de todos, y menos a cierta edad.

En la cabeza de Dana ha entrado de hace poco una nueva afición, salir el sábado en la tarde y volver de madrugada, es eso en todo lo que piensa los restantes seis días de la semana, irse con mucha prisa de botellón. Dedicar los días a sacar ropa del armario, irse de tiendas, probar nuevas formas de maquillarse, nuevas formas de peinado y caminar sobre tacones imposibles por el parquet del salón. Gertrudis la sigue mirando y riendo sus gracias, pero es que no sabe que a las dos horas de irse de casa ya está borracha, que todos se propasan con ella, que la siguen emborrachando toda la noche a conciencia y que juguetean con ella todo cuanto pueden; y que tienen en mente volverla consumidora de las drogas que ellos trafican. Justo para eso están, para que deje de gastar en ropa y zapatos y gaste mercancía de la que ellos llevan. Sus nuevos amigos y amigas no lo son por azar, lo son porque la familia de Dana es muy rica y a ellos les conviene aumentar sus ventas. En eso están.

Se van sumando los sábados y a Dana se le empiezan a sumar las ojeras. Nadie se da cuenta. Sale de casa siempre vestida para matar y tan feliz de la vida como si nunca la conocieran. Nunca la ven llegar, pero si la viesen llegar comenzarían a preocuparse muy seriamente y empezarían a preguntarse por qué deja a remojo su ropa en la bañera antes de irse a la cama y tras varios aclarados. Si la esperasen despiertos se sumarían las preguntas y se intuirían respuestas. Pero es que a veces, se necesitan excusas para no pensar.


martes, 7 de junio de 2011

Toma nota:

Me motiva tanto escribir una página en el ordenador como, meses después, tachar la mitad de esa página en el papel y con bolígrafo rojo. Construir y destruir son las dos caras de la literatura.

Jose Ángel Barrueco


Esta frase la extraje de su blog:



lunes, 6 de junio de 2011

La agenda de los amigos muertos

Este libro de Raquel Heredia nace del dolor de haber perdido a su hija Ada dentro del oscuro mundo de las drogas. Es un repaso íntegro a la vida de esta mujer periodista que en un momento del libro dice que se siente como si se fuese desnudando en plena calle, y es que es un libro valiente donde se plasma el dolor de una madre que no ha podido ayudar a su hija mientras se estaba matando lentamente en el consumo de drogas. Y es también el dolor de una mujer que necesita encontrar un por qué, y lo busca y lo rebusca como suele suceder; sin terminar de encontrarlo. Nunca hay un por qué que pueda convencer a una madre de que existe algo llamado destino que actúa porque sí y le arrebata lo mejor que ella misma aportó al mundo. Nunca hay edad para los hijos, los hijos tienen siempre la edad perfecta para ser felices, y ver truncado este deseo-realidad es algo que nunca se supera.

No me gusta resumir los libros que leo, quizá porque si me pusiera a resumir nunca terminaría de señalar lo que para mí es importante. En este libro para mí todo es importante, porque trata de una temática que se aborda poco, se esconde mucho y se remedia malamente. No hace mucho alguien me aseguraba que la única forma de atajar el consumo de droga en nuestros jóvenes es la educación. Que no existe otra fórmula que educar a nuestros hijos y esperar que sigan a rajatabla nuestros consejos, quizá sea verdad, quizá no haya otra fórmula para evitar que la droga se lleve año tras año a nuestros jóvenes sedientos de experimentar paraísos temporales que terminan en infiernos imperecederos.

Copio al azar un párrafo de "La agenda de los amigos muertos" de Raquel Heredia tal cual:

"La droga es un molde de monopolio y posesión. El adicto aguanta mientras sus piernas drogadas le lleven directo a recaer sobre el rayo de la droga. La droga es cuantitativa y mensurable con gran precisión. Cuánta más droga consumas menos tienes y cuanta más tengas más usas. El comerciante de droga no vende su producto al consumidor, vende el consumidor a su producto. No mejora ni simplifica su mercancía. Degrada y simplifica al cliente. Paga a sus empleados en droga"...

Una de las razones por las que no puedo resumir este libro es porque hace más de doce años que lo leí, y porque no he podido olvidarlo. Podría resumirlo en breves párrafos sabiendo que he contado lo más importante, pero cualquier libro que recomiende desde aquí es un libro que merece ser leído letra por letra hasta el final. En este punto reitero que para mí un buen escritor no es ese que se lleva más honores, es aquel que por medio de su escritura te regala su experiencia olvidándose incluso de sí mismo, este libro es de esos. Imagino que no ha sido fácil de escribir, sé que no es fácil de leer, pero es un libro que recomiendo.