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viernes, 31 de diciembre de 2010

Nochevieja

Para mí la Nochevieja es el día por excelencia. La noche más especial de todas porque trae consigo un año nuevo. Y un año nuevo es algo, que como todo lo nuevo, me llena de ilusión. A veces durante su transcurso descubro que ese año no era tan bueno, por alguien que se me fue. Ese es el único motivo que puede hacer cualquier año un año malo, ese y ninguno más. Lo demás tiene arreglo.

A última hora del día mi casa se llenará de toda la gente que quiero. Aquella a la que pertenezco. El resto llegará a través de mensajes de móvil, y todos estarán aquí. De modo que toca dejar un mensaje para todos aquellos que habéis estado aquí. Los que estáis en la ventana de seguidores y aquellos que pasaréis.

Brindo por vosotros, porque este año que hoy comienza todo sea felicidad.

jueves, 30 de diciembre de 2010

Finaliza el año

Viendo un programa de televisión el otro día me enteré de que los ricos pueden gastarse hasta 50.000 euros en marisco sin que les tiemble una pestaña. Y que ellos aún no se han enterado de la crisis, esto lo decía un pescadero poco menos que en susurros después de que el periodista le tirara muy mucho de la lengua. Alguna víscera me chirrió por dentro con el sonido de un violín desafinado porque mi yo iluso y mi estupidez supina jamás alcanzarían ni a imaginarlo: los ricos ni se han enterado de la crisis ¿que te parece?

Ni los ricos, ni los enchufados, ni los defraudadores de hacienda, ni los buenos negociantes, esos que te venden un articulo a siete veces su valor. Ni los ladrones, ni los estafadores, ni los políticos ( se ve por las decisiones políticas que toman sin despeinarse una ceja), y se me ocurren muchos más que ni se han enterado de la crisis. Eso me lleva a pensar que aunque no lo sabía vivo en un barrio de pobres. Es más, nací en un concejo de pobres, y de un modo insistente me fui quedando a vivir en él, convencida de que no hay lugar mejor. Pero hay lugares donde puedes gastarte 50.000 euros en marisco sin que te tiemble la mano porque tienes más dinero del que te puedas gastar. La realidad es como una bofetada. No puedes ni imaginarte la realidad.


Pues bien, finaliza un año en el que la gente a la que conoces ha ido de mal en peor. Todo comenzó cuando anunciaron que no habría más horas extras y tuvo que apretarse el cinturón, después despidieron a varios compañeros y hubo que trabajar más horas cobrando menos, y llegaron los del sindicato asegurando que lo importante era conservar el trabajo. Todos a callar. Después fueron llegando algunos enchufadillos que no sabían ni papa de su trabajo, por eso se quedaron el puesto mejor. Desde la directiva se llenan la boca repitiendo que están contratando a gente nueva, pero son los viejos los que se ocupan de todo el marrón, y los trabajos malos siempre se los quedan los mismos. Que llevan un año puteados y suma y sigue, si no te gustan las cosas deja sitio porque tenemos obreros a mogollón haciendo cola en el paro.

En la cola del paro siempre está la solución, hay miles de obreros parados que no tienen ni pa chicles, parece que desde arriba se han encargado de tener repuestos a millones para mantener a la gente en sus puestos y sin mover la cabeza. Estamos hablando de quienes no pueden gastarse 50.000 euros ni en una mala vivienda. Ni hacer gastos extras sea la fiesta que sea, ni hacer planes de cambio, ni exigir, ni protestar y mucho menos cambiar de trabajo. Hablamos de la clase obrera, esa que ha entendido tarde que ser artesano no basta para vivir, ahora además de artesano hay que ser poeta.

_ ¡Que lujo de luna tenemos esta noche, Mariano!
_ ¡Que lujo de luna!, ¡hace un frío que pela! ¿por qué no te vas a casa?
_ A casa no puedo irme, me la quitaron ayer, ¿Verdad que hace un lujo de noche?
_ Estamos a dos grados Bertino, ¿dónde duermes hoy?
_ Tengo dos cartones debajo del puente. ¿Verdad que hay un lujo de estrellas?
_ Un lujo de estrellas, sí. ¿ Donde tienes a Mari y los niños?
_ Están en casa de mis suegros, y por mi que ni esperen, que uno aún conserva su dignidad. Ya verás cuando encuentre un nuevo trabajo...¿Verdad que hay un lujo de nubes?
_ Y un lujo de viento Bertino, ¿No te parece que hay un lujo de viento?






miércoles, 29 de diciembre de 2010

Quiero ser feliz siendo yo misma

Estaba pensando en todas las mujeres víctimas de la violencia machista que no comenzarán nuevo año porque la persona a la que más amaban les segó la vida. Al respecto tengo una opinión: que le amaban más allá de sí mismas, de todo lo conocido y lo desconocido, de todo lo conveniente e incluso de lo inconveniente y olvidándose de ellas mismas comenzaron a descender los peldaños a otra estancia que ya no era amor, sino posesión, sin advertirlo siquiera, quizá en espera de ganarse de nuevo ese otro que sí era amor y que vieron en otro tiempo en los ojos de su captor, ese mismo que terminó finalmente siendo su verdugo.

Creo que una mujer es blanco de ese tipo de violencia cuando deja de quererse a sí misma, cuando deja de confiar en ella, cuando deja que su hombre decida por ella, cuando deja que delimite su territorio, un territorio que a posta cada vez le hace más pequeño, cuando sin saberlo cede a un nuevo tipo de trampa, que lleva a otra, y a otra más, y se ve inmersa en esa rueda que gira y gira sobre la oscuridad, que lleva a más oscuridad y a ese túnel donde no se ve el final.

Es así como lo imagino. En ocasiones uno sólo puede imaginar. Cientos de veces imaginé que es imposible no advertir que se está frente a una mujer que sufre hasta esos límites insospechados sin detectarlo. Siempre pienso que me hubiese gustado estar allí y echarle una mano. Raptarla quizá, y convencerla de que al contrario de todo cuanto nos han enseñado hay amores que no valen la pena.

Esta mañana encontré uno de esos textos que haría aprenderse de memoria a cualquier mujer y recitarlo de memoria cada mañana al levantarse y contemplar el día nuevo. Es cierto, tengo tendencia a querer muchas cosas que ya no pueden ser, pero igualmente las querría. Del modo en que hay textos que no sé cómo escribir pero igualmente escribo, este es una muestra.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Una lágrima en el corazón

Sigo desde hace tiempo el blog Escrito en el viento, y en estas semanas he visto reflejadas muchas palabras que yo misma he venido escribiendo aquí. Las que quedan cuando la muerte te pilla muy de cerca y tienes constancia de que has estado a su lado, de que has sentido su aliento en el rostro y te ha calado su frío glacial por cada poro de piel. Es una sensación de morirte también que dura mucho tiempo, de la que no sabrás zafarte, y un vivir tu tiempo de un modo urgente que conlleva una cierta pérdida de pudor tal vez. Ahora sabes que quizá no te lleguen los días para exprimir en palabras lo que no querrías llevarte cuanto tus labios se sellen por última vez.

Si te sucede que no terminas de pertenecer a las palabras habladas, escribirás hasta dejarte los dedos sobre el teclado una y otra vez, y dejarás montones de letras secas que le servirán de pasto a cada rincón de tu casa, hasta que buscando y buscando encuentres el lugar donde dejarlas sin que nadie tenga que cargar con ellas sin estar preparado. Sin que supongan un rompecabezas a quienes te hereden, y donde puedan servir para algo, aunque sigas sin tener idea de para qué, ese lugar puede ser un blog, porque un blog es un lugar donde uno entra buscando algo, y donde suele terminar hallando lo que buscó.

A veces todas las palabras del mundo se quedan rotas y el silencio se hace tan denso que podría ahogar. Un desierto silencioso se te ha engullido y en cuanto salgas, todas las palabras guardadas se escaparán, y correrán veloces a ocupar su sitio sin rubor alguno, pues ya saben lo que pesan, a su pesar.


viernes, 24 de diciembre de 2010

Un deseo

Hace mucho tiempo que encontré este árbol, pero no me gusta adelantar la Navidad, es más aún cuando no ha llegado ya quiero que pase, son fechas llenas de recuerdos hermosos que no quiero olvidar, ni recordar tampoco. Intento que sean como los demás días del año, o que todos los días del año sean Navidad.
En estas fechas los blog se llenan de mensajes preciosos, de adornos entrañables, de eso y mucho más, pero este lugar sigue siendo el mismo de siempre, quien entra lo sabe, sabe que hay cosas que no van a cambiar. Aún me sigue extrañando que se sumen las visitas, me extraña y me acompaña.

Hay algo que quiero dejaros para todos los años de vuestra vida. Lo dejo aquí, para que nunca os falte este árbol... y tampoco a mí.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Se rebajan las penas

Es algo que se acaba de decir en el telediario: se rebajan las penas para los pequeños narcotraficantes. Lo sentí como un puñetazo en la boca del estómago, se me revuelven las tripas, es mi afrenta personal contra todas las sustancias que restan a las personas en vez de sumarlas, que les promete el cielo y les condena al infierno eterno, tan desolador para ellos como para quienes de verdad los quieren.
Este gobierno tiene la virtud de crisparme los nervios cada mañana, de sumirme en la desesperación con esa costumbre tan suya de aprobar todo cuanto le viene en gana. Tengo la impresión de que algunos - entre los que me encuentro- salimos más desfavorecidos que otros con su mandato y que se dedica a repartir los palos entre aquellos a quienes asegura defender.

Me parece incongruente que la ley anti tabaco se asevere de tal forma con la conciencia de que fumar mata. Y no se castigue con más ahínco traficar con drogas. O dedicarse al menudeo, sabiendo a ciencia cierta que tal menudeo pulula para enganchar a los niños inocentes. Está en cada salida de clase, en cada recreo, en cada parque, en cada entrada a la discoteca, en los lugares más insospechados...por todas partes, y tal parece que no quiere advertirse.
Mi cruzada contra las drogas tiene caras, caras de mucho sufrimiento detrás de cada enganchado y caras de felicidad en cada camello que vive a cuerpo de rey a costa de la salud física y moral de cada cliente.

Escribo estas palabras llena de indignación, me molesta profundamente que el mundo se empeñe en funcionar alrevés. En todo caso debería rebajarse las penas de los enganchados, facilitarles terapeutas que les ayuden a salir del pozo en el que se encuentran. O garantizar que no compran cal de pared, ácidos, amoniacos, o demás fórmulas demoníacas a cambio de su dinero. Debería de rebajarse la hipocresía y aumentar las penas de quienes trapichean con la salud de los demás, y no dejarles campar a sus anchas y crecer como el musgo por todas las esquinas. En nombre de todas las familias que he visto sufrir no puedo callarme, en nombre de todos los jóvenes que he visto envejer prematuramente y después morir no puedo conformarme, y a mi modo desde aquí doy rienda suelta a mi decepción de que todo funcione alrevés de como quisiera.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

No existe el adiós

No existe el adiós para la gente que ha sido nuestra. Existe tan solo un sigues aquí al que hemos de enfrentarnos cada segundo de nuestra existencia.
Tal vez por eso escribimos, para darles la vida que aún se merecen, para dejarles latir aunque sea en papel, para hacerlos nuestros de otra manera.