El verdadero talento no necesita público. Casi al comienzo del libro esta frase me atrapó, y supe que este libro estaba escrito para mí. Que era uno de esos libros que disfrutaría de principio a fin, y lo fue. Los protagonistas fueron personas desde el primer instante, algo que considero fundamental para disfrutar de la lectura. Y toda la historia se desplegó ante mí como si la estuviese viviendo desde dentro, algo que no siempre me sucede porque desde que hilo mis propias historias les veo más el cartón a los libros, este libro no tiene cartón, es todo pasión.
A través de sus páginas me encontré con la tierra asturiana, sus olores, sus colores, todas sus texturas, sus casas de campo, sus bosques frondosos, sus contradicciones y al tiempo todas las contradicciones del ser humano. Son ciento setenta páginas llenas de verdad, es un libro que late y que trata del talento musical de un muchacho capaz de reproducir a la perfección cualquier pieza musical que escuche, y eso sin haber aprendido más música de la que aprendió en la escuela. Es el suyo un talento musical que llena toda su vida, una vida sencilla como hecha a medida.
Creo que con eso está dicho todo, no me gusta desvelar los libros que leo porque cada lector hace su propia lectura. Siempre digo que los libros son como los zapatos, unos nos quedan grandes, otros pequeños, unos nos dejan rozaduras, otros nos incomodan y los apartamos...cuando encuentro un libro justo a mi medida me siento feliz, porque veo que aquello que escribo tendría cabida. Si fuese lo bastante buena habría un hueco también para mí, y saber que es posible es todo cuanto necesito saber para seguir escribiendo y corrigiendo, para seguir intentándolo. Con otros libros me encuentro con el sentimiento contrario, tal vez demasiado a menudo, de ahí mi sentimiento de plenitud en esta mañana en que el trabajo se me acumula y no tendré tiempo de escribir mucho más, algo que me frustra.
Frecuento muchísimo las bibliotecas y me traigo montones de libros a casa, pero en verdad no hay muchos que comprenda párrafo a párrafo desde el comienzo hasta el mismo final, porque no todos conservan mi atención página a página, algunos se inflan y desinflan, prometen y no conceden, desorientan y te pierden. Me gustan los libros que son como un largo paseo en el que sales de aventura y vuelves mirando el mundo con ojos nuevos, me gustan esa clase de libros porque son los libros que no lees, son los libros que vives del modo en que vives un capítulo de tu propia vida. Comparto con Irene, la chica de la portada una cualidad sorprendente, soy doña sí pero no, y me pasa lo que a ella, cuando tengo dudas serias es la vida quien toma la iniciativa y responde por sí sola a todas mis preguntas. A veces solo es necesario hacer la pregunta, y la respuesta llega sola, qué cierto.
Por último decir que Gonzalo Moure tiene un blog donde escribe del mismo modo en que lo hace en este libro, es un lugar donde escribe poco últimamente, se ve que otros personajes le mantienen atrapado dentro de su propio mundo precisamente por eso, porque el verdadero talento no necesita público. Se crea a sí mismo porque le es imposible no crearse y después busca un hueco en el mundo.